Setenta años de cautiverio

25 Esta es la palabra que vino a Jeremías con relación a todo el pueblo de Judá. La recibió en el año cuarto del reinado de Joacim, hijo de Josías y rey de Judá, es decir, durante el año primero del reinado de Nabucodonosor, rey de Babilonia. El profeta Jeremías dijo lo siguiente a todo el pueblo de Judá y a todos los habitantes de Jerusalén: «Desde el año trece de Josías, hijo de Amón y rey de Judá, hasta el día de hoy, durante veintitrés años, el Señor me ha dirigido su palabra y yo les he hablado en repetidas ocasiones, pero ustedes no me han hecho caso.

»Además, una y otra vez el Señor ha enviado a sus siervos los profetas, pero ustedes no los han escuchado ni les han prestado atención. Ellos los exhortaban: “Dejen ya su mal camino y sus malas acciones. Así podrán habitar en la tierra que, desde siempre y para siempre, el Señor ha dado a ustedes y a sus antepasados. No vayan tras otros dioses para servirles y adorarlos; no me ofendan con la obra de sus manos y no les haré ningún mal”.

»Pero ustedes no me obedecieron —afirma el Señor—, sino que me irritaron con la obra de sus manos para su propia desgracia.

»Por eso, así dice el Señor de los Ejércitos: “Por cuanto no han obedecido mis palabras, yo haré que vengan todos los pueblos del norte y también mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia. Los traeré contra esta tierra, contra sus habitantes y contra todas las naciones vecinas, y los destruiré por completo: ¡los convertiré en objeto de horror, de burla y de eterna ruina!”, afirma el Señor. 10 “Haré que desaparezcan entre ellos los gritos de gozo y alegría, las voces del novio y la novia, el ruido del molino y la luz de la lámpara. 11 Todo este país quedará reducido a horror y ruina; estas naciones servirán al rey de Babilonia durante setenta años”.

12 »Pero cuando se hayan cumplido los setenta años, yo castigaré por su iniquidad al rey de Babilonia y a aquella nación, país de los babilonios,[a] y los convertiré en ruina perpetua», afirma el Señor. 13 «Haré que vengan sobre esa tierra todas las amenazas que anuncié, todo lo que está registrado en este libro y que Jeremías ha profetizado contra todas las naciones. 14 Ellos mismos serán esclavizados por muchas naciones y reyes poderosos. Así les daré lo que merecen su conducta y sus hechos».

La copa de la ira divina

15 El Señor, el Dios de Israel, me dijo: «Toma de mi mano esta copa del vino de mi ira y dásela a beber a todas las naciones a las que yo te envíe. 16 Cuando ellas la beban, se tambalearán y perderán el juicio, a causa de la espada que voy a enviar contra ellos».

17 Tomé de la mano del Señor la copa y se la di a beber a todas las naciones a las cuales el Señor me envió:

18 a Jerusalén y a las ciudades de Judá, a sus reyes y a sus oficiales, para convertirlos en ruinas, en motivo de horror, burla y maldición, como hoy se puede ver.

19 También se la di a beber al faraón, rey de Egipto, a sus siervos, oficiales y todo su pueblo; 20 a todos los forasteros,

a todos los reyes del país de Uz

y a todos los reyes del país de los filisteos; a los de Ascalón, Gaza, Ecrón y a los sobrevivientes de Asdod;

21 a Edom, Moab y a los hijos de Amón;

22 a todos los reyes de Tiro y de Sidón;

a todos los reyes de las costas al otro lado del mar;

23 a Dedán, Temá y Buz; a todos los pueblos que se rapan las sienes;

24 a todos los reyes de Arabia; a todos los reyes de las diferentes tribus del desierto;

25 a todos los reyes de Zimri, Elam y Media;

26 a todos los reyes del norte, cercanos o lejanos y a todos los reinos que están sobre la faz de la tierra.

Después de ellos, beberá el rey de Sesac.[b]

27 «Tú les dirás: “Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: ‘Beban, emborráchense, vomiten y caigan para no levantarse más, por causa de la espada que estoy por mandar contra ustedes’ ”. 28 Pero si se niegan a tomar de tu mano la copa y beberla, tú les dirás: “Así dice el Señor de los Ejércitos: ‘¡Tendrán que beberla!’. 29 Desataré calamidades contra la ciudad que lleva mi Nombre. ¿Y creen ustedes que no los voy a castigar? Al contrario, serán castigados —afirma el Señor de los Ejércitos—, porque yo desenvaino la espada contra todos los habitantes de la tierra”.

30 »Tú, Jeremías, profetiza contra ellos todas estas palabras:

»“Ruge el Señor desde lo alto;
    desde su santa morada hace tronar su voz.
Ruge violento contra su rebaño;
    grita como los que pisan la uva,
    contra todos los habitantes del mundo.
31 El estruendo llega hasta los confines de la tierra,
    porque el Señor litiga contra las naciones;
enjuicia a todos los mortales
    y pasa por la espada a los malvados”»,
    afirma el Señor.

32 Así dice el Señor de los Ejércitos:

«La calamidad se extiende
    de nación en nación;
una terrible tempestad se desata
    desde los confines de la tierra».

33 En aquel día, las víctimas del Señor quedarán tendidas de un extremo a otro de la tierra. Nadie las llorará ni las recogerá ni las enterrará; se quedarán sobre la faz de la tierra, como el estiércol.

34 Giman, pastores, y clamen;
    revuélquense en el polvo, jefes del rebaño,
porque les ha llegado el día de la matanza;
    serán dispersados y caerán como carneros escogidos.[c]
35 Los pastores no tendrán escapatoria;
    no podrán huir los jefes del rebaño.
36 Escuchen el clamor de los pastores
    y el gemido de los jefes del rebaño,
    porque el Señor destruye sus pastizales.
37 Las tranquilas praderas son asoladas,
    a causa de la ardiente ira del Señor.
38 Como león que deja abandonada su guarida,
    él ha dejado desolada la tierra de ellos,
a causa de la espada[d] del opresor,
    a causa de la ardiente ira del Señor.

Jeremías bajo amenaza de muerte

26 Al comienzo del reinado de Joacim, hijo de Josías y rey de Judá, vino esta palabra del Señor a Jeremías: «Así dice el Señor: “Párate en el atrio del Templo del Señor y di todas las palabras que yo te ordene a todos los habitantes de las ciudades de Judá que vienen a adorar en el Templo del Señor. No omitas ni una sola palabra. Tal vez te hagan caso y se conviertan de su mal camino. Si lo hacen, desistiré del mal que pensaba hacerles por causa de sus malas acciones. Tú les advertirás que así dice el Señor: ‘Si no me obedecen ni siguen la Ley que yo he entregado y si no escuchan las palabras de mis siervos los profetas, a quienes una y otra vez he enviado y ustedes han desobedecido, entonces haré con esta casa lo mismo que hice con Siló: Haré de esta ciudad una maldición para todas las naciones de la tierra’ ”».

Los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron estas palabras que el profeta Jeremías pronunció en el Templo del Señor. Pero en cuanto Jeremías terminó de decirle al pueblo todo lo que el Señor había ordenado, los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo lo apresaron y dijeron: «¡Vas a morir! ¿Por qué has profetizado en el nombre del Señor que esta casa quedará como Siló y esta ciudad, desolada y deshabitada?». Y todo el pueblo que estaba en el Templo del Señor se abalanzó sobre Jeremías.

10 Cuando los oficiales de Judá escucharon estas cosas, fueron del palacio del rey al Templo del Señor y se apostaron a la entrada de la Puerta Nueva del Templo. 11 Allí los sacerdotes y los profetas dijeron a los oficiales y a todo el pueblo: «Este hombre debe ser condenado a muerte, porque ha profetizado contra esta ciudad, tal como ustedes lo han escuchado con sus propios oídos».

12 Pero Jeremías dijo a todos los oficiales y a todo el pueblo: «El Señor me envió para profetizar contra esta casa y contra esta ciudad todas las cosas que ustedes han escuchado. 13 Así que enmienden ya su conducta y sus acciones; obedezcan al Señor su Dios y el Señor cambiará de parecer del mal que ha anunciado. 14 En cuanto a mí, estoy en manos de ustedes; hagan conmigo lo que mejor les parezca. 15 Pero sepan que, si ustedes me matan, estarán derramando sangre inocente sobre ustedes mismos y sobre los habitantes de esta ciudad. Porque verdaderamente el Señor me ha enviado a que les anuncie claramente todas estas cosas».

16 Los oficiales y todo el pueblo dijeron a los sacerdotes y a los profetas: «Este hombre no debe ser condenado a muerte, porque nos ha hablado en el nombre del Señor nuestro Dios».

17 Entonces algunos de los jefes del país se levantaron y recordaron a toda la asamblea del pueblo 18 que, en tiempos de Ezequías, rey de Judá, Miqueas de Moréset había profetizado a todo el pueblo de Judá: «Así dice el Señor de los Ejércitos:

»“Sión será como un campo arado;
    Jerusalén quedará en ruinas
    y el monte del Templo se volverá un matorral”.

