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Sin embargo, el rey Sedequías envió a Jucal hijo de Selemías y a Sofonías hijo del sacerdote Maseías al profeta Jeremías con el siguiente mensaje: «Ora por nosotros al SEÑOR, nuestro Dios». Jeremías estaba libre y se movía con toda libertad entre el pueblo porque todavía no lo habían encarcelado. Entretanto, el ejército del faraón había salido de Egipto y cuando los babilonios que estaban sitiando a Jerusalén se enteraron de la noticia, levantaron el sitio contra Jerusalén.

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