Estas son las palabras de Jeremías, hijo de Jilquías. Jeremías provenía de una familia sacerdotal de Anatot, ciudad del territorio de Benjamín. La palabra del Señor vino a Jeremías en el año trece del reinado de Josías, hijo de Amón y rey de Judá. También vino a él durante el reinado de Joacim, hijo de Josías y rey de Judá, hasta el fin del reinado de Sedequías, hijo de Josías y rey de Judá; es decir, hasta el quinto mes del año undécimo de su reinado, cuando la población de Jerusalén fue deportada.

Llamamiento de Jeremías

La palabra del Señor vino a mí y me dijo:

«Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido;
    antes de que nacieras, ya te había apartado;
    te había nombrado profeta para las naciones».

Yo respondí:

«¡Ah, mi Señor y Dios! ¡Soy muy joven y no sé hablar!».

Pero el Señor me dijo:

«No digas: “Soy muy joven”, porque vas a ir adondequiera que yo te envíe y vas a decir todo lo que yo te ordene. No tengas temor delante de ellos que yo estoy contigo para librarte», afirma el Señor.

Luego extendió el Señor la mano y, tocándome la boca, me dijo:

«He puesto en tu boca mis palabras. 10 Mira, hoy te doy autoridad sobre naciones y reinos, para arrancar y derribar, para destruir y demoler, para construir y plantar».

11 La palabra del Señor vino a mí y me dijo:

«¿Qué es lo que ves, Jeremías?».

«Veo una rama de almendro», respondí.

12 «Has visto bien —dijo el Señor— porque yo estoy vigilando[a] para que se cumpla mi palabra».

13 La palabra del Señor vino a mí por segunda vez y me dijo:

«¿Qué es lo que ves?».

«Veo una olla que hierve y se derrama desde el norte», respondí.

14 Entonces el Señor me dijo:

«Desde el norte se derramará la calamidad sobre todos los habitantes de esta tierra. 15 Yo estoy por convocar a todas las tribus de los reinos del norte», afirma el Señor.

«Vendrán y cada uno pondrá su trono
    a la entrada misma de Jerusalén;
vendrán contra todos los muros que la rodean
    y contra todas las ciudades de Judá.
16 Yo dictaré sentencia contra mi pueblo
    por toda su maldad,
    porque me ha abandonado;
ha quemado incienso a otros dioses
    y ha adorado las obras de sus manos.

17 »Pero tú, ¡prepárate! Ve y diles todo lo que yo te ordene. No estés aterrorizado ante ellos, pues de lo contrario te aterrorizaré ante ellos. 18 Hoy te he puesto como ciudad fortificada, como columna de hierro y muro de bronce contra todo el país, contra los reyes de Judá, contra sus oficiales y sus sacerdotes y contra el pueblo de la tierra. 19 Pelearán contra ti, pero no podrán vencerte porque yo estoy contigo para librarte», afirma el Señor.

Israel abandona a Dios

La palabra del Señor vino a mí y me dijo: «Ve y proclama a oídos de Jerusalén que así dice el Señor:

»“Recuerdo la fidelidad de tu juventud,
    tu amor de novia,
cuando me seguías por el desierto,
    por tierras no cultivadas.
Israel estaba consagrado al Señor,
    era las primicias de su cosecha;
todo el que comía de él sufría las consecuencias,
    les sobrevenía la calamidad”»,
    afirma el Señor.

¡Escuchen la palabra del Señor, descendientes de Jacob,
    todas las familias del pueblo de Israel!

Así dice el Señor:

«¿Qué injusticia vieron en mí sus antepasados
    que se alejaron tanto de mí?
Se fueron tras ídolos sin valor
    y en algo sin valor se convirtieron.
Nunca preguntaron:
“¿Dónde está el Señor
    que nos hizo subir de Egipto,
que nos guio por el desierto,
    por tierra árida y accidentada,
por tierra reseca y tenebrosa,
    por tierra que nadie transita
    y en la que nadie vive?”.
Yo los traje a una tierra fértil,
    para que comieran de sus buenos frutos.
Pero ustedes vinieron y contaminaron mi tierra;
    hicieron de mi heredad algo abominable.
Nunca preguntaron los sacerdotes:
    “¿Dónde está el Señor?”.
Los que se ocupaban de la Ley jamás me conocieron;
    los pastores se rebelaron contra mí,
profetizaron en nombre de Baal
    y se fueron tras dioses que para nada sirven.

»Por eso, aún voy a entablar un litigio contra ustedes,
    y también litigaré contra los hijos de sus hijos»,
    afirma el Señor.
10 «Crucen a las costas de Chipre y miren;
    envíen mensajeros a Cedar[b] e infórmense bien;
    fíjense si ha sucedido algo semejante:
11 ¿Hay alguna nación que haya cambiado de dioses,
    a pesar de que no son dioses?
¡Pues mi pueblo ha cambiado su Gloria
    por lo que no sirve para nada!
12 ¡Espántense, cielos, ante esto!
    ¡Tiemblen y queden horrorizados!»,
    afirma el Señor.
13 «Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo:
    Me han abandonado a mí,
    fuente de agua viva,
y han cavado sus propias cisternas,
    cisternas rotas que no retienen agua.
14 ¿Acaso es Israel un esclavo?
    ¿Nació en la esclavitud?
    ¿Por qué entonces se ha convertido en presa?
15 Los leones rugieron contra él,
    lanzaron fuertes gruñidos.
Dejaron desolado su país,
    sus ciudades fueron incendiadas
    y ya nadie las habita.
16 Para colmo de males, los de Menfis[c] y los de Tafnes
    te raparon la cabeza.
17 ¿No te ha pasado todo esto
    por haber abandonado al Señor tu Dios,
    mientras él te guiaba por el camino?
18 Y ahora, ¿qué sacas con ir a Egipto
    a beber agua del Nilo?[d]
¿Qué sacas con ir a Asiria
    a beber agua del Éufrates?
19 Tu maldad te castigará,
    tu infidelidad te recriminará.
Ponte a pensar cuán malo y amargo
    es abandonar al Señor tu Dios
    y no sentir temor de mí»,
    afirma el Señor, el Señor de los Ejércitos.

