Promesas de restauración

33 La palabra del Señor vino a Jeremías por segunda vez, cuando este aún se hallaba preso en el patio de la guardia: «Así dice aquel cuyo nombre es el Señor, el que hizo la tierra, la formó y la estableció con firmeza: “Clama a mí y te responderé; te daré a conocer cosas grandes e inaccesibles que tú no sabes”. Porque así dice el Señor, Dios de Israel, acerca de las casas de esta ciudad y de los palacios de los reyes de Judá, que han sido derribados para levantar defensas contra las rampas de asalto y la espada: “Los babilonios[a] vienen para atacar la ciudad y llenarla de cadáveres. En mi ira y furor he ocultado mi rostro de esta ciudad; la heriré de muerte a causa de todas sus maldades.

»”Sin embargo, les daré salud y los curaré; los sanaré y haré que disfruten de abundante paz y seguridad. Haré que vuelvan del cautiverio a Judá e Israel y los reconstruiré como al principio. Los purificaré de todas las iniquidades que cometieron contra mí; les perdonaré todos los pecados con que se rebelaron contra mí. Jerusalén será para mí motivo de gozo, alabanza y gloria a la vista de todas las naciones de la tierra. Se enterarán de todo el bien que yo le hago; también temerán y temblarán por todo el bienestar y toda la paz que yo ofrezco”.

10 »Así dice el Señor: “Ustedes dicen que este lugar está en ruinas, sin gente ni animales. Sin embargo, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que están desoladas y sin gente ni animales, se oirá de nuevo 11 el grito de gozo y alegría, el canto del novio y de la novia, también la voz de los que traen al Templo del Señor ofrendas de acción de gracias y cantan:

»” ‘Den gracias al Señor de los Ejércitos,
    porque el Señor es bueno,
    porque su gran amor perdura para siempre’.

Haré que vuelvan del cautiverio de este país —afirma el Señor—, y volverán a ser como al principio”.

12 »Así dice el Señor de los Ejércitos: “En este lugar que está en ruinas, sin gente ni animales, y en todas sus ciudades, de nuevo habrá pastos en donde los pastores harán descansar a sus rebaños. 13 En las ciudades de la región montañosa, de la llanura y del Néguev, en el territorio de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén y en las ciudades de Judá, las ovejas volverán a ser contadas por los pastores”, dice el Señor.

14 »“Llegarán días —afirma el Señor—, en que cumpliré la promesa de bendición que hice a Israel y a Judá.

15 »”En aquellos días y en aquel tiempo,
    haré que brote de David un Renuevo justo;
    él practicará la justicia y el derecho en el país.
16 En aquellos días Judá será salvo
    y Jerusalén morará segura.
Y será llamada así:
    ‘El Señor es nuestra justicia’ ”».

17 Porque así dice el Señor: «Nunca faltará a David un descendiente que ocupe el trono del pueblo de Israel. 18 Tampoco a los sacerdotes levitas les faltará un descendiente que en mi presencia ofrezca holocausto, queme ofrendas de grano y presente sacrificios todos los días».

19 La palabra del Señor vino a Jeremías: 20 «Así dice el Señor: “Si ustedes pudieran romper mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de modo que el día y la noche no llegaran a su debido tiempo, 21 también podrían romper mi pacto con mi siervo David, que no tendría un sucesor que ocupara su trono, y con los sacerdotes levitas, que son mis ministros. 22 Yo multiplicaré la descendencia de mi siervo David y la de los levitas, mis ministros, como las incontables estrellas del cielo y los granos de arena del mar”».

23 La palabra del Señor vino a Jeremías: 24 «¿No te has dado cuenta de que esta gente afirma que yo, el Señor, he rechazado a los dos reinos que había escogido? Con esto desprecian a mi pueblo y ya no lo consideran una nación. 25 Así dice el Señor: “Si yo no hubiera establecido mi pacto con el día ni con la noche, ni hubiera fijado las leyes que rigen el cielo y la tierra, 26 entonces habría rechazado a los descendientes de Jacob y de mi siervo David; no habría escogido a uno de su linaje para gobernar sobre la descendencia de Abraham, Isaac y Jacob. ¡Pero yo haré volver a sus cautivos y les tendré compasión!”».

Advertencia al rey Sedequías

34 La palabra del Señor vino a Jeremías cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, estaba atacando a Jerusalén y sus ciudades vecinas con todo su ejército y con todos los reinos y pueblos de la tierra regidos por él. «Así dice el Señor, el Dios de Israel: “Ve y adviértele a Sedequías, rey de Judá, que así dice el Señor: ‘Voy a entregar esta ciudad en manos del rey de Babilonia, quien la incendiará. Y tú no escaparás de su poder, porque ciertamente serás capturado y entregado en sus manos. Tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia; él te hablará cara a cara y serás llevado a su tierra’.

»”No obstante, Sedequías, rey de Judá, escucha la promesa del Señor para ti. Así dice el Señor: ‘Tú no morirás a filo de espada, sino en paz. Yo te prometo que, así como los reyes de antaño que te precedieron quemaron especias por tus antepasados, así también lo harán en tu funeral, lamentándose por ti y clamando: ¡Ay, señor!’ ”», afirma el Señor.

El profeta Jeremías dijo todo esto a Sedequías, rey de Judá, en Jerusalén. Mientras tanto, el ejército del rey de Babilonia estaba combatiendo contra Jerusalén y contra las ciudades de Judá que aún quedaban: Laquis y Azeca. Porque solo quedaban esas ciudades de las fortificadas en Judá.

Liberación para los esclavos

La palabra del Señor vino a Jeremías después de que el rey Sedequías hizo un pacto con todo el pueblo de Jerusalén para dejar libres a los esclavos. El acuerdo estipulaba que cada israelita debía dejar libre a sus esclavas y esclavos hebreos y que nadie debía esclavizar a un compatriota judío. 10 Todo el pueblo y los oficiales que habían hecho el acuerdo liberaron a sus esclavos, de manera que nadie quedaba obligado a servirlos. 11 Pero después cambiaron de idea y volvieron a someter a esclavitud a los que habían liberado.

12 Una vez más la palabra del Señor vino a Jeremías: 13 «Así dice el Señor, el Dios de Israel: “Yo hice un pacto con sus antepasados cuando los saqué de Egipto, lugar de esclavitud. Ordené 14 que cada siete años liberaran a todo esclavo hebreo que se hubiera vendido a sí mismo a ellos. Después de haber servido como esclavo durante seis años, debía ser liberado.[b] Pero sus antepasados no me obedecieron ni me hicieron caso. 15 Ustedes, en cambio, al proclamar la libertad de su prójimo, se habían convertido y habían hecho lo que yo apruebo. Además, se habían comprometido con un pacto en mi presencia, en la casa que lleva mi Nombre. 16 Pero ahora se han vuelto atrás y han profanado mi nombre. Cada uno ha obligado a sus esclavas y esclavos que había liberado a someterse de nuevo a la esclavitud”».

