Dios rechaza la petición de Sedequías

21 Esta es la palabra del Señor que vino a Jeremías cuando el rey Sedequías envió a Pasur, hijo de Malquías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maseías, a que le dijeran:

«Consulta ahora al Señor por nosotros, porque Nabucodonosor, rey de Babilonia, nos está atacando. Tal vez el Señor haga una de sus maravillas como en tiempos pasados y lo obligue a retirarse».

Jeremías respondió:

«Adviértanle a Sedequías que así dice el Señor, el Dios de Israel: “Yo haré que se vuelvan contra ustedes las armas de guerra que tienen en sus manos, con las cuales pelean contra el rey de Babilonia y contra los babilonios,[a] que desde fuera de los muros los tienen sitiados. Amontonaré sus armas dentro de la ciudad. Yo mismo pelearé contra ustedes. Con gran despliegue de poder, con ira, furor y gran enojo, heriré a hombres y animales; los habitantes de esta ciudad morirán por causa de una plaga terrible. Después de eso, entregaré a Sedequías, rey de Judá, a sus oficiales y a la gente que haya quedado con vida en la ciudad después de la plaga, la espada y el hambre”, afirma el Señor. “Los entregaré en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y de los enemigos que buscan matarlos. Sin ninguna piedad, clemencia ni compasión, Nabucodonosor los matará a filo de espada”.

»Y a este pueblo adviértele que así dice el Señor: “Pongo delante de ustedes el camino de la vida y el camino de la muerte. El que se quede en esta ciudad morirá por la espada, la plaga o el hambre. Pero el que salga y se rinda a los babilonios[b] que los tienen sitiados, vivirá. Así salvará su vida. 10 Porque he decidido hacer el mal a esta ciudad y no el bien”, afirma el Señor. “Será entregada en manos del rey de Babilonia, quien le prenderá fuego”.

11 »Di también a la casa real de Judá que escuchen la palabra del Señor. 12 Adviértele a la dinastía de David que así dice el Señor:

»“Hagan justicia cada mañana
    y libren al explotado del poder del opresor.
No sea que mi ira se encienda como un fuego
    y arda sin que nadie pueda extinguirla,
    a causa de la maldad de sus acciones.
13 ¡Yo estoy contra ti, Jerusalén,
    habitante del valle, en la llanura rocosa!”,
    afirma el Señor.
“Ustedes dicen: ‘¿Quién podrá venir contra nosotros?
    ¿Quién podrá entrar en nuestros refugios?’.
14 Yo los castigaré conforme al fruto de sus acciones”,
    afirma el Señor,
“a su bosque le prenderé fuego
    y ese fuego consumirá todos sus alrededores”».

Juicio contra reyes malvados

22 Así dice el Señor: «Baja al palacio del rey de Judá y proclama allí este mensaje: “Escuchen la palabra del Señor, tú, rey de Judá, que estás sentado sobre el trono de David, tus oficiales y tu pueblo, que entran por estas puertas. Así dice el Señor: ‘Practiquen el derecho y la justicia. Libren al oprimido del poder del opresor. No maltraten ni hagan violencia al extranjero, ni al huérfano ni a la viuda, ni derramen sangre inocente en este lugar. Si tienen cuidado de cumplir estos mandamientos, entonces por las puertas de este palacio entrarán reyes que ocuparán el trono de David; entrarán en carros y a caballo, acompañados por sus oficiales y su pueblo. Pero, si no obedecen estas palabras, tan cierto como que yo vivo, que este palacio se convertirá en un montón de ruinas. Yo, el Señor, lo afirmo’ ”».

Porque así dice el Señor acerca de la casa real de Judá:

«Para mí, tú eres como Galaad
    y como la cima del Líbano;
ciertamente te convertiré en un desierto,
    en ciudades deshabitadas.
Enviaré contra ti destructores,
    cada uno con sus armas,
que talarán tus cedros más hermosos
    y los echarán en el fuego.

»Gente de muchas naciones pasará por esta ciudad y se preguntará: “¿Por qué habrá tratado así el Señor a esta gran ciudad?”. Y se le responderá: “Porque abandonaron el pacto del Señor su Dios, adorando y sirviendo a otros dioses”».

10 No lloren por el que está muerto
    ni hagan lamentaciones por él.
Lloren más bien por el exiliado,
    por el que nunca volverá
    ni verá más la tierra en que nació.

11 Así dice el Señor acerca de Salún,[c] hijo de Josías y rey de Judá, que comenzó a reinar después de su padre Josías y que salió de este lugar: «Nunca más volverá, 12 sino que morirá en el lugar donde ha sido desterrado. No volverá a ver más este país.

13 »¡Ay del que edifica su casa y sus habitaciones superiores
    violentando la justicia y el derecho!
¡Ay del que obliga a su prójimo
    a trabajar gratis y no le paga por su trabajo!
14 ¡Ay del que dice: “Me edificaré un gran palacio,
    con habitaciones amplias en el piso superior”!
Y le abre grandes ventanas,
    y la recubre de cedro y la pinta de rojo.

15 »¿Acaso eres rey
    solo por acaparar mucho cedro?
Tu padre no solo comía y bebía,
    sino que practicaba el derecho y la justicia;
    por eso le fue bien.
16 Defendía la causa del pobre y del necesitado;
    por eso le fue bien.
¿Acaso no es esto conocerme?»,
    afirma el Señor.
17 «Pero tus ojos y tu corazón
    solo buscan ganancias deshonestas,
solo buscan derramar sangre inocente
    y practicar la opresión y la violencia».

18 Por eso, así dice el Señor acerca de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá:

«Nadie lamentará su muerte ni gritará:
    “¡Ay, mi hermano! ¡Ay, mi hermana!”.
Nadie lamentará su muerte ni gritará:
    “¡Ay, señor! ¡Ay, Su Majestad!”.
19 Será enterrado como un asno;
    lo arrastrarán y arrojarán
    fuera de las puertas de Jerusalén».

Juicio contra Jerusalén

20 «¡Sube al Líbano y grita;
    levanta tu voz en Basán!
¡Grita desde Abarín,
    pues todos tus amantes han sido destruidos!
21 Yo te hablé cuando te iba bien,
    pero tú dijiste: “¡No escucharé!”.
Así te has comportado desde tu juventud:
    ¡nunca me has obedecido!
22 El viento arrastrará a todos tus pastores
    y tus amantes irán al cautiverio.
Por culpa de toda tu maldad
    quedarás avergonzada y humillada.
23 Tú, que habitas en el Líbano,[d]
    que has puesto tu nido entre los cedros,
¡cómo gemirás cuando te vengan los dolores,
    dolores como de parturienta!

