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Fracaso de las dos hermanas

Me dijo el Señor en tiempo del rey Josías:

— ¿Has visto lo que ha hecho la apóstata Israel? Ha recorrido todos los santuarios de los montes y se ha prostituido bajo todos los árboles frondosos. Yo me dije: “Después de hacerme todo lo que me ha hecho, volverá a mí”. Pero no volvió. Y Judá, su hermana infiel, aunque vio que, debido a todos sus adulterios, yo había despedido a la apóstata Israel y le había dado el acta de divorcio, no tuvo miedo; así que su infiel hermana Judá siguió adelante y se prostituyó ella también. Y con la frivolidad de su prostitución, profanó el país y cometió adulterio con la piedra y con el leño. 10 Y a pesar de todo ello, su infiel hermana Judá no volvió a mí con corazón sincero, sino fingidamente —oráculo del Señor—.

11 Me dijo el Señor:

— Es más inocente la apóstata Israel que la infiel Judá.

Invitación a la conversión de Israel y de Judá

12 — Vete y proclama estas palabras en dirección al norte. Dirás:

Vuelve, Israel, apóstata
—oráculo del Señor—,
que no os frunciré el ceño,
porque yo soy bondadoso
—oráculo del Señor—
y no guardo rencor por siempre.

13 Reconoce, sin embargo, tu culpa,

tu rebeldía contra el Señor, tu Dios:
prodigaste tus amores a extranjeros
debajo de todo árbol frondoso,
sin escuchar siquiera mi voz
—oráculo del Señor—.

14 Volved, hijos apóstatas —oráculo del Señor—, que yo soy vuestro dueño. Voy a elegir uno de cada ciudad y dos de cada clan, y voy a traeros a Sión. 15 Os daré los pastores que yo crea conveniente, y os apacentarán con profesionalidad y acierto. 16 Cuando por aquel entonces os multipliquéis y fructifiquéis en el país —oráculo del Señor—, no volverán a nombrar el Arca de la alianza del Señor; no se recordará ni se hablará de ella. No la echarán de menos ni se construirá otra. 17 Por aquel tiempo llamarán a Jerusalén “Trono del Señor”, y se congregarán en ella todas las naciones (en el nombre del Señor y en el de Jerusalén); y ya no seguirán a su obstinado y perverso corazón. 18 En aquellos días, Judá caminará con Israel, y vendrán juntos de un país del norte a la tierra que di en heredad a vuestros antepasados.

Arrepentimiento y perdón

19 Yo había pensado:
Voy a contarte entre mis hijos,
te daré una tierra deliciosa,
la heredad más hermosa de las naciones.
Pensaba que me llamarías “Padre”,
que no te apartarías de mí.
20 Pero igual que una esposa traiciona a su marido,
así me traicionasteis, pueblo de Israel
—oráculo del Señor—.
21 Se escuchan voces por las dunas,
el llanto suplicante de Israel,
porque han equivocado su camino,
han olvidado al Señor, su Dios.
22 ¡Volved, hijos apóstatas,
que voy a sanar vuestra apostasía!
“Aquí estamos, venimos a ti,
pues eres el Señor, nuestro Dios.
23 ¡Qué mentira son las colinas,
los montes son pura confusión!
Sólo en el Señor, nuestro Dios,
está la salvación de Israel.
24 La ignominia ha devorado,
ya desde que éramos jóvenes,
los logros de nuestros antepasados:
sus ovejas y sus vacas,
sus hijos y sus hijas.
25 ¡Acostémonos en nuestra vergüenza,
cubrámonos con nuestra deshonra!
Desde que éramos jóvenes hasta hoy,
nosotros, lo mismo que nuestros antepasados,
hemos pecado contra el Señor, nuestro Dios,
nos hemos negado a obedecerlo”.

¡Ojalá te convirtieras, Israel,
—oráculo del Señor—,
ojalá volvieras a mí!
Si quitas de mi vista
tu culto abominable,
no andarás perdido.
Si juras sinceramente
“por vida del Señor”,
con derecho y con justicia,
las naciones se bendecirán,
se alabarán entre sí
en el nombre del Señor.

Nueva llamada al arrepentimiento

Pues así dice el Señor
a la gente de Judá y a Jerusalén:
Roturad nuevas fincas
y no sembréis entre espinos.
Circuncidaos para el Señor, extirpad
el prepucio de vuestros corazones,
gente de Judá y de Jerusalén;
para que no estalle mi ira como fuego
y arda sin que nadie la extinga,
a causa de vuestras malas acciones.

Alarma ante el avance enemigo

Anunciadlo en Judá,
hacedlo saber en Jerusalén,
tocad la trompeta en el país;
proclamadlo, confirmadlo,
decid: “Juntémonos y entremos
en las ciudades fortificadas”.
Alzad la enseña hacia Sión;
en marcha, no os detengáis,
pues traigo una desgracia del norte,
acompañada de una gran calamidad.
Sube un león de la espesura,
se apresta un destructor de pueblos;
ya está saliendo de su escondrijo
para hacer de tu tierra un erial;
tus ciudades serán incendiadas,
todas quedarán deshabitadas.
Vestíos, pues, de sayal;
haced duelo y lamentaos,
que no se aparta de nosotros
el incendio de la ira del Señor.
Aquel día —oráculo del Señor—
se hundirá el ánimo del rey
y también el de los príncipes;
los sacerdotes quedarán espantados,
los profetas sin palabras.
10 Yo dije: “Ay, Señor mi Dios, ciertamente
engañaste a este pueblo y a Jerusalén,
pues dijiste que tendrían paz,
pero la espada amenaza su garganta”.

