Jeremías 10-12
Nueva Versión Internacional
Dios y los ídolos(A)
10 Escucha, pueblo de Israel, la palabra del Señor. 2 Así dice el Señor:
«No aprendan ustedes la conducta de las naciones
ni se asusten ante las señales del cielo,
aunque las naciones les tengan miedo.
3 Las costumbres de los pueblos no tienen valor alguno.
Cortan un tronco en el bosque
y un artífice lo labra con un cincel.
4 Lo adornan con plata y oro
y lo afirman con clavos y martillo
para que no se tambalee.
5 Sus ídolos no pueden hablar;
¡parecen espantapájaros
en un huerto de pepinos!
Tienen que ser transportados,
porque no pueden caminar.
No les tengan miedo,
porque no les pueden hacer ningún mal,
pero tampoco ningún bien».
6 ¡No hay nadie como tú, Señor!
¡Grande eres tú!
¡Grande y poderoso es tu nombre!
7 ¿Quién no te temerá,
Rey de las naciones?
¡Es lo que te corresponde!
Entre todos los sabios de las naciones,
y entre todos los reinos,
no hay nadie como tú.
8 Todos son necios e insensatos,
educados por inútiles ídolos de palo.
9 De Tarsis se trae plata laminada,
y de Ufaz se importa oro.
Los ídolos, vestidos de color azul y carmesí,
son obra de artífices y orfebres;
¡todos ellos son obra de artesanos!
10 Pero el Señor es el Dios verdadero,
el Dios viviente, el Rey eterno.
Cuando se enoja, tiembla la tierra;
las naciones no pueden soportar su ira.
11 «Así les dirás: “Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, desaparecerán de la tierra y de debajo del cielo”».[a]
12 Dios hizo la tierra con su poder,
afirmó el mundo con su sabiduría,
extendió los cielos con su inteligencia.
13 Cuando él deja oír su voz, rugen las aguas en los cielos;
hace que se levanten las nubes desde los confines de la tierra.
Entre relámpagos desata la lluvia
y saca de sus depósitos al viento.
14 La humanidad es necia e ignorante;
todo orfebre se avergüenza de sus ídolos.
Sus imágenes son un engaño
y no hay en ellas aliento de vida.
15 No valen nada, son objetos de burla;
cuando llegue el día del juicio serán destruidos.
16 La porción de Jacob no es como aquellos,
porque él es quien hizo todas las cosas,
incluso Israel, el pueblo de su heredad.
Su nombre es el Señor de los Ejércitos.
Destrucción inminente
17 Recoge del suelo tus pertenencias,
tú que te encuentras sitiado.
18 Porque así dice el Señor:
«Esta vez arrojaré a los habitantes de la tierra
como si los lanzara con una honda.
Los pondré en aprietos
y dejaré que los capturen».
19 ¡Ay de mí, que estoy quebrantado!
¡Mi herida es incurable!
Pero es mi enfermedad
y me toca soportarla.
20 Destruida está la tienda donde habito
y rotas todas mis cuerdas.
Mis hijos me han abandonado; han dejado de existir.
Ya no hay nadie que arme mi tienda
y que levante mis toldos.
21 Los pastores se han vuelto necios,
no buscan al Señor;
por eso no han prosperado,
y su rebaño anda disperso.
22 ¡Escuchen! ¡Llega un mensaje!
Un gran estruendo viene de un país del norte,
que convertirá las ciudades de Judá
en guarida de chacales, en un montón de ruinas.
Oración de Jeremías
23 Señor, yo sé que nadie es dueño de su destino,
que no le es dado al caminante dirigir sus propios pasos.
24 Corrígeme, Señor, pero con justicia,
y no según tu ira,
pues me destruirías.
25 Derrama tu furor
sobre las naciones que no te reconocen
y sobre las familias que no invocan tu nombre.
Porque se han devorado a Jacob,
se lo han tragado por completo
y han asolado su morada.
Violación del pacto
11 Esta es la palabra que vino a Jeremías de parte del Señor: 2 «Escucha los términos de este pacto y comunícaselos a la gente de Judá y a los habitantes de Jerusalén. 3 Diles que así ha dicho el Señor, Dios de Israel: “Maldito aquel que no obedezca los términos de este pacto, 4 que yo mismo ordené a los antepasados de ustedes el día que los hice salir de Egipto, de ese horno donde se funde el hierro”. Les dije: “Obedézcanme y cumplan con todos mis mandamientos; entonces ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios. 5 Así cumpliré el juramento que hice a sus antepasados de darles una tierra donde abundan la leche y la miel, la cual ustedes tienen hoy”».
Yo respondí: «Amén, Señor».