Juicio contra Jeconías

24 »¡Tan cierto como que yo vivo —afirma el Señor—, aunque Jeconías[e], hijo de Joacim y rey de Judá, sea un anillo en mi mano derecha, aun de allí lo arrancaré! 25 Yo te entregaré en manos de los que buscan matarte y en manos de los que tú más temes; es decir, en poder de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y de los babilonios.[f] 26 A ti y a la madre que te dio a luz los arrojaré a un país que no los vio nacer y allí morirán. 27 Jamás volverán al país al que tanto anhelan volver».

28 ¿Es Jeconías una vasija despreciable y rota,
    un objeto que nadie desea?
¿Por qué son arrojados él y su descendencia
    y echados a un país que no conocen?
29 ¡Tierra, tierra, tierra!
    ¡Escucha la palabra del Señor!
30 Así dice el Señor: «Anoten a este hombre
    como si fuera un hombre sin hijos;
    como alguien que fracasó en su vida.
Porque ninguno de sus descendientes
    logrará ocupar el trono de David
    ni reinar de nuevo en Judá».

El Rey justo

23 «¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mis praderas!», afirma el Señor. Por eso, así dice el Señor, el Dios de Israel, a los pastores que apacientan a mi pueblo: «Ustedes han dispersado a mis ovejas; las han expulsado y no se han encargado de ellas. Pues bien, yo me encargaré de castigarlos a ustedes por sus malas acciones», afirma el Señor. «Al remanente de mis ovejas yo mismo las reuniré de todos los países adonde las expulsé; también las haré volver a sus pastos, donde crecerán y se multiplicarán. Pondré sobre ellas pastores que las pastorearán y ya no temerán ni se espantarán, ni faltará ninguna de ellas», afirma el Señor.

«Vienen días», afirma el Señor,
    «en que de la simiente de David haré surgir un Renuevo justo;
él reinará con sabiduría en la tierra,
    y practicará el derecho y la justicia.
En esos días Judá será salvo,
    Israel morará seguro.
Y este es el nombre que se le dará:
    “El Señor es nuestra justicia”.

»Por eso —afirma el Señor—, vienen días en que ya no se dirá: “Tan cierto como vive el Señor, que hizo salir a los israelitas de la tierra de Egipto”, sino: “Tan cierto como vive el Señor, que hizo salir a los descendientes de la familia de Israel, y los hizo llegar del país del norte y de todos los países adonde los había expulsado”. Entonces habitarán en su propia tierra».

Profetas mentirosos

En cuanto a los profetas:

Mi corazón está quebrantado dentro de mí
    y se me estremecen los huesos.
Por causa del Señor
    y de sus santas palabras,
hasta parezco un borracho,
    alguien dominado por el vino.
10 La tierra está llena de adúlteros,
    por causa de la maldición está de luto
    y los pastos del desierto se han secado.
Los profetas corren tras la maldad,
    y usan su poder para la injusticia.

11 «Impíos son los profetas y los sacerdotes;
    aun en mi propia casa encuentro su maldad»,
    afirma el Señor.
12 «Por eso su camino será resbaladizo;
    serán empujados a las tinieblas,
    y en ellas se hundirán.
Yo traeré sobre ellos una calamidad
    en el año de su castigo»,
    afirma el Señor.

13 «Algo repugnante he observado
    entre los profetas de Samaria:
profetizaron en nombre de Baal
    y descarriaron a mi pueblo Israel.
14 Y entre los profetas de Jerusalén
    he observado cosas terribles:
    cometen adulterio y viven en la mentira;
fortalecen las manos de los malhechores,
    ninguno se convierte de su maldad.
Todos ellos son para mí como Sodoma;
    los habitantes de Jerusalén son como Gomorra».

15 Por tanto, así dice el Señor de los Ejércitos contra los profetas:

«Haré que coman alimentos amargos
    y que beban agua envenenada,
porque los profetas de Jerusalén
    han esparcido la impiedad por toda la tierra».

16 Así dice el Señor de los Ejércitos:

«No escuchen lo que dicen los profetas,
    pues alientan en ustedes falsas esperanzas;
cuentan visiones que se han imaginado
    y que no proceden de la boca del Señor.
17 A los que me desprecian les aseguran
    que yo, el Señor, digo que gozarán de paz;
a los que obedecen los dictados de su terco corazón
    les dicen que no les sobrevendrá ningún mal.
18 ¿Quién de ellos ha estado en el consejo del Señor?
    ¿Quién ha recibido o escuchado su palabra?
    ¿Quién ha atendido y escuchado su palabra?
19 La tempestad del Señor
    se ha desatado con furor;
un torbellino se cierne amenazante
    sobre la cabeza de los malvados.
20 La ira del Señor no cesará
    hasta que haya realizado por completo
    los propósitos de su corazón.
Al final de los tiempos
    lo comprenderán con claridad.
21 Yo no envié a esos profetas,
    pero ellos corrieron a llevar sus mensajes;
ni siquiera hablé,
    pero ellos profetizaron.
22 Si hubieran estado en mi consejo,
    habrían proclamado mis palabras a mi pueblo;
lo habrían hecho volver de su mal camino
    y de sus malas acciones.

23 »¿Soy acaso Dios solo de cerca?
    ¿No soy Dios también de lejos?»,
    afirma el Señor.
24 «¿Podrá el hombre hallar un escondite
    donde yo no pueda encontrarlo?»,
    afirma el Señor.
«¿Acaso no soy yo el que llena los cielos y la tierra?»,
    afirma el Señor.

25 «He escuchado lo que dicen los profetas que profieren mentiras en mi nombre, los cuales dicen: “¡He tenido un sueño, he tenido un sueño!”. 26 ¿Hasta cuándo continuarán los profetas hablando mentiras y delirios de sus propios corazones? 27 Con los sueños que se cuentan unos a otros pretenden hacer que mi pueblo se olvide de mi nombre, como sus antepasados se olvidaron de mi nombre por el de Baal. 28 El profeta que tenga un sueño, que lo cuente; pero el que reciba mi palabra, que la proclame con fidelidad. ¿Qué tiene que ver la paja con el grano?», afirma el Señor. 29 «¿No es acaso mi palabra como fuego y como martillo que pulveriza la roca?», afirma el Señor.

30 «Por eso yo estoy contra los profetas que se roban mis palabras entre sí», afirma el Señor. 31 «Yo estoy contra los profetas que con sus propias lenguas hablan por hablar», afirma el Señor. 32 «Yo estoy contra los profetas que cuentan sueños mentirosos y que, al contarlos, hacen que mi pueblo se extravíe con sus mentiras y sus presunciones», afirma el Señor. «Yo no los he enviado ni he dado ninguna orden. No traen ningún beneficio a este pueblo», afirma el Señor.

