Encarcelamiento de Jeremías

37 Nabucodonosor, rey de Babilonia, puso como rey de Judá a Sedequías, hijo de Josías, en lugar de Jeconías[a], hijo de Joacim. Pero ni Sedequías ni sus siervos ni la gente de Judá hicieron caso a las palabras que el Señor había hablado a través del profeta Jeremías.

No obstante, el rey Sedequías envió a Jucal, hijo de Selemías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maseías, a decirle al profeta Jeremías: «Ora por nosotros al Señor nuestro Dios».

Mientras tanto, Jeremías se movía con total libertad entre la gente, pues todavía no lo habían encarcelado. Por otra parte, el ejército del faraón había salido de Egipto. Cuando los babilonios[b] que estaban sitiando a Jerusalén se enteraron de la noticia, emprendieron la retirada.

La palabra del Señor vino al profeta Jeremías: «Así dice el Señor, el Dios de Israel: “Díganle al rey de Judá que los mandó a consultarme: ‘El ejército del faraón, que salió para apoyarlos, se volverá a Egipto. Los babilonios regresarán para atacar esta ciudad; la capturarán y la incendiarán’ ”.

»Así dice el Señor: “No se hagan ilusiones creyendo que los babilonios se van a retirar. ¡Se equivocan! No se van a retirar. 10 Y aunque ustedes derrotaran a todo el ejército babilonio, y solo quedaran en sus campamentos algunos hombres heridos, estos se levantarían e incendiarían esta ciudad”».

11 Cuando por causa de la incursión del ejército del faraón el ejército de Babilonia se retiró de Jerusalén, 12 Jeremías quiso trasladarse de Jerusalén al territorio de Benjamín para tomar posesión de una herencia. 13 Pero al llegar a la puerta de Benjamín, un capitán de la guardia llamado Irías, hijo de Selemías y nieto de Jananías, detuvo al profeta Jeremías y lo acusó:

—¡Estás por pasarte a los babilonios!

14 Jeremías respondió:

—¡Mentira, no voy a pasarme a los babilonios!

Pero Irías no le hizo caso, sino que lo detuvo y lo llevó ante los oficiales. 15 Estos estaban enfurecidos contra Jeremías, así que luego de golpearlo, lo encarcelaron en la casa del cronista Jonatán, ya que la habían convertido en prisión. 16 Así Jeremías fue encerrado en una cámara subterránea de la cárcel, donde permaneció mucho tiempo.

17 El rey Sedequías mandó que trajeran a Jeremías al palacio y allí le preguntó en secreto:

—¿Has recibido alguna palabra del Señor?

—Sí —respondió Jeremías—, usted será entregado en manos del rey de Babilonia.

18 A su vez, Jeremías preguntó al rey Sedequías:

—¿Qué crimen he cometido contra usted, o contra sus ministros o este pueblo, para que me hayan encarcelado? 19 ¿Dónde están sus profetas, los que profetizaban que el rey de Babilonia no los atacaría ni a ustedes ni a este país? 20 Pero ahora, ruego a mi señor el rey que me preste atención. Le pido que no me mande de vuelta a la casa del cronista Jonatán, no sea que yo muera allí.

21 Entonces el rey Sedequías ordenó que pusieran a Jeremías en el patio de la guardia y que, mientras hubiera pan en la ciudad, todos los días le dieran una porción del pan horneado en la calle de los Panaderos. Así fue como Jeremías permaneció en el patio de la guardia.

Jeremías en la cisterna

38 Sefatías, hijo de Matán, Guedalías, hijo de Pasur, Jucal, hijo de Selemías, y Pasur, hijo de Malquías, oyeron que Jeremías decía a todo el pueblo: «Así dice el Señor: “El que se quede en esta ciudad morirá por la espada, de hambre o por la plaga. Pero el que se pase a los babilonios,[c] vivirá. Se entregará como botín de guerra, pero salvará su vida”. Así dice el Señor: “Esta ciudad caerá en poder del ejército del rey de Babilonia y será capturada”».

Los oficiales dijeron al rey:

—Hay que matar a este hombre. Con semejantes discursos está desmoralizando a los soldados y a todo el pueblo que aún queda en esta ciudad. Este hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia.

El rey Sedequías respondió:

—Lo dejo en sus manos. Ni yo, que soy el rey, puedo oponerme a ustedes.

Ellos tomaron a Jeremías y, bajándolo con cuerdas, lo echaron en la cisterna del patio de la guardia, la cual era de Malquías, el hijo del rey. Pero como en la cisterna no había agua, sino lodo, Jeremías se hundió en él.

El cusita Ebedmélec, funcionario[d] de la casa real, se enteró de que habían echado a Jeremías en la cisterna. En cierta ocasión cuando el rey estaba participando en una sesión frente al portón de Benjamín, Ebedmélec salió del palacio real y dijo:

—Mi rey y señor, estos hombres han actuado con maldad. Han arrojado a Jeremías en la cisterna y allí se morirá de hambre, porque ya no hay pan en la ciudad.

10 Entonces el rey ordenó al cusita Ebedmélec:

—Toma contigo treinta[e] hombres y rescata de la cisterna al profeta Jeremías antes de que se muera.

11 Ebedmélec tomó consigo a los hombres, fue a la sala que estaba debajo de la tesorería del palacio real, sacó de allí ropas y trapos viejos; luego, con unas sogas, se los bajó a la cisterna a Jeremías. 12 Ebedmélec dijo a Jeremías:

—Ponte estas ropas y trapos viejos debajo de tus brazos para protegerte de las sogas.

Así lo hizo Jeremías. 13 Los hombres tiraron de las sogas y lo sacaron de la cisterna. Y Jeremías permaneció en el patio de la guardia.

Sedequías interroga a Jeremías

14 El rey Sedequías mandó que llevaran a Jeremías a la tercera entrada del Templo del Señor y allí le dijo:

—Te voy a preguntar algo; por favor, no me ocultes nada.

15 Jeremías respondió a Sedequías:

—Si yo respondo a su pregunta, lo más seguro es que me mate. Y si le doy un consejo, no me va a hacer caso.

16 Pero en secreto el rey Sedequías hizo este juramento a Jeremías:

—¡Tan cierto como que vive el Señor, quien nos ha dado esta vida, no te mataré ni te entregaré en manos de estos hombres que atentan contra tu vida!

17 Jeremías dijo a Sedequías:

—Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: “Si se rinde ante los oficiales del rey de Babilonia, salvará su vida, esta ciudad no será incendiada y usted y su familia vivirán. 18 Pero, si no se rinde ante los oficiales del rey de Babilonia, la ciudad caerá bajo el poder de los babilonios,[f] será incendiada y usted no tendrá escapatoria”.