20 «Desde hace mucho quebraste el yugo;
    te quitaste las ataduras
    y dijiste: “¡No quiero servirte!”.
Sobre toda colina alta
    y bajo todo árbol frondoso,
    te entregaste a la prostitución.
21 Yo te planté, como vid selecta,
    con semilla genuina.
¿Cómo es que te has convertido
    en una vid degenerada y extraña?
22 Aunque te laves con lejía
    y te frotes con mucho jabón,
    ante mí seguirá presente la mancha de tu iniquidad»,
    afirma el Señor y Dios.
23 «¿Cómo puedes decir:
    “No me he contaminado
    ni me he ido tras los baales”?
¡Considera tu conducta en el valle!
    ¡Reconoce lo que has hecho!
¡Camella joven y arisca
    que corre para todos lados!
24 ¡Asna salvaje acostumbrada al desierto!
    Cuando ardes en deseos, olfateas el viento;
    cuando estás en celo, no hay quien te detenga.
Ningún macho que te busque tiene que fatigarse:
    cuando estás en celo, fácilmente te encuentra.
25 No andes con pies descalzos, que te lastimas,
    ni dejes que la garganta se te reseque.
Pero tú insistes: “¡No tengo remedio!
    Amo a dioses extraños
    y tras ellos me iré”.

26 »El pueblo de Israel se avergonzará,
    junto con sus reyes y sus oficiales,
sacerdotes y profetas,
    como se avergüenza el ladrón cuando lo descubren.
27 A un trozo de madera le dicen:
    “Tú eres mi padre”,
y a una piedra le repiten:
    “Tú me has dado a luz”.
Me han vuelto la espalda;
    no quieren darme la cara.
Pero les llega la desgracia y me dicen:
    “¡Levántate y sálvanos!”.
28 ¿Dónde están, Judá, los dioses que te fabricaste?
    ¡Tienes tantos dioses como ciudades!
¡Diles que se levanten!
    ¡A ver si te salvan cuando caigas en desgracia!

29 »¿Por qué litigan conmigo?
    Todos ustedes se han rebelado contra mí»,
    afirma el Señor.
30 «En vano castigo a tus hijos,
    pues rechazan mi corrección.
Cual si fuera un león feroz,
    la espada de ustedes devoró a sus profetas.

31 »Pero ustedes, los de esta generación, presten atención a la palabra del Señor:

»¿Acaso he sido para Israel
    un desierto o una tierra tenebrosa?
¿Por qué dice mi pueblo:
    “Somos libres, nunca más volveremos a ti”?
32 ¿Acaso una joven se olvida de sus joyas
    o una novia de su atavío?
¡Pues hace muchísimo tiempo
    que mi pueblo se olvidó de mí!
33 ¡Qué hábil eres para conseguir amantes!
    ¡Hasta las malas mujeres han aprendido de ti!
34 Tienes la ropa manchada de sangre,
    de sangre de gente pobre e inocente,
    a los que nunca sorprendiste robando.
Por todo esto 35 te voy a juzgar:
    por alegar que no has pecado,
por insistir en tu inocencia,
    por afirmar: “¡Dios ya no está enojado conmigo!”.
36 ¿Por qué cambias con tanta ligereza tu parecer?[e]
    Pues también Egipto te defraudará,
    como te defraudó Asiria.
37 Saldrás de allí con las manos en la cabeza,
    porque el Señor ha rechazado
a aquellos en quienes confías,
    y no prosperarás con ellos.

»Supongamos que un hombre se divorcia de su mujer
    y que ella lo deja para casarse con otro.
¿Podría volver el primero a casarse con ella?
    ¿No quedará la tierra completamente contaminada?
Pues bien, tú te has prostituido con muchos amantes
    y ya no podrás volver a mí»,
    afirma el Señor.
«Fíjate bien en esas lomas desoladas:
    ¿Hay algún lugar donde no fuiste deshonrada?
Como un beduino en el desierto,
    te sentabas junto al camino, a la espera de tus amantes.
Has contaminado la tierra
    con tus prostituciones y maldades.
Por eso se demoraron las lluvias
    y no llegaron los aguaceros de primavera.
Tienes el descaro de una prostituta;
    ¡no conoces la vergüenza!
No hace mucho me llamabas:
    “Padre mío, amigo de mi juventud,
¿vas a estar siempre enojado?
    ¿Guardarás rencor eternamente?”.
Y mientras hablabas,
    hacías todo el mal posible».