19 »¿Acaso Ezequías, rey de Judá, y todo su pueblo mataron a Miqueas? ¿No es verdad que Ezequías temió al Señor y pidió su ayuda, y que el Señor desistió del mal que les había anunciado? Sin embargo, nosotros estamos por provocar nuestro propio mal».

20 Hubo también otro profeta, de nombre Urías, hijo de Semaías, de Quiriat Yearín, que profetizaba en el nombre del Señor. Este profetizó contra la ciudad y contra el país, tal y como lo hizo Jeremías. 21 Cuando el rey Joacim, sus soldados y todos los oficiales oyeron sus palabras, el rey intentó matarlo; pero al enterarse Urías, tuvo miedo y escapó a Egipto. 22 Después el rey Joacim envió a Egipto a Elnatán, hijo de Acbor, junto con otros hombres. 23 Ellos sacaron de Egipto a Urías y lo llevaron ante el rey Joacim, quien mandó que mataran a Urías a filo de espada y arrojaran su cadáver a la fosa común.

24 Sin embargo, Ajicán, hijo de Safán, protegió a Jeremías y no permitió que cayera en manos del pueblo ni que lo mataran.

Parábola del yugo

27 Al comienzo del reinado de Sedequías[e], rey de Judá e hijo de Josías, vino a Jeremías esta palabra del Señor:

Así me dijo el Señor: «Hazte unas ataduras y un yugo y póntelos sobre el cuello. Luego, envía a los reyes de Edom, Moab, Amón, Tiro y Sidón un mensaje por medio de los mensajeros que vienen a Jerusalén para ver a Sedequías, rey de Judá. Entrégales este mensaje para sus señores: “Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: ‘Digan a sus señores: Yo, con mi gran poder y mi brazo poderoso, hice la tierra, los seres humanos y los animales que están sobre ella; y puedo dárselos a quien me plazca. Ahora mismo entrego todos estos países en manos de mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, y hasta las bestias del campo he puesto bajo su poder. Todas las naciones le servirán a él, a su hijo y a su nieto, hasta que también a su país le llegue la hora y sea sometido por numerosas naciones y grandes reyes.

»” ’Y, si alguna nación o reino rehúsa servir a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y no se somete al yugo del rey de Babilonia, yo castigaré a esa nación con espada, hambre y pestilencia, hasta que Nabucodonosor la destruya por completo’, afirma el Señor. ‘Por tanto, no hagan caso a sus profetas ni a sus adivinos, intérpretes de sueños, agoreros y hechiceros, que les dicen que no se sometan al rey de Babilonia. 10 Las mentiras que ellos profetizan solo sirven para que ustedes se alejen de su propia tierra y para que yo los expulse y mueran. 11 En cambio, a la nación que incline su cuello bajo el yugo del rey de Babilonia y se someta a él —afirma el Señor—, yo la dejaré en su propia tierra para que la trabaje y viva en ella’ ”».

12 A Sedequías, rey de Judá, le dije lo mismo: «Inclinen el cuello bajo el yugo del rey de Babilonia; sométanse a él y a su pueblo y seguirán con vida. 13 ¿Para qué van a morir tú y tu pueblo por la espada, el hambre y la pestilencia, tal como lo ha prometido el Señor a toda nación que no se someta al rey de Babilonia? 14 No hagan caso a las palabras de los profetas que les dicen que no se sometan al rey de Babilonia, porque lo que profetizan son mentiras. 15 “¡Yo no los envié!”, afirma el Señor. “Ellos profetizan mentiras en mi nombre, que solo servirán para que yo los expulse a ustedes y mueran tanto ustedes como sus profetas”».

16 También comuniqué a los sacerdotes y a todo el pueblo que así dice el Señor:

«No hagan caso a los profetas que aseguran que muy pronto les serán devueltos de Babilonia los utensilios del Templo del Señor. ¡Tales profecías son puras mentiras! 17 No les hagan caso. Sométanse al rey de Babilonia y seguirán con vida. ¿Por qué ha de convertirse en ruinas esta ciudad? 18 Si de veras son profetas y tienen palabra del Señor, que supliquen al Señor de los Ejércitos que no sean llevados a Babilonia los utensilios que aún quedan en el Templo del Señor, en el palacio del rey de Judá y en Jerusalén.

19 »Esto dice el Señor de los Ejércitos respecto a las columnas, la fuente de bronce, las bases y los demás utensilios que quedaron en esta ciudad, 20 que no se los llevó Nabucodonosor, rey de Babilonia, cuando deportó de Jerusalén a Babilonia a Jeconías,[f] rey de Judá e hijo de Joacim, junto con todos los nobles de Judá y Jerusalén. 21 Es decir, en cuanto a los utensilios que quedaron en el Templo del Señor y en el palacio del rey de Judá y en Jerusalén, así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: 22 “Todo esto será llevado a Babilonia —afirma el Señor—, y allí permanecerá hasta el día en que yo lo vaya a buscar y lo devuelva a este lugar”».

Jananías, el falso profeta

28 En el quinto mes de ese mismo año cuarto, es decir, al comienzo del reinado de Sedequías, rey de Judá, el profeta Jananías, hijo de Azur, que era de Gabaón, me dijo en el Templo del Señor, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo:

—Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: “Voy a quebrar el yugo del rey de Babilonia. Dentro de dos años haré volver a este lugar todos los utensilios del Templo del Señor que Nabucodonosor, rey de Babilonia, se llevó de este lugar a Babilonia. También haré que vuelvan a este lugar Jeconías, hijo de Joacim y rey de Judá, y todos los que fueron deportados de Judá a Babilonia. ¡Voy a quebrar el yugo del rey de Babilonia! Yo, el Señor, lo afirmo”.

En presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo que estaba en el Templo del Señor, el profeta Jeremías respondió al profeta Jananías:

—¡Amén! Que así lo haga el Señor. Que cumpla el Señor las palabras que has profetizado. Que devuelva a este lugar los utensilios del Templo del Señor y a todos los exiliados a Babilonia. Pero presta atención a lo que voy a decirles a ti y a todo el pueblo: Los profetas que nos han precedido profetizaron guerra, hambre y pestilencia contra numerosas naciones y grandes reinos. Pero a un profeta que anuncia paz se le reconoce como profeta verdaderamente enviado por el Señor solo si se cumplen sus palabras.

10 Entonces el profeta Jananías tomó el yugo que estaba sobre el cuello del profeta Jeremías y lo quebró. 11 Y dijo en presencia de todo el pueblo:

—Así dice el Señor: “De esta manera voy a quebrar, dentro de dos años, el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que pesa sobre el cuello de todas las naciones”.

El profeta Jeremías, por su parte, optó por seguir su camino.

12 Algún tiempo después de que el profeta Jananías quebrara el yugo que pesaba sobre el cuello de Jeremías, la palabra del Señor vino a este profeta:

13 «Ve y adviértele a Jananías que así dice el Señor: “Tú has quebrado un yugo de madera, pero yo haré[g] en su lugar un yugo de hierro. 14 Porque así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: ‘Voy a poner un yugo de hierro sobre el cuello de todas estas naciones para someterlas a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y ellas se sujetarán a él. También a las bestias del campo las someteré a su poder’ ”».

15 Entonces el profeta Jeremías dijo al profeta Jananías:

—Presta mucha atención. A pesar de que el Señor no te ha enviado, tú has hecho que este pueblo confíe en una mentira. 16 Por eso, así dice el Señor: “Voy a hacer que desaparezcas de la faz de la tierra. Puesto que has incitado a la rebelión contra el Señor, este mismo año morirás”.

17 En efecto, el profeta Jananías murió en el mes séptimo de ese mismo año.

Carta a los exiliados

29 Esta es la carta que el profeta Jeremías envió desde Jerusalén al resto de los jefes que estaban en el exilio, a los sacerdotes y los profetas y a todo el pueblo que Nabucodonosor había desterrado de Jerusalén a Babilonia. Esto sucedió después de que el rey Jeconías había salido de Jerusalén, junto con la reina madre, los oficiales de la corte, los líderes de Judá y de Jerusalén, los artesanos y los herreros. La carta fue enviada por medio de Elasá, hijo de Safán, y de Guemarías, hijo de Jilquías, a quienes Sedequías, rey de Judá, había enviado al rey Nabucodonosor, rey de Babilonia. Esta decía:

Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel, a todos los que envié al exilio de Jerusalén a Babilonia: «Construyan casas y habítenlas; planten huertos y coman de su fruto. Cásense y tengan hijos e hijas. También casen a sus hijos e hijas para que a su vez ellos les den nietos. Multiplíquense allá y no disminuyan. Además, busquen el bienestar de la ciudad adonde los he deportado y pidan al Señor por ella, porque el bienestar de ustedes depende del bienestar de la ciudad». Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: «No se dejen engañar por los profetas ni por los adivinos que están entre ustedes. No hagan caso de los sueños que ellos tienen.[h] Lo que ellos profetizan en mi nombre es una mentira. Yo no los he enviado», afirma el Señor.