17 Por tanto, así dice el Señor: «No me han obedecido, pues no han dejado en libertad a sus hermanos. Por eso, yo proclamo contra ustedes una liberación», afirma el Señor. «Dejaré en libertad a la guerra, la pestilencia y el hambre. De esa manera, lo que les pase a ustedes servirá de escarmiento a todos los reinos de la tierra. 18 Puesto que han violado mi pacto y no han cumplido las estipulaciones del pacto que acordaron en mi presencia, los trataré como al becerro que cortaron en dos y entre cuyos pedazos pasaron para sellar el pacto.[c] 19 A los líderes de Judá y de Jerusalén, a los oficiales de la corte, a los sacerdotes y a todos los que pasaron entre los pedazos del becerro, 20 los entregaré en manos de sus enemigos que atentan contra su vida. Sus cadáveres servirán de alimento a las aves de rapiña y a las fieras del campo.

21 »A Sedequías, rey de Judá, y a sus oficiales, los entregaré en manos de sus enemigos que atentan contra sus vidas, es decir, en poder del ejército del rey de Babilonia, el cual se ha retirado por el momento. 22 Voy a dar una orden —afirma el Señor—, y los haré volver a esta ciudad. La atacarán y, luego de tomarla, la incendiarán. Dejaré a las ciudades de Judá en total ruina, sin habitantes».

El ejemplo de los recabitas

35 La palabra del Señor vino a mí, Jeremías, en los días de Joacim, hijo de Josías y rey de Judá: «Ve a la casa de los recabitas, invítalos para que vengan a una de las salas del Templo del Señor y ofréceles vino».

Entonces fui a buscar a Jazanías, hijo de Jeremías y nieto de Jabasinías, a sus hermanos, a todos sus hijos y a toda la comunidad de los recabitas. Los llevé al Templo del Señor, a la sala de los hijos de Janán, hijo de Igdalías, hombre de Dios. Esta sala se encontraba junto a la de los oficiales que a su vez estaba encima de la de Maseías, hijo de Salún, guarda de la entrada. Serví a los recabitas jarras y copas llenas de vino y les dije: «¡Beban!».

Ellos me respondieron: «Nosotros no bebemos vino, porque Jonadab, hijo de Recab y antepasado nuestro, nos ordenó lo siguiente: “Nunca beban vino, ni ustedes ni sus descendientes. Tampoco edifiquen casas, ni siembren semillas, ni planten viñedos, ni posean ninguna de estas cosas. Habiten siempre en tiendas de campaña, para que vivan mucho tiempo en esta tierra donde son extranjeros”. Nosotros obedecemos todo lo que nos ordenó Jonadab, hijo de Recab. Nunca bebemos vino; tampoco lo hacen nuestras mujeres ni nuestros hijos. No edificamos casas para habitarlas; no poseemos viñedos ni campos sembrados. 10 Vivimos en tiendas de campaña y obedecemos todo lo que nos ordenó Jonadab, nuestro antepasado. 11 Pero cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, invadió esta tierra, dijimos: “Vámonos a Jerusalén, para escapar del ejército babilonio[d] y del ejército arameo”. Por eso ahora vivimos en Jerusalén».

12 Entonces la palabra del Señor vino a Jeremías: 13 «Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: “Ve y dile a toda la gente de Judá y Jerusalén: ¿No pueden aprender esta lección y obedecer mis palabras?”, afirma el Señor. 14 “Los descendientes de Jonadab, hijo de Recab, han cumplido con la orden de no beber vino y hasta el día de hoy no lo beben, porque obedecen lo que su antepasado ordenó. En cambio ustedes, aunque yo les he hablado en repetidas ocasiones, no me han hecho caso. 15 Además, no he dejado de enviarles a mis siervos, los profetas, para decirles: ‘Conviértanse ya de su mal camino, enmienden sus acciones y no sigan a otros dioses para servirlos; entonces habitarán en la tierra que he dado a ustedes y a sus antepasados’. Pero ustedes no me han prestado atención; no me han hecho caso. 16 Los descendientes de Jonadab, hijo de Recab, cumplieron la orden dada por su antepasado; en cambio, este pueblo no me obedece”.

17 »Por eso, así dice el Señor Dios de los Ejércitos, el Dios de Israel: “Voy a enviar contra Judá y contra todos los habitantes de Jerusalén todas las calamidades que ya he anunciado, porque les hablé y no me obedecieron; los llamé y no me respondieron”».

18 Jeremías también dijo a los recabitas: «Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: “Por cuanto ustedes han obedecido las órdenes de Jonadab, su antepasado, y han cumplido con todos sus mandatos y han hecho todo lo que él les ordenó, 19 así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: ‘Nunca faltará a Jonadab, hijo de Recab, un descendiente que esté a mi servicio todos los días’ ”».

El rey Joacim quema el rollo de Jeremías

36 Esta palabra del Señor vino a Jeremías en el año cuarto del rey Joacim, hijo de Josías y rey de Judá: «Toma un rollo y escribe en él todas las palabras que desde los tiempos de Josías, desde que comencé a hablarte hasta ahora, te he dicho acerca de Israel, de Judá y de todas las naciones. Cuando los de Judá se enteren de todas las calamidades que pienso enviar contra ellos, tal vez abandonen su mal camino; entonces yo perdonaré su iniquidad y su pecado».

Jeremías llamó a Baruc, hijo de Nerías, y mientras dictaba, Baruc escribía en el rollo todo lo que el Señor había dicho al profeta. Luego Jeremías dio esta orden a Baruc: «Estoy confinado y no puedo ir al Templo del Señor. Por tanto, ve al Templo del Señor en el día de ayuno y lee a oídos del pueblo las palabras del Señor que te he dictado y que escribiste en el rollo. Léeselas también a toda la gente de Judá que haya venido de sus ciudades. ¡A lo mejor su súplica llega a la presencia del Señor y cada uno se convierte de su mal camino! ¡Ciertamente son terribles la ira y el furor con que el Señor ha amenazado a este pueblo!».

Baruc, hijo de Nerías, hizo tal y como había ordenado el profeta Jeremías: Leyó en el Templo del Señor las palabras escritas en el rollo. En el mes noveno del año quinto de Joacim, hijo de Josías y rey de Judá, todo el pueblo de Jerusalén y todos los que habían venido de las otras ciudades de Judá fueron convocados a ayunar delante del Señor. 10 Baruc se dirigió al atrio superior del Templo del Señor, a la entrada de la Puerta Nueva, y desde la sala de Guemarías, hijo de Safán, el cronista, leyó ante todo el pueblo el rollo que contenía las palabras de Jeremías.

11 Micaías, hijo de Guemarías y nieto de Safán, escuchó todas las palabras del Señor que estaban escritas en el rollo. 12 Entonces bajó al palacio del rey, a la sala del cronista, donde estaban reunidos todos los oficiales, es decir, el cronista Elisama, Delaías, hijo de Semaías, Elnatán, hijo de Acbor, Guemarías, hijo de Safán, Sedequías, hijo de Jananías, y todos los demás oficiales. 13 Micaías contó todo lo que había escuchado de lo que Baruc había leído ante el pueblo. 14 Entonces todos los oficiales enviaron a Yehudi, hijo de Netanías, nieto de Selemías y bisnieto de Cusí, para que dijera a Baruc: «Toma el rollo que has leído ante el pueblo y ven». Baruc, hijo de Nerías, lo tomó y se presentó ante ellos. 15 Entonces los oficiales dijeron:

—Siéntate y léenos lo que está en el rollo.

Baruc lo leyó ante ellos. 16 Terminada la lectura, se miraron temerosos unos a otros y dijeron:

—Tenemos que informar de todo esto al rey.

17 Luego preguntaron a Baruc:

—Dinos, ¿cómo fue que escribiste todo esto? ¿Te lo dictó Jeremías?