La infidelidad de Israel

Durante el reinado del rey Josías el Señor me dijo: «¿Has visto lo que ha hecho Israel, la infiel? Se fue a todo monte alto y allí, bajo cada árbol frondoso, se prostituyó. Yo pensaba que después de hacer todo esto ella volvería a mí. Pero no lo hizo. Esto lo vio su hermana, la infiel Judá, y vio[f] también que yo despedí a la apóstata Israel, y que le había dado carta de divorcio por todos los adulterios que había cometido. No obstante, su hermana, la infiel Judá, no tuvo ningún temor, sino que también ella se prostituyó. Como Israel no tuvo ningún reparo en prostituirse, contaminó la tierra y cometió adulterio al adorar ídolos de piedra y de madera. 10 A pesar de todo esto, su hermana, la infiel Judá, no se volvió a mí de todo corazón, sino que solo fingió hacerlo», afirma el Señor.

11 El Señor me dijo: «La apóstata Israel ha resultado ser más justa que la infiel Judá. 12 Ve al norte y proclama este mensaje:

»“¡Vuelve, apóstata Israel!
    No te miraré con ira”,
    afirma el Señor.
“No te guardaré rencor para siempre,
    porque soy misericordioso”,
    afirma el Señor.
13 “Tan solo reconoce tu culpa
    y que te rebelaste contra el Señor tu Dios.
Bajo todo árbol frondoso
    has brindado a dioses extraños tus favores
    y no has querido obedecerme”»,
    afirma el Señor.

14 «¡Vuélvanse a mí, apóstatas —afirma el Señor—, porque yo soy su esposo! De ustedes tomaré uno de cada ciudad y dos de cada familia, y los traeré a Sión. 15 Les daré pastores conforme a mi corazón para que los guíen con sabiduría y entendimiento. 16 En aquellos días, cuando ustedes se hayan multiplicado y sean numerosos en el país —afirma el Señor—, ya no se dirá más: “Arca del pacto del Señor”. Nadie pensará más en ella ni la recordará; nadie la echará de menos ni volverá a fabricarla. 17 En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: “Trono del Señor”. Todas las naciones se reunirán en Jerusalén para honrar el nombre del Señor y ya no volverán a seguir a su terco y malvado corazón. 18 En aquellos días la tribu de Judá se unirá al pueblo de Israel y juntos vendrán del país del norte, a la tierra que di como herencia a sus antepasados.

19 »Yo mismo dije:

»“¡Cómo quisiera tratarte como a un hijo
    y darte una tierra deliciosa,
    la heredad más hermosa de las naciones!”.
Yo creía que me llamarías “Padre mío”
    y que nunca dejarías de seguirme.
20 Pero tú, pueblo de Israel,
    me has sido infiel como una mujer infiel a su esposo»,
    afirma el Señor.

21 Se escucha un grito en las lomas desoladas,
    el llanto de súplica del pueblo de Israel,
porque han pervertido su conducta,
    se han olvidado del Señor su Dios.

22 «¡Vuélvanse, apóstatas,
    y los curaré de su infidelidad!».

«Aquí estamos, a ti venimos,
    porque tú eres el Señor nuestro Dios.
23 Ciertamente son un engaño las colinas,
    y una mentira el estruendo sobre las montañas.
Ciertamente en el Señor nuestro Dios
    está la salvación de Israel.
24 Desde nuestra juventud, la vergonzosa idolatría
    se ha engullido el esfuerzo de nuestros antepasados:
sus ovejas y sus vacas,
    sus hijos y sus hijas.
25 ¡Acostémonos en nuestra vergüenza
    y que nos cubra nuestra desgracia!
¡Nosotros y nuestros antepasados
    hemos pecado contra el Señor nuestro Dios!
Desde nuestra juventud y hasta el día de hoy,
    no hemos obedecido al Señor nuestro Dios».

«Israel, si piensas volver,
    vuélvete a mí»,
    afirma el Señor.
«Si quitas de mi vista tus ídolos abominables
    y no te alejas de mí,
si con fidelidad, justicia y rectitud
    juras diciendo: “Tan cierto como que el Señor vive”,
entonces en él serán benditas las naciones
    y en él se gloriarán».

Así dice el Señor a los habitantes de Judá y de Jerusalén:

«Abran surcos en terrenos no labrados
    y no siembren entre espinos.
Habitantes de Judá y de Jerusalén,
    circunciden sus corazones:
    circuncídense para honrar al Señor,
no sea que por la maldad de sus obras
    mi furor se encienda como el fuego
    y arda sin que nadie pueda apagarlo.

La amenaza del norte

»¡Anúncienlo en Judá, proclámenlo en Jerusalén!
    ¡Toquen la trompeta por toda esta tierra!
Griten a voz en cuello:
    “¡Reúnanse y entremos
    en las ciudades fortificadas!”.
¡Alcen la señal para ir a Sión!
    ¡Busquen refugio, no se detengan!
Porque yo traigo del norte
    calamidad y gran destrucción».

Un león ha salido del matorral,
    un destructor de naciones se ha puesto en marcha;
ha salido de su lugar de origen
    para desolar tu tierra;
tus ciudades quedarán en ruinas
    y totalmente despobladas.
Por esto, vístanse de luto,
    laméntense y giman,
porque la ardiente ira del Señor
    no se ha apartado de nosotros.

«En aquel día desfallecerá
    el corazón del rey y de los oficiales;
los sacerdotes se llenarán de pánico
    y los profetas quedarán atónitos»,
    afirma el Señor.

10 Yo dije: «¡Ah, mi Señor y Dios, cómo has engañado a este pueblo y a Jerusalén! Dijiste: “Tendrán paz”, pero tienen la espada en el cuello».