10 Así dice el Señor: «Cuando a Babilonia se le hayan cumplido los setenta años, yo los visitaré y haré honor a mi promesa en favor de ustedes; los haré volver a este lugar. 11 Porque yo conozco los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. 12 Entonces ustedes me invocarán, vendrán a suplicarme y yo los escucharé. 13 Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón. 14 Me dejaré encontrar —afirma el Señor—, y los haré volver del cautiverio.[i] Yo los reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde los haya dispersado y los haré volver al lugar del cual los deporté», afirma el Señor.

15 Ustedes podrán decir: «El Señor nos ha dado profetas en Babilonia», 16 pero esto es lo que dice el Señor acerca del rey que ocupa el trono de David y acerca de todo el pueblo que aún queda en esta ciudad, es decir, de sus hermanos que no fueron con ustedes al exilio. 17 Así dice el Señor de los Ejércitos: «Voy a mandar contra ellos la espada, el hambre y la pestilencia. Haré que sean como higos podridos, que de tan malos no se pueden comer. 18 Los perseguiré con espada, hambre y pestilencia, y haré que sean motivo de espanto para todos los reinos de la tierra, y que sean maldición y objeto de horror, de burla y de escarnio en todas las naciones por donde yo los disperse. 19 Porque ustedes no han escuchado ni han hecho caso de las palabras que, una y otra vez, envié por medio de mis siervos los profetas», afirma el Señor.

20 Pero ahora todos ustedes los exiliados que fueron deportados de Jerusalén a Babilonia, escuchen lo que dice el Señor. 21 Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel, acerca de Acab, hijo de Colaías, y de Sedequías, hijo de Maseías, que les profetizan una mentira en mi nombre: «Voy a entregarlos en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y él los matará ante sus propios ojos. 22 Por culpa de ellos, todos los deportados de Judá que están en Babilonia pronunciarán esta maldición: “Que haga el Señor contigo lo mismo que hizo con Sedequías y Acab, a quienes el rey de Babilonia asó en el fuego”. 23 Porque cometieron una infamia en Israel: adulteraron con la mujer de su prójimo y dijeron mentiras en mi nombre, cosas que jamás ordené. Yo lo sé y de eso soy testigo», afirma el Señor.

Mensaje de Semaías

24 «También a Semaías, hijo de Nejelán, le comunicarás 25 que así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: “Tú, en tu propio nombre, enviaste cartas a todo el pueblo que está en Jerusalén, al sacerdote Sofonías, hijo de Maseías, y a todos los sacerdotes. En esas cartas decías: 26 ‘El Señor te ha puesto como sacerdote en lugar del sacerdote Joyadá, para que vigiles en el Templo del Señor. A todo loco que se haga pasar por profeta, lo pondrás en el cepo y en el calabozo. 27 ¿Por qué, pues, no has reprendido a Jeremías de Anatot, que entre ustedes se hace pasar por profeta? 28 Resulta que él nos envió un mensaje a Babilonia, el cual decía: La deportación va a durar mucho tiempo; así que construyan casas y habítenlas; planten huertos y coman de su fruto’ ”».

29 El sacerdote Sofonías leyó esta carta al profeta Jeremías. 30 Entonces vino a Jeremías la palabra del Señor:

31 «Comunícales a todos los deportados que así dice el Señor acerca de Semaías de Nejelán: “Puesto que Semaías ha profetizado sin que yo lo haya enviado y les ha hecho confiar en una mentira, 32 yo, el Señor, castigaré a Semaías de Nejelán y a su descendencia porque ha incitado al pueblo a rebelarse contra mí. Ninguno de su familia vivirá para contar el bien que haré a mi pueblo”», afirma el Señor.

Footnotes

  1. 25:12 Lit. caldeos.
  2. 25:26 Sesac es un criptograma que alude a Babilonia.
  3. 25:34 carneros escogidos (LXX); vasijas escogidas (TM).
  4. 25:38 la espada (mss. hebreos, LXX y Targum; véanse también Jer 46:16 y 50:16); la ira (TM).
  5. 27:1 Sedequías. Conforme a algunos manuscritos hebreos y la Versión Siríaca. La gran mayoría de los manuscritos hebreos dicen Joaquín. Véanse 27:3-12 y 28:1.
  6. 27:20 Jeconías. Es decir, Joaquín; también en 28:4.
  7. 28:13 yo haré (LXX); tú harás (TM).
  8. 29:8 que ellos tienen. Lit. que ustedes hacen soñar.
  9. 29:14 los haré volver del cautiverio. Alt. restauraré la fortuna de ustedes.

Setenta años de cautiverio

25 Palabra que vino a Jeremías acerca de todo el pueblo de Judá, en el año cuarto de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá (este era el primer año de Nabucodonosor(A), rey de Babilonia(B)), la cual el profeta Jeremías habló a todo el pueblo de Judá y a todos los habitantes de Jerusalén, diciendo(C): Desde el año trece de Josías, hijo de Amón, rey de Judá(D), hasta hoy, en estos[a] veintitrés años ha venido a mí la palabra del Señor(E), y os he hablado(F) repetidas veces[b], pero no habéis escuchado(G). Y el Señor os envió repetidas veces[c] a todos sus siervos los profetas (pero no escuchasteis ni inclinasteis vuestro oído para oír(H)), diciendo: «Volveos ahora cada cual de vuestro camino y de la maldad de vuestras obras, y habitaréis en la tierra que el Señor os dio a vosotros y a vuestros padres(I) para siempre(J); no vayáis tras otros dioses para servirles y postraros ante ellos(K), no me provoquéis a ira con la obra de vuestras manos, y no os haré ningún mal». Pero no me habéis escuchado —declara el Señor— de modo que me provocasteis a ira con la obra de vuestras manos para vuestro propio mal(L). Por tanto, así dice el Señor de los ejércitos: «Por cuanto no habéis obedecido mis palabras, he aquí, mandaré a buscar[d] a todas las familias del norte —declara el Señor(M)— y a Nabucodonosor, rey de Babilonia, siervo mío(N), y los traeré contra esta tierra, contra sus habitantes y contra todas estas naciones de alrededor; los destruiré por completo[e] y los haré objeto de horror, de burla y de eterna desolación(O). 10 Y haré cesar[f] de ellos la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia, el sonido de las piedras de molino(P) y la luz de la lámpara(Q). 11 Toda esta tierra será desolación(R) y horror, y estas naciones servirán al rey de Babilonia setenta años(S).

12 »Después que[g] se hayan cumplido los setenta años(T), castigaré al rey de Babilonia y a esa nación por su iniquidad(U) —declara el Señor— y a la tierra de los caldeos(V) la haré una desolación eterna. 13 Y traeré sobre esa tierra todas las palabras que he hablado contra ella, todo lo que está escrito en este libro que Jeremías ha profetizado contra todas las naciones(W). 14 (Pues también a ellos los harán esclavos muchas naciones y[h] grandes reyes(X), y les pagaré conforme a sus hechos y conforme a la obra de sus manos(Y))».

La ira de Dios contra las naciones

15 Porque así me ha dicho el Señor, Dios de Israel: Toma de mi mano esta copa del vino del furor, y haz que beban de ella todas las naciones a las cuales yo te envío(Z). 16 Y beberán y se tambalearán y enloquecerán a causa de la espada que enviaré entre ellas(AA). 17 Entonces tomé la copa de la mano del Señor, e hice beber de ella a todas las naciones a las cuales me envió el Señor(AB): 18 a Jerusalén y a las ciudades de Judá, a sus reyes y a sus príncipes, para ponerlos por desolación(AC), horror, burla y maldición, como hasta hoy; 19 a Faraón, rey de Egipto, a sus siervos, a sus príncipes y a todo su pueblo(AD); 20 a todos los extranjeros[i], a todos los reyes(AE) de la tierra de Uz(AF), a todos los reyes de la tierra de los filisteos (es decir, Ascalón, Gaza(AG), Ecrón y al remanente de Asdod(AH)); 21 a Edom(AI), a Moab(AJ) y a los hijos de Amón(AK); 22 a todos los reyes de Tiro, a todos los reyes de Sidón(AL) y a los reyes de las costas que están más allá(AM) del mar; 23 a Dedán, a Tema(AN), a Buz(AO) y a todos los que se rapan las sienes(AP); 24 a todos los reyes de Arabia(AQ) y a todos los reyes de los extranjeros[j](AR) que habitan en el desierto; 25 a todos los reyes de Zimri, a todos los reyes de Elam(AS) y a todos los reyes de Media(AT); 26 a todos los reyes del norte(AU), los de cerca y los de lejos, los unos con los otros, y a todos los reinos del mundo que están sobre la faz de la tierra(AV). El rey de Sesac[k] beberá después de ellos.

27 Y les dirás: «Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: “Bebed, embriagaos, vomitad, caed y no os levantéis a causa de la espada que yo enviaré entre vosotros(AW)”». 28 Y sucederá que si rehúsan(AX) tomar la copa de tu mano para beber, les dirás: «Así dice el Señor de los ejércitos: “Ciertamente vais a beber(AY). 29 Porque he aquí que comienzo a causar mal en esta ciudad(AZ) que se llama por mi nombre, ¿y quedaréis vosotros sin castigo alguno? No quedaréis sin castigo, porque llamo a la espada contra todos los habitantes de la tierra(BA)” —declara el Señor de los ejércitos(BB)».