Profecías falsas

33 «Si este pueblo o algún profeta o sacerdote te pregunta: “¿Qué mensaje[g] tenemos del Señor?”, tú responderás: “¿De qué mensaje hablas? Yo los abandonaré”, afirma el Señor. 34 Si un profeta o un sacerdote o alguien del pueblo dice: “Este es el mensaje del Señor”, yo castigaré a ese hombre y a su casa. 35 Así deberán hablarse entre amigos y hermanos: “¿Qué ha respondido el Señor?”, o “¿Qué ha dicho el Señor?”. 36 Pero no deberán mencionar más la frase “Mensaje del Señor”, porque el mensaje de cada uno será su propia palabra, ya que ustedes han distorsionado las palabras del Dios viviente, del Señor de los Ejércitos, nuestro Dios. 37 Así dirás a los profetas: “¿Qué les ha respondido el Señor? ¿Qué les ha dicho?”. 38 Pero si ustedes responden: “¡Mensaje del Señor!”, el Señor dice: “Por cuanto ustedes han dicho: ‘¡Mensaje del Señor!’, siendo que yo había prohibido que pronunciaran esta frase, 39 entonces me olvidaré de ustedes y los echaré de mi presencia, junto con la ciudad que di a ustedes y a sus antepasados. 40 Y los afligiré con vergüenza eterna, con una deshonra eterna que jamás será olvidada”».

Dos canastas de higos

24 Después de que Nabucodonosor, rey de Babilonia, deportó de Jerusalén a Jeconías, hijo de Joacim y rey de Judá, junto con los oficiales de Judá, los artesanos y herreros, el Señor me mostró dos canastas de higos colocadas frente al Templo del Señor. Una de ellas tenía higos muy buenos, como los que maduran primero; la otra tenía higos muy malos, tan malos que no se podían comer.

Entonces el Señor me preguntó: «¿Qué ves, Jeremías?».

Yo respondí: «Veo higos. Unos están muy buenos, pero otros están tan malos que no se pueden comer».

La palabra del Señor vino a mí y me dijo: «Así dice el Señor, el Dios de Israel: “A los deportados de Judá, que envié de este lugar a la tierra de los babilonios,[h] los consideraré como a estos higos buenos. Los miraré favorablemente y los haré volver a esta tierra. Los edificaré y no los derribaré, los plantaré y no los arrancaré. Les daré un corazón para que me conozcan, pues yo soy el Señor. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, porque volverán a mí de todo corazón.

»”Pero a Sedequías, rey de Judá, a sus oficiales y a los sobrevivientes de Jerusalén —lo mismo a los que se quedaron en esta tierra como a los que viven en Egipto—, los trataré como a los higos malos, que de tan malos no se pueden comer”, afirma el Señor. “Los convertiré en motivo de espanto y de calamidad, para todos los reinos de la tierra. En todos los lugares por donde yo los disperse, serán objeto de escarnio, desprecio, burla y maldición. 10 Enviaré contra ellos espada, hambre y pestilencia, hasta que sean exterminados de la tierra que di a ellos y a sus antepasados”».

Footnotes

  1. 21:4 Lit. caldeos.
  2. 21:9 Lit. caldeos.
  3. 22:11 También llamado Joacaz.
  4. 22:23 el Líbano. Es decir, en el palacio en Jerusalén (véase 1R 7:2).
  5. 22:24 Jeconías. Lit. Conías (variante de este nombre); también en v. 28.
  6. 22:25 Lit. caldeos.
  7. 23:33 mensaje. Juego de palabras aquí y en los vv. siguientes; el vocablo hebreo también significa carga.
  8. 24:5 Lit. caldeos.

Profecía sobre la destrucción de Jerusalén

21 Palabra que vino a Jeremías de parte del Señor cuando el rey Sedequías(A) lo envió a Pasur, hijo de Malquías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maasías, diciendo(B): Consulta ahora de nuestra parte al Señor(C), porque Nabucodonosor, rey de Babilonia(D), nos hace la guerra; tal vez el Señor haga con nosotros conforme a todas sus maravillas[a], para que el enemigo se retire de nosotros(E).

Entonces Jeremías les dijo: Así diréis a Sedequías: «Así dice el Señor, Dios de Israel: “He aquí, yo haré volver atrás las armas de guerra que tenéis en vuestras manos, con las cuales peleáis contra el rey de Babilonia y contra los caldeos que os sitian fuera de los muros, y las reuniré en medio de esta ciudad(F). Y yo pelearé contra vosotros(G) con mano extendida y brazo poderoso(H), y con ira, furor y gran enojo(I). Heriré a los habitantes de esta ciudad, y hombres y animales morirán de gran pestilencia(J). Y después” —declara el Señor— “a Sedequías, rey de Judá, a sus siervos, al pueblo y a los que sobrevivan en esta ciudad de la pestilencia, de la espada y del hambre, los entregaré en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia(K), en manos de sus enemigos y en manos de los que buscan sus vidas; y él los herirá a filo de espada. No los perdonará ni les tendrá piedad ni compasión(L)”».

Y dirás a este pueblo: «Así dice el Señor: “He aquí, pongo delante de vosotros el camino de la vida y el camino de la muerte(M). El que se quede en esta ciudad morirá a espada, de hambre y de pestilencia(N); pero el que salga y se entregue a los caldeos que os sitian, vivirá, y tendrá su propia vida como botín(O). 10 Porque he puesto mi rostro contra esta ciudad para mal, y no para bien” —declara el Señor(P)—. “Será entregada en manos del rey de Babilonia, quien le prenderá fuego(Q)”».

11 Y di a la casa del rey de Judá:

«Oíd la palabra del Señor(R):
12 Casa de David, así dice el Señor(S):
“Haced justicia(T) cada[b] mañana,
y librad al despojado de manos(U) de su opresor,
no sea que salga como fuego mi furor,
y arda y no haya quien lo apague(V),
a causa de la maldad de vuestras obras(W).

13 ”He aquí, yo estoy contra ti, moradora del valle,
roca de la llanura” —declara el Señor(X)
“los que decís: ‘¿Quién descenderá contra nosotros(Y)?
¿Quién entrará en nuestras moradas(Z)?’.
14 Yo os castigaré conforme al fruto de vuestras obras”
—declara el Señor(AA)
“y prenderé fuego en su bosque
que consumirá todos sus alrededores(AB)”».