11 En aquel tiempo se dirá a este pueblo y a Jerusalén: «Desde las lomas desoladas del desierto sopla un viento abrasador en dirección a mi pueblo. No es el viento que sirve para aventar ni para limpiar el trigo; 12 el viento que haré venir es demasiado fuerte para eso, porque yo mismo dictaré sentencia contra ellos».

13 ¡Mírenlo avanzar como las nubes!
    ¡Sus carros de guerra parecen un huracán!
¡Sus caballos son más veloces que las águilas!
    ¡Ay de nosotros! ¡Estamos perdidos!
14 Jerusalén, limpia de maldad tu corazón
    para que seas salvada.
¿Hasta cuándo hallarán lugar en ti
    los pensamientos perversos?
15 Una voz anuncia desgracia
    desde Dan y desde las montañas de Efraín.
16 «Adviertan a las naciones,
    proclámenlo contra Jerusalén:
“De lejanas tierras vienen sitiadores
    lanzando gritos de guerra contra las ciudades de Judá”.
17 La rodean como quien cuida un campo,
    porque ella se rebeló contra mí»,
    afirma el Señor.
18 «Tu conducta y tus acciones
    te han causado todo esto.
Este es tu castigo.
    ¡Qué amargo es!
    ¡Cómo te ha calado en el propio corazón!».

19 ¡Qué angustia, qué angustia!
    ¡Me retuerzo de dolor!
Mi corazón se agita.
    ¡Ay, corazón mío!
    ¡No puedo callarme!
Puedo escuchar el toque de trompeta
    y el grito de guerra.
20 Un desastre llama a otro desastre;
    toda mi tierra está devastada.
De repente fueron destruidas
    las cortinas y las tiendas donde habito.
21 ¿Hasta cuándo tendré que ver la bandera
    y escuchar el toque de la trompeta?

22 «Mi pueblo es necio,
    no me conoce;
son hijos insensatos
    que no tienen entendimiento.
Son hábiles para hacer el mal;
    no saben hacer el bien».

23 Miré a la tierra
    y estaba sin forma y vacía;
miré a los cielos
    y no había luz.
24 Miré las montañas
    y estaban temblando;
    ¡se sacudían todas las colinas!
25 Miré y no quedaba nadie;
    habían huido todas las aves del cielo.
26 Miré y la tierra fértil era un desierto;
    estaban en ruinas todas las ciudades,
por la acción del Señor,
    por causa de su ardiente ira.

27 Así dice el Señor:

«Toda la tierra quedará desolada,
    pero no la destruiré por completo.
28 Por eso la tierra estará de luto
    y los altos cielos se oscurecerán,
pues ya lo dije y no me retractaré;
    lo he decidido y no me volveré atrás».

29 Ante el ruido de jinetes y arqueros
    huye toda la ciudad.
Algunos se meten en los matorrales,
    otros trepan por los peñascos.
Toda la ciudad queda abandonada;
    ¡no queda un solo habitante!

30 ¿Qué piensas hacer, ciudad devastada?
    ¿Para qué te vistes de color púrpura?
    ¿Para qué te pones joyas de oro?
¿Para qué te maquillas los ojos?
    En vano te embelleces,
pues tus amantes te desprecian;
    solo buscan tu muerte.

31 Oigo el grito como de parturienta,
    quejidos como de primeriza.
Es el grito de la hija de Sión, que respira con dificultad;
    que extiende los brazos y dice:
«¡Ay de mí, que desfallezco!
    ¡Estoy en manos de asesinos!».

Footnotes

  1. 1:11-12 En hebreo, las palabras que corresponden a almendro y yo estoy vigilando tienen un sonido parecido.
  2. 2:10 Cedar. Asentamiento de tribus beduinas en el desierto siro-arábigo.
  3. 2:16 Menfis. Lit. Nof.
  4. 2:18 Hebreo: Sijor, un brazo del río Nilo.
  5. 2:36 tu parecer. Alt. tus aliados.
  6. 3:8 vio (un ms. hebreo, mss. de LXX y Siríaca); yo vi (TM).

Llamamiento y comisión de Jeremías

Palabras de Jeremías(A), hijo de Hilcías, de los sacerdotes que habitaban en Anatot, en la tierra de Benjamín(B), a quien vino la palabra del Señor en los días de Josías(C), hijo de Amón(D), rey de Judá, en el año trece de su reinado(E). También vino a él la palabra en los días de Joacim(F), hijo de Josías, rey de Judá, hasta el fin del año once de Sedequías(G), hijo de Josías, rey de Judá, hasta el destierro de Jerusalén en el mes quinto.

Y vino a mí la palabra del Señor, diciendo:

Antes que yo te formara en el seno materno, te conocí(H),
y antes que nacieras, te consagré(I),
te puse por profeta a las naciones(J).
Entonces dije: ¡Ah, Señor Dios[a]!
He aquí, no sé hablar(K),
porque soy joven(L).
Pero el Señor me dijo:
No digas: «Soy joven»,
porque adondequiera que te envíe, irás(M),
y todo lo que te mande, dirás(N).
No tengas temor ante ellos(O),
porque contigo estoy para librarte(P) —declara el Señor.

Entonces extendió el Señor su mano y tocó mi boca(Q). Y el Señor me dijo:

He aquí, he puesto mis palabras en tu boca(R).
10 Mira, hoy te he dado autoridad sobre las naciones y sobre los reinos(S),
para arrancar y para derribar,
para destruir y para derrocar(T),
para edificar y para plantar(U).