30 Tú, pues, profetizarás contra ellos todas estas palabras, y les dirás:

«El Señor rugirá desde lo alto,
y dará su voz desde su santa morada;
rugirá(BC) fuertemente contra su rebaño[l].
Dará gritos como los que pisan las uvas
contra todos los habitantes de la tierra(BD).
31 Ha llegado el estruendo hasta el fin de la tierra,
porque el Señor tiene un pleito contra las naciones(BE);
entra en juicio contra toda carne(BF);
a los impíos, los entrega a la espada» —declara el Señor.

32 Así dice el Señor de los ejércitos:
He aquí, el mal va
de nación en nación(BG),
y una gran tempestad(BH) se levanta
de los confines de la tierra.

33 Y los muertos por el Señor en aquel día estarán desde un extremo de la tierra hasta el otro[m](BI). No los llorarán, ni los recogerán, ni los sepultarán; serán como estiércol sobre la faz de la tierra(BJ).

34 Gemid, pastores, y clamad;
revolcaos en ceniza(BK), mayorales del rebaño;
porque se han cumplido los días de vuestra matanza(BL) y de vuestra dispersión,
y caeréis como vaso precioso.
35 No habrá huida para los pastores,
ni escape(BM) para los mayorales del rebaño.
36 Se oye el sonido del clamor de los pastores,
y el gemido de los mayorales del rebaño,
porque el Señor está destruyendo sus pastos,
37 y son silenciados los rebaños[n] apacibles(BN)
a causa de la ardiente ira del Señor(BO).
38 Ha dejado como león su guarida,
porque su tierra se ha convertido en horror(BP)
por el furor de la espada opresora[o],
y a causa de su ardiente ira.

Plan para matar a Jeremías

26 Al comienzo del reinado de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá(BQ), vino esta palabra del Señor, diciendo: Así dice el Señor: «Ponte en el atrio de la casa del Señor, y habla a todas las ciudades de Judá(BR) que vienen a adorar en la casa del Señor(BS) todas las palabras que te he mandado decirles(BT). No omitas ni una palabra(BU). Tal vez escuchen y cada uno se vuelva de su mal camino, y yo me arrepienta del mal que pienso hacerles a causa de la maldad de sus obras(BV)». Les dirás: «Así dice el Señor: “Si no me escucháis(BW), para andar en mi ley que he puesto delante de vosotros(BX), escuchando las palabras de mis siervos los profetas que os he enviado repetidas veces[p], pero no los habéis escuchado(BY), entonces pondré esta casa como Silo(BZ), y esta ciudad la pondré por maldición para todas las naciones de la tierra(CA)”».

Y los sacerdotes, los profetas(CB) y todo el pueblo oyeron a Jeremías decir estas palabras en la casa del Señor. Cuando Jeremías terminó de decir todo lo que el Señor le había mandado que hablara a todo el pueblo, lo apresaron los sacerdotes, los profetas(CC) y todo el pueblo, diciendo: De cierto, morirás. ¿Por qué has profetizado en nombre del Señor, diciendo: «Esta casa será como Silo y esta ciudad quedará desolada sin habitante alguno(CD)»? Y todo el pueblo se congregó(CE) contra Jeremías en la casa del Señor.

10 Y cuando los jefes de Judá oyeron estas cosas(CF), subieron de la casa del rey a la casa del Señor, y se sentaron a la entrada de la puerta Nueva de la casa del Señor(CG). 11 Y los sacerdotes y los profetas hablaron a los jefes y a todo el pueblo, diciendo: ¡Sentencia de muerte para este hombre(CH)!, porque ha profetizado contra esta ciudad, como habéis oído con vuestros propios oídos(CI). 12 Entonces Jeremías habló a todos los jefes y a todo el pueblo, diciendo: El Señor me ha enviado a profetizar contra esta casa y contra esta ciudad(CJ) todas las palabras que habéis oído. 13 Ahora bien, enmendad vuestros caminos y vuestras obras, y oíd la voz del Señor vuestro Dios, y el Señor se arrepentirá del mal que ha pronunciado contra vosotros(CK). 14 En cuanto a mí, he aquí estoy en vuestras manos(CL); haced de mí como mejor y más recto sea a vuestros ojos. 15 Pero sabed bien que si me matáis, sangre inocente echaréis sobre vosotros y sobre esta ciudad y sobre sus habitantes(CM); porque en verdad el Señor me ha enviado a vosotros para hablar en vuestros oídos todas estas palabras.

16 Dijeron los jefes y todo el pueblo a los sacerdotes y a los profetas: Que no haya sentencia de muerte para este hombre(CN), porque en nombre del Señor nuestro Dios nos ha hablado. 17 Y se levantaron(CO) algunos de los ancianos del país y hablaron a toda la asamblea del pueblo, diciendo: 18 Miqueas de Moréset[q] profetizó en días de Ezequías, rey de Judá(CP), y habló a todo el pueblo de Judá, diciendo: «Así ha dicho el Señor de los ejércitos:

“Sión será arada como un campo,
Jerusalén se convertirá en un montón de ruinas,
y el monte del santuario[r] será como los lugares altos de un bosque[s](CQ)”».

19 ¿Acaso le dieron muerte Ezequías(CR), rey de Judá, y todo Judá? ¿No temió él al Señor y suplicó el favor del Señor, y el Señor se arrepintió del mal que había pronunciado contra ellos(CS)? Nosotros, pues, estamos cometiendo un gran mal contra nosotros mismos(CT).

20 Y hubo también un hombre que profetizó en el nombre del Señor, Urías, hijo de Semaías de Quiriat-jearim(CU), el cual profetizó contra esta ciudad y contra esta tierra palabras semejantes a todas las de Jeremías. 21 Cuando el rey Joacim y todos sus valientes y todos los jefes oyeron sus palabras, el rey procuró matarlo(CV); pero Urías se enteró, tuvo miedo, huyó(CW) y se fue a Egipto. 22 Entonces el rey Joacim envió hombres a Egipto: a Elnatán, hijo de Acbor, y a otros hombres con él, a Egipto(CX). 23 Y trajeron a Urías de Egipto y lo llevaron al rey Joacim, quien lo mató a espada(CY) y echó su cadáver a la fosa común[t].

24 Pero la mano de Ahicam, hijo de Safán, estaba con Jeremías(CZ), de manera que no fue entregado en manos del pueblo para que le dieran muerte(DA).

Orden de someterse a Nabucodonosor

27 Al principio del reinado de Sedequías[u](DB), hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra de parte del Señor a Jeremías, diciendo: Así me ha dicho el Señor: Hazte coyundas y yugos y póntelos al cuello(DC), y envía palabra[v] al rey de Edom, al rey de Moab, al rey de los hijos de Amón, al rey de Tiro y al rey de Sidón(DD) por medio[w] de los mensajeros que vienen a Jerusalén a ver a Sedequías, rey de Judá. Y ordénales que digan a sus señores: «Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel, así diréis a vuestros señores: “Yo hice la tierra, los hombres y los animales que están sobre la faz de la tierra(DE) con mi gran poder y con mi brazo extendido(DF), y la doy a quien me place[x](DG). Y ahora yo he puesto todas estas tierras en manos de mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia(DH), siervo mío(DI), y también las bestias del campo le he dado para que le sirvan(DJ). Y todas las naciones le servirán a él, a su hijo(DK), y al hijo de su hijo, hasta que llegue también la hora a su propia tierra(DL); entonces muchas naciones y grandes reyes lo harán su siervo[y](DM). Y sucederá que la nación o el reino que no sirva a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y que no ponga su cerviz bajo el yugo del rey de Babilonia(DN), con espada, con hambre y con pestilencia(DO) a esa nación castigaré” —declara el Señor— “hasta que yo la[z] haya destruido por su mano. Vosotros, pues, no escuchéis a vuestros profetas, a vuestros adivinos, a vuestros soñadores[aa], a vuestros agoreros ni a vuestros hechiceros(DP) que os hablan, diciendo: ‘No serviréis al rey de Babilonia’. 10 Porque ellos os profetizan mentira(DQ), para alejaros de vuestra tierra, y para que yo os expulse y perezcáis(DR). 11 Pero la nación que ponga su cerviz bajo el yugo del rey de Babilonia y le sirva(DS), la dejaré en su tierra” —declara el Señor— “y la cultivará y habitará en ella(DT)”».

12 Y a Sedequías, rey de Judá, hablé palabras como estas[ab], diciendo: Poned vuestra cerviz bajo el yugo del rey de Babilonia, y servidle a él y a su pueblo, y viviréis(DU). 13 ¿Por qué habéis de morir, tú y tu pueblo, por la espada, el hambre y la pestilencia, tal como ha hablado el Señor de la nación que no sirva al rey de Babilonia(DV)? 14 No escuchéis, pues, las palabras de los profetas que os hablan, diciendo: «No serviréis al rey de Babilonia», porque os profetizan mentira(DW). 15 Yo no los he enviado —declara el Señor— y ellos profetizan mentira en mi nombre(DX), para que yo os expulse y perezcáis(DY) vosotros y los profetas que os profetizan(DZ).