6 El Señor me dijo: «Proclama todo esto en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, diciendo: “Escuchen los términos de este pacto y cúmplanlos. 7 Desde el día en que hice salir a sus antepasados de la tierra de Egipto hasta el día de hoy, una y otra vez he advertido: ‘Obedézcanme’. 8 Pero no obedecieron ni prestaron atención, sino que siguieron la terquedad de su malvado corazón. Por eso hice caer sobre ellos todas las maldiciones de este pacto, que yo había ordenado cumplir, pero que no cumplieron”».
9 El Señor también me dijo: «Se está fraguando una conspiración entre los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén. 10 Han vuelto a los mismos pecados de sus antepasados, quienes se negaron a obedecerme. Se han ido tras otros dioses para servirles. Tanto Israel como Judá han quebrantado el pacto que hice con sus antepasados. 11 Por eso, así dice el Señor: “Les enviaré una calamidad de la cual no podrán escapar. Aunque clamen a mí, no los escucharé. 12 Entonces las ciudades de Judá y los habitantes de Jerusalén irán a clamar a los dioses a los que quemaron incienso, pero ellos no podrán salvarlos cuando llegue el tiempo de su calamidad. 13 Tú, Judá, tienes tantos dioses como ciudades. Erigiste tantos altares como calles hay en Jerusalén, altares para quemar incienso a Baal, para vergüenza tuya”.
14 »En cuanto a ti, Jeremías, no ores por este pueblo. No me ruegues ni me supliques por ellos, porque yo no escucharé cuando clamen a mí por causa de su calamidad.
15 »¿Qué hace mi amada en mi casa,
después de haber cometido tantas vilezas?
¿Acaso la carne consagrada alejará de ti la calamidad?
¿Podrás así regocijarte?».
16 El Señor te puso por nombre:
«Olivo frondoso, lleno de hermosos frutos».
Pero, en medio de grandes estruendos,
te ha prendido fuego
y tus ramas serán quebradas.
17 El Señor de los Ejércitos, el que te plantó, ha decretado una calamidad contra ti, por causa de la maldad que cometieron el pueblo de Israel y la tribu de Judá. Dice el Señor: «Me han ofendido al quemar incienso a Baal».
18 El Señor me lo hizo saber y lo comprendí. Me mostró las maldades que habían cometido. 19 Pero yo era como un manso cordero que es llevado al matadero; no sabía lo que estaban maquinando contra mí y que decían:
«Destruyamos el árbol con su fruto,
arranquémoslo de la tierra de los vivientes,
para que nadie recuerde más su nombre».
20 Pero tú, Señor de los Ejércitos, que juzgas con justicia,
que pruebas la mente y el corazón,
¡déjame ver cómo te vengas de ellos,
porque en tus manos he puesto mi causa!
21 «Por eso, así dice el Señor en contra de los hombres de Anatot, que buscan quitarte la vida y afirman: “¡No profetices en nombre del Señor, si no quieres morir a manos nuestras!”. 22 Por eso, así dice el Señor de los Ejércitos: “Voy a castigarlos. Los jóvenes morirán a filo de espada; sus hijos y sus hijas se morirán de hambre. 23 No quedará ni uno solo de ellos. En el año de su castigo haré venir una calamidad sobre los hombres de Anatot”».
Queja de Jeremías
12 Tú, Señor, eres justo
cuando argumento contigo.
Sin embargo, quisiera exponerte algunas cuestiones de justicia.
¿Por qué prosperan los malvados?
¿Por qué viven tranquilos los traidores?
2 Tú los plantas, ellos echan raíces,
crecen y dan fruto.
Te tienen a flor de labio,
pero estás lejos de su corazón.
3 A mí, Señor, tú me conoces;
tú me ves y has examinado mi corazón para contigo.
Arrástralos, como ovejas al matadero;
apártalos para el día de la matanza.
4 ¿Hasta cuándo estará seca la tierra,
y marchita la hierba de todos los campos?
Los animales y las aves se mueren
por la maldad de los que habitan el país,
quienes se atreven a decir:
«Dios no verá nuestro fin».
Respuesta de Dios
5 «Si corriste con los de a pie
e hicieron que te cansaras,
¿cómo competirás con los caballos?
Si tropiezas en una tierra tranquila,
¿qué harás en la espesura del Jordán?
6 Aun tus hermanos, los de tu propia familia,
te han traicionado
y gritan contra ti.
Por más que te digan cosas agradables,
no confíes en ellos.
7 »He abandonado mi casa,
he rechazado mi herencia,
he entregado al amor de mi vida
en poder de sus enemigos.
8 Mi heredad se ha comportado conmigo
como león en la selva.