11 Vino entonces a mí la palabra del Señor, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías(V)? Y yo respondí: Veo una vara de almendro[b]. 12 Y me dijo el Señor: Bien has visto, porque yo velo[c] sobre mi palabra para cumplirla(W).

13 Por segunda vez vino a mí la palabra del Señor, diciendo: ¿Qué ves tú(X)? Y respondí: Veo una olla(Y) hirviendo que se vuelca desde el norte[d].

14 Y me dijo el Señor:
Desde el norte irrumpirá[e] el mal
sobre todos los habitantes de esta[f] tierra(Z).
15 Porque he aquí, llamo
a todas las familias de los reinos del norte(AA)
—declara el Señor
y vendrán y cada uno pondrá su trono
a la entrada de las puertas(AB) de Jerusalén,
frente a todos sus muros alrededor
y frente a todas las ciudades de Judá(AC).
16 Y yo pronunciaré[g] mis juicios contra ellos
por toda su maldad, porque me abandonaron(AD),
ofrecieron sacrificios[h] a otros dioses(AE)
y adoraron la obra de sus manos(AF).
17 Tú, pues, ciñe tus lomos(AG),
levántate y diles todo lo que yo te mande.
No temas ante ellos(AH),
no sea que yo te infunda temor delante de ellos.
18 He aquí, yo te he puesto hoy
como ciudad fortificada,
como columna de hierro y como muro[i] de bronce
contra toda esta[j] tierra:
contra los reyes de Judá, sus príncipes,
sus sacerdotes y el pueblo de la tierra.
19 Pelearán contra ti, pero no te vencerán,
porque yo estoy contigo —declara el Señor— para librarte(AI).

Apostasía de Israel

Y vino a mí la palabra del Señor, diciendo: Ve y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo: «Así dice el Señor(AJ):

“De ti recuerdo el cariño[k] de tu juventud(AK),
el amor de tu desposorio,
de cuando me seguías en el desierto,
por tierra no sembrada(AL).
Santo era Israel para el Señor(AM),
primicias(AN) de su cosecha[l];
todos los que comían de ella se hacían culpables(AO);
el mal venía sobre ellos” —declara el Señor».

Oíd la palabra del Señor, casa de Jacob, y todas las familias de la casa de Israel. Así dice el Señor:

¿Qué injusticia hallaron en mí vuestros padres(AP),
para que se alejaran de mí
y anduvieran tras lo vano y se hicieran vanos(AQ)?
Tampoco dijeron: ¿Dónde está el Señor
que nos hizo subir de la tierra de Egipto(AR),
que nos condujo por el desierto(AS),
por una tierra de yermos y de barrancos,
por una tierra seca y tenebrosa[m],
una tierra por la que nadie pasó
y donde ningún hombre habitó?
Yo os traje a una tierra fértil,
para que comierais de su fruto y de sus delicias[n](AT);
pero vinisteis y contaminasteis mi tierra,
y de mi heredad hicisteis abominación(AU).
Los sacerdotes no dijeron: «¿Dónde está el Señor(AV)?».
Los que se ocupaban de la ley no me conocieron(AW),
los gobernantes[o] se rebelaron contra mí,
y los profetas profetizaban por Baal(AX),
y andaban tras cosas que no aprovechan(AY).

Por tanto, aún contenderé con vosotros(AZ) —declara el Señor
y con los hijos de vuestros hijos contenderé.
10 Pasad, pues, a las islas de Quitim[p](BA) y ved,
enviad gente a Cedar(BB) y observad atentamente,
y ved si ha habido cosa semejante:
11 ¿Ha cambiado alguna nación sus dioses,
aunque esos no son dioses(BC)?
Pues mi pueblo ha cambiado su gloria(BD)
por lo que no aprovecha.
12 Espantaos, oh cielos(BE), por esto,
y temblad, quedad en extremo desolados —declara el Señor.
13 Porque dos males ha hecho mi pueblo:
me han abandonado a mí,
fuente de aguas vivas(BF),
y han cavado[q] para sí cisternas,
cisternas agrietadas que no retienen el agua(BG).

14 ¿Es un esclavo Israel o un siervo nacido en casa(BH)?
¿Por qué se ha convertido en presa?
15 Contra él rugieron los leoncillos(BI),
rugieron fuertemente[r],
y han hecho de su tierra una desolación;
sus ciudades están quemadas, sin habitantes(BJ).
16 Incluso los hombres[s] de Menfis y de Tafnes(BK)
te han afeitado[t] la coronilla(BL).
17 ¿No te ha sucedido[u] esto(BM)
por haber dejado al Señor tu Dios,
cuando Él te guiaba por el camino?
18 Y ahora, ¿qué haces en el camino a Egipto(BN)
para beber las aguas del Nilo[v](BO)?
¿O qué haces en el camino a Asiria
para beber las aguas del Eufrates[w]?
19 Te castigará tu propia maldad(BP),
y tus apostasías te condenarán(BQ).
Reconoce, pues, y ve que es malo y amargo(BR)
el dejar al Señor tu Dios,
y no tener temor de mí[x](BS) —declara el Señor, Dios[y] de los ejércitos.

20 Porque desde hace tiempo rompí[z] tu yugo(BT)
y arranqué[aa] tus coyundas;
pero dijiste: «No serviré».
Porque sobre toda colina alta
y bajo todo árbol frondoso
te echabas como ramera(BU).
21 Pero yo te planté como vid escogida(BV),
toda ella de simiente genuina.
¿Cómo, pues, te has vuelto delante de mí
sarmiento degenerado de una vid extraña(BW)?
22 Aunque te laves(BX) con soda[ab]
y uses mucho[ac] jabón,
la mancha de tu iniquidad está aún delante de mí(BY) —declara el Señor Dios[ad].
23 ¿Cómo puedes decir: «No estoy manchada(BZ),
no he ido tras los baales(CA)»?
Mira tu proceder en el valle(CB),
reconoce lo que has hecho.
Eres una camella joven y liviana que enreda sus pasos(CC),
24 asna montés acostumbrada al desierto,
que en su ardor olfatea el viento(CD).
En la época de su celo ¿quién la puede refrenar[ae]?
Todos los que la busquen, no se tienen que fatigar,
en su mes la hallarán.
25 Guarda tus pies de andar descalzos
y tu garganta de la sed.
Mas dijiste: «Es en vano[af](CE).
¡No! Porque amo a los extraños,
y tras ellos andaré(CF)».
26 Como se avergüenza el ladrón cuando es descubierto,
así se ha avergonzado la casa de Israel(CG):
ellos, sus reyes, sus príncipes,
sus sacerdotes y sus profetas;
27 los que dicen al leño: «Mi padre eres tú»,
y a la piedra: «Tú me engendraste».
Porque ellos me han vuelto las espaldas,
y no el rostro(CH);
pero en el tiempo de su calamidad[ag](CI) dirán:
«Levántate y sálvanos».
28 Mas ¿dónde están tus dioses,
los que hiciste para ti(CJ)?
Que se levanten, a ver si pueden salvarte
en el tiempo de tu calamidad[ah](CK);
porque según el número de tus ciudades
son tus dioses, oh Judá(CL).

29 ¿Por qué contendéis conmigo?
Todos vosotros os habéis rebelado contra mí(CM) —declara el Señor.
30 En vano he herido a vuestros hijos,
no han aceptado corrección(CN).
Vuestra espada ha devorado a vuestros profetas(CO)
como león destructor.
31 ¡Oh generación, atended a la palabra del Señor!
¿He sido yo un desierto para Israel,
o una tierra de densa oscuridad(CP)?
¿Por qué dice mi pueblo: «Vaguemos libremente;
no vendremos más a ti(CQ)»?
32 ¿Se olvida una virgen de sus adornos,
o una novia de su atavío[ai]?
Pues mi pueblo me ha olvidado(CR)
por innumerables días.
33 ¡Qué bien preparas tu camino
para buscar amor!
Por eso aun a las malvadas[aj]
has enseñado tus caminos.
34 También en tus faldas se halla
sangre de la vida de pobres inocentes(CS);
no los encontraste forzando la entrada(CT).
Pero a pesar de todo esto,
35 aún dices: «Soy inocente,
ciertamente su ira se ha apartado de mí».
He aquí, entraré en juicio contigo(CU)
porque dices: «No he pecado(CV)».
36 ¿Por qué das tantas vueltas[ak]
cambiando tu camino(CW)?
También por Egipto serás avergonzada(CX)
como fuiste avergonzada por Asiria(CY).
37 También de allí[al] saldrás
con las manos en la cabeza(CZ);
porque el Señor ha desechado a aquellos en quienes confías,
y no prosperarás con ellos(DA).

Dios dice[am]: Si un hombre se divorcia de su mujer,
y ella se va de su lado
y llega a ser de otro hombre,
¿volverá él a ella?
¿No quedará esa tierra totalmente profanada(DB)?
Pues tú eres una ramera con muchos amantes[an](DC),
y sin embargo, vuelves a mí(DD) —declara el Señor.
Alza tus ojos a las alturas(DE) desoladas y mira:
¿dónde no te has prostituido?
Junto a los caminos te sentabas para ellos(DF)
como el árabe en el desierto,
y has profanado la tierra(DG)
con tu prostitución y tu maldad.
Por eso fueron detenidas las lluvias(DH),
y no hubo lluvia de primavera;
pero tú tenías frente de ramera,
no quisiste avergonzarte(DI).
¿No acabas de llamarme:
«Padre mío(DJ), tú eres el amigo[ao](DK) de mi juventud(DL)», pensando:
«¿Guardará rencor para siempre(DM)?
¿Estará indignado[ap] hasta el fin?».
He aquí, así has hablado,
pero has hecho lo malo,
y has hecho tu voluntad[aq].

Infidelidad de Israel y de Judá

Y el Señor me dijo en días del rey Josías: ¿Has visto lo que hizo la infiel Israel? Ella andaba sobre todo monte alto y bajo todo árbol frondoso, y allí fornicaba[ar](DN). Y me dije: «Después que ella haya hecho todas estas cosas, volverá a mí»; mas no regresó(DO), y lo vio su pérfida hermana Judá(DP). Y vio[as] que a causa de todos los adulterios de la infiel Israel, yo la había despedido, dándole carta de divorcio(DQ); con todo, su pérfida hermana Judá no tuvo temor, sino que ella también fue y se hizo ramera(DR). Y sucedió que por la liviandad con que fornicó, profanó la tierra(DS), y cometió adulterio con la piedra y con el leño(DT). 10 A pesar de todo esto, su pérfida hermana Judá tampoco se volvió a mí de todo corazón(DU), sino con engaño —declara el Señor.

11 Y el Señor me dijo: Más justa ha probado ser la infiel Israel que la pérfida Judá(DV).

12 Ve y proclama estas palabras al norte, y di:
«Regresa, infiel Israel(DW)» —declara el Señor—,
«no te miraré[at] con ira(DX),
porque soy misericordioso» —declara el Señor—;
«no guardaré rencor para siempre(DY).
13 Solo reconoce tu iniquidad,
pues contra el Señor tu Dios te has rebelado(DZ),
has repartido tus favores[au] a los extraños(EA) bajo todo árbol frondoso(EB),
y no has obedecido mi voz» —declara el Señor.

14 «Volved, hijos infieles» —declara el Señor—, «porque yo soy vuestro dueño(EC), y os tomaré, uno de cada ciudad y dos de cada familia, y os llevaré a Sión(ED)». 15 Entonces os daré pastores según mi corazón, que os apacienten(EE) con conocimiento y con inteligencia(EF). 16 Y sucederá que en aquellos días, cuando os multipliquéis y crezcáis en la tierra —declara el Señor— no se dirá más: «Arca del pacto del Señor»; no les vendrá a la mente ni la recordarán, no la echarán de menos ni será hecha de nuevo(EG). 17 En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: «Trono del Señor(EH)»; y todas las naciones acudirán a ella(EI), a Jerusalén, a causa del nombre del Señor(EJ); y no andarán más tras la terquedad de su malvado corazón(EK). 18 En aquellos días andará la casa de Judá con la casa de Israel(EL), y vendrán juntas de la tierra del norte(EM) a la tierra que di en heredad a vuestros padres(EN).

19 Yo había dicho:
«¡Cómo quisiera ponerte entre mis[av] hijos,
y darte una tierra deseable,
la más hermosa heredad de las naciones(EO)!».
Y decía: «Padre mío(EP) me llamaréis,
y no os apartaréis de seguirme».
20 Ciertamente, como una mujer se aparta pérfidamente de su amado[aw],
así habéis obrado pérfidamente conmigo(EQ),
oh casa de Israel —declara el Señor.

21 Se oye una voz sobre las alturas desoladas,
el llanto de las súplicas de los hijos de Israel;
porque han pervertido su camino(ER),
han olvidado al Señor su Dios(ES).
22 Volved, hijos infieles,
yo sanaré vuestra infidelidad(ET).
Aquí estamos, venimos a ti,
porque tú, el Señor, eres nuestro Dios.
23 Ciertamente engaño son las colinas(EU),
y el tumulto sobre los montes;
ciertamente, en el Señor nuestro Dios
está la salvación de Israel(EV).

24 Pero lo vergonzoso consumió el trabajo de nuestros padres desde nuestra juventud: sus ovejas y sus vacas, sus hijos y sus hijas(EW). 25 Acostémonos en nuestra vergüenza, y que nos cubra nuestra humillación; porque hemos pecado contra el Señor nuestro Dios, nosotros y nuestros padres desde nuestra juventud hasta hoy(EX), y no hemos obedecido la voz del Señor nuestro Dios(EY).

Un llamado al arrepentimiento

Si has de volver, oh Israel —declara el Señor
vuélvete a mí(EZ).
Si quitas de mi presencia tus abominaciones,
y no vacilas(FA),
y juras: «Vive el Señor(FB)»,
en verdad, en juicio y en justicia(FC),
entonces se bendecirán en Él las naciones(FD),
y en Él se gloriarán(FE).

Porque así dice el Señor a los hombres de Judá y de Jerusalén:

Romped el barbecho(FF),
y no sembréis entre espinos(FG).
Circuncidaos para el Señor,
y quitad los prepucios de vuestros corazones,
hombres de Judá y habitantes de Jerusalén(FH),
no sea que mi furor(FI) salga como fuego
y arda y no haya quien lo apague(FJ),
a causa de la maldad de vuestras obras.

Declarad en Judá y proclamad en Jerusalén, y decid:
Tocad la trompeta en la tierra(FK);
clamad en alta voz, y decid:
«Reuníos y entremos
en las ciudades fortificadas(FL)».
Izad bandera(FM) hacia Sión;
buscad refugio, no os detengáis;
porque traigo del norte la calamidad,
una gran destrucción(FN).
Ha salido el león de la[ax] espesura,
y el destructor de naciones se ha puesto en marcha(FO);
ha salido de su lugar
para convertir tu tierra en desolación(FP).
Tus ciudades quedarán en ruinas, sin habitantes(FQ).
Por eso, vestíos de cilicio,
lamentaos y gemid(FR);
porque no se ha apartado de nosotros
la ardiente ira del Señor(FS).
Y sucederá en aquel día —declara el Señor
que fallará el corazón del rey
y el corazón de los príncipes(FT);
se quedarán atónitos los sacerdotes
y los profetas se pasmarán(FU).

10 Entonces dije: ¡Ah, Señor Dios[ay]! Ciertamente has engañado(FV) en gran manera a este pueblo y a Jerusalén, diciendo: «Paz tendréis», cuando tienen la espada al cuello[az](FW).

11 En aquel tiempo se dirá a este pueblo y a Jerusalén: Un viento abrasador de las alturas desoladas del desierto(FX), en dirección a la hija de mi pueblo, no para aventar, ni para limpiar, 12 un viento demasiado fuerte para esto[ba], vendrá a mi mandato[bb]. Ahora yo[bc] pronunciaré juicios contra ellos.

13 He aquí que él sube como las nubes(FY),
y como un torbellino sus carros(FZ);
sus caballos son más ligeros que las águilas(GA).
¡Ay de nosotros, porque estamos perdidos(GB)!

14 Lava de maldad tu corazón, Jerusalén,
para que seas salva.
¿Hasta cuándo morarán dentro de ti
pensamientos perversos(GC)?
15 Porque una voz lo anuncia desde Dan(GD),
y proclama el mal desde los montes de Efraín.
16 Avisadlo a las naciones: ¡Aquí están!
Proclamad sobre Jerusalén:
«Sitiadores vienen de tierra lejana(GE)
y alzan sus voces(GF) contra las ciudades de Judá.
17 Como guardas de campo están apostados contra ella por todos lados(GG),
porque se ha rebelado contra mí(GH)» —declara el Señor.
18 Tu comportamiento y tus acciones
te han traído[bd] estas cosas.
Esta es tu maldad(GI). ¡Qué amarga(GJ)!
¡Cómo ha penetrado hasta tu corazón!

19 ¡Alma mía[be], alma mía[bf]!
Estoy angustiado, ¡oh corazón mío[bg]!
Mi corazón se agita dentro de mí;
no callaré(GK),
porque has oído, alma mía[bh](GL),
el sonido de la trompeta,
el pregón de guerra(GM).
20 Desastre sobre desastre se anuncia(GN),
porque es arrasada toda la tierra(GO);
de repente son arrasadas mis tiendas,
en un instante mis cortinas(GP).
21 ¿Hasta cuándo he de ver la bandera
y he de oír el sonido de la trompeta?
22 Porque mi pueblo es necio,
no me conoce;
hijos torpes son,
no son inteligentes(GQ).
Astutos son para hacer el mal,
pero hacer el bien no saben(GR).

23 Miré a la tierra, y he aquí que estaba sin orden y vacía[bi];
y a los cielos, y no tenían luz(GS).
24 Miré a los montes, y he aquí que temblaban,
y todas las colinas se estremecían[bj](GT).
25 Miré, y he aquí que no había hombre alguno,
y todas las aves del cielo habían huido(GU).
26 Miré, y he aquí que la tierra fértil[bk] era un desierto(GV),
y todas sus ciudades estaban arrasadas
delante del Señor, delante del ardor de su ira.

27 Porque así dice el Señor:

Una desolación será toda la tierra(GW),
pero no causaré una destrucción total(GX).
28 Por eso se enlutará la tierra(GY),
y se oscurecerán los cielos arriba(GZ),
porque he hablado, lo he decidido,
y no me arrepentiré[bl], ni me retractaré de ello(HA).
29 Al ruido de jinetes y arqueros huye toda la ciudad(HB);
entran en las espesuras y trepan por los peñascos(HC).
Toda ciudad está abandonada,
y no queda en ellas morador alguno(HD).
30 Y tú, desolada, ¿qué harás(HE)?
Aunque te vistas de escarlata,
aunque te pongas[bm] adornos de oro,
aunque te agrandes con pintura los ojos(HF),
en vano te embelleces;
te desprecian tus amantes,
solo buscan tu vida(HG).
31 Porque oí un grito[bn] como de mujer de parto(HH),
angustia como de primeriza;
era el grito[bo] de la hija de Sión que se ahogaba,
y extendía sus manos[bp](HI), diciendo:
¡Ay ahora de mí, porque desfallezco[bq] ante los asesinos!

Footnotes

  1. Jeremías 1:6 Heb., YHWH, generalmente traducido Señor
  2. Jeremías 1:11 Heb., shaqued
  3. Jeremías 1:12 Heb., shoqued
  4. Jeremías 1:13 Lit., su cara está opuesta al norte
  5. Jeremías 1:14 Lit., se abrirá o será suelto
  6. Jeremías 1:14 Lit., la
  7. Jeremías 1:16 Lit., hablaré
  8. Jeremías 1:16 O, han quemado incienso
  9. Jeremías 1:18 Lit., muros
  10. Jeremías 1:18 Lit., la
  11. Jeremías 2:2 O, la bondad
  12. Jeremías 2:3 Lit., fruto
  13. Jeremías 2:6 O, de sombra de muerte
  14. Jeremías 2:7 Lit., cosas buenas
  15. Jeremías 2:8 Lit., pastores
  16. Jeremías 2:10 I.e., Chipre y otras islas
  17. Jeremías 2:13 Lit., para cavar
  18. Jeremías 2:15 Lit., dieron su voz
  19. Jeremías 2:16 O, hijos
  20. Jeremías 2:16 En heb., apacentado
  21. Jeremías 2:17 Lit., ¿No te has hecho
  22. Jeremías 2:18 Heb., Shijor
  23. Jeremías 2:18 Lit., río
  24. Jeremías 2:19 Lit., y mi temor no está en ti
  25. Jeremías 2:19 Heb., YHWH, generalmente traducido Señor
  26. Jeremías 2:20 O, rompiste
  27. Jeremías 2:20 O, arrancaste
  28. Jeremías 2:22 I.e., carbonato sódico
  29. Jeremías 2:22 Lit., y hagas que sea mucho para ti el
  30. Jeremías 2:22 Heb., YHWH, generalmente traducido Señor
  31. Jeremías 2:24 O, desviar
  32. Jeremías 2:25 O, Es algo desesperado