18 —Sí —respondió Baruc—, él me lo dictó y yo lo escribí con tinta en el rollo.

19 Entonces los oficiales dijeron a Baruc:

—Tú y Jeremías, vayan a esconderse. ¡Que nadie sepa donde están!

20 Después de dejar el rollo en la sala del cronista Elisama, los oficiales se presentaron en el atrio, delante del rey, y lo pusieron al tanto de todo lo ocurrido. 21 El rey envió a Yehudi a buscar el rollo; Yehudi lo tomó de la sala de Elisama y lo leyó en presencia del rey y de todos los oficiales que estaban con él. 22 Era el mes noveno, por eso el rey estaba en su casa de invierno, sentado junto a un brasero encendido. 23 A medida que Yehudi terminaba de leer tres o cuatro columnas, el rey las cortaba con un estilete de escriba y las echaba al fuego del brasero. Así lo hizo con todo el rollo, hasta que este se consumió en el fuego. 24 Ni el rey ni los jefes que escucharon todas estas palabras tuvieron temor ni se rasgaron las vestiduras. 25 Esto sucedió a pesar de que Elnatán, Delaías y Guemarías habían suplicado al rey que no quemara el rollo; pero el rey no les hizo caso. 26 Por el contrario, mandó a Jeramel, su hijo, a Seraías, hijo de Azriel, y a Selemías, hijo de Abdel, para que arrestaran al escriba Baruc y al profeta Jeremías. Pero el Señor los había escondido.

27 Luego que el rey quemó el rollo con las palabras que Jeremías había dictado a Baruc, la palabra del Señor vino a Jeremías: 28 «Toma otro rollo y escribe exactamente lo mismo que estaba escrito en el primer rollo quemado por Joacim, rey de Judá. 29 Y adviértele a Joacim que así dice el Señor: “Tú quemaste aquel rollo, diciendo: ‘¿Por qué has escrito en él que con toda seguridad el rey de Babilonia vendrá a destruir esta tierra y a borrar de ella a toda persona y animal?’ ”. 30 Por eso, así dice el Señor acerca de Joacim, rey de Judá: “Ninguno de sus descendientes ocupará el trono de David; su cadáver será arrojado y quedará expuesto al calor del día y a las heladas de la noche. 31 Castigaré la iniquidad de él, la de su descendencia y la de sus siervos. Enviaré contra ellos, y contra los habitantes de Jerusalén y de Judá, todas las calamidades con que los amenacé, porque no me hicieron caso”».

32 Entonces Jeremías tomó otro rollo y se lo dio al escriba Baruc, hijo de Nerías. Baruc escribió en el rollo todo lo que Jeremías dictó, lo cual era idéntico a lo escrito en el rollo quemado por el rey Joacim. Se agregaron, además, muchas otras cosas semejantes.

Footnotes

  1. 33:5 Lit. caldeos.
  2. 34:14 Véanse Éx 21:2 y Dt 15:12.
  3. 34:18 Véase Gn 15:9-10,17-18.
  4. 35:11 Lit. caldeo.

Promesas de restauración

33 Vino la palabra del Señor a Jeremías por segunda vez, mientras él estaba aún detenido[a] en el patio de la guardia, diciendo(A): Así dice el Señor que hizo la tierra[b], el Señor que la formó para establecerla; el Señor es su nombre(B): «Clama a mí, y yo te responderé(C) y te revelaré cosas grandes e inaccesibles(D), que tú no conoces(E)». Porque así dice el Señor, Dios de Israel, acerca de las casas de esta ciudad y acerca de las casas de los reyes(F) de Judá que han sido derribadas para hacer defensas contra los terraplenes de asalto y contra la espada(G): «Mientras ellos vienen a pelear contra los caldeos(H) y a llenarlas con los cadáveres de los hombres que herí en mi ira y en mi furor, pues yo había escondido mi rostro de esta ciudad a causa de toda su maldad(I), he aquí, yo le traeré salud y sanidad; los sanaré(J) y les revelaré abundancia de paz(K) y de verdad. Restauraré el bienestar[c] de Judá y el bienestar[d] de Israel(L) y los reedificaré como eran al principio(M). Los limpiaré de toda la maldad que cometieron contra mí, y perdonaré todas las iniquidades con que pecaron contra mí y con las que se rebelaron contra mí(N). Y la ciudad(O) será para mí un nombre de gozo, de alabanza y de gloria ante todas las naciones de la tierra(P), que oirán de todo el bien que yo le hago(Q), y temerán y temblarán a causa de todo el bien y de toda la paz que yo le doy[e](R)».

10 Así dice el Señor: «En este lugar, del cual decís vosotros: “Es una desolación, sin hombres y sin animales”, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén que están desoladas, sin hombres, sin habitantes(S) y sin animales(T), se oirá de nuevo 11 voz de gozo y voz de alegría(U), la voz del novio y la voz de la novia, la voz de los que dicen:

“Dad gracias al Señor de los ejércitos,
porque el Señor es bueno,
porque para siempre es su misericordia(V)”;

y de los que traen ofrenda de acción de gracias(W) a la casa del Señor. Porque restauraré el bienestar[f] de esta[g] tierra como fueron al principio» —dice el Señor.

12 Así dice el Señor de los ejércitos: «En este lugar desolado, sin hombres y sin animales(X), y en todas sus ciudades, habrá de nuevo morada[h] de pastores que hagan descansar sus rebaños(Y). 13 En las ciudades de la región montañosa, en las ciudades de la llanura, en las ciudades del Neguev[i], en la tierra de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén y en las ciudades de Judá(Z), volverán a pasar las ovejas bajo las manos del que las cuenta(AA)» —declara el Señor.

14 «He aquí, vienen días» —declara el Señor(AB)— «en que cumpliré la buena palabra que he hablado(AC) a la casa de Israel y a la casa de Judá. 15 En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar de David un Renuevo justo, y Él hará juicio y justicia(AD) en la tierra(AE). 16 En aquellos días estará a salvo Judá, y Jerusalén morará segura, y este es el nombre con el cual será llamada: el Señor, justicia nuestra(AF)». 17 Porque así dice el Señor: «Nunca le faltará a David[j] quien se siente sobre el trono de la casa de Israel(AG); 18 y a los sacerdotes levitas(AH) nunca les faltará[k] quien en presencia mía ofrezca holocausto, queme ofrendas de cereal y prepare sacrificios todos los días(AI)».

19 Y vino palabra del Señor a Jeremías, diciendo: 20 Así dice el Señor: «Si pudierais romper mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de modo que el día y la noche(AJ) no vinieran a su tiempo, 21 entonces también se podría romper mi pacto con mi siervo David(AK), y él no tendría hijo para reinar sobre su trono con los sacerdotes levitas, mis ministros. 22 Como no se puede contar el ejército del cielo, ni se puede medir la arena del mar, así multiplicaré la descendencia[l](AL) de mi siervo David(AM) y de los levitas(AN) que me sirven».