16 Y hablé a los sacerdotes y a todo este pueblo, diciendo: Así dice el Señor: No escuchéis las palabras de vuestros profetas que os profetizan, diciendo: «He aquí, los utensilios de la casa del Señor serán devueltos en breve de Babilonia(EA)», porque ellos os profetizan mentira(EB). 17 No los escuchéis; servid al rey de Babilonia y viviréis. ¿Por qué ha de convertirse en ruinas esta ciudad(EC)? 18 Mas si ellos son profetas, y si la palabra del Señor está con ellos, que supliquen ahora al Señor(ED) de los ejércitos para que los utensilios que quedan en la casa del Señor, en la casa del rey de Judá y en Jerusalén, no sean llevados a Babilonia. 19 Porque así dice el Señor de los ejércitos acerca de las columnas, del mar, de las basas(EE) y de los demás utensilios que quedan en esta ciudad, 20 los cuales no tomó Nabucodonosor, rey de Babilonia, cuando llevó al destierro a Jeconías, hijo de Joacim, rey de Judá, de Jerusalén a Babilonia con todos los nobles de Judá y de Jerusalén(EF). 21 Sí, así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel, acerca de los utensilios que quedan en la casa del Señor, en la casa del rey de Judá y en Jerusalén: 22 «A Babilonia serán llevados, y allí quedarán(EG) hasta el día en que yo los visite(EH)» —declara el Señor—. «Entonces los traeré[ac] y los restituiré a este lugar(EI)».

Falsa profecía de Hananías

28 Y sucedió que el mismo año, al principio del reinado de Sedequías, rey de Judá(EJ), en el año cuarto, en el mes quinto, el profeta Hananías(EK), hijo de Azur, que era de Gabaón(EL), me habló en la casa del Señor en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo, diciendo: Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: «He quebrado el yugo del rey de Babilonia(EM). Dentro de dos años haré volver a este lugar todos los utensilios de la casa del Señor, que Nabucodonosor, rey de Babilonia, tomó de este lugar y llevó a Babilonia(EN). Y a Jeconías, hijo de Joacim, rey de Judá(EO), y a todos los desterrados(EP) de Judá que fueron a Babilonia, yo los haré volver a este lugar(EQ)» —declara el Señor— «porque romperé el yugo del rey de Babilonia(ER)».

El profeta Jeremías respondió al profeta Hananías en presencia de los sacerdotes y en presencia de todo el pueblo(ES) que estaba de pie en la casa del Señor; y el profeta Jeremías dijo: Amén, así lo haga el Señor(ET). Confirme[ad] el Señor tus palabras, que has profetizado para que sean devueltos los utensilios de la casa del Señor y vuelvan todos los desterrados de Babilonia a este lugar. Pero oye ahora esta palabra(EU) que voy a hablar a tus oídos y a oídos de todo el pueblo: Los profetas que fueron antes de mí y antes de ti desde la antigüedad, profetizaron guerra, calamidad y pestilencia contra muchas tierras(EV) y contra grandes reinos. Si un profeta[ae] profetiza paz, cuando la palabra del profeta se cumpla, entonces ese profeta será conocido como el que el Señor en verdad ha enviado(EW). 10 Entonces el profeta Hananías quitó el yugo del cuello del profeta Jeremías(EX) y lo rompió. 11 Y Hananías habló en presencia de todo el pueblo, diciendo: Así dice el Señor(EY): «De esta manera romperé el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, dentro de dos años, del cuello de todas las naciones». Y el profeta Jeremías se fue por su camino.

12 Entonces vino a Jeremías la palabra del Señor(EZ), después que Hananías había roto el yugo del cuello del profeta Jeremías, diciendo: 13 Ve y habla a Hananías, diciendo: «Así dice el Señor: “Has roto yugos de madera, pero en su lugar harás yugos de hierro(FA)”. 14 Porque así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: “Yugo de hierro he puesto sobre el cuello de todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia(FB), y le servirán(FC). Y le he dado también las bestias del campo(FD)”». 15 Y el profeta Jeremías dijo al profeta Hananías: Escucha ahora, Hananías, el Señor no te ha enviado, y tú has hecho que este pueblo confíe en una mentira(FE). 16 Por tanto, así dice el Señor: «He aquí, te voy a quitar[af] de sobre la faz de la tierra(FF). Este año morirás, porque has aconsejado[ag](FG) la rebelión contra el Señor(FH)». 17 Y murió el profeta Hananías aquel mismo año, en el mes séptimo.

Carta a los desterrados

29 Estas son las palabras de la carta que el profeta Jeremías envió desde Jerusalén(FI) al resto de los ancianos del destierro, a los sacerdotes, a los profetas y a todo el pueblo que Nabucodonosor había llevado al destierro de Jerusalén a Babilonia. (Esto sucedió después de salir de Jerusalén el rey Jeconías y la reina madre, los oficiales de la corte, los príncipes de Judá y de Jerusalén(FJ), los artífices y los herreros.) La carta fue enviada por mano de Elasa, hijo de Safán, y de Gemarías, hijo de Hilcías(FK), a quienes Sedequías, rey de Judá, envió a Babilonia, a Nabucodonosor, rey de Babilonia, diciendo: Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel, a todos los desterrados que envié al destierro(FL) de Jerusalén a Babilonia: «Edificad casas y habitadlas, plantad huertos y comed su fruto(FM). Tomad mujeres y engendrad hijos e hijas, tomad mujeres para vuestros hijos y dad vuestras hijas a maridos para que den a luz hijos e hijas(FN), y multiplicaos allí y no disminuyáis. Y buscad el bienestar[ah](FO) de la ciudad adonde os he desterrado, y rogad al Señor por ella(FP); porque en su bienestar[ai] tendréis bienestar[aj]». Porque así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: «No os engañen vuestros profetas(FQ) que están en medio de vosotros, ni vuestros adivinos(FR), ni escuchéis los[ak] sueños que sueñan[al](FS). Porque os profetizan falsamente en mi nombre; no los he enviado» —declara el Señor(FT). 10 Pues así dice el Señor: «Cuando se le hayan cumplido a Babilonia setenta años, yo os visitaré y cumpliré mi buena palabra de haceros volver a este lugar(FU). 11 Porque yo sé los planes que tengo[am] para vosotros(FV)» —declara el Señor(FW)— «planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza(FX). 12 Me invocaréis(FY), y vendréis a rogarme, y yo os escucharé(FZ). 13 Me buscaréis y me encontraréis, cuando me busquéis de todo corazón(GA). 14 Me dejaré hallar de vosotros» —declara el Señor— «y restauraré vuestro bienestar[an] y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os expulsé(GB)» —declara el Señor— «y os traeré de nuevo al lugar de donde os envié al destierro(GC)».

15 Por cuanto habéis dicho: «El Señor nos ha levantado profetas en Babilonia(GD)» 16 (pues así dice el Señor(GE) acerca del rey que se sienta sobre el trono de David, y acerca de todo el pueblo que habita en esta ciudad, vuestros hermanos que no fueron con vosotros al destierro), 17 así dice el Señor de los ejércitos: «He aquí, yo envío contra ellos la espada, el hambre y la pestilencia(GF), y los pondré como higos reventados que de podridos no se pueden comer(GG). 18 Los perseguiré con la espada, con el hambre y con la pestilencia, y los haré motivo de espanto para todos los reinos de la tierra(GH), para que sean maldición, horror(GI), burla(GJ) y oprobio entre todas las naciones adonde los he arrojado, 19 porque no han escuchado mis palabras(GK)» —declara el Señor— «que les envié repetidas veces[ao] por medio de mis siervos los profetas; pero no escuchasteis(GL)» —declara el Señor. 20 Oíd, pues, la palabra del Señor, vosotros todos los desterrados, a quienes he enviado de Jerusalén a Babilonia(GM).

21 Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel, acerca de Acab, hijo de Colaías, y acerca de Sedequías, hijo de Maasías, que os profetizan mentira en mi nombre(GN): «He aquí, los entregaré en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y él los matará delante de vuestros ojos. 22 Y de ellos será tomada esta maldición(GO) por todos los desterrados de Judá que están en Babilonia, diciendo: “Que el Señor te haga como a Sedequías y como a Acab, a quienes el rey de Babilonia asó al fuego(GP)”. 23 Porque obraron neciamente en Israel(GQ), cometieron adulterio con las mujeres de sus prójimos(GR) y hablaron en mi nombre palabras falsas que no les mandé(GS). Yo soy el que sabe y soy testigo —declara el Señor(GT)».