Profecías contra los reyes de Judá

22 Así dice el Señor: Desciende a la casa del rey de Judá y habla allí esta palabra, y di: «Escucha la palabra del Señor, oh rey de Judá, que te sientas sobre el trono de David, tú, tus siervos y tu pueblo, los que entran por estas puertas(AC). Así dice el Señor: “Practicad el derecho y la justicia, y librad al despojado de manos de su opresor(AD). Tampoco maltratéis ni hagáis violencia al extranjero, al huérfano o a la viuda(AE), ni derraméis sangre inocente en este lugar(AF). Porque si en verdad observáis este mandato, entonces entrarán reyes por las puertas de esta casa, y se sentarán en el lugar de David[c], en su trono; entrarán montados en carros y caballos, el rey[d], sus siervos y su pueblo(AG). Pero si no obedecéis estas palabras(AH), juro por mí mismo” —declara el Señor(AI)— “que esta casa vendrá a ser una desolación”». Porque así dice el Señor acerca de la casa del rey de Judá:

Como Galaad(AJ) eres para mí,
como la cumbre del Líbano;
pero ciertamente te convertiré en un desierto,
como ciudades deshabitadas(AK).
Designaré contra ti destructores(AL),
cada uno con sus armas,
y cortarán tus cedros más selectos(AM)
y los echarán al fuego(AN).

Pasarán muchas naciones junto a esta ciudad, y dirá cada cual a su prójimo: «¿Por qué ha hecho así el Señor a esta gran ciudad(AO)?». Entonces responderán[e]: «Porque abandonaron el pacto del Señor su Dios, y se postraron ante otros dioses y les sirvieron(AP)».

10 No lloréis por el muerto ni hagáis duelo por él,
llorad amargamente por el que se va(AQ),
porque jamás volverá
ni verá su tierra natal(AR).

11 Porque así dice el Señor acerca de Salum[f], hijo de Josías, rey de Judá, que reinó en lugar de su padre Josías, y que salió de este lugar: Nunca más volverá aquí(AS); 12 sino que en el lugar adonde lo llevaron cautivo, allí morirá(AT), y no verá más esta tierra.

13 Ay del que edifica su casa sin justicia(AU)
y sus aposentos altos sin derecho,
que a su prójimo hace trabajar de balde
y no le da su salario(AV).
14 El que dice: «Me edificaré una casa espaciosa
con amplios aposentos altos(AW)»;
y le abre[g] ventanas,
la recubre de cedro(AX) y la pinta de rojo[h].
15 ¿Acaso te harás rey porque compites en cedro?
¿No comió y bebió tu padre
y practicó el derecho y la justicia(AY)?
Por eso le fue bien(AZ).
16 Defendió la causa del pobre y del necesitado(BA);
entonces le fue bien.
¿No es esto conocerme?
—declara el Señor(BB).
17 Mas tus ojos y tu corazón
solo están para tu propia ganancia(BC),
para derramar sangre inocente(BD),
y para practicar la opresión y la violencia[i].

18 Por tanto, así dice el Señor acerca de Joacim(BE), hijo de Josías, rey de Judá:

No llorarán por él(BF):
«¡Ay, hermano mío(BG)!» o «¡Ay, hermana!».
No llorarán por él:
«¡Ay, señor!» o «¡Ay, su gloria!».
19 Con entierro de asno, será enterrado(BH):
arrastrado y tirado fuera de las puertas de Jerusalén.
20 Sube al Líbano y clama,
y da voces[j] en Basán;
clama también desde Abarim(BI),
porque han sido destruidos todos tus amantes(BJ).
21 Te hablé en tu prosperidad,
pero dijiste: «No escucharé».
Esta ha sido tu costumbre desde tu juventud,
que nunca has escuchado mi voz(BK).
22 A todos tus pastores(BL) arrasará[k] el viento,
y tus amantes irán al cautiverio(BM);
entonces ciertamente serás avergonzada y humillada(BN)
a causa de toda tu maldad.
23 Tú que moras en el Líbano,
anidada en los cedros,
¡cómo gemirás cuando te vengan los dolores,
dolor como de mujer de parto(BO)!

24 Vivo yo —declara el Señor— aunque Conías[l], hijo de Joacim, rey de Judá(BP), fuera un anillo[m] en mi mano(BQ) derecha, aun de allí lo[n] arrancaría. 25 Te entregaré en manos de los que buscan tu vida, sí, en manos de los que temes: en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia(BR), y en manos de los caldeos. 26 Te arrojaré(BS) a ti y a la madre(BT) que te dio a luz a otro país donde no nacisteis, y allí moriréis. 27 Pero a la tierra a la cual con toda el alma anhelan volver, a ella no volverán.

28 ¿Es acaso este hombre Conías una vasija despreciada y rota?
¿Es un objeto indeseable(BU)?
¿Por qué han sido arrojados él y sus descendientes(BV)
y echados a una tierra que no conocían(BW)?
29 ¡Oh tierra, tierra, tierra!,
oye la palabra del Señor(BX).

30 Así dice el Señor:

«Inscribid a este hombre como sin hijos(BY),
hombre que no prosperará en sus días;
porque ninguno de sus descendientes logrará[o](BZ)
sentarse sobre el trono de David(CA)
ni gobernar de nuevo en Judá».

Los malos pastores y regreso del remanente

23 ¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mis prados(CB)! —declara el Señor(CC). Por tanto, así dice el Señor, Dios de Israel, acerca de los pastores que apacientan a mi pueblo: Vosotros habéis dispersado mis ovejas y las habéis ahuyentado, y no os habéis ocupado de ellas; he aquí, yo me ocuparé de vosotros por la maldad de vuestras obras(CD) —declara el Señor. Yo mismo reuniré el remanente de mis ovejas de todas las tierras adonde las he echado, y las haré volver a sus pastos; y crecerán y se multiplicarán(CE). Pondré sobre ellas pastores que las apacentarán(CF), y nunca más tendrán temor, ni se aterrarán(CG), ni faltará ninguna(CH) —declara el Señor.

He aquí, vienen días —declara el Señor(CI)
en que levantaré a David un Renuevo justo;
y Él reinará como rey(CJ), actuará sabiamente[p],
y practicará el derecho y la justicia(CK) en la tierra(CL).
En sus días será salvo Judá,
e Israel morará seguro(CM);
y este es su nombre por el cual será llamado(CN):
«El Señor, justicia nuestra(CO)».