23 Y vino palabra del Señor a Jeremías, diciendo: 24 ¿No has observado lo que este pueblo ha hablado, diciendo: «Las dos familias que el Señor escogió, las ha desechado(AO)»? Desprecian a mi pueblo(AP), ya no son una nación(AQ) ante sus ojos[m]. 25 Así dice el Señor: «(AR)Si no permanece mi pacto con el día y con la noche(AS), y si no he establecido las leyes[n] del cielo y de la tierra, 26 entonces[o] desecharé la descendencia[p](AT) de Jacob y de mi siervo David, para no tomar de[q] su descendencia[r](AU) quien gobierne sobre la descendencia[s](AV) de Abraham, de Isaac y de Jacob. Pero yo restauraré su bienestar[t] y tendré de ellos misericordia(AW)».

Profecía contra Sedequías

34 Palabra que vino a Jeremías de parte del Señor, cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, y todo su ejército y todos los reinos de la tierra que estaban bajo su dominio y todos los pueblos(AX) peleaban contra Jerusalén y contra todas sus ciudades(AY), diciendo: Así dice el Señor, Dios de Israel: «Ve y habla a Sedequías, rey de Judá, y dile: “Así dice el Señor(AZ): ‘He aquí, yo entrego esta ciudad en manos del rey de Babilonia, y él le prenderá fuego(BA). +’Y tú no escaparás de su mano, sino que ciertamente serás capturado y entregado en su mano; tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia, y él te hablará cara a cara[u](BB), y a Babilonia irás(BC)’”». Sin embargo, oye la palabra del Señor, oh Sedequías, rey de Judá. Así dice el Señor acerca de ti: «No morirás a espada; en paz morirás. Como quemaron especias por tus padres, los reyes anteriores que te precedieron, así quemarán especias por ti(BD), y con “¡Ay, señor!” harán lamento por ti»: Porque yo he hablado la palabra —declara el Señor(BE).

Entonces habló el profeta Jeremías a Sedequías, rey de Judá, todas estas palabras(BF) en Jerusalén mientras el ejército del rey de Babilonia peleaba contra Jerusalén y contra todas las ciudades que quedaban en Judá, es decir, Laquis(BG) y Azeca(BH), pues solo estas quedaban como ciudades fortificadas entre las ciudades de Judá(BI).

Palabra que vino a Jeremías de parte del Señor, después que el rey Sedequías había hecho un pacto con todo el pueblo(BJ) que había en Jerusalén para proclamarles libertad(BK): que cada uno debía poner en libertad a su siervo y a su sierva hebreos(BL), para que nadie retuviera a un judío, hermano suyo, en servidumbre(BM). 10 Y obedecieron todos los oficiales y todo el pueblo(BN) que habían entrado en el pacto, de que cada uno dejara en libertad a su siervo y cada uno a su sierva, de modo que nadie los mantuviera más en servidumbre; obedecieron y los pusieron en libertad. 11 Pero después se arrepintieron y volvieron a tomar a los siervos y a las siervas a quienes habían dejado en libertad, y los redujeron a servidumbre como siervos y como siervas.

12 Entonces vino la palabra del Señor a Jeremías[v], diciendo: 13 Así dice el Señor, Dios de Israel: «Yo hice un pacto con vuestros padres el día que los saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre[w](BO), diciendo: 14 “Al cabo de siete años cada uno de vosotros pondrá en libertad al hermano hebreo que le[x] fue vendido[y] y que le[z] ha servido por seis años, y lo enviará libre de junto a sí[aa](BP); pero vuestros padres no me escucharon(BQ), ni inclinaron su oído. 15 Aunque recientemente os habíais arrepentido y habíais hecho lo que es recto ante mis ojos, cada uno proclamando libertad(BR) a su prójimo, habiendo hecho un pacto delante de mí(BS) en la casa que es llamada por mi nombre(BT), 16 ahora[ab] os habéis vuelto atrás y profanado mi nombre(BU), y cada uno ha tomado de nuevo[ac] a su siervo y cada uno a su sierva, a quienes habíais dejado libres según su deseo, y los habéis reducido a servidumbre como siervos y como siervas(BV)”».

17 Por tanto, así dice el Señor: «Vosotros no me habéis obedecido(BW) proclamando libertad cada uno a su hermano y cada uno a su prójimo. He aquí, proclamo contra vosotros libertad» —declara el Señor— «a la espada, a la pestilencia y al hambre(BX); y haré de vosotros motivo de espanto para todos los reinos de la tierra(BY). 18 Y entregaré a los hombres que han transgredido mi pacto, que no han cumplido las palabras del pacto que hicieron delante de mí(BZ), cuando cortaron en dos(CA) el becerro y pasaron entre los pedazos, 19 a los oficiales de Judá, a los oficiales de Jerusalén, a los oficiales de la corte, a los sacerdotes y a todo el pueblo de la tierra(CB) que pasaron entre los pedazos del becerro; 20 y los entregaré en manos de sus enemigos y en manos de los que buscan su vida(CC). Sus cadáveres servirán de comida para las aves del cielo y para las bestias de la tierra(CD). 21 Y a Sedequías, rey de Judá, y a sus oficiales los entregaré en manos de sus enemigos, en manos de los que buscan su vida y en manos del ejército del rey de Babilonia(CE), que se ha retirado de vosotros(CF). 22 He aquí, daré órdenes» —declara el Señor— «y los haré volver a esta ciudad, y pelearán contra ella, la tomarán y le prenderán fuego(CG); y haré de las ciudades de Judá una desolación sin habitantes(CH)».

Ejemplo de los recabitas

35 Palabra que vino a Jeremías de parte del Señor en los días de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá(CI), diciendo: Ve a la casa de los recabitas(CJ), habla con ellos, llévalos a la casa del Señor, a una de las cámaras(CK), y dales a beber vino. Entonces tomé a Jaazanías, hijo de Jeremías, hijo de Habasinías, y a sus hermanos, a todos sus hijos y a toda la casa de los recabitas, y los llevé a la casa del Señor, a la cámara de los hijos de Hanán, hijo de Igdalías, hombre de Dios(CL), la cual estaba cerca de la cámara de los oficiales, que estaba encima de la cámara de Maasías, hijo de Salum, guarda del umbral(CM). Entonces puse delante de los hombres[ad] de la casa de los recabitas jarras llenas de vino(CN) y tazas, y les dije: Bebed vino. Mas ellos dijeron: No beberemos vino, porque Jonadab, hijo de Recab(CO), nuestro padre, nos ordenó, diciendo: «No beberéis vino jamás, ni vosotros ni vuestros hijos(CP). No edificaréis casa, ni sembraréis simiente, ni plantaréis viña, ni poseeréis ninguna, sino que habitaréis en tiendas(CQ) todos vuestros días, para que viváis muchos días en la tierra(CR) donde sois peregrinos(CS)». Y nosotros hemos obedecido la voz de Jonadab, hijo de Recab, nuestro padre, en todo lo que él nos mandó(CT) de no beber vino en todos nuestros días, ni nosotros, ni nuestras mujeres, ni nuestros hijos, ni nuestras hijas, y de no edificarnos casa en donde morar, y de no tener viña, ni campo, ni sementera(CU). 10 Hemos habitado solamente en tiendas(CV), y hemos obedecido y hecho conforme a todo lo que nos mandó nuestro padre Jonadab(CW). 11 Pero sucedió que cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, subió contra la tierra(CX), dijimos: «Venid y huyamos(CY) a Jerusalén ante el ejército de los caldeos y ante el ejército de Aram». Por eso habitamos en Jerusalén.