19 El rey Sedequías respondió:

—Yo tengo miedo de los judíos que se pasaron al bando de los babilonios, pues me pueden entregar en sus manos para que me torturen.

20 Jeremías contestó:

—Obedezca la voz del Señor que yo le estoy comunicando y no caerá en manos de los babilonios. Así le irá bien a usted y salvará su vida. 21 Pero si se niega a rendirse, esta es la palabra que el Señor me ha revelado: 22 Todas las mujeres que aún quedan en el palacio del rey de Judá serán entregadas a los oficiales del rey de Babilonia. Ellas mismas le echarán en cara:

»“Tus amigos más confiables
    te han engañado y te han vencido.
Tienes los pies hundidos en el fango,
    pues tus amigos te dieron la espalda”.

23 »Todas sus mujeres y sus hijos serán entregados a los babilonios. Usted mismo no podrá escapar, sino que caerá bajo el poder del rey de Babilonia y la ciudad será incendiada».

24 Sedequías contestó a Jeremías:

—Que nadie se entere de estas palabras, pues de lo contrario morirás. 25 Si los oficiales se enteran de que yo hablé contigo y vienen y te dicen: “Dinos ya lo que has informado al rey y lo que él te dijo, no nos ocultes nada, pues de lo contrario te mataremos”, 26 tú les dirás: “Vine a suplicarle al rey que no me mandara de vuelta a casa de Jonatán, a morir allí”.

27 Y así fue. Todos los oficiales vinieron a interrogar a Jeremías, pero él contestó de acuerdo con lo que el rey había ordenado. Entonces lo dejaron tranquilo, porque nadie había escuchado la conversación. 28 Y Jeremías se quedó en el patio de la guardia hasta el día en que Jerusalén fue capturada.

La caída de Jerusalén(A)

Jerusalén fue tomada de la siguiente manera: 39 En el mes décimo del año noveno del reinado de Sedequías en Judá, el rey Nabucodonosor de Babilonia y todo su ejército marcharon contra Jerusalén y la sitiaron. El día nueve del mes cuarto del año undécimo del reinado de Sedequías, abrieron una brecha en el muro de la ciudad, por la que entraron todos los oficiales del rey de Babilonia, hasta instalarse en la puerta central: Nergal Sarézer de Samgar, Nebo Sarsequín,[g] un oficial principal, Nergal Sarézer, también un alto funcionario, y todos los demás oficiales del rey de Babilonia. Al verlos, el rey Sedequías de Judá y todos los soldados huyeron de la ciudad. Salieron de noche por el camino del jardín del rey, por la puerta que está entre los dos muros, tomando el camino del Arabá.[h]

Pero el ejército babilonio[i] los persiguió hasta alcanzarlos en las llanuras de Jericó. Capturaron a Sedequías y lo llevaron ante Nabucodonosor, rey de Babilonia, que estaba en Riblá, en el territorio de Jamat. Allí dictó sentencia contra Sedequías y, ante sus propios ojos, el rey hizo degollar a sus hijos y a todos los nobles de Judá. Luego mandó que a Sedequías le sacaran los ojos y le pusieran cadenas de bronce para llevarlo a Babilonia.

Los babilonios prendieron fuego al palacio real, a las casas del pueblo y derribaron los muros de Jerusalén. Finalmente, Nabuzaradán —comandante de la guardia—, llevó cautivos a Babilonia tanto al resto de la población como a los desertores; es decir, a todos los que quedaban. 10 Nabuzaradán, comandante de la guardia, solo dejó en el territorio de Judá a algunos de los más pobres, que no poseían nada. En aquel día les asignó campos y viñedos.

11 En cuanto a Jeremías, el rey Nabucodonosor de Babilonia había dado la siguiente orden a Nabuzaradán, el comandante de la guardia: 12 «Vigílalo bien, sin hacerle ningún daño y haz con él como él mismo te diga». 13 Nabuzaradán, comandante de la guardia, Nebusazbán, un oficial principal, Nergal Sarézer, un alto funcionario, y todos los demás oficiales del rey de Babilonia 14 mandaron sacar a Jeremías del patio de la guardia. Se lo confiaron a Guedalías, hijo de Ajicán y nieto de Safán, para que lo llevaran de vuelta a su casa. Así Jeremías se quedó a vivir en medio del pueblo.

15 Aún estaba Jeremías preso en el patio de la guardia cuando la palabra del Señor vino a él: 16 «Ve y dile a Ebedmélec, el cusita, que así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: “Voy a cumplir las palabras que anuncié contra esta ciudad, para mal y no para bien. En aquel día, tú serás testigo de todo esto. 17 Pero en ese mismo día yo te rescataré —afirma el Señor—, y no caerás en las manos de los hombres que temes. 18 Porque yo te libraré —afirma el Señor—, y no caerás a filo de espada; antes bien, tu vida será tu botín, porque has confiado en mí”».

Liberación de Jeremías

40 La palabra del Señor vino a Jeremías después de que Nabuzaradán, el comandante de la guardia, lo había dejado libre en Ramá. Allí lo había encontrado Nabuzaradán preso y encadenado, entre todos los cautivos de Judá y Jerusalén que eran deportados a Babilonia. El comandante de la guardia tomó aparte a Jeremías y le dijo: «El Señor tu Dios, decretó esta calamidad para este lugar; ahora el Señor ha cumplido sus amenazas. Todo esto les ha pasado porque pecaron contra el Señor y desobedecieron su voz. No obstante, hoy te libero de las cadenas que te sujetan las manos. Si quieres venir conmigo a Babilonia, ven, que yo te cuidaré. Pero si no quieres, no lo hagas. Mira, tienes ante tus ojos toda la tierra: ve adonde más te convenga».

Como Jeremías no se decidía, Nabuzaradán añadió: «Vuelve junto a Guedalías, hijo de Ajicán y nieto de Safán, a quien el rey de Babilonia ha nombrado gobernador de las ciudades de Judá; vive con él y con tu pueblo o ve adonde más te convenga».

Luego el comandante de la guardia le dio provisiones, un regalo y lo dejó en libertad. Jeremías se fue entonces junto a Guedalías, hijo de Ajicán, en Mizpa, y se quedó con él en medio del pueblo que había permanecido en la tierra.