24 Y a Semaías el nehelamita hablarás, diciendo(GU): 25 Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: «Por cuanto has enviado cartas en tu nombre a todo el pueblo que está en Jerusalén, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maasías, y a todos los sacerdotes(GV), diciendo a Sofonías(GW): 26 “El Señor te ha puesto por sacerdote en lugar del sacerdote Joiada, para estar encargado[ap](GX) en la casa del Señor(GY) de todo demente que profetice(GZ), a fin de que lo pongas en el cepo y la argolla(HA). 27 Pues entonces ¿por qué no has reprendido a Jeremías de Anatot(HB) que os profetiza? 28 Porque él nos ha enviado un mensaje a Babilonia(HC), diciendo(HD): ‘El destierro será largo; edificad casas y habitadlas, plantad huertos y comed su fruto(HE)’”».

29 Y el sacerdote Sofonías(HF) leyó esta carta a oídos del profeta Jeremías. 30 Entonces vino la palabra del Señor a Jeremías, diciendo: 31 Envía un mensaje a todos los desterrados(HG), diciendo: «Así dice el Señor acerca de Semaías el nehelamita(HH): “Por cuanto Semaías os ha profetizado(HI) sin que yo lo haya enviado, y os ha hecho confiar en una mentira(HJ)”, 32 por tanto, así dice el Señor: “He aquí, voy a castigar a Semaías el nehelamita y a su descendencia[aq](HK); no tendrá a nadie que habite en medio de este pueblo, ni verá el bien que voy a hacer a mi pueblo(HL)” —declara el Señor— “porque ha predicado[ar] rebelión contra el Señor(HM)”».

Footnotes

  1. Jeremías 25:3 Lit., este
  2. Jeremías 25:3 Lit., madrugando y hablando
  3. Jeremías 25:4 Lit., madrugando y enviando
  4. Jeremías 25:9 Lit., tomar
  5. Jeremías 25:9 O, dedicaré al anatema
  6. Jeremías 25:10 Lit., perecer
  7. Jeremías 25:12 Lit., Y sucederá que cuando
  8. Jeremías 25:14 O, Porque también ellos han servido a muchas naciones y a
  9. Jeremías 25:20 O, y a toda multitud mixta
  10. Jeremías 25:24 O, de la multitud mixta
  11. Jeremías 25:26 Nombre en clave para Babilonia
  12. Jeremías 25:30 O, dehesa
  13. Jeremías 25:33 Lit., hasta el otro extremo de la tierra
  14. Jeremías 25:37 O, las dehesas
  15. Jeremías 25:38 O, del opresor
  16. Jeremías 26:5 Lit., madrugando y enviando
  17. Jeremías 26:18 Lit., Micaías el morastita
  18. Jeremías 26:18 Lit., de la casa
  19. Jeremías 26:18 O, altura boscosa
  20. Jeremías 26:23 Lit., en las sepulturas de los hijos del pueblo
  21. Jeremías 27:1 Muchos mss. dicen: Joacim
  22. Jeremías 27:3 Lit., y envíalos
  23. Jeremías 27:3 Lit., mano
  24. Jeremías 27:5 O, es recto ante mis ojos
  25. Jeremías 27:7 O, lo esclavizarán
  26. Jeremías 27:8 Lit., los
  27. Jeremías 27:9 Lit., sueños
  28. Jeremías 27:12 O, todas estas
  29. Jeremías 27:22 Lit., subiré
  30. Jeremías 28:6 O, Cumpla
  31. Jeremías 28:9 Lit., El profeta que
  32. Jeremías 28:16 Lit., echar
  33. Jeremías 28:16 Lit., hablado
  34. Jeremías 29:7 O, paz
  35. Jeremías 29:7 O, paz
  36. Jeremías 29:7 O, paz
  37. Jeremías 29:8 Lit., vuestros
  38. Jeremías 29:8 Lit., soñáis
  39. Jeremías 29:11 Lit., estoy trazando
  40. Jeremías 29:14 O, haré volver a vuestros cautivos
  41. Jeremías 29:19 Lit., madrugando y enviando
  42. Jeremías 29:26 Lit., encargados
  43. Jeremías 29:32 Lit., simiente
  44. Jeremías 29:32 Lit., hablado

Setenta años de desolación

25 En el año cuarto del reinado de Joacín(A) hijo de Josías en Judá, que era el año primero del reinado de Nabucodonosor en Babilonia, Jeremías recibió un mensaje acerca de todo el pueblo de Judá. Este mensaje lo comunicó el profeta Jeremías a todo el pueblo de Judá y a todos los habitantes de Jerusalén. Les dijo:

«Desde el año trece del reinado de Josías hijo de Amón en Judá, hasta el día de hoy, han pasado veintitrés años. En todo ese tiempo ha venido a mí la palabra del Señor, la cual les he comunicado una y otra vez, pero ustedes no han querido escucharla. El Señor les envió también una y otra vez a todos sus siervos los profetas, pero ustedes no quisieron escucharlos, ni les prestaron atención. Ellos les decían: “Apártense ya de su mal camino y de cometer tanta maldad, y vivirán en la tierra que el Señor les dio a ustedes y a sus padres para siempre. No vayan tras dioses ajenos, ni los sirvan ni los adoren. No provoquen mi enojo con sus hechos, y yo no les haré ningún daño. Pero ustedes no me han hecho caso, sino que han despertado mi enojo con sus malas obras, para su propio mal.”

—Palabra del Señor.

»Por tanto, así ha dicho el Señor de los ejércitos: “Puesto que no han hecho caso a mis palabras, voy a tomar a todas las tribus del norte, y a mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, y haré que se lancen contra esta tierra y sus habitantes, y contra todas las naciones vecinas.

”Voy a destruirlos, a exponerlos al escarnio y a las burlas. ¡Voy a dejarlos en ruinas para siempre.

—Palabra del Señor.

10 ”Voy a hacer que desaparezca de entre ellos la voz de gozo y de alegría, la voz del novio y de la novia,(B) y el ruido del molino y la luz de la lámpara.(C) 11 Toda esta tierra quedará en desoladoras ruinas, y estas naciones servirán al rey de Babilonia durante setenta años.(D) 12 Cuando se cumplan los setenta años, castigaré por su maldad al rey de Babilonia, a esa nación y al país de los caldeos; ¡para siempre la convertiré en un desierto!

—Palabra del Señor.

13 ”Haré que venga sobre ese país todo lo que he anunciado contra él, con todo lo que está escrito en este libro, y que Jeremías ha profetizado contra todas las naciones. 14 También ellas serán sojuzgadas por muchas naciones y por grandes reyes; ¡yo les daré su merecido, según sus malas acciones.”»

La copa del juicio contra las naciones

15 Así me dijo el Señor y Dios de Israel:

«Toma de mi mano la copa del vino de mi furor, y haz que beban de ella todas las naciones a las cuales yo te envío. 16 Cuando la beban, temblarán de miedo y perderán el juicio por causa de la espada que lanzo contra ellas.»

17 Yo tomé de la mano del Señor la copa, y se la hice beber a todas las naciones a las cuales el Señor me envió, es decir: 18 Jerusalén, las ciudades de Judá, con sus reyes y príncipes, para dejarlos en ruinas y como objeto de escarnio, burla y maldición, como hasta el día de hoy; 19 el faraón, rey de Egipto, y sus siervos y príncipes y todo su pueblo; 20 todos los extranjeros que allí vivan, todos los reyes de la tierra de Uz, y todos los reyes de la tierra de Filistea, Ascalón, Gaza, Ecrón y los sobrevivientes de Asdod; 21 Edom, Moab y los hijos de Amón; 22 todos los reyes de Tiro, todos los reyes de Sidón, los reyes de las costas que están de ese lado del mar; 23 Dedán, Tema y Buz, y todos los que se rapan las sienes; 24 todos los reyes de Arabia, todos los reyes de los varios pueblos que habitan en el desierto; 25 todos los reyes de Zimri, todos los reyes de Elam, todos los reyes de Media, 26 todos los reyes del norte, cercanos y lejanos, unos tras otros, y todos los reinos que hay sobre la faz de la tierra. Finalmente, la beberá el rey de Babilonia.

27 «Tú, Jeremías, les dirás: “Así ha dicho el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Beban, y embriáguense. Vomiten, y cáiganse, y no vuelvan a levantarse, por causa de la espada que yo lanzo contra ustedes.” 28 Y si no quieren tomar ni beber de la copa que les ofreces, les dirás que yo, el Señor de los ejércitos, he dicho que tienen que beberla. 29 Porque yo he comenzado ya a castigar a la ciudad donde se invoca mi nombre, y ninguno de ustedes saldrá bien librado. Yo estoy descargando la espada sobre todos los habitantes de la tierra.”

—Palabra del Señor de los ejércitos.

30 »Tú, Jeremías, profetiza contra ellos todas estas palabras. Diles que yo, el Señor, les haré oír mi voz desde lo alto, desde mi santa morada; ¡lanzaré un fuerte rugido contra mi pueblo! Será como los cantos del lagar, contra todos los habitantes de la tierra. 31 El estruendo de mi voz se oirá hasta lo último de la tierra, porque yo, el Señor, he entablado un juicio contra las naciones. Yo soy el Juez de la humanidad entera, y dejaré que la espada acabe con los malvados.»