12 Entonces vino palabra del Señor a Jeremías, diciendo: 13 Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: «Ve y di a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén: “¿No aprenderéis a escuchar mis palabras?” —declara el Señor(CZ). 14 “Las palabras de Jonadab, hijo de Recab, que mandó a sus hijos de no beber vino, son guardadas. Por eso no beben vino hasta hoy, porque han obedecido el mandato de su padre(DA). Pero yo os he hablado repetidas veces[ae], con todo no me habéis escuchado(DB). 15 También os he enviado a todos mis siervos los profetas, enviándolos repetidas veces[af], a deciros: ‘Volveos ahora cada uno de vuestro mal camino, enmendad vuestras obras y no vayáis tras otros dioses para adorarlos(DC), y habitaréis en la tierra que os he dado, a vosotros y a vuestros padres(DD); pero no inclinasteis vuestro oído, ni me escuchasteis(DE). 16 +’Ciertamente los hijos de Jonadab, hijo de Recab, han guardado el mandato que su padre les ordenó, pero este pueblo no me ha escuchado(DF)’”». 17 Por tanto así dice el Señor, Dios de los ejércitos, el Dios de Israel: «He aquí, traigo sobre Judá y sobre todos los habitantes de Jerusalén toda la calamidad que he pronunciado contra ellos(DG), porque les hablé, pero no escucharon, y los llamé, pero no respondieron(DH)».

18 Entonces Jeremías dijo a la casa de los recabitas: Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: «Por cuanto habéis obedecido el mandato de vuestro padre Jonadab, guardando todos sus mandatos(DI) y haciendo conforme a todo lo que él os ordenó, 19 por tanto, así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: “A Jonadab, hijo de Recab, no le faltará hombre(DJ) que esté delante de mí(DK) todos los días”».

El rollo de Jeremías leído en el templo

36 Y sucedió que en el año cuarto de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra a Jeremías de parte del Señor, diciendo(DL): Toma un rollo[ag](DM) y escribe en él todas las palabras que te he hablado(DN) acerca de Israel, acerca de Judá(DO) y acerca de todas las naciones, desde el día que te hablé(DP), desde los días de Josías, hasta hoy(DQ). Tal vez la casa de Judá oiga toda la calamidad que pienso traer sobre ellos, y se vuelva cada uno de su mal camino(DR); entonces perdonaré(DS) su iniquidad y su pecado(DT).

Llamó, pues, Jeremías a Baruc, hijo de Nerías, y Baruc escribió al dictado[ah] de Jeremías, en un rollo[ai](DU), todas las palabras que el Señor le había hablado(DV). Y Jeremías dio órdenes a Baruc diciendo: Estoy detenido[aj](DW); no puedo entrar en la casa del Señor. Ve, pues, y lee en el rollo que has escrito al dictado mío[ak], las palabras del Señor a oídos del(DX) pueblo, en la casa del Señor un día de ayuno. Y también las leerás a oídos de todos los de Judá que vienen de sus ciudades(DY). Tal vez su súplica llegue[al] delante del Señor, y todos se vuelvan de su mal camino, porque grande es la ira y el furor que el Señor ha pronunciado contra este pueblo(DZ). Y Baruc, hijo de Nerías, hizo conforme a todo lo que el profeta Jeremías le había mandado, y leyó en el libro las palabras del Señor, en la casa del Señor(EA).

Y[am] en el año quinto de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá(EB), en el mes noveno(EC), proclamaron ayuno(ED) delante del Señor(EE) a todo el pueblo en Jerusalén y a todo el pueblo que vino de las ciudades de Judá a Jerusalén. 10 Y Baruc leyó en el libro las palabras de Jeremías a oídos de todo el pueblo en la casa del Señor(EF), en la cámara de Gemarías, hijo del escriba Safán(EG), en el atrio superior(EH), a la entrada de la puerta Nueva de la casa del Señor(EI).

11 Al oír Micaías, hijo de Gemarías, hijo de Safán, todas las palabras(EJ) del Señor que estaban en el libro, 12 descendió a la casa del rey, a la cámara del escriba. Y he aquí, estaban sentados allí todos los oficiales: el escriba Elisama(EK), Delaía, hijo de Semaías, Elnatán, hijo de Acbor(EL), Gemarías(EM), hijo de Safán, Sedequías, hijo de Ananías, y todos los demás oficiales. 13 Y Micaías les declaró todas las palabras que había oído cuando Baruc leyó en el libro(EN) a oídos del pueblo. 14 Entonces todos los oficiales enviaron a Jehudí, hijo de Netanías, hijo de Selemías, hijo de Cusi, a decir a Baruc: Toma en tu mano el rollo(EO) en el que has leído a oídos del pueblo y ven. Y Baruc, hijo de Nerías, tomó el rollo en su mano y fue a ellos. 15 Y le dijeron: Siéntate ahora, y léenoslo. Y Baruc se lo leyó(EP). 16 Y sucedió que cuando oyeron todas las palabras(EQ), se miraron unos a otros atemorizados, y dijeron a Baruc: Ciertamente haremos saber al rey todas estas palabras(ER). 17 Y preguntaron(ES) a Baruc, diciendo: Cuéntanos ahora cómo escribiste todas estas palabras. ¿Fue al dictado suyo[an]? 18 Baruc les respondió: El me dictó todas estas palabras y yo las escribí con tinta en el libro(ET). 19 Entonces los oficiales dijeron a Baruc: Ve, escóndete, tú y Jeremías, y que nadie sepa donde estáis(EU).

El rollo quemado y escrito de nuevo

20 Y entraron al atrio donde estaba el rey, después de haber depositado el rollo en la cámara del escriba Elisama(EV), y contaron a oídos del rey todas las palabras. 21 Entonces envió el rey a Jehudí a buscar el rollo, y este lo tomó de la cámara del escriba Elisama. Y Jehudí lo leyó al rey(EW) y a todos los oficiales que estaban junto al rey. 22 Y el rey estaba sentado en la casa de invierno(EX) (era el mes noveno(EY)), y había un brasero encendido delante de él. 23 Y sucedía que después que Jehudí había leído tres o cuatro columnas, el rey lo cortaba con el cuchillo del escriba y lo echaba al fuego(EZ) que estaba en el brasero, hasta terminar con todo el rollo en el fuego que estaba en el brasero. 24 Ni el rey ni ninguno de sus siervos que oyeron todas estas palabras tuvieron temor(FA) ni rasgaron sus vestiduras(FB). 25 Y aunque Elnatán y Delaía y Gemarías rogaron al rey que no quemara el rollo, él no les hizo caso(FC). 26 Luego el rey ordenó a Jerameel, hijo del rey, a Seraías, hijo de Azriel, y a Selemías, hijo de Abdeel, prender(FD) al escriba Baruc y al profeta Jeremías, pero el Señor los escondió(FE).

