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30 En vano castigué a sus hijos,
pues no han aprendido la lección.
Su espada devoró a los profetas,
lo mismo que un león depredador.
31 Los de esta generación,
presten atención a la palabra del Señor.
¿Soy un desierto para Israel,
quizás una tierra tenebrosa?
¿Por qué dice mi pueblo: “Nos vamos,
no pensamos volver ya a ti”?
32 ¿Se olvida una joven de sus joyas?
¿Una novia, de sus atavíos?
Pues hace infinidad de tiempo
que mi pueblo se ha olvidado de mí.

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