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22 Aunque te laves con lejía, y te enjabones demasiado, no se borra de mi vista la mancha de tu pecado.

—Palabra de Dios el Señor.

23 »¿Cómo te atreves a decir: “No soy inmunda. Nunca me fui en pos de los baales”? ¡Mira cómo te has conducido en el valle! ¡Reconoce lo que has hecho, dromedaria fácil que te apartas del camino; 24 asna montés habituada al desierto. Cuando buscas al macho, olfateas el viento, ¡y nadie puede controlar tu lujuria! Cuando buscas al macho, ¡a éste no le cuesta ningún trabajo encontrarte!

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