Asesinato de Guedalías(B)

Cuando todos los oficiales y soldados del ejército que estaban en el campo se enteraron de que el rey de Babilonia había puesto a Guedalías, hijo de Ajicán, como gobernador del país, y de que le había confiado el cuidado de hombres, mujeres y niños, así como de los más pobres del país que no habían sido deportados a Babilonia, fueron a Mizpa para presentarse ante Guedalías. Entre ellos estaban: Ismael, hijo de Netanías, Johanán y Jonatán, hijos de Carea, Seraías, hijo de Tanjumet, los hijos de Efay oriundo de Netofa, y Jazanías, hijo de un hombre de Macá, y sus hombres. Guedalías, hijo de Ajicán y nieto de Safán, hizo este juramento a ellos y a sus tropas: «No teman servir a los babilonios.[j] Si ustedes se quedan en el país y sirven al rey de Babilonia, les aseguro que les irá bien. 10 Yo me quedaré en Mizpa, para representarlos ante los babilonios que vengan a vernos. Pero ustedes, comiencen a almacenar en recipientes vino, frutos de verano y aceite, y vivan en las ciudades que han ocupado».

11 Todos los judíos que estaban en Moab, Amón y Edom, y en todos los otros países, se enteraron también de que el rey de Babilonia había dejado un remanente en Judá, y que había nombrado como gobernador a Guedalías, hijo de Ajicán y nieto de Safán. 12 Entonces todos estos judíos regresaron a la tierra de Judá, de todos los países donde estaban dispersos. Al llegar, se presentaron en Mizpa ante Guedalías. También almacenaron vino y frutos de verano en abundancia.

13 Johanán, hijo de Carea, y todos los demás oficiales del ejército que estaban en el campo, se presentaron ante Guedalías en Mizpa 14 y dijeron:

—¿No sabes que Balís, rey de Amón, ha mandado a Ismael, hijo de Netanías, para matarte?

Pero Guedalías, hijo de Ajicán, no les creyó. 15 Y allí en Mizpa, Johanán, hijo de Carea, propuso en secreto a Guedalías:

—Déjame ir a matar a Ismael, hijo de Netanías. ¡Nadie tiene que enterarse! ¿Por qué vamos a permitir que te asesine? Eso causaría la dispersión de todos los judíos que se han reunido a tu alrededor y acabaría con el remanente de Judá.

16 Pero Guedalías, hijo de Ajicán, respondió a Johanán, hijo de Carea:

—¡Ni lo pienses! ¡Lo que dices acerca de Ismael es mentira!

Footnotes

  1. 37:1 Jeconías. Lit. Conías (variante de este nombre).
  2. 37:5 Lit. caldeos.
  3. 38:2 Lit. caldeos.
  4. 38:7 funcionario. O eunuco.
  5. 38:10 treinta (TM); tres (un mss. hebreo).
  6. 38:18 Lit. caldeos.
  7. 39:3 Nergal … Sarsequín. Alt. Nergal Sarézer, Samgar Nebo, Sarsequín.
  8. 39:4 del Arabá. Alt. del valle del Jordán.
  9. 39:5 Lit. caldeo.
  10. 40:9 Lit. caldeos.

Jeremías encarcelado

37 Y Sedequías, hijo de Josías, a quien Nabucodonosor, rey de Babilonia, había hecho rey en la tierra de Judá(A), reinó en lugar de Conías, hijo de Joacim(B). Pero ni él, ni sus siervos, ni el pueblo de la tierra escucharon las palabras que el Señor había hablado por medio[a] del profeta Jeremías(C).

Y el rey Sedequías envió a Jucal, hijo de Selemías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maasías(D), a decir al profeta Jeremías(E): Ruega ahora por nosotros al Señor nuestro Dios(F). Y Jeremías entraba y salía en medio del pueblo, porque todavía no lo habían puesto en la cárcel(G). Entretanto, el ejército de Faraón había salido de Egipto(H), y cuando los caldeos que tenían sitiada a Jerusalén oyeron la noticia acerca de ellos, levantaron el sitio de Jerusalén(I).

Entonces vino la palabra del Señor al profeta Jeremías, diciendo: Así dice el Señor, Dios de Israel: «Así diréis al rey de Judá, que os envió a mí para consultarme(J): “He aquí, el ejército de Faraón que salió en vuestra ayuda, volverá a su tierra de Egipto(K). Y volverán los caldeos y pelearán contra esta ciudad, la capturarán y le prenderán fuego(L)”». Así dice el Señor: «No os engañéis(M), diciendo: “Ciertamente los caldeos se apartarán de nosotros”, porque no se apartarán. 10 Pues aunque hubierais derrotado a todo el ejército de los caldeos que peleaba contra vosotros, y solo quedaran heridos entre ellos(N), se levantaría cada uno en su tienda, y prenderían fuego a esta ciudad(O)».

11 Y sucedió que cuando el ejército de los caldeos levantó el sitio de Jerusalén por causa del ejército de Faraón, 12 Jeremías salió de Jerusalén para ir a la tierra de Benjamín a tomar allí posesión de una propiedad[b](P) en el pueblo. 13 Estando él a la puerta de Benjamín(Q), había allí un capitán de la guardia que se llamaba Irías, hijo de Selemías, hijo de Hananías, el cual apresó al profeta Jeremías, diciendo(R): Tú vas a pasarte a[c] los caldeos. 14 Pero Jeremías dijo: ¡No es verdad! No voy a pasarme a[d] los caldeos. Sin embargo él no le hizo caso(S). Apresó, pues, Irías a Jeremías y lo llevó a los oficiales. 15 Y los oficiales se enojaron contra Jeremías y lo azotaron, y lo encarcelaron(T) en la casa del escriba Jonatán, la cual habían convertido en prisión(U). 16 Entró, pues, Jeremías en el calabozo[e], es decir, en la celda abovedada; allí permaneció Jeremías muchos días(V).

17 Y el rey Sedequías envió a sacarlo[f], y en su palacio el rey le preguntó secretamente, y le dijo(W): ¿Hay palabra del Señor(X)? Y Jeremías respondió: La hay. Y añadió: En manos del rey de Babilonia serás entregado(Y). 18 Dijo también Jeremías al rey Sedequías: ¿En qué he pecado(Z) contra ti, o contra tus siervos, o contra este pueblo para que me hayas puesto en prisión? 19 ¿Dónde, pues, están vuestros profetas que os profetizaban, diciendo(AA): «El rey de Babilonia(AB) no vendrá contra vosotros, ni contra esta tierra»? 20 Mas ahora, te ruego que escuches, oh rey mi señor; venga[g] ahora mi súplica delante de ti, y no me hagas volver a la casa del escriba Jonatán, no sea que muera yo allí(AC). 21 Entonces el rey Sedequías ordenó que pusieran a Jeremías en el patio de la guardia y le dieran una torta de pan al día de la calle de los panaderos, hasta que se acabara todo el pan(AD) en la ciudad(AE). Y permaneció Jeremías en el patio de la guardia(AF).