Por tanto, he aquí, vienen días —declara el Señor— cuando no dirán más: «Vive el Señor, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto(CP)», sino: «Vive el Señor que hizo subir y trajo a los descendientes[q] de la casa de Israel de la tierra del norte y de todas las tierras adonde los había echado»; y habitarán en su propio suelo(CQ). En cuanto a los profetas:

quebrantado está mi corazón dentro de mí,
tiemblan todos mis huesos(CR);
estoy como un ebrio,
como un hombre a quien domina el vino,
por causa del Señor
y por causa de sus santas palabras.
10 Porque la tierra está llena de adúlteros;
porque a causa de la maldición se ha enlutado la tierra(CS),
se han secado los pastos del desierto(CT).
Pues es mala la carrera de ellos
y su poderío no es recto.
11 Porque tanto el profeta como el sacerdote están corrompidos(CU);
aun en mi casa he hallado su maldad —declara el Señor.
12 Por tanto, su camino será para ellos como resbaladeros;
a las tinieblas(CV) serán empujados y en ellas caerán(CW);
porque traeré sobre ellos calamidad
el año de su castigo(CX) —declara el Señor.

13 Además, entre los profetas(CY) de Samaria he visto algo ofensivo:
profetizaban en nombre de Baal y extraviaban a mi pueblo(CZ) Israel.
14 También entre los profetas de Jerusalén he visto algo horrible(DA):
cometían[r] adulterio y andaban[s] en mentiras(DB);
fortalecían las manos de los malhechores,
sin convertirse ninguno de su maldad(DC).
Se me han vuelto todos ellos como Sodoma,
y sus habitantes como Gomorra(DD).

15 Por tanto, así dice el Señor de los ejércitos acerca de los profetas:

«He aquí, les daré de comer ajenjo
y les daré de beber agua envenenada(DE),
porque de los profetas de Jerusalén
ha salido la corrupción por toda la tierra».

16 Así dice el Señor de los ejércitos:

No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan(DF).
Ellos os conducen hacia lo vano(DG);
os cuentan[t] la visión de su propia fantasía[u](DH),
no de la boca del Señor(DI).
17 Dicen de continuo a los que me desprecian(DJ):
«El Señor ha dicho: “Tendréis paz(DK)”»;
y a todo el que anda en la terquedad de su corazón(DL)
dicen: «No vendrá calamidad sobre vosotros(DM)».
18 Pero ¿quién ha estado en el consejo del Señor,
y vio y oyó su palabra(DN)?
¿Quién ha prestado atención a su[v] palabra y la ha escuchado(DO)?
19 He aquí, la tempestad del Señor ha salido con furor,
un torbellino impetuoso
descargará sobre la cabeza de los impíos(DP).
20 No se apartará la ira del Señor
hasta que haya realizado y llevado a cabo los propósitos(DQ) de su corazón(DR).
En los postreros días lo entenderéis(DS) claramente.
21 Yo no envié a esos profetas,
pero ellos corrieron;
no les hablé,
mas ellos profetizaron(DT).
22 Pero si ellos hubieran estado en mi consejo,
habrían hecho oír mis palabras(DU) a mi pueblo,
y les habrían hecho volver de su mal camino
y de la maldad de sus obras(DV).

23 ¿Soy yo un Dios de cerca —declara el Señor
y no un Dios de lejos(DW)?
24 ¿Podrá alguno esconderse en escondites
de modo que yo no lo vea(DX)? —declara el Señor.
¿No lleno yo los cielos y la tierra? —declara el Señor(DY).

25 He oído(DZ) lo que dicen los profetas que profetizan mentira en mi nombre(EA), diciendo: «¡He tenido un sueño, he tenido un sueño(EB)!». 26 ¿Hasta cuándo? ¿Qué hay en los corazones de los profetas que profetizan la mentira, de los profetas que proclaman el engaño(EC) de su corazón, 27 que tratan de que mi pueblo se olvide de mi nombre con los sueños(ED) que se cuentan unos a otros, tal como sus padres olvidaron mi nombre a causa de Baal(EE)? 28 El profeta que tenga un sueño, que cuente su sueño, pero el que tenga mi palabra, que hable mi palabra con fidelidad(EF). ¿Qué tiene que ver la paja(EG) con el grano? —declara el Señor. 29 ¿No es mi palabra como fuego —declara el Señor(EH)— y como martillo que despedaza(EI) la roca[w]? 30 Por tanto, he aquí, estoy contra los profetas —declara el Señor— que se roban mis palabras el uno al otro(EJ). 31 He aquí, estoy contra los profetas —declara el Señor— que usan sus lenguas y dicen: «El Señor declara». 32 He aquí, estoy contra los que profetizan sueños falsos(EK) —declara el Señor— y los cuentan y hacen errar a mi pueblo con sus mentiras(EL) y sus presunciones(EM), cuando yo no los envié ni les di órdenes(EN), ni son de provecho alguno para este pueblo —declara el Señor.

33 Y cuando te pregunte este pueblo, o el profeta(EO), o sacerdote, diciendo: «¿Cuál es la profecía[x] del Señor?», les dirás: «¿Cuál profecía?». El Señor declara: «Yo os abandonaré(EP)». 34 Y al profeta, al sacerdote o al pueblo que diga(EQ): «Profecía del Señor», traeré castigo sobre tal hombre y sobre su casa. 35 Así diréis cada uno a su prójimo y cada uno a su hermano: «¿Qué ha respondido el Señor(ER)? ¿Qué ha hablado el Señor?». 36 Y no os acordaréis más de la profecía del Señor(ES), porque la palabra de cada uno le será por profecía, pues habéis pervertido las palabras del Dios viviente, del Señor de los ejércitos, nuestro Dios(ET). 37 Así dirás al profeta: «¿Qué te ha respondido el Señor? ¿Qué ha hablado el Señor?». 38 Pero si decís: «¡Profecía del Señor!», entonces así dice el Señor: «Por cuanto habéis dicho esta palabra: “¡Profecía del Señor!”, habiendo yo enviado a deciros: “No digáis: ‘¡Profecía del Señor!’”», 39 por tanto, he aquí, ciertamente me olvidaré de vosotros y os echaré de mi presencia, junto con la ciudad que os di a vosotros y a vuestros padres(EU); 40 y pondré sobre vosotros oprobio eterno y humillación eterna que nunca será olvidada(EV).

Las dos cestas de higos

24 El Señor me mostró dos[y] cestas de higos(EW) colocadas delante del templo del Señor después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, desterró a Jeconías, hijo de Joacim, rey de Judá, y a los oficiales de Judá junto con los artesanos y herreros de Jerusalén, y los llevó a Babilonia(EX). Una cesta tenía higos muy buenos, como los primeros higos maduros(EY); y la otra tenía higos muy malos, que de podridos no se podían comer(EZ). Entonces el Señor me dijo: ¿Qué ves, Jeremías? Y dije(FA): Higos; los higos buenos son muy buenos, y los malos, muy malos, que de podridos no se pueden comer.