Lanza rugidos contra mí;
por eso la aborrezco.
9 Mi heredad es para mí
como un ave de muchos colores
acosada por las aves de rapiña.
¡Vayan y reúnan a todos los animales salvajes!
¡Tráiganlos para que la devoren!
10 Muchos pastores han destruido mi viña,
han pisoteado mi terreno;
han hecho de mi hermosa parcela
un desierto desolado.
11 La han dejado en ruinas,
seca y desolada ante mis ojos;
todo el país ha sido arrasado
porque a nadie le importa.
12 Sobre todas las lomas desoladas
vinieron depredadores.
La espada del Señor destruirá el país
de un extremo al otro
y nadie estará seguro.
13 Sembraron trigo y cosecharon espinos;
¡de nada valió su esfuerzo!
Por causa de la ardiente ira del Señor
se avergonzarán de sus cosechas».
14 Así dice el Señor: «En cuanto a todos los vecinos malvados que tocaron la heredad que di a mi pueblo Israel, los arrancaré de sus tierras y a la tribu de Judá la quitaré de en medio de ellos. 15 Después que los haya desarraigado, volveré a tener compasión de ellos; los haré regresar, cada uno a su heredad y a su propia tierra. 16 Y, si aprenden bien los caminos de mi pueblo y, si así como enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, aprenden a jurar por mi nombre y dicen: “Tan cierto como el Señor vive”, entonces serán establecidos en medio de mi pueblo. 17 Pero a la nación que no obedezca, la desarraigaré por completo y la destruiré», afirma el Señor.
Footnotes
- 10:11 Este versículo está escrito en arameo.
Juan 14
Nueva Versión Internacional
Jesús consuela a sus discípulos
14 »No se angustien. Confíen en Dios y confíen también en mí.[a] 2 En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas. Si no fuera así, ¿les habría dicho yo a ustedes que voy a prepararles un lugar allí? 3 Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté. 4 Ustedes ya conocen el camino para ir adonde yo voy.
Jesús, el camino al Padre
5 Dijo entonces Tomás:
—Señor, no sabemos a dónde vas, así que ¿cómo podemos conocer el camino?
6 —Yo soy el camino, la verdad y la vida —contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí. 7 Si ustedes realmente me conocieran, conocerían[b] también a mi Padre. Y ya desde este momento lo conocen y lo han visto.
8 —Señor —dijo Felipe—, muéstranos al Padre y con eso nos basta.
9 Jesús le contestó:
—¡Pero, Felipe! ¿Tanto tiempo llevo ya entre ustedes y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decirme: “Muéstranos al Padre”? 10 ¿Acaso no crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que yo les comunico, no las hablo como cosa mía, sino que es el Padre que está en mí, quien realiza sus obras. 11 Créanme cuando digo que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí o al menos, créanme por las obras mismas. 12 Les aseguro que el que cree en mí también hará las obras que yo hago y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre. 13 Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el Hijo. 14 Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré.
Jesús promete el Espíritu Santo
15 »Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos. 16 Y yo pediré al Padre y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: 17 el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará[c] en ustedes. 18 No los voy a dejar huérfanos; volveré a ustedes. 19 Dentro de poco el mundo ya no me verá más, pero ustedes sí me verán. Y porque yo vivo, también ustedes vivirán. 20 En aquel día ustedes se darán cuenta de que yo estoy en mi Padre, ustedes en mí y yo en ustedes. 21 ¿Quién es el que me ama? El que hace suyos mis mandamientos y los obedece. Y al que me ama, mi Padre lo amará; y yo también lo amaré y me manifestaré a él.
22 Judas (no el Iscariote) le dijo:
—¿Por qué, Señor, estás dispuesto a manifestarte a nosotros y no al mundo?
23 Le contestó Jesús:
—El que me ama obedecerá mi palabra y mi Padre lo amará; vendremos a él y haremos nuestra morada en él. 24 El que no me ama, no obedece mis palabras. Pero estas palabras que ustedes oyen no son mías, sino del Padre que me envió.
25 »Todo esto lo digo ahora que estoy con ustedes. 26 Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que he dicho. 27 La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden.
28 »Ya me han oído decirles: “Me voy, pero vuelvo a ustedes”. Si me amaran, se alegrarían de que voy al Padre, porque el Padre es más grande que yo. 29 Y he dicho esto ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean. 30 Ya no hablaré más con ustedes, porque viene el príncipe de este mundo. Él no tiene ningún dominio sobre mí, 31 pero el mundo tiene que saber que amo al Padre y que hago exactamente lo que él me ha ordenado que haga.
»¡Levántense, vámonos de aquí!
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