Jeremías en la cisterna

38 Y oyeron Sefatías, hijo de Matán, Gedalías, hijo de Pasur, Jucal, hijo de Selemías, y Pasur, hijo de Malquías, las palabras que Jeremías(AG) hablaba a todo el pueblo, diciendo(AH): Así dice el Señor: «El que se quede en esta ciudad morirá a espada, de hambre o de pestilencia(AI), pero el que se pase a los caldeos, vivirá y tendrá su vida por botín y seguirá viviendo(AJ)». Así dice el Señor: «Ciertamente esta ciudad será entregada en manos del ejército del rey de Babilonia, y él la tomará(AK)». Entonces dijeron los oficiales al rey: Den muerte ahora a este hombre(AL), porque él desanima a[h] los hombres de guerra que quedan en esta ciudad y a[i] todo el pueblo diciéndoles tales palabras(AM); pues este hombre no busca el bien de este pueblo, sino el mal(AN). Y el rey Sedequías dijo: He aquí, él está en vuestras manos; pues el rey nada puede hacer contra vosotros(AO). Tomando ellos a Jeremías, lo echaron en la cisterna de Malaquías, hijo del rey, que había en el patio de la guardia(AP), y bajaron a Jeremías con cuerdas. En la cisterna no había agua, sino lodo, y Jeremías se hundió en el lodo(AQ). Al oír Ebed-melec el etíope(AR), eunuco[j] del palacio[k] del rey(AS), que habían echado a Jeremías en la cisterna, estando el rey sentado a la puerta de Benjamín(AT), salió Ebed-melec del palacio real y habló al rey, diciendo: Oh rey, mi señor, estos hombres han obrado mal en todo lo que han hecho al profeta Jeremías echándolo en la cisterna; morirá[l] donde está a causa del hambre, porque no hay más pan en la ciudad(AU). 10 Entonces el rey ordenó al etíope Ebed-melec, diciendo: Toma bajo tu mando[m] tres[n] hombres de aquí, y saca al profeta Jeremías de la cisterna antes que muera. 11 Ebed-melec tomó a los hombres bajo su mando[o], entró en el palacio del rey al lugar debajo del cuarto del tesoro[p] y tomó de allí ropas raídas y trapos viejos, y con sogas los bajó a Jeremías en la cisterna. 12 Y el etíope Ebed-melec dijo a Jeremías: Ponte ahora estas ropas raídas y trapos bajo tus brazos, debajo de las sogas; y así lo hizo Jeremías. 13 Tiraron de Jeremías con las sogas y lo subieron de la cisterna. Y quedó Jeremías en el patio de la guardia(AV).

El rey consulta a Jeremías

14 Entonces el rey Sedequías mandó traer ante sí al profeta Jeremías a la entrada tercera que había en la casa del Señor; y dijo el rey a Jeremías: Voy a preguntarte una cosa(AW); no me ocultes nada(AX). 15 Y Jeremías dijo a Sedequías: Si te la hago saber, ¿no es cierto que me matarás? Y si te doy un consejo, no me escucharás(AY). 16 Pero el rey Sedequías juró en secreto a Jeremías, diciendo(AZ): Vive el Señor, que nos dio esta vida[q](BA), que ciertamente no te mataré ni te entregaré en manos de esos hombres que buscan tu vida[r](BB).

17 Y Jeremías dijo a Sedequías: Así dice el Señor, Dios de los ejércitos(BC), el Dios de Israel(BD): «Si en verdad te pasas[s] a los oficiales del rey de Babilonia, entonces vivirás[t], y esta ciudad no será incendiada(BE), y vivirás, tú y tu casa. 18 Pero si no te pasas[u] a los oficiales del rey de Babilonia(BF), esta ciudad será entregada en manos de los caldeos; ellos la incendiarán(BG) y tú no escaparás de su mano(BH)». 19 Entonces dijo el rey Sedequías a Jeremías: Tengo temor(BI) de los judíos que se han pasado a[v](BJ) los caldeos, no sea que me entreguen en sus manos y me maltraten(BK). 20 Pero Jeremías dijo: No te entregarán. Te ruego que escuches la voz del Señor en lo que te digo(BL), y te irá bien(BM) y vivirás[w](BN). 21 Mas si sigues rehusando pasarte, esta es la palabra que el Señor me ha mostrado: 22 «He aquí, todas las mujeres que quedan en el palacio del rey de Judá, serán llevadas a los oficiales[x] del rey de Babilonia, y ellas dirán:

“Te han engañado(BO) y han prevalecido contra ti;
tus buenos amigos[y],
mientras tus pies estaban hundidos en el lodo,
se volvieron atrás”.

23 Y todas tus mujeres y tus hijos serán llevados a los caldeos, y tú no escaparás de sus manos, sino que serás apresado por la mano del rey de Babilonia(BP), y esta ciudad será incendiada(BQ)».

24 Entonces Sedequías dijo a Jeremías: Que nadie sepa de estas palabras, y no morirás. 25 Pero si los oficiales se enteran de que he hablado contigo, y vienen a ti y te dicen: «Dinos ahora lo que dijiste al rey y lo que el rey te dijo, no nos lo ocultes, y no te mataremos(BR)», 26 tú les dirás: «Presentaba al rey mi súplica de que no me hiciera volver a la casa de Jonatán, a morir allí(BS)». 27 Luego vinieron todos los oficiales a Jeremías y lo interrogaron. Y él les informó conforme a todas estas palabras que el rey le había ordenado; y no volvieron a preguntarle, ya que de la conversación no se sabía nada[z]. 28 Así Jeremías quedó en el patio de la guardia(BT) hasta el día en que Jerusalén fue tomada.