Vientos de guerra

11 En aquel tiempo dirán
a este pueblo y a Jerusalén:
“Un aire sofocante llega de las dunas,
avanza por el desierto camino de la capital”.
No es un viento para aventar o cribar,
12 sino un viento poderoso a mis órdenes.
Ahora es el momento de lanzar
mis acusaciones contra ellos.
13 Miradlo avanzar como las nubes,
sus carros igual que el torbellino,
sus caballos más ligeros que las águilas.
¡Ay de nosotros, seremos devastados!
14 Limpia tu corazón de maldad,
Jerusalén, si quieres salvarte.
¿Hasta cuándo ocuparán tu pecho
tantos proyectos criminales?
15 La voz de un mensajero llega desde Dan,
noticias de muerte de la montaña de Efraín.
16 Comunicad esto a las naciones,
hacedlo saber en Jerusalén:
Llegan dando gritos de tierras lejanas,
lanzan sus voces contra los pueblos de Judá;
17 te asedian en torno como guardias de campo,
por haberte rebelado contra mí
—oráculo del Señor—.
18 Tu propia conducta y tus acciones
te han acarreado estas cosas;
tu maldad ha acabado en amargura,
te ha penetrado hasta el corazón.

El profeta se queja de la falta de perspicacia

19 ¡Ay mis entrañas, mis entrañas!
¡Cómo me tiembla el corazón!
Tengo el corazón palpitando,
no puedo seguir en silencio.
He oído el sonido de la trompeta,
el alarido que preludia la guerra;
20 se anuncia desastre tras desastre,
devastación a lo largo del país.
De pronto son arrasadas las tiendas,
en un momento el campamento.
21 ¿Hasta cuándo veré el estandarte,
escucharé el sonido de la trompeta?
22 Mi pueblo es un necio,
ni siquiera me conoce;
son gente insensata,
que no recapacita;
expertos en el mal,
inexpertos para el bien.

Dimensiones cósmicas del desastre

23 Miré a la tierra: caos y vacío;
al cielo: ausencia de luz.
24 Miré a los montes: temblaban;
todas las colinas se estremecían.
25 Miré y no había ni un ser humano,
habían volado hasta los pájaros.
26 Miré y el vergel era estepa,
los pueblos estaban arrasados,
por la ira ardiente del Señor.
27 Pues así ha dicho el Señor:
Devastado quedará el país,
pero no provocaré su fin.
28 Por ello el país hará duelo,
arriba el cielo se oscurecerá.
Lo dije y no me arrepiento,
lo he pensado y no me desdigo.

Duelo por Sión

29 Griterío de jinetes y arqueros
ponen en fuga a la ciudad:
penetran en la maleza,
suben por los desfiladeros.
La ciudad ha sido abandonada,
no han quedado habitantes en ella.
30 Y una vez devastada, ¿qué harás,
tú, que te vistes de púrpura,
te adornas con joyas de oro
y resaltas tus ojos con sombra?
De nada sirve embellecerte;
tus amantes te han rechazado,
y sólo buscan tu muerte.
31 Oigo quejidos de parturienta,
angustias como de primeriza:
son quejidos y suspiros de Sión,
que estira doliente sus brazos:
¡Ay de mí, que estoy agotada,
me están quitando la vida!

Variaciones sobre el tema del juicio

Patrullad las calles de Jerusalén,
mirad bien y comprobad;
buscad por todas sus plazas
a ver si encontráis a alguien,
uno siquiera que sea justo,
que vaya tras la verdad,
y yo lo perdonaré.
Cuando juran “por vida del Señor”,
¿acaso no juran en falso
siendo así, Señor,
que tus ojos buscan la verdad?
Los golpeaste y no les afectó,
los destrozaste y no se corrigieron;
endurecían su cara como la piedra,
no quisieron convertirse a ti.
Yo pensaba: “Se trata de pobre gente,
de personas ignorantes
que no saben cómo actúa el Señor,
ni qué es lo que quiere su Dios.
Iré, pues, donde los bien situados,
voy a dirigirme a quienes
conocen cómo actúa el Señor
y qué es lo que quiere su Dios”.
Pero habían roto el yugo
y habían soltado las riendas.
Por eso, un león de la selva los herirá,
un lobo estepario los destrozará;
una pantera acecha sus ciudades
y desgarra a quien sale de ellas.
Pues son numerosas sus rebeldías,
han multiplicado sus traiciones.
¿Por qué debería perdonarte?
Tus hijos me han abandonado,
juraron por dioses falsos;
después de haberlos saciado,
ellos cometieron adulterio,
acudieron en masa al burdel.
¡Sementales ardientes y lascivos,
que relinchan por la mujer de su vecino!
¿Y no castigaré estas cosas?
—Oráculo del Señor—.
De un pueblo que así se comporta,
¿no he de vengarme en persona?
10 Pasad por las hileras de la viña,
destruid, pero no aniquiléis;
arrancad todos sus sarmientos,
porque ya no son del Señor.
11 Pues tanto Israel como Judá
me han traicionado sin pudor
—oráculo del Señor—.