27 Entonces vino la palabra del Señor a Jeremías, después que el rey había quemado el rollo(FF) y las palabras que Baruc había escrito al dictado de Jeremías(FG), diciendo: 28 Vuelve a tomar otro rollo y escribe en él todas las palabras(FH) que antes había en el primer rollo que quemó(FI) Joacim, rey de Judá. 29 Y a Joacim, rey de Judá, dirás(FJ): «Así dice el Señor: “Tú has quemado este rollo, diciendo: ‘¿Por qué has escrito en él que[ao] ciertamente vendrá el rey de Babilonia(FK) y destruirá esta tierra(FL), y hará desaparecer de ella a hombres y animales?’”». 30 «Por tanto, así dice el Señor acerca de Joacim, rey de Judá: “No tendrá quien se siente sobre el trono de David(FM), y su cadáver quedará tirado al calor del día y a la escarcha de la noche(FN). 31 Lo castigaré, a él, a su descendencia[ap](FO) y a sus siervos por su iniquidad, y traeré sobre ellos, sobre los habitantes de Jerusalén y sobre los hombres de Judá toda la calamidad que les he anunciado, sin que ellos escucharan(FP)”». 32 Entonces Jeremías tomó otro rollo y se lo dio al escriba Baruc, hijo de Nerías, y este escribió en él al dictado de Jeremías todas las palabras del libro que Joacim, rey de Judá, había quemado en el fuego(FQ), y aun se le añadieron muchas palabras semejantes[aq].

Footnotes

  1. Jeremías 33:1 Lit., encerrado
  2. Jeremías 33:2 Lit., la hizo
  3. Jeremías 33:7 O, Haré volver a los cautivos
  4. Jeremías 33:7 O, Haré volver a los cautivos
  5. Jeremías 33:9 Lit., hago
  6. Jeremías 33:11 O, haré volver a los cautivos
  7. Jeremías 33:11 Lit., la
  8. Jeremías 33:12 O, pastizal
  9. Jeremías 33:13 I.e., región del sur
  10. Jeremías 33:17 Lit., No será cortado a David
  11. Jeremías 33:18 Lit., no será cortado a los sacerdotes levitas
  12. Jeremías 33:22 Lit., simiente
  13. Jeremías 33:24 Lit., rostros
  14. Jeremías 33:25 Lit., los estatutos
  15. Jeremías 33:26 Lit., también
  16. Jeremías 33:26 Lit., simiente
  17. Jeremías 33:26 Lit., de tomar a
  18. Jeremías 33:26 Lit., simiente
  19. Jeremías 33:26 Lit., simiente
  20. Jeremías 33:26 O, haré volver a sus cautivos
  21. Jeremías 34:3 Lit., boca a boca
  22. Jeremías 34:12 Así en algunas versiones antiguas; el T.M. agrega: de parte del Señor
  23. Jeremías 34:13 Lit., esclavos
  24. Jeremías 34:14 Lit., te
  25. Jeremías 34:14 O, se vendió a ti
  26. Jeremías 34:14 Lit., te
  27. Jeremías 34:14 Lit., ti
  28. Jeremías 34:16 Lit., y
  29. Jeremías 34:16 Lit., hizo que volvieran
  30. Jeremías 35:5 Lit., hijos
  31. Jeremías 35:14 Lit., madrugando y hablando
  32. Jeremías 35:15 Lit., madrugando y hablando
  33. Jeremías 36:2 Lit., rollo de libro
  34. Jeremías 36:4 Lit., de la boca
  35. Jeremías 36:4 Lit., rollo de libro
  36. Jeremías 36:5 Lit., encerrado
  37. Jeremías 36:6 Lit., de mi boca
  38. Jeremías 36:7 Lit., caiga
  39. Jeremías 36:9 Lit., Y sucedió que
  40. Jeremías 36:17 Lit., de su boca, y así en el resto del cap.
  41. Jeremías 36:29 Lit., diciendo
  42. Jeremías 36:31 Lit., simiente
  43. Jeremías 36:32 Lit., como aquellas

Restauración de Jerusalén

33 La palabra del Señor vino a Jeremías por segunda vez, mientras él estaba aún preso en el patio de la cárcel. Le dijo:

«Yo, el Señor, que hizo la tierra y la formó para afirmarla, y cuyo nombre es el Señor, declaro: Clama a mí, y yo te responderé; te daré a conocer cosas grandes y maravillosas que tú no conoces. Yo, el Señor y Dios de Israel, declaro acerca de las casas de esta ciudad, y de los palacios de los reyes de Judá, que han sido derribados con arietes y con hachas. Los caldeos han llegado a combatir y a llenar las casas con los cadáveres de los que yo herí en mi furor y mi enojo, pues yo escondí mi rostro de esta ciudad por causa de toda su maldad. Pero les traeré salud y medicamentos, y los sanaré, y les haré experimentar una paz abundante y duradera. Haré volver a los cautivos de Judá y de Israel, y los restableceré como al principio. Los limpiaré de toda la maldad que los llevó a pecar contra mí, y les perdonaré todos los pecados que cometieron contra mí, y también sus rebeldías. Entre todas las naciones de la tierra, que sabrán de todo el bien que les haré, Jerusalén será para mí motivo de gozo, alabanza y gloria. Y las naciones temerán y temblarán al ver todo el bien que les haré y toda la paz que les haré.

10 »Yo, el Señor, declaro: En este lugar, del cual dicen que está desierto y sin gente ni animales, y en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que ahora están en ruinas, sin gente ni animales, 11 volverá a escucharse la voz de gozo y de alegría, la voz del novio y de la novia, la voz de los que dicen: “¡Alabemos al Señor de los ejércitos, porque el Señor es bueno, porque su misericordia es eterna!”,(A) la voz de los que traen a mi casa ofrendas de acción de gracias. Porque yo haré que cambie la suerte de esta tierra, la cual volverá a ser lo que antes fue. Yo, el Señor, lo he dicho.

12 »Yo, el Señor de los ejércitos, declaro: En este lugar desierto, sin gente ni animales, y en todas sus ciudades, volverá a haber pastos donde los pastores harán pacer a sus ganados. 13 En las ciudades de las montañas y de la Sefela, y en las ciudades del Néguev en la tierra de Benjamín y alrededor de Jerusalén, y en las ciudades de Judá, se volverán a contar los ganados. Yo, el Señor, lo he dicho.

14 »Vienen días en que yo confirmaré las buenas promesas que he hecho a la casa de Israel y a la casa de Judá.

—Palabra del Señor.

15 »Cuando llegue el día y el momento, haré que de David surja un Renuevo de justicia, que impondrá la justicia y el derecho en la tierra. 16 En esos días Judá será salvado, y Jerusalén habitará segura y será llamada “El Señor es nuestra justicia”.(B)

17 »Yo, el Señor, declaro: Nunca faltará un sucesor de David en el trono de la casa de Israel.(C) 18 Tampoco faltarán sacerdotes ni levitas que todos los días ofrezcan ante mí holocaustos, ofrendas quemadas y sacrificios.»(D)

19 La palabra del Señor vino a Jeremías, y le dijo:

20 «Yo, el Señor, declaro: El día que mi pacto con el día y con la noche llegue a su fin, de tal manera que no vuelva a haber ni día ni noche, 21 ese día también llegará a su fin mi pacto con mi siervo David para que sus descendientes reinen sobre su trono, lo mismo que mi pacto con los levitas y sacerdotes, mis ministros. 22 Porque yo multiplicaré la descendencia de mi siervo David, y la de los levitas que me sirven. Serán como el ejército del cielo, que no puede ser contado, y como la arena del mar, que no se puede medir.»

23 La palabra del Señor vino a Jeremías, y le dijo:

24 «¿Te has fijado que hay quienes dicen que yo, el Señor, he rechazado a las dos familias que escogí? ¡Tan en poco tienen a Israel y Judá que ya no los consideran una nación! 25 Pues yo, el Señor, declaro: Si mi pacto con el día y la noche dejara de tener validez, y quitara yo las leyes que gobiernan al cielo y a la tierra, 26 entonces también llegaría yo a rechazar a la descendencia de Jacob y de mi siervo David, y no tomaría a ninguno de sus descendientes para gobernar a la posteridad de Abrahán, Isaac y Jacob. Pero lo cierto es que yo haré volver a sus cautivos, y tendré de ellos misericordia.»