Caída de Jerusalén

39 [aa](BU)Y aconteció que Jerusalén fue tomada [ab]en el año noveno de Sedequías, rey de Judá, en el décimo mes, cuando vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército contra Jerusalén, y la sitiaron. En el año undécimo de Sedequías, en el mes cuarto, a los nueve días del mes, se abrió brecha en el muro de la ciudad(BV). Y entraron todos los oficiales del rey de Babilonia(BW) y se sentaron en la puerta Central: Nergal-sarezer, Samgar-nebo, Sarse-quim el Rabsaris[ac], Nergal-sarezer el Rabmag[ad] y todos los demás oficiales del rey de Babilonia(BX). Y sucedió que cuando los vieron Sedequías, rey de Judá, y todos los hombres de guerra, huyeron y salieron de la ciudad de noche por el camino del jardín del rey, por la puerta entre los dos muros(BY); y se fueron[ae] por el camino del Arabá[af](BZ). Pero el ejército de los caldeos los persiguió, y alcanzaron a Sedequías en los llanos[ag] de Jericó(CA); lo apresaron y lo llevaron a Ribla en la tierra de Hamat, donde Nabucodonosor, rey de Babilonia(CB), dictó sentencia contra él(CC). Entonces el rey de Babilonia degolló a los hijos de Sedequías ante sus ojos(CD) en Ribla; también el rey de Babilonia degolló a todos los nobles de Judá(CE). Después sacó los ojos a Sedequías y lo ató(CF) con grillos de bronce para llevarlo a Babilonia(CG). Y los caldeos prendieron fuego al palacio[ah] del rey y a las casas del pueblo(CH) y derribaron los muros de Jerusalén(CI). Y en cuanto al resto del pueblo que quedaba en la ciudad, a los desertores que se habían pasado[ai] a él, y los demás del pueblo(CJ) que quedaban(CK), Nabuzaradán, capitán de la guardia(CL), los llevó cautivos a Babilonia(CM). 10 Pero a algunos de los más pobres del pueblo que no tenían nada, Nabuzaradán, capitán de la guardia, los dejó en la tierra de Judá, y aquel día les dio viñas y campos(CN).

11 Y dio órdenes Nabucodonosor, rey de Babilonia(CO), a[aj] Nabuzaradán, capitán de la guardia, respecto a Jeremías, diciendo: 12 Tómalo y vela por él[ak], y no le hagas daño alguno(CP); sino que harás con él conforme a lo que él mismo te diga. 13 Entonces dio[al] órdenes Nabuzaradán, capitán de la guardia, juntamente con Nebusazbán el Rabsaris[am], y Nergal-sarezer el Rabmag[an], y todos los oficiales principales del rey de Babilonia; 14 y enviaron a sacar a Jeremías del patio de la guardia y lo pusieron al cuidado de Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán(CQ), para que lo llevara a casa. Y se quedó en medio del pueblo(CR).

15 Y la palabra del Señor había venido a Jeremías mientras estaba detenido en el patio de la guardia(CS), diciendo: 16 Ve y habla al etíope Ebed-melec(CT), diciendo: «Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: “He aquí, traigo mis palabras sobre esta ciudad para mal y no para bien(CU); y se cumplirán delante de ti(CV) en aquel día. 17 Pero yo te libraré en aquel día” —declara el Señor— “y no serás entregado en manos de los hombres que temes(CW). 18 Porque ciertamente te libraré, y no caerás a espada; antes bien, tendrás tu vida por botín(CX), porque confiaste en mí(CY)” —declara el Señor».

Jeremías y el gobernador Gedalías

40 Palabra que vino a Jeremías de parte del Señor después que Nabuzaradán, capitán de la guardia, lo había dejado libre en Ramá(CZ), cuando lo había tomado estando él encadenado(DA) entre todos los desterrados de Jerusalén y Judá que iban deportados a Babilonia(DB). Tomó, pues, el capitán de la guardia a Jeremías, y le dijo: El Señor tu Dios decretó esta calamidad contra este lugar(DC), y el Señor la ha traído y hecho tal como había dicho. Porque vosotros pecasteis contra el Señor y no escuchasteis su voz, por tanto os ha sucedido esto(DD). Mas ahora, he aquí, hoy te libro de las cadenas que están en tus manos(DE). Si te parece bien[ao] venir conmigo a Babilonia, ven, y yo te cuidaré[ap]; pero si te parece mal[aq] venir conmigo a Babilonia, no te preocupes[ar]. Mira, toda la tierra está delante de ti; ve adonde mejor y más conveniente te parezca ir(DF). Como Jeremías aun no se volvía, le dijo: Vuelve a Gedalías(DG), hijo de Ahicam, hijo de Safán, a quien el rey de Babilonia ha puesto para gobernar sobre las ciudades de Judá, y quédate con él en medio del pueblo(DH); y si no, ve adonde te parezca más conveniente ir. Entonces el capitán de la guardia le dio una ración de alimentos(DI) y un regalo, y lo dejó ir(DJ). Jeremías fue entonces a Gedalías, hijo de Ahicam, en Mizpa(DK), y se quedó con él en medio del pueblo(DL) que había quedado en la tierra. (DM)Y todos los capitanes[as] de las tropas que estaban en el campo, ellos y sus hombres, oyeron que el rey de Babilonia había puesto a Gedalías, hijo de Ahicam, para gobernar la tierra, y que le había encomendado los hombres, mujeres y niños y los más pobres de la tierra(DN) que no habían sido deportados a Babilonia. Fueron, pues, a Gedalías en Mizpa, junto con Ismael, hijo de Netanías(DO), y Johanán y Jonatán, hijos de Carea(DP), y Seraías, hijo de Tanhumet, y los hijos de Efai netofatita(DQ), y Jezanías(DR), hijo de un maacateo, ellos y sus hombres(DS). Entonces Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, les juró a ellos y a sus hombres, diciendo: No temáis servir a los caldeos; quedaos en la tierra y servid al rey de Babilonia, y os irá bien(DT). 10 Y he aquí(DU), por mi parte, yo me quedaré en Mizpa para estar en lugar vuestro(DV) delante de los caldeos que vengan a nosotros; pero en cuanto a vosotros, recoged vino y frutos(DW) de verano y aceite, y guardadlos[at] en vuestras vasijas, y habitad en vuestras ciudades que habéis tomado. 11 Asimismo todos los judíos que estaban en Moab(DX), y entre los hijos de Amón(DY), y en Edom(DZ), y los que estaban en todos los demás países, oyeron que el rey de Babilonia había dejado un remanente en Judá y que había puesto para gobernar sobre ellos a Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán. 12 Entonces todos los judíos regresaron de todos los lugares adonde habían sido dispersados, y vinieron a la tierra de Judá(EA), a Gedalías en Mizpa, y recogieron vino y frutos de verano en gran abundancia.