Y vino a mí la palabra del Señor, diciendo: Así dice el Señor, Dios de Israel: «Como a estos higos buenos, así consideraré como buenos a los desterrados de Judá que yo he echado de este lugar a la tierra de los caldeos(FB). Porque pondré mis ojos sobre ellos para bien, y los traeré de nuevo a esta tierra(FC); los edificaré y no los derribaré, los plantaré(FD) y no los arrancaré. Y les daré un corazón para que me conozcan, porque yo soy el Señor; y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios(FE), pues volverán a mí de todo corazón(FF).

»Pero como a los higos malos que de podridos no se pueden comer(FG) —así dice el Señor— de la misma manera abandonaré[z] a Sedequías(FH), rey de Judá, a sus oficiales(FI), al remanente de Jerusalén que queda en esta tierra y a los que habitan en la tierra de Egipto(FJ). Los haré motivo de espanto y de calamidad para todos los reinos de la tierra, de oprobio y refrán(FK), de burla y maldición(FL) en todos los lugares adonde los dispersaré(FM). 10 Y enviaré sobre ellos espada, hambre y pestilencia hasta que sean exterminados(FN) de la tierra que les di a ellos y a sus padres».

Footnotes

  1. Jeremías 21:2 O, todos sus milagros
  2. Jeremías 21:12 O, por la
  3. Jeremías 22:4 Lit., por David
  4. Jeremías 22:4 Lit., él
  5. Jeremías 22:9 Lit., dirán
  6. Jeremías 22:11 I.e., Joacaz
  7. Jeremías 22:14 Lit., corta
  8. Jeremías 22:14 O, bermellón
  9. Jeremías 22:17 O, extorsión
  10. Jeremías 22:20 Lit., tu voz
  11. Jeremías 22:22 Lit., pastoreará
  12. Jeremías 22:24 I.e., Jeconías
  13. Jeremías 22:24 O, sello
  14. Jeremías 22:24 Lit., te
  15. Jeremías 22:30 O, prosperará en
  16. Jeremías 23:5 O, tendrá éxito
  17. Jeremías 23:8 Lit., simiente
  18. Jeremías 23:14 Lit., cometer
  19. Jeremías 23:14 Lit., andar
  20. Jeremías 23:16 Lit., hablan
  21. Jeremías 23:16 Lit., corazón
  22. Jeremías 23:18 Otra posible lectura es: mi
  23. Jeremías 23:29 O, peñasco
  24. Jeremías 23:33 O, carga, y así en el resto del cap.
  25. Jeremías 24:1 Lit., y he aquí, dos
  26. Jeremías 24:8 Lit., entregaré

Jerusalén será destruida

21 La palabra del Señor vino a Jeremías cuando el rey Sedequías le envió un mensaje por medio de Pasjur hijo de Malquías, y del sacerdote Sofonías hijo de Maseías. El rey mandó a decirle:

«Jeremías, consulta al Señor acerca de nosotros, porque Nabucodonosor, el rey de Babilonia, nos ha declarado la guerra.(A) Tal vez el Señor nos trate de acuerdo con todas sus maravillas y haga que Nabucodonosor se aleje de nosotros.»

Pero Jeremías les respondió:

«Díganle a Sedequías que el Señor y Dios de Israel ha dicho: “Ustedes se han levantado en armas contra el rey de Babilonia, y contra los caldeos que están fuera de la muralla y los tienen sitiados. Pero yo voy a hacer que esas mismas armas de guerra se vuelvan contra ustedes. Voy a amontonarlas en medio de esta ciudad, y levantaré mi mano contra ustedes; los combatiré con brazo fuerte, y con gran enojo y furor. Heriré a los habitantes de esta ciudad, y hombres y bestias por igual morirán por causa de una gran peste. Después de eso, pondré en manos del rey Nabucodonosor de Babilonia al rey Sedequías de Judá, a sus criados, al pueblo y a los que sobrevivan a la peste, la espada y el hambre que habrá en la ciudad. Los pondré en manos de los enemigos que buscan matarlos, y ellos los matarán a filo de espada. No los perdonarán. No les tendrán lástima ni compasión.

—Palabra del Señor.

”Y a este pueblo dirás que así ha dicho el Señor: ‘Pongo ante ustedes la posibilidad de elegir entre el camino de vida y el camino de la muerte. El que se quede en esta ciudad morirá por la espada, por el hambre o por la peste. Pero el que salga de ella y se pase al bando de los caldeos que los tienen sitiados, se pondrá a salvo y su vida será su botín. 10 Yo me he puesto a observar esta ciudad, para su mal y no para su bien. Voy a ponerla en manos del rey de Babilonia, y él le prenderá fuego.’

—Palabra del Señor.

11 ”A los de la casa del rey de Judá les dirás: ‘Escuchen la palabra del Señor, 12 ustedes, los de la casa de David. Así ha dicho el Señor: Dicten sentencias justas por la mañana, y libren a los oprimidos del poder de sus opresores. De lo contrario, por causa de sus malas obras mi ira saldrá como fuego, y se encenderá y no habrá quien pueda apagarla.’

13 ”Yo estoy contra ti, ciudad asentada en el valle, que eres la roca de la llanura. Contra ti, que dices: ‘¿Quién podrá atacarnos? ¿Quién podrá entrar en nuestros aposentos?’

—Palabra del Señor.

14 ”Yo te castigaré como merecen ser castigadas tus malas obras. Yo le prenderé fuego a tu bosque, y el fuego consumirá todo cuanto te rodea.”»

—Palabra del Señor.

Profecías contra los reyes de Judá

22 Así ha dicho el Señor:

«Ve ahora al palacio del rey de Judá, y pronuncia allí estas palabras ante el rey de Judá: “Oigan la palabra del Señor, lo mismo tú que reinas sobre el trono de David, que tus siervos y el pueblo que entra por estas puertas. Yo, el Señor, he dicho: Practiquen la justicia y el derecho. Libren de sus opresores a los oprimidos. No engañen ni roben al extranjero, ni al huérfano ni a la viuda. No derramen sangre inocente en este lugar. Si en verdad obedecen mi palabra, los reyes que ahora ocupan el trono de David entrarán por las puertas de este palacio montados en carros y en caballos, junto con sus criados y su ejército. Pero, si no obedecen mi palabra, juro por mí mismo que este palacio quedará en ruinas.”»

—Palabra del Señor.