Jeremías amonesta a Sedequías

34 La palabra del Señor vino a Jeremías cuando Nabucodonosor rey de Babilonia y todo su ejército, y todos los reinos y pueblos de la tierra bajo su dominio, peleaban contra Jerusalén(E) y contra todas sus ciudades. Le dijo:

«Así ha dicho el Señor Dios de Israel: Ve y habla con Sedequías rey de Judá, y dile de mi parte: Yo, el Señor, voy a entregarle esta ciudad al rey de Babilonia, y él le prenderá fuego. Tú no escaparás de sus manos, sino que serás apresado y puesto en sus manos. Tendrás que enfrentarte al rey de Babilonia y hablarás con él cara a cara, y serás llevado a Babilonia. Sin embargo, Sedequías rey de Judá, oye mi palabra: Yo, el Señor, te hago saber que no morirás a filo de espada. Tendrás una muerte tranquila, y se quemarán especias por ti, así como antes se quemaron por tus padres, los reyes que te antecedieron. Se guardará luto por ti, y se dirá “¡Ay, señor!”, porque así lo he dicho.»

—Palabra del Señor.

El profeta Jeremías fue a Jerusalén y le repitió todas estas palabras a Sedequías rey de Judá. El ejército del rey de Babilonia se encontraba atacando a Jerusalén, Laquis y Azeca, porque de todas las ciudades fortificadas de Judá sólo éstas habían quedado.

Violación del pacto de libertar a los siervos hebreos

La palabra del Señor vino a Jeremías después de que Sedequías hizo un pacto con todo el pueblo en Jerusalén, para dejarlos en libertad y que cada uno dejara libre a sus compatriotas hebreos, para que no hubiera siervos ni siervas israelitas. 10 Cuando se enteraron de esto todos los príncipes, y todo el pueblo que había convenido en el pacto de dejar cada uno libre a su siervo y a su sierva, y de no tenerlos más como siervos, obedecieron y los dejaron en libertad. 11 Pero después cambiaron de parecer y volvieron a tomar como siervos y siervas a los que antes habían dejado libres, y los obligaron a servirles. 12 Entonces la palabra del Señor vino a Jeremías, y le dijo:

13 «Así dice el Señor y Dios de Israel: Cuando yo saqué a sus padres de Egipto, donde eran esclavos, hice un pacto con ellos. Les dije: 14 Al cabo de siete años, cada uno de ustedes dejará en libertad a su hermano hebreo que le haya sido vendido. Le servirá seis años, y después de ese tiempo lo dejará en libertad.(F) Pero los padres de ustedes no me hicieron caso ni me prestaron atención. 15 Sin embargo, hoy ustedes se habían vuelto a mí y habían hecho lo recto delante de mis ojos, al anunciar cada uno libertad a su prójimo. Habían hecho un pacto en mi presencia, en la casa donde se invoca mi nombre. 16 Pero al cambiar de parecer han profanado mi nombre. Cada uno de ustedes ha vuelto a tomar a sus siervos y siervas, que habían dejado en libertad, y una vez más los han hecho sus esclavos. 17 Por eso, yo, el Señor, declaro: Como ustedes no me han obedecido para promulgar cada uno la libertad de su hermano y compañero, ahora yo voy a promulgar la libertad de la espada, la peste y el hambre. ¡Voy a hacer que todos los reinos de la tierra se horroricen al verlos!

—Palabra del Señor.

18 »A los que transgredieron mi pacto y no cumplieron sus términos, los cuales pactaron en mi presencia, los voy a partir en dos, del mismo modo que se partió en dos el becerro con el que se selló el pacto. Voy a partir en dos 19 a los príncipes de Judá y de Jerusalén, a los oficiales y sacerdotes, y a todo el pueblo de la tierra; en fin, ¡a todos los que pasaron por en medio de las dos partes del becerro! 20 Voy a ponerlos en manos de sus enemigos, que quieren matarlos. Sus cadáveres les servirán de comida a las aves de rapiña y a los animales salvajes. 21 Al rey Sedequías y a sus príncipes los entregaré en manos de sus enemigos, que quieren matarlos, y en manos del ejército del rey de Babilonia, que ha dejado de atacarlos. 22 Voy a darles la orden de volver a esta ciudad, y de que la ataquen y la conquisten, y le prendan fuego. Voy a hacer de las ciudades de Judá un desierto, hasta que no quede un solo habitante.»

—Palabra del Señor.

Obediencia de los recabitas

35 La palabra del Señor vino a Jeremías durante el reinado de Joacín(G) hijo de Josías, en Judá. Le dijo:

«Ve a la casa de los recabitas y habla con ellos. Llévalos a uno de los aposentos en la casa del Señor, y dales a beber vino.»

Yo, Jeremías, tomé a Jazanías hijo de Jeremías y nieto de Jabasinías, y a sus hermanos y a todos sus hijos, es decir, a toda la familia de los recabitas, y los llevé a la casa del Señor, al aposento de los hijos de Janán hijo de Igdalías, que era un hombre de Dios. Ese aposento estaba junto al aposento de los príncipes, el cual estaba sobre el aposento de Maseías hijo de Salún, que cuidaba la puerta. A todos los miembros de la familia de los recabitas les serví tazas y copas llenas de vino, y los invité a beber; pero ellos dijeron:

«Nosotros no bebemos vino, porque nuestro padre, Jonadab hijo de Recab, nos ordenó que jamás bebiéramos vino, ni nosotros ni nuestros hijos. También nos ordenó que no construyéramos casas, ni cultiváramos la tierra ni plantáramos viñas, ni las poseyéramos. Nos dijo que, si queríamos vivir muchos años en la tierra que habitamos, debíamos vivir siempre en tiendas de campaña.

»Nosotros hemos obedecido las órdenes de nuestro padre, Jonadab hijo de Recab. Nunca hemos bebido vino, ni tampoco nuestras mujeres, ni nuestros hijos e hijas, Tampoco construimos casas para habitarlas, ni tenemos viñas ni terrenos, ni cultivamos el campo. 10 Vivimos en tiendas de campaña, y hemos obedecido al pie de la letra todo lo que nos mandó nuestro padre Jonadab. 11 Sin embargo, sucedió que cuando Nabucodonosor rey de Babilonia invadió el país, decidimos venir a Jerusalén y ocultarnos aquí de la presencia de los ejércitos caldeos y sirios. Así fue como nos quedamos en Jerusalén.»

12 La palabra del Señor vino entonces a Jeremías, y le dijo:

13 «Así ha dicho el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Ve y pregúntales a los habitantes de Judá y de Jerusalén cuándo aprenderán a obedecer mis palabras.

—Palabra del Señor.