13 Y Johanán, hijo de Carea, y todos los capitanes de las tropas que estaban en el campo vinieron a Gedalías en Mizpa, 14 y le dijeron: ¿Sabes que Baalis, rey de los hijos de Amón, ha enviado a Ismael, hijo de Netanías, para quitarte la vida? Pero Gedalías, hijo de Ahicam(EB), no les creyó. 15 Entonces Johanán, hijo de Carea, habló en secreto a Gedalías en Mizpa, diciendo: Déjame(EC) ir a matar a Ismael, hijo de Netanías, y nadie lo sabrá. ¿Por qué te ha de quitar la vida(ED) y se dispersen así todos los judíos que se han reunido en torno a ti, y perezca el remanente(EE) de Judá? 16 Pero Gedalías, hijo de Ahicam, dijo a Johanán, hijo de Carea: No hagas eso(EF), porque es mentira lo que dices de Ismael.

Footnotes

  1. Jeremías 37:2 Lit., mano
  2. Jeremías 37:12 O, parte en la división
  3. Jeremías 37:13 Lit., caer con
  4. Jeremías 37:14 Lit., caer con
  5. Jeremías 37:16 Lit., la casa de la cisterna
  6. Jeremías 37:17 Lit., envió y lo tomó
  7. Jeremías 37:20 Lit., caiga
  8. Jeremías 38:4 Lit., debilita las manos de
  9. Jeremías 38:4 Lit., las manos de
  10. Jeremías 38:7 U, oficial
  11. Jeremías 38:7 Lit., casa, y así en el resto del cap.
  12. Jeremías 38:9 En el T.M., ha muerto
  13. Jeremías 38:10 Lit., en tu mano
  14. Jeremías 38:10 Así en un ms.; en el texto heb., treinta
  15. Jeremías 38:11 Lit., mano
  16. Jeremías 38:11 O, despensa
  17. Jeremías 38:16 Lit., hizo esta alma
  18. Jeremías 38:16 Lit., hizo esta alma
  19. Jeremías 38:17 Lit., sales
  20. Jeremías 38:17 Lit., tu alma vivirá
  21. Jeremías 38:18 Lit., no sales
  22. Jeremías 38:19 Lit., caído con
  23. Jeremías 38:20 Lit., y tu alma viva
  24. Jeremías 38:22 O, príncipes
  25. Jeremías 38:22 Lit., los hombres de tu paz
  26. Jeremías 38:27 Lit., la palabra no se había oído
  27. Jeremías 39:1 En el texto heb., cap. 38:28b
  28. Jeremías 39:1 En el texto heb., cap. 39:1
  29. Jeremías 39:3 I.e., oficial principal
  30. Jeremías 39:3 I.e., título de un alto oficial
  31. Jeremías 39:4 Lit., y salió; veáse cap. 52:7
  32. Jeremías 39:4 I.e., valle del Jordán
  33. Jeremías 39:5 Lit., el Arabá
  34. Jeremías 39:8 Lit., casa
  35. Jeremías 39:9 Lit., caídos que habían caído
  36. Jeremías 39:11 O, por mano de
  37. Jeremías 39:12 Lit., pon tus ojos en él
  38. Jeremías 39:13 Lit., envió
  39. Jeremías 39:13 I.e., oficial principal
  40. Jeremías 39:13 I.e., título de un alto oficial
  41. Jeremías 40:4 Lit., Si está bien ante tus ojos
  42. Jeremías 40:4 Lit., y pondré en ti mis ojos
  43. Jeremías 40:4 Lit., si está mal ante tus ojos
  44. Jeremías 40:4 Lit., déjalo
  45. Jeremías 40:7 O, príncipes
  46. Jeremías 40:10 Lit., ponedlos

Jeremías es encarcelado

37 El rey Nabucodonosor de Babilonia nombró rey de Judá a Sedequías hijo de Josías,(A) y éste reinó en lugar de Conías hijo de Joacín. Pero ni él ni sus siervos, ni el pueblo de la tierra, hicieron caso de las palabras que el Señor les anunció por medio del profeta Jeremías. Sin embargo, el rey Sedequías envió a Jucal hijo de Selemías, y al sacerdote Sofonías hijo de Maseías, para que le pidieran al profeta Jeremías que orara al Señor su Dios por ellos. Jeremías andaba con toda libertad en medio del pueblo, porque todavía no lo habían encarcelado.

Los caldeos tenían sitiada a la ciudad de Jerusalén, pero cuando les llegó la noticia de que el ejército del rey de Egipto marchaba contra ellos, se retiraron de Jerusalén. La palabra del Señor vino entonces al profeta Jeremías, y le dijo:

«Así ha dicho el Señor y Dios de Israel: El rey de Judá los envió a consultarme. Pues díganle que el ejército del faraón, que había salido en su ayuda, ya se ha regresado a Egipto, su país. Así que los caldeos volverán y atacarán esta ciudad, y la conquistarán y le prenderán fuego.

»Así ha dicho el Señor: No se engañen a ustedes mismos, ni piensen que los caldeos van a apartarse de ustedes, porque no se apartarán. 10 Aun cuando ustedes hieran a todo el ejército caldeo que los combate, y de ellos queden solamente hombres heridos, cada uno de ellos se levantará de su tienda y le prenderá fuego a esta ciudad.»

11 En el momento en que, por causa del ejército de Faraón, se retiraba de Jerusalén el ejército de los caldeos, 12 Jeremías quiso alejarse del pueblo y salió de Jerusalén para irse a la tierra de Benjamín, 13 pero sucedió que, al llegar a la puerta de Benjamín, estaba allí un capitán llamado Irías hijo de Selemías, hijo de Jananías, el cual tomó preso al profeta Jeremías con el pretexto de que éste se estaba pasando al bando de los caldeos. 14 Jeremías negó estar pasándose al bando de los caldeos, pero Irías no le hizo caso, sino que lo aprehendió y lo hizo comparecer ante los príncipes. 15 Éstos se enojaron con Jeremías, y ordenaron azotarlo y ponerlo en prisión en la casa del escriba Jonatán, la cual habían convertido en cárcel.

16 Jeremías entró en las bóvedas de la casa de la cisterna, y allí se quedó mucho tiempo. 17 Pero el rey Sedequías envió por él y lo sacó de allí, y una vez en su casa le preguntó de manera confidencial:

«¿Tienes algún mensaje del Señor?»

Y Jeremías le dijo:

«Lo tengo. Vas a caer en manos del rey de Babilonia.»

18 Además, Jeremías también le dijo al rey:

«¿Qué pecado cometí contra ti, o contra tus siervos, o contra este pueblo, para que ustedes me echaran en la cárcel? 19 ¿Dónde están esos profetas que les profetizaban que el rey de Babilonia no vendría a atacarlos, ni a ustedes ni a esta tierra? 20 Yo te ruego, mi rey y señor, que atiendas mi súplica y no me hagas volver a casa del escriba Jonatán. ¡No quiero morir allí!»

