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“Levántate y desciende a la casa del alfarero. Allí te haré oír mis palabras”.

Descendí a la casa del alfarero, y he aquí que él estaba trabajando sobre la rueda. Y el vaso de barro que hacía se dañó en la mano del alfarero, pero el alfarero volvió a hacer otro vaso según le pareció mejor.

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