—Palabra del Señor.

32 Así ha dicho el Señor de los ejércitos:

«Miren, el mal cundirá de nación en nación. ¡Una gran tempestad se levanta desde los extremos de la tierra! 33 Cuando llegue el día, los cadáveres de aquellos a quienes el Señor quite la vida quedarán esparcidos de un extremo al otro de la tierra. Nadie lamentará su muerte, ni nadie los recogerá ni los enterrará. ¡Se quedarán tirados sobre el suelo, como estiércol! 34 Ustedes, pastores, ¡lancen gritos de dolor! Y ustedes, encargados del rebaño, ¡revuélquense en el polvo! ¡Ya el tiempo se ha cumplido para que sean degollados y esparcidos, y caerán como vasijas de gran precio! 35 ¡Ninguno de ustedes escapará con vida!»

36 ¡Puede oírse la gritería de los pastores! ¡Los encargados del rebaño gimen de dolor! Y es que el Señor dejó secos sus pastos. 37 Los pastos más delicados han sido destruidos por el ardor de la ira del Señor. 38 El Señor ha abandonado a su pueblo, como un león que abandona su guarida. La ira del Señor y la espada del enemigo han dejado asolada la tierra.

Jeremías recibe amenazas de muerte

26 Al principio del reinado de Joacín(E) hijo de Josías, rey de Judá, la palabra del Señor vino a Jeremías y le dijo:

«Jeremías, ve al atrio de mi casa, y diles a todas las ciudades de Judá que vienen a mi casa para adorarme, todo lo que yo te ordene decirles. No retengas mi palabra. Tal vez te hagan caso y cada uno de ellos se aparte de su mal camino. Así yo dejaré de hacerles el daño que he pensado hacerles por sus malas obras. Diles de mi parte: “Así ha dicho el Señor: Si no me hacen caso ni ponen en práctica mi ley, la cual les expuse, ni prestan atención a las palabras de mis siervos los profetas, que una y otra vez les he enviado y a los cuales no han querido oír, yo haré con esta casa lo que hice con Silo,(F) y todas las naciones de la tierra usarán el nombre de esta ciudad como maldición.”»

Los sacerdotes y los profetas, y todo el pueblo, oyeron a Jeremías pronunciar estas palabras en la casa del Señor. Y cuando Jeremías terminó de decir a todo el pueblo lo que el Señor le había ordenado decirles, los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le echaron mano y le espetaron:

«Has dictado tu sentencia de muerte. ¿Cómo te atreves a decir, en nombre del Señor, que a esta casa le va a pasar lo mismo que a Silo, y que esta ciudad quedará asolada y sin habitantes?»

Y todo el pueblo reunido en la casa del Señor se juntó contra Jeremías.

10 Cuando los príncipes de Judá se enteraron de esto, fueron del palacio del rey a la casa del Señor y se sentaron a la entrada de la puerta nueva de la casa del Señor. 11 Entonces los sacerdotes y los profetas dijeron a los príncipes y a todo el pueblo:

«Como ustedes mismos lo han oído, este hombre ha dictado su sentencia de muerte, pues ha profetizado en contra de esta ciudad.»

12 Jeremías dijo entonces a todos los príncipes y a todo el pueblo:

«Todo lo que ustedes han oído son las palabras que el Señor me envió a profetizar contra esta casa y contra esta ciudad. 13 Así que mejoren sus caminos y sus obras, y atiendan a la voz del Señor su Dios, para que cambie de parecer y no les haga el mal que les ha anunciado. 14 En lo que a mí toca, estoy en las manos de ustedes; hagan conmigo lo que les parezca mejor y más adecuado. 15 Pero una cosa deben saber: si me matan, derramarán sangre inocente sobre ustedes, y sobre esta ciudad y sus habitantes, pues lo cierto es que el Señor me envió a decirles a ustedes todo lo que ya han oído.»

16 Los príncipes y todo el pueblo respondieron a los sacerdotes y profetas:

«Este hombre no ha hecho nada que merezca la pena de muerte, porque nos ha hablado en el nombre del Señor, nuestro Dios.»

17 Algunos de los ancianos del país se levantaron y hablaron a todo el pueblo allí reunido, y dijeron:

18 «Durante el reinado de Ezequías sobre Judá, el profeta Miqueas de Moreset habló con todo el pueblo de Judá, y le dijo de parte del Señor de los ejércitos: “Sión quedará como un campo barbechado, y Jerusalén se convertirá en un montón de ruinas. ¡En lo alto de la colina, el templo quedará convertido en un bosque!”(G) 19 Con todo, ni el rey Ezequías ni el pueblo de Judá lo mataron. Al contrario, Ezequías mostró su temor por el Señor y oró en su presencia, y el Señor ya no le hizo el mal que les había anunciado. ¿Habremos de cometer nosotros un mal tan grande contra nosotros mismos?

20 »También Urías hijo de Semaías, de Quiriat Yearín, fue un hombre que hablaba en nombre del Señor, y profetizó contra esta ciudad y contra este país, a la manera de Jeremías. 21 Cuando el rey Joacín y todos sus príncipes y grandes personajes oyeron sus palabras, el rey trató de matarlo; pero cuando Urías se enteró de esto, tuvo miedo y huyó a Egipto. 22 Entonces el rey Joacín mando a Elnatán hijo de Acbor, y a otros hombres con él, para que fueran a Egipto, 23 y éstos sacaron de Egipto a Urías y lo trajeron al rey Joacín, el cual lo mató a filo de espada y echó su cuerpo en la fosa común.»

24 Como Ajicán hijo de Safán estaba a favor de Jeremías, intervino para que no lo entregaran en las manos del pueblo y lo mataran.

La señal de los yugos

27 Al principio del reinado en Judá de Joacín(H) hijo de Josías, la palabra del Señor vino a mí, y me dijo así:

«Jeremías, hazte unas coyundas y unos yugos, y póntelos sobre el cuello. Luego, por medio de los mensajeros que vienen a Jerusalén para ver a Sedequías rey de Judá, se los enviarás a los reyes de Edom, Moab, Amón, Tiro y Sidón, junto con el siguiente mensaje para sus respectivos señores: “Yo, el Señor de los ejércitos y Dios de Israel, les recuerdo esto: Yo, con gran despliegue de poder y con mi brazo extendido, hice la tierra y al hombre, y también a los animales que están sobre la tierra, y la tierra se la di a quien mejor me pareció. Ahora he puesto todos estos territorios en manos de mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, y hasta le he dado los animales salvajes, para que le sirvan. Y todas las naciones le servirán, a él, y a su hijo y a su nieto, hasta que llegue el momento de que su propio país sea reducido a servidumbre por muchas naciones y grandes reyes. Yo castigaré a la nación y al reino que no sirva a Nabucodonosor rey de Babilonia, ni doblegue su cuello bajo su yugo; los castigaré con espada, y hambre y peste, hasta que a él mismo le permita destruirlos por completo.

—Palabra del Señor.

”Así que ustedes no presten oído a sus profetas, adivinos, intérpretes de sueños, agoreros y encantadores, que les dicen que no se rindan ante el rey de Babilonia. 10 Lo que ellos les dicen es mentira. Lo que buscan es que ustedes se alejen de su tierra, para que yo los expulse y ustedes mueran. 11 Pero a la nación que doblegue su cuello al yugo del rey de Babilonia y le sirva, yo la dejaré en su tierra, para que la cultive y la habite.”»

—Palabra del Señor.

12 Estas mismas palabras se las comuniqué a Sedequías rey de Judá. Le dije:

«Dobleguen su cuello al yugo del rey de Babilonia, y sírvanle a él y a su pueblo. Así seguirán con vida. 13 ¿Por qué han de morir tú y tu pueblo por la espada, o de hambre y de peste, como ha dicho el Señor que pasará con la nación que no sirva al rey de Babilonia? 14 No hagan caso de las palabras de los profetas que les dicen que no sirvan al rey de Babilonia. Lo que ellos les profetizan es mentira. 15 El Señor no los ha enviado. Ellos profetizan falsamente en nombre del Señor, para que él los expulse de su tierra y ustedes mueran, junto con los profetas que les anuncian tales cosas.»

—Palabra del Señor.

16 También hablé con los sacerdotes y con todo este pueblo. Les dije:

«Así ha dicho el Señor: “No hagan caso de las palabras de esos profetas que les dicen que muy pronto los utensilios de la casa del Señor serán traídos de Babilonia. Eso que les profetizan es una mentira.”»