21 Entonces el rey Sedequías ordenó que Jeremías quedara bajo vigilancia en el patio de la cárcel, y que todos los días se le diera una pieza de pan, directamente de las panaderías, mientras hubiera pan en la ciudad. Fue así como Jeremías se quedó en el patio de la cárcel.

Jeremías en la cisterna

38 Sefatías hijo de Matán, Gedalías hijo de Pasjur, Jucal hijo de Selemías, y Pasjur hijo de Malquías, se enteraron de los mensajes que Jeremías daba a todo el pueblo, y de que les decía:

«Así ha dicho el Señor: “El que se quede en esta ciudad morirá a filo de espada, o de hambre, o de peste. Pero el que se pase al bando de los caldeos, vivirá. Su vida será su botín de guerra, y quedará con vida.”

»Así ha dicho el Señor: “No hay duda. Esta ciudad será conquistada, y caerá en manos del ejército del rey de Babilonia.”»

Por eso los príncipes le dijeron al rey:

«¡Este hombre merece la muerte! Con sus palabras desanima a los soldados que aún quedan en la ciudad, lo mismo que a todo el pueblo. ¡Este hombre no busca la paz del pueblo, sino su mal!»

El rey Sedequías les respondió:

«Ahí lo tienen, en sus manos. Aunque soy el rey, nada puedo hacer contra ustedes.»

Entonces ellos le echaron mano a Jeremías y lo arrojaron en la cisterna de Malquías hijo de Hamelec, la cual estaba en el patio de la cárcel. Lo bajaron con sogas, y como en la cisterna no había agua, sino cieno, Jeremías quedó hundido en el cieno.

Un etíope llamado Ébed Mélec, que era eunuco de la casa real, se enteró de que Jeremías había sido puesto en la cisterna. Mientras el rey estaba sentado a la puerta de Benjamín, Ébed Mélec salió del palacio y fue a hablar con el rey. Le dijo:

«Mi señor y rey, todo lo que estos hombres han hecho con el profeta Jeremías está muy mal. Lo han echado en la cisterna, y allí se morirá de hambre, pues ya no hay pan en la ciudad.»

10 Entonces el rey mandó al mismo etíope Ébed Mélec que tomara treinta hombres de la corte, y que fuera a sacar de la cisterna al profeta Jeremías, antes de que se muriera. 11 Ébed Mélec se puso al mando de esos hombres, y entró en la tesorería, que estaba en la parte baja del palacio del rey, y tomó de allí trapos viejos y ropas raídas y andrajosas, y con unas sogas las echó a la cisterna donde estaba Jeremías. 12 Luego el etíope Ébed Mélec instruyó a Jeremías:

«Ponte ahora estos trapos viejos, y estas ropas raídas y andrajosas, debajo de los sobacos, para que no te lastimen las sogas.»

Y Jeremías lo hizo así. 13 De ese modo, con sogas sacaron a Jeremías de la cisterna, y Jeremías se quedó en el patio de la cárcel.

Sedequías consulta a Jeremías

14 Después de eso, el rey Sedequías ordenó que llevaran al profeta Jeremías a su presencia, y lo recibió en la tercera entrada de la casa del Señor. Allí el rey le dijo a Jeremías:

«Voy a hacerte una pregunta, y quiero que me digas la verdad.»

15 Jeremías le respondió:

«Si te digo la verdad, ordenarás que me maten. Y si te doy un consejo, no vas a hacerme caso.»

16 El rey Sedequías le hizo a Jeremías un juramento secreto. Le dijo:

«Te juro por el Señor, que nos dio la vida, que no te mataré ni te pondré en manos de esos hombres que quieren matarte.»

17 Entonces Jeremías le dijo a Sedequías:

«Así ha dicho el Señor y Dios de los ejércitos, el Dios de Israel: “Si te entregas enseguida a los príncipes del rey de Babilonia, seguirás con vida y esta ciudad no será incendiada. Tú y los tuyos seguirán con vida. 18 Pero si no te entregas a los príncipes del rey de Babilonia, esta ciudad caerá en manos de los caldeos, y ellos le prenderán fuego, y tú no podrás escapar de sus manos.”»

19 El rey Sedequías le contestó:

«Jeremías, tengo miedo de los judíos que se han pasado al bando de los caldeos. Tal vez me entreguen en sus manos y me pongan en ridículo.»

20 Pero Jeremías le dijo:

«No te entregarán. Si atiendes a la voz del Señor, y a lo que yo te digo, te irá bien y vivirás. 21 Pero si te niegas a entregarte, esto es lo que el Señor me ha revelado: 22 Todas las mujeres que han quedado en el palacio real de Judá serán entregadas a los príncipes del rey de Babilonia, y ellas mismas dirán: “Tus amigos te engañaron, y te han vencido. Hundieron tus pies en el cieno, y luego te abandonaron.” 23 Entonces todas tus mujeres y tus hijos serán entregados a los caldeos, y tú no escaparás de sus manos, sino que el rey de Babilonia mismo te hará prisionero, y a esta ciudad le prenderán fuego.»

24 Sedequías le dijo a Jeremías:

«Si no quieres morir, nadie debe enterarse de esto. 25 Si los príncipes llegan a saber que yo he hablado contigo, y vienen a verte y te dicen: “Dinos por favor de qué hablaste con el rey. Si no quieres que te matemos, no nos ocultes nada. Y dinos también qué te dijo el rey”, 26 tú les responderás: “Yo le pedí al rey que no me hiciera volver a la casa de Jonatán, pues no quiero morir allí.”»

27 En efecto, todos los príncipes fueron a ver a Jeremías y le preguntaron, y él les respondió tal y como el rey le había sugerido. Entonces ellos, al ver que ese asunto no había trascendido, dejaron a Jeremías en paz. 28 Y Jeremías se quedó en el patio de la cárcel hasta el día en que Jerusalén fue conquistada. El día en que Jerusalén cayó, Jeremías estaba allí.(B)

Caída de Jerusalén(C)