Así ha dicho el Señor acerca del palacio del rey de Judá:

«Este palacio me parece tan bello como la región de Galaad y como la cumbre del monte Líbano. Sin embargo, lo convertiré en un desierto rodeado de ciudades deshabitadas. Dispondré contra él un ejército, y cada uno de sus soldados lo destruirá con sus armas. ¡Derribarán sus bellas columnas de cedro, y las echarán en el fuego! Mucha gente pasará junto a esta ciudad, y unos a otros se dirán: “¿Por qué hizo esto el Señor con tan imponente ciudad?” Y la respuesta será: “Porque se apartaron del pacto del Señor su Dios, y adoraron y sirvieron a dioses ajenos.”»

10 No lloren al muerto, ni se compadezcan de él. Más bien, lloren amargamente por el que se va, porque jamás volverá a ver la tierra en que nació.

11 En efecto, el Señor ha dicho acerca de Salún(B) hijo de Josías, rey de Judá, que sucedió en el trono a su padre Josías:

«Has sido expulsado de aquí, y nunca más volverás aquí. 12 Morirás en el país al que fuiste llevado cautivo, y nunca más volverás a ver esta tierra.

13 »¡Ay de ti, que eriges tu palacio sin justicia, y tus salas sin equidad! ¡Ay de ti, que explotas a tu prójimo y no le pagas el salario de su trabajo! 14 ¡Ay de ti, que dices: “Voy a construirme un palacio espacioso, con amplias salas”, y le abres ventanas, lo recubres de cedro y lo pintas de bermellón! 15 ¿Acaso el verte rodeado de cedro te convierte en rey? ¿Acaso a tu padre le faltó comida y bebida? ¡A él le fue bien porque practicó la justicia y el derecho! 16 ¡Le fue bien porque les hizo justicia a los pobres y menesterosos! ¡A eso le llamo conocerme!

—Palabra del Señor.

17 »Tú, en cambio, sólo ves lo que te conviene; sólo piensas en saciar tu avaricia, en derramar sangre inocente y en oprimir y agraviar a otros.»

18 Por lo tanto, así ha dicho el Señor acerca de Joacín(C) hijo de Josías, rey de Judá:

«Nadie te llorará. Nadie dirá: “¡Ay, hermano mío!”, ni “¡Ay, hermana mía!” Nadie lamentará tu muerte, ni te dirá: “¡Ay, señor! ¡Ay, Su Majestad!” 19 Al contrario, te arrastrarán hasta fuera de la ciudad de Jerusalén, y te enterrarán como si fueras un asno.

20 »¡Sube al monte Líbano y grita! ¡Ve a Basán y deja oír tu voz! ¡Grita desde Abarín! Porque todos tus aliados van a ser destruidos. 21 Te hablé cuando gozabas de prosperidad, pero dijiste: “No quiero escuchar.” Y desde que eras joven te has portado así. Nunca has querido hacerme caso. 22 Por eso todos tus dirigentes serán arrastrados por el viento, y todos tus aliados serán llevados al cautiverio. Entonces tu ciudad quedará en vergüenza y confundida por causa de toda tu maldad. 23 Ahora habitas en el nido que te hiciste con los cedros del Líbano; pero ya te vendrán dolores, como de parturienta, ¡y entonces gemirás!

24 »Conías,(D) hijo de Joacín y rey de Judá, yo te juro que voy a deshacerme de ti, aun cuando seas como un anillo en mi diestra.

—Palabra del Señor.

25 »Voy a entregarte en manos de los que quieren matarte; en manos de aquellos que al verlos te hacen temblar. ¡Sí, voy a ponerte en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de los caldeos! 26 Voy a hacer que a tu madre y a ti se los lleven cautivos, a un país extraño en donde no nacieron. ¡Allí morirán! 27 Con toda el alma querrán ustedes volver a su propio país, pero jamás volverán.»

28 Y este Conías, ¿es acaso una vasija rota y despreciada? ¿Es acaso un trasto que a nadie le importa? ¿Por qué fueron expulsados él y los suyos a un país que nunca antes conocieron?

29 ¡Tierra, tierra, tierra!, ¡oye la palabra del Señor! 30 Así ha dicho el Señor:

«Pongan por escrito que este hombre se quedó sin hijos, y que nada próspero le espera por el resto de su vida. Porque ninguno de sus hijos llegará a ocupar el trono de David, ni reinará sobre Judá.»

Retorno del remanente

23 «¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan a las ovejas de mi rebaño!»

—Palabra del Señor.

Por tanto, así ha dicho el Señor y Dios de Israel a los pastores que apacientan a su pueblo:

«Ustedes dispersaron a mis ovejas. No se hicieron cargo de ellas, sino que las espantaron. Por eso ahora voy a hacerme cargo de ustedes y de sus malas obras.

—Palabra del Señor.

»Yo mismo reuniré al resto de mis ovejas. Las haré venir de todos los países por los que las esparcí, para devolverlas a sus apriscos. Allí se reproducirán y se multiplicarán. A cargo de ellas pondré pastores que las cuiden y alimenten, Y nunca más volverán a tener miedo ni a asustarse, y ninguna de ellas se perderá.

—Palabra del Señor.

»Vienen días en que haré que un descendiente de David surja como rey. Y será un rey justo, que practicará la justicia y el derecho en la tierra.

—Palabra del Señor.

»Durante su reinado, Judá estará a salvo, e Israel podrá vivir confiado. Y ese rey será conocido por este nombre: “El Señor es nuestra justicia.”(E)

»Por lo tanto, vienen días en que no volverá a decirse: “Viva el Señor, que sacó de la tierra de Egipto a los hijos de Israel”

—Palabra del Señor

»sino que se dirá: “Viva el Señor, que sacó de la tierra del norte a los descendientes de la casa de Israel, y los trajo de todos los países por donde los había dispersado, para que habiten en su propia tierra.”»

Denuncia contra los falsos profetas

Por causa de los profetas siento que el corazón se me hace pedazos. ¡Todos los huesos me tiemblan! Hasta parece que estoy ebrio y bajo los efectos del vino, por causa del Señor y de sus santas palabras. 10 En realidad, la tierra está llena de gente adúltera. Por causa de la maldición la tierra está desierta, los pastizales del desierto se han secado; la vida que llevan es depravada, y usan mal su valentía. 11 Tanto los profetas como los sacerdotes son unos malvados. ¡Hasta en el templo se les halla cometiendo su maldad!

—Palabra del Señor.

12 «Por eso su vida será semejante a un oscuro resbaladero: alguien los empujará, y ellos caerán en él. Cuando les llegue la hora de ser castigados, yo dejaré caer sobre ellos la calamidad.

—Palabra del Señor.