14 »Las palabras de Jonadab hijo de Recab fueron muy firmes cuando les mandó a sus hijos que no bebieran vino, y ellos, en obediencia al mandamiento de su padre, no lo han bebido hasta el día de hoy; en cambio, yo les he hablado a ustedes una y otra vez, y no me han hecho caso. 15 De igual manera, una y otra vez envié a todos mis siervos los profetas para que les dijeran que se apartaran de su mal camino y corrigieran sus actos, y que no siguieran a los dioses ajenos ni les sirvieran, para que vivieran en la tierra que les di a ustedes y a sus padres. Pero ustedes no me prestaron oído ni me hicieron caso. 16 No hay duda de que los hijos de Jonadab hijo de Recab reconocieron la firmeza del mandamiento que les dio su padre; pero este pueblo no ha querido obedecerme.

17 »Por lo tanto, yo, el Señor y Dios de los ejércitos, Dios de Israel, declaro que voy a lanzar sobre Judá y sobre todos los habitantes de Jerusalén todo el mal que contra ellos he anunciado. Porque les hablé, y no me hicieron caso; los llamé, y no me respondieron.»

18 A la familia de los recabitas, Jeremías dijo:

«Así ha dicho el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Puesto que ustedes obedecieron al mandamiento de Jonadab, su padre, y cumplieron todos sus mandamientos y actuaron en conformidad con todo lo que él les mandó hacer, 19 yo, el Señor de los ejércitos y Dios de Israel, declaro que siempre estará en mi presencia un descendiente de Jonadab hijo de Recab.»

El rey quema el rollo

36 Durante el cuarto año del reinado de Joacín(H) hijo de Josías, en Judá, la palabra del Señor vino a Jeremías, y le dijo:

«Toma un rollo de cuero, y escribe en él cada una de las palabras que te he comunicado en contra de Israel y de Judá, y en contra de todas las naciones, desde los días de Josías, que fue cuando comencé a hablarte, hasta el día de hoy. Tal vez la casa de Judá preste atención a todo el mal que yo pienso hacerles, y cada uno de ellos se aparte de su mal camino. Entonces yo les perdonaré su maldad y su pecado.»

Jeremías llamó entonces a Baruc hijo de Nerías, y Baruc escribió en un rollo de cuero todo lo que Jeremías le dictó, y que eran las palabras que el Señor le había comunicado. Después Jeremías le dijo a Baruc:

«A mí se me ha prohibido entrar en la casa del Señor. Así que entra tú en ella, y en el día del ayuno lee ante el pueblo las palabras del Señor, que yo te he dictado y que están en este rollo. Léelas también en presencia de todos los de Judá, que vienen de sus ciudades. Tal vez la oración de ellos llegue a la presencia del Señor, y cada uno de ellos se aparte de su mal camino. Porque son demasiado grandes el furor y la ira que el Señor ha manifestado contra este pueblo.»

Baruc hijo de Nerías cumplió con todo lo que el profeta Jeremías le mandó hacer, y en el templo leyó del rollo de cuero las palabras del Señor.

En el mes noveno del año quinto del reinado de Joacín hijo de Josías, en Judá, en la presencia del Señor se promulgó ayuno a todo el pueblo de Jerusalén y a todos los que venían de las ciudades de Judá a Jerusalén. 10 Baruc leyó entonces en la casa del Señor las palabras de Jeremías que estaban en el rollo de cuero. Lo hizo en presencia del pueblo, desde el aposento del escriba Gemarías hijo de Safán, que estaba en el atrio superior, a la entrada de la puerta nueva de la casa del Señor. 11 Cuando Micaías hijo de Gemarías, hijo de Safán, oyó la lectura de todas las palabras del Señor, 12 se dirigió al palacio del rey y entró en el aposento del secretario. Allí estaban sentados todos los príncipes, es decir: el secretario Elisama, Delaía hijo de Semaías, Elnatán hijo de Acbor, Gemarías hijo de Safán, Sedequías hijo de Jananías, y todos los príncipes. 13 Allí Micaías les contó todo lo que había oído cuando Baruc dio lectura al rollo de cuero en presencia del pueblo. 14 Entonces todos los príncipes enviaron a Yehudí hijo de Netanías, hijo de Selemías, hijo de Cusi, para que le dijera a Baruc que tomara el rollo que había leído ante el pueblo y se presentara ante ellos. Entonces Baruc hijo de Nerías tomó el rollo de cuero y fue a verlos. 15 Allí los príncipes le dijeron:

«Siéntate, por favor, y léenos el rollo.»

Y Baruc se lo leyó. 16 En cuanto los príncipes oyeron todo aquello, cada uno miró espantado a su compañero, y le dijeron a Baruc:

«Tenemos que informar al rey de todo esto.»

17 Luego le preguntaron a Baruc:

«Ahora, cuéntanos cómo fue que escribiste todas estas palabras de labios de Jeremías.»

18 Y Baruc les contestó:

«Jeremías me dictaba todas estas palabras, y yo las iba escribiendo en el rollo.»

19 Entonces los príncipes le aconsejaron a Baruc:

«Pues corran a esconderse, tú y Jeremías, y que nadie sepa dónde se encuentran.»

20 Luego de depositar el rollo en el aposento del secretario Elisama, los príncipes se dirigieron al atrio, donde estaba el rey, y allí le informaron al rey acerca de todas estas palabras. 21 Entonces el rey ordenó a Yehudí que fuera por el rollo, y éste fue y lo tomó del aposento del secretario Elisama, y lo leyó ante el rey y ante todos los príncipes que le hacían compañía. 22 Era el mes noveno, y el rey estaba en la casa de invierno. Delante de él había un brasero encendido. 23 Yehudí habría leído tres o cuatro columnas del texto, cuando el rey rasgó el rollo con un cortaplumas de escriba, y lo arrojó al fuego que había en el brasero, hasta que todo el rollo se consumió. 24 Cuando el rey y sus siervos oyeron todas estas palabras, no mostraron ningún temor ni se rasgaron los vestidos. 25 Elnatán, Delaía y Gemarías le rogaron al rey que no quemara el rollo, pero el rey no les hizo caso; 26 al contrario, mandó a Yeramel hijo de Hamelec, a Seraías hijo de Azriel y a Selemías hijo de Abdel, para que aprehendieran al escriba Baruc y al profeta Jeremías, pero el Señor los escondió.

27 Después de que el rey quemó el rollo con las palabras que Jeremías le dictó a Baruc, y que éste había escrito, la palabra del Señor vino a Jeremías, y le dijo:

28 «Vuelve a tomar otro rollo, y escribe en él todas las palabras que ya estaban escritas en el primer rollo que quemó Joacín rey de Judá. 29 Y dile de mi parte: “Tú, Joacín rey de Judá, quemaste este rollo, y objetaste el hecho de que allí estuviera escrito que el rey de Babilonia vendrá y destruirá esta tierra, hasta que no queden en ella ni hombres ni animales. 30 Por lo tanto, yo, el Señor, te digo a ti, Joacín rey de Judá: Ningún descendiente tuyo te sucederá en el trono de David. Además, tu cadáver quedará expuesto al calor del día y al frío de la noche. 31 Por no haberme hecho caso, voy a castigarte por tu maldad, y también castigaré a tus descendientes y a tus siervos; voy a traer sobre ellos, y sobre los habitantes de Jerusalén y de Judá, todo el mal que les he anunciado.”»

32 Jeremías tomó otro rollo, y se lo dio al escriba Baruc hijo de Nerías; éste, por su parte, escribió en él todas las palabras que Jeremías le había dictado antes, y que estaban escritas en el rollo que el rey Joacín de Judá quemó en el fuego, ¡y aun fueron añadidas a ellas muchas otras palabras semejantes!