39 En el mes décimo del año noveno del reinado de Sedequías en Judá, el rey Nabucodonosor de Babilonia vino a Jerusalén con todo su ejército, y sitió la ciudad. A los nueve días del mes cuarto del año undécimo del reinado de Sedequías, se abrió una brecha en la muralla de la ciudad, por la que entraron todos los príncipes del rey de Babilonia, es decir, Nergal Sarézer, Samgar Nebo, Sarsequín el Rabsaris, Nergal Sarézer el Rabmag, y todos los demás príncipes del rey de Babilonia, y acamparon en la puerta central. Cuando los vieron el rey Sedequías de Judá y todos sus soldados, huyeron de noche. Salieron de la ciudad por el camino del jardín real, por la puerta entre las dos murallas, y el rey salió por el camino del Arabá. Pero el ejército caldeo los siguió, y alcanzaron y apresaron a Sedequías en los llanos de Jericó. Entonces lo llevaron a Ribla, en tierra de Jamat, donde se encontraba el rey Nabucodonosor de Babilonia, y éste le dictó sentencia. Allí en Ribla, el rey de Babilonia mandó degollar en presencia de Sedequías a los hijos de éste, lo mismo que a todos los nobles de Judá. Al rey Sedequías le sacó los ojos, y se lo llevó a Babilonia sujeto con grilletes. Los caldeos les prendieron fuego al palacio del rey y a las casas del pueblo, y derribaron las murallas de Jerusalén. A los que quedaron con vida en la ciudad, y a los que se habían pasado a su bando, y a todos los sobrevivientes del pueblo, Nabuzaradán, capitán de la guardia, los llevó cautivos a Babilonia. 10 Sin embargo, el capitán Nabuzaradán dejó en Judá a la gente pobre, que no tenía nada, y les dio viñas y terrenos.

Nabucodonosor cuida de Jeremías

11 En cuanto a Jeremías, Nabucodonosor le había dado a Nabuzaradán las siguientes instrucciones: 12 «Tómalo y cuida de él. No le hagas ningún daño. Más bien, haz con él lo que yo te diga.»

13 Fue así como Nabuzaradán, capitán de la guardia, y Nabusazbán el Rabsaris, Nergal Sarézer el Rabmag, y todos los príncipes del rey de Babilonia, 14 ordenaron sacar a Jeremías del patio de la cárcel, para entregárselo a Gedalías hijo de Ajicán, hijo de Safán, quien se lo llevó a su casa. Así Jeremías se quedó a vivir entre el pueblo.

Dios promete salvar a Ébed Mélec

15 Mientras Jeremías estaba preso en el patio de la cárcel, la palabra del Señor vino a él, y le dijo:

16 «Ve y habla con Ébed Mélec, el etíope, y dile de mi parte: “Yo, el Señor de los ejércitos y Dios de Israel, te hago saber que voy a traer sobre esta ciudad todo lo que ya he anunciado. Será para su mal, y no para su bien. Cuando eso suceda, tú mismo serás testigo. 17 Pero yo te pondré a salvo, y no caerás en manos de esa gente, a la que temes.

—Palabra del Señor.

18 ”Yo te libraré. No morirás a filo de espada, sino que tu vida será tu botín de guerra, porque tuviste confianza en mí.”»

—Palabra del Señor.

Jeremías y el remanente con Gedalías

40 La palabra del Señor vino a Jeremías después de que Nabuzaradán, el capitán de la guardia, lo liberó en Ramá, y de que él había estado encadenado y marchaba entre todos los cautivos de Jerusalén y de Judá que eran llevados a Babilonia. El capitán de la guardia tomó a Jeremías y le dijo:

«El Señor, tu Dios, había anunciado este mal contra este lugar, y ha cumplido con lo que había dicho. Esto les ha sucedido porque ustedes pecaron contra el Señor y no lo obedecieron. Ahora yo te he quitado las cadenas que tenías en las manos. Si te parece bien venir conmigo a Babilonia, ven. Yo cuidaré de ti. Pero si no te parece bien venir conmigo a Babilonia, no vengas. Ahí está todo el país, delante de ti. Puedes ir a donde quieras, y a donde te parezca mejor. Si prefieres quedarte, regresa a donde está Gedalías hijo de Ajicán, hijo de Safán, pues el rey de Babilonia lo ha puesto al frente de todas las ciudades de Judá. Puedes quedarte con él y vivir entre el pueblo; o ir a donde te parezca mejor.»

Dicho esto, el capitán de la guardia le dio provisiones y un regalo, y lo despidió. Entonces Jeremías se fue a Mispá, donde estaba Gedalías hijo de Ajicán, y vivió allí, entre el pueblo que se había quedado en el país.

Cuando todos los jefes del ejército de Judá que no se habían rendido, y sus hombres, supieron que el rey de Babilonia había nombrado gobernador del país a Gedalías hijo de Ajicán, y que había dejado a su cargo a los hombres, las mujeres y los niños, y a los pobres de la tierra que no habían sido llevados a Babilonia, fueron a Mispá para hablar con Gedalías. Ellos eran Ismael hijo de Netanías, Johanán y Jonatán hijos de Careaj, Seraías hijo de Tanjumet, los hijos de Efay el netofatita, y Jezanías, que era hijo de un macatita, más todos sus hombres. A ellos y a sus hombres Gedalías hijo de Ajicán, hijo de Safán, les hizo este juramento:

«No teman servir a los caldeos. Quédense a vivir en el país y sirvan al rey de Babilonia, y les irá bien.(D) 10 Yo me quedaré a vivir en Mispá para hablar con los caldeos cuando vengan a vernos. Ustedes pueden tomar el vino, los frutos de verano y el aceite, y ponerlo en sus almacenes, y quédense en las ciudades que han tomado.»

11 Todos los judíos que estaban en Moab, y entre los hijos de Amón y de Edom, y los que estaban en todas las tierras, se enteraron de que el rey de Babilonia había dejado a algunos en Judá, y que había nombrado gobernador a Gedalías hijo de Ajicán, hijo de Safán. 12 Entonces todos estos judíos regresaron de todos los lugares por donde habían sido esparcidos, y vinieron a la tierra de Judá para ver a Gedalías en Mispá, y para recoger vino y abundantes frutos.

Conspiración de Ismael contra Gedalías

13 Johanán hijo de Careaj y todos los jefes de los soldados que no se habían rendido fueron a ver a Gedalías en Mispá, 14 Y le dijeron:

«¿Acaso no sabes que Baalís, el rey de los amonitas, ha enviado a Ismael hijo de Netanías para que te mate?»

Pero Gedalías hijo de Ajicán no les creyó. 15 Entonces allí en Mispá, Johanán hijo de Careaj habló en secreto con Gedalías y le propuso:

«Voy a ir en busca de Ismael hijo de Netanías, y lo mataré sin que nadie lo sepa. Si él llegara a matarte, ¡todos los judíos que se han reunido contigo se dispersarían, y el resto de Judá perecerá!»

16 Pero Gedalías hijo de Ajicán le dijo a Johanán hijo de Careaj:

«No lo hagas. Eso que dices de Ismael es una falsedad.»