17 No les hagan caso. Sirvan al rey de Babilonia, y seguirán con vida. ¿Por qué tiene que ser destruida esta ciudad? 18 Si en verdad ellos son profetas, y si la palabra del Señor los respalda, pídanle ahora al Señor de los ejércitos que los utensilios que han quedado en la casa del Señor, y en el palacio del rey de Judá y en Jerusalén, no sean llevados a Babilonia. 19 Porque el Señor de los ejércitos ha hablado acerca de las columnas, del estanque, de las basas y del resto de los utensilios que quedan en esta ciudad 20 y que no quitó Nabucodonosor rey de Babilonia cuando se llevó de Jerusalén a Babilonia a Jeconías hijo de Joacín, rey de Judá, y a todos los nobles de Judá y de Jerusalén. 21 Esto es lo que dijo el Señor de los ejércitos, Dios de Israel, acerca de los utensilios que quedaron en su templo, y en el palacio del rey de Judá y en Jerusalén:

22 «Serán llevados a Babilonia, y allí se quedarán hasta el día en que yo los visite. Después de eso volveré a traerlos y los restauraré a este lugar.»

—Palabra del Señor.

Falsa profecía de Jananías

28 En el quinto mes de ese mismo año, es decir, del año cuarto, al principio del reinado de Sedequías(I) rey de Judá, el profeta Jananías hijo de Azur, que era de Gabaón, habló con Jeremías en la casa del Señor, delante de los sacerdotes y de todo el pueblo. Le dijo:

«Así ha dicho el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: “Voy a hacer pedazos el yugo del rey de Babilonia, y dentro de dos años haré que vuelvan a este lugar todos los utensilios que Nabucodonosor rey de Babilonia tomó de mi casa y se llevó a Babilonia. Yo haré que vuelvan a este lugar Jeconías hijo de Joacín, rey de Judá, y todos los de Judá que fueron llevados a Babilonia, porque voy a hacer pedazos el yugo del rey de Babilonia.”»

—Palabra del Señor.

El profeta Jeremías le respondió al profeta Jananías, también delante de los sacerdotes y de todo el pueblo que estaba reunido en la casa del Señor. Le dijo:

«Así sea. Que así lo haga el Señor y confirme tu profecía, de que los utensilios de la casa del Señor, y todos los que fueron llevados a Babilonia, volverán a este lugar. Sin embargo, escucha lo que voy a decirte, a ti en primer lugar, y también a todo el pueblo: Los profetas que nos antecedieron a ti y a mí, anunciaron guerras, aflicción y peste contra muchos países y contra grandes reinos. Si el profeta anuncia paz, y sus palabras se cumplen, entonces se le reconoce como un profeta verdadero, enviado por el Señor.»

10 Entonces el profeta Jananías le quitó al profeta Jeremías el yugo que éste llevaba en el cuello, lo hizo pedazos, 11 y en presencia de todo el pueblo dijo:

«Así ha dicho el Señor: Así también, dentro de dos años haré pedazos el yugo que Nabucodonosor, rey de Babilonia, ha puesto en el cuello de todas las naciones.»

Jeremías, por su parte, siguió su camino. 12 Pero después de que el profeta Jananías hizo pedazos el yugo que el profeta Jeremías llevaba al cuello, la palabra del Señor vino a Jeremías, y le dijo:

13 «Ve y habla con Jananías, y dile que yo, el Señor, digo: “Tú has hecho pedazos yugos de madera, pero yo voy a reponerlos con yugos de hierro.” 14 Yo, el Señor de los ejércitos y Dios de Israel, digo: “Voy a poner sobre el cuello de todas estas naciones un yugo de hierro, para que sirvan a Nabucodonosor rey de Babilonia. Y van a servirle. ¡Hasta a los animales salvajes los he puesto en sus manos!”»

15 Entonces el profeta Jeremías le dijo al profeta Jananías:

«Escucha bien, Jananías: Tú has llevado a este pueblo a confiar en tus mentiras, aunque el Señor no te ha enviado. 16 Por lo tanto, así ha dicho el Señor: “Voy a borrarte de la faz de la tierra, y este mismo año morirás, pues has llevado al pueblo a rebelarse contra mí.”»

17 Y en el mes séptimo de ese mismo año murió Jananías.

Carta de Jeremías a los cautivos

29 Nabucodonosor se llevó cautivos a Babilonia a los ancianos, sacerdotes y profetas que estaban en Jerusalén, lo mismo que a todo el pueblo. Desde Jerusalén el profeta Jeremías envió una carta a los que sobrevivieron al exilio. Éste es el texto de la carta, la cual envió después de que salieron el rey Jeconías, la reina, el personal de palacio, los príncipes de Judá y de Jerusalén, los artífices y los ingenieros de Jerusalén.(J) Los mensajeros fueron Elasa hijo de Safán y Gemarías hijo de Hilcías, a quienes Sedequías rey de Judá envió a Nabucodonosor rey de Babilonia. A la letra decía:

«Así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel, a todos los cautivos que permití que fueran llevados de Jerusalén a Babilonia: “Construyan casas, y habítenlas; planten huertos y coman de sus frutos. Cásense, y tengan hijos e hijas; den mujeres a sus hijos, y maridos a sus hijas, para que tengan hijos e hijas; y multiplíquense allá. ¡No se reduzcan en número! Procuren la paz de la ciudad a la que permití que fueran llevados. Rueguen al Señor por ella, porque si ella tiene paz, también tendrán paz ustedes.”

»Así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel: “Que no los engañen los profetas que se encuentran entre ustedes, ni sus adivinos. No hagan caso de los sueños que tengan. Porque ellos falsamente profetizan en mi nombre. Yo no los he enviado.”

—Palabra del Señor.

10 »Así ha dicho el Señor: “Cuando se cumplan los setenta años de Babilonia,(K) yo iré a visitarlos, y les cumpliré mi promesa de hacerlos volver a este lugar. 11 Sólo yo sé los planes que tengo para ustedes. Son planes para su bien, y no para su mal, para que tengan un futuro lleno de esperanza.”

—Palabra del Señor.

12 »Entonces ustedes me pedirán en oración que los ayude, y yo atenderé sus peticiones. 13 Cuando ustedes me busquen, me hallarán, si me buscan de todo corazón.(L) 14 Ustedes me hallarán, y yo haré que vuelvan de su exilio, pues los reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde los arrojé. Yo haré que ustedes vuelvan al lugar de donde permití que se los llevaran.»

—Palabra del Señor.

15 Según ustedes, el Señor ya les ha levantado profetas en Babilonia. 16 Pero así ha dicho el Señor acerca del rey que ha sucedido a David en el trono, y acerca de todo el pueblo que vive en esta ciudad, y de sus compatriotas que no fueron llevados con ustedes en cautiverio:

17 «Yo envío contra ellos espada, hambre y peste. Voy a ponerlos como a los higos malos, que de tan malos no se pueden comer. Lo ha dicho el Señor de los ejércitos. 18 Los perseguiré con la espada, el hambre y la peste. Dejaré que sean el escarnio y la burla de todos los reinos de la tierra y de las naciones por las que los he arrojado. Serán motivo de espanto, y la gente usará su nombre como maldición, 19 por no haber hecho caso de mis palabras, que una y otra vez les comuniqué por medio de mis siervos los profetas.

—Palabra del Señor.

20 »Ustedes, los que fueron llevados en cautiverio de Jerusalén a Babilonia, oigan la palabra del Señor. 21 Así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel acerca de Ajab hijo de Colaías, y de Sedequías hijo de Maseías, esos dos que falsamente les profetizan en mi nombre: “Voy a ponerlos en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y ante sus propios ojos ese rey les quitará la vida.” 22 Todos los que fueron llevados de Judá a Babilonia los convertirán en objeto de maldición, y dirán: “Que el Señor haga contigo lo mismo que hizo con Sedequías y Ajab, a quienes el rey de Babilonia condenó a la hoguera.” 23 Estos dos hicieron mucho mal en Israel: cometieron adulterio con las mujeres de su prójimo, y en el nombre del Señor pronunciaron falsamente palabras que él no les mandó decir. Es un hecho que esto fue así.

—Palabra del Señor.

24 »A Semaías de Nejelán le dirás: 25 “Así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel: Tú has enviado cartas en tu nombre a todo el pueblo en Jerusalén, lo mismo que al sacerdote Sofonías hijo de Maseías, y a todos los sacerdotes. Según tú dices, 26 el Señor te ha designado como sacerdote en lugar del sacerdote Joyadá, para que en la casa del Señor te encargues de todo loco que profetice, y lo pongas en el calabozo y en el cepo. 27 Si es así, ¿por qué no has reprendido a Jeremías de Anatot, que también les ha profetizado? 28 Porque Jeremías mandó a decirnos en Babilonia que nuestro cautiverio será largo, y que debemos construir casas, y habitarlas; y plantar huertos y comer de sus frutos.”»

29 El sacerdote Sofonías leyó esta carta en voz alta al profeta Jeremías. 30 Entonces la palabra del Señor vino a Jeremías, y le dijo:

31 «Envía este mensaje a todos los cautivos: “Así ha dicho el Señor acerca de Semaías de Nejelán: Puesto que Semaías les profetizó sin que yo lo hubiera enviado, con lo que hizo que ustedes confiaran en una mentira, 32 el Señor ha dicho que va a castigar a Semaías de Nejelán y a su descendencia, por haberlos incitado a rebelarse contra él. No tendrá descendientes varones entre este pueblo, ni vivirá para ver el bien que él hara a su pueblo.”»

—Palabra del Señor.