13 »He visto a los profetas de Samaria cometer desatinos. Profetizaban en nombre de Baal, e hicieron que mi pueblo Israel perdiera el rumbo. 14 Pero a los profetas de Jerusalén los he visto incurrir en grandes torpezas. Cometen adulterio, Van en pos de la mentira, fortalecen las manos de los malvados, para que ninguno se aparte de su maldad. Para mí, todos ellos son como los habitantes de Sodoma(F) y de Gomorra.»

15 Por lo tanto, así ha dicho el Señor de los ejércitos acerca de esos profetas:

«Voy a hacerlos comer ajenjo; voy a hacerlos beber agua amarga. Porque la hipocrecía que hay en toda la tierra tiene su origen en los profetas de Jerusalén.»

16 Así ha dicho el Señor de los ejércitos:

«No hagan caso de las palabras que los profetas les anuncian. Sólo alimentan en ustedes vanas esperanzas. Sus visiones nacen de su propio corazón, y no de mis labios. 17 Se atreven a decir a los que me desprecian, que yo he dicho que tendrán paz; y a todos los que siguen a su obstinado corazón, les dicen que no les sobrevendrá ningún mal.»

18 A decir verdad, ¿quién conoce los secretos del Señor? ¿Quién vio y oyó su palabra? ¿Quién ha estado atento a su palabra, y la ha escuchado? 19 ¡De parte del Señor viene una furiosa tempestad! ¡Esa tempestad está a punto de caer sobre la cabeza de los malvados! 20 El furor del Señor no cesará hasta haberlo hecho, hasta que haya cumplido los designios de su corazón. Pero esto lo entenderán ustedes claramente cuando ya sea demasiado tarde.

21 «Yo no envié a esos profetas, y sin embargo ellos se dieron prisa; yo jamás les hablé, pero ellos profetizaron. 22 Si ellos realmente se hubieran reunido conmigo, habrían hecho que mi pueblo atendiera mis palabras y se apartara de su mal camino y de sus malas obras.

23 »¿Acaso soy Dios sólo de cerca? ¡No! ¡También a la distancia soy Dios!

—Palabra del Señor.

24 »¿Podrá alguien esconderse donde yo no pueda verlo? ¿Acaso no soy yo el Señor, que llena el cielo y la tierra?

—Palabra del Señor.

25 »Yo sé bien que esos profetas mienten cuando profetizan en mi nombre y aseguran que han tenido un sueño. 26 ¿Hasta cuándo albergarán esos profetas tales mentiras en su corazón? ¡Lo que anuncian sólo existe en su mente! 27 ¿Acaso creen que esos sueños que se cuentan harán que mi pueblo se olvide de mí? ¿Acaso creen que los harán olvidarme, como antes sus padres me olvidaron por seguir a Baal? 28 Si algún profeta tiene un sueño, que cuente su sueño. Pero si yo envío mi palabra a alguno de ellos, tiene que anunciar mi palabra verdadera. Una cosa es la paja, y otra cosa es el trigo.

—Palabra del Señor.

29 »Mi palabra es como el fuego; ¡es como un mazo que parte las piedras!

—Palabra del Señor.

30 »Por eso estoy en contra de los profetas que se roban entre sí sus palabras, y luego dicen que son mías.

—Palabra del Señor.

31 »Yo estoy en contra de los profetas que hablan con dulzura, y luego afirman que yo he hablado.

—Palabra del Señor.

32 »Yo estoy en contra de los que profetizan sueños mentirosos, pues con sus profecías mentirosas y lisonjeras hacen que mi pueblo pierda el camino. Yo no los envié a profetizar. ¡Ningún bien le hacen a mi pueblo!

—Palabra del Señor.

33 »Y cuando este pueblo, o el profeta o el sacerdote, te pregunte y te diga “¿Cuál es, entonces, la profecía del Señor?”, tú les contestarás: “Ésta es la profecía: ¡Voy a deshacerme de ustedes!”

—Palabra del Señor.

34 »Y si algún profeta, o sacerdote, o alguien del pueblo afirma profetizar en mi nombre, yo castigaré a ese hombre y a su casa. 35 Ustedes deben responder así a sus hermanos y amigos: “¿Qué ha dicho el Señor? ¿Qué ha respondido?” 36 Y nunca más se acordarán de decir: “Profecía del Señor”, pues lo que cada uno de ustedes diga le servirá de profecía, ya que ustedes pervirtieron las palabras del Dios vivo, nuestro Dios, el Señor de los ejércitos.

37 »Al profeta le dirás: “¿Qué te respondió el Señor? ¿Qué te dijo?” 38 Pero si le dices: “Profecía del Señor”, entonces el Señor declara: “Por haber pronunciado la frase ‘Profecía del Señor’, siendo que yo les ordené que no la pronunciaran, 39 yo los echaré al olvido; a ustedes y a la ciudad que les di, a ustedes y a sus padres, los borraré de mi presencia. 40 Los haré sufrir una afrenta perpetua y una confusión sin fin, que el olvido jamás podrá borrar.”»

La señal de los higos buenos y malos

24 Después de que Nabucodonosor, rey de Babilonia, llevó cautivo a su país a Jeconías hijo de Joacín, rey de Judá, junto con los príncipes de Judá y los artesanos y herreros de Jerusalén,(G) el Señor me mostró dos cestas de higos, las cuales estaban puestas delante del templo del Señor. En una de las cestas había uno higos tan buenos que parecían brevas; en la otra cesta había unos higos tan malos que no se podían comer. El Señor me dijo:

«¿Qué es lo que ves, Jeremías?»

Yo le contesté:

«Veo unos higos muy buenos, y otros muy malos, tan malos que no se pueden comer.»

La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

«Yo, el Señor y Dios de Israel, declaro que los habitantes de Judá que eché de este lugar son para mí como estos higos buenos. Para su bien los llevé a la tierra de los caldeos. Para su bien he puesto mis ojos en ellos, y los haré volver a esta tierra. Los edificaré, y no los destruiré; los plantaré y no los arrancaré. Pondré en ellos el deseo de conocerme, y de reconocer que yo soy el Señor. Y si en verdad se vuelven a mí de todo corazón, entonces ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.

»Con Sedequías, rey de Judá, haré lo que se hace con los higos malos, que de tan malos no se pueden comer. Y lo mismo haré con sus príncipes y con los que se quedaron en Jerusalén y en esta tierra, y con los que ahora viven en Egipto. Yo, el Señor, lo he dicho. Para su mal, los expondré al escarnio de todos los reinos de la tierra. Por todos los lugares adonde yo los arroje, serán motivo proverbial de burlas; la gente usará su nombre como maldición. 10 Haré venir contra ellos guerras, hambre y peste, hasta que sean exterminados de la tierra que les di a ellos y a sus padres.»