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―¡Bonitas palabras dices! ¡Ojalá se cumplan tus profecías! Espero que el Señor haga cuanto dices y traiga de Babilonia los tesoros de este templo, y a todos nuestros seres queridos. Pero escucha ahora las solemnes palabras que en presencia de todo este pueblo pronuncio yo. Los antiguos profetas que nos precedieron a ti y a mí hablaron contra muchas naciones, siempre con advertencias de guerra, hambre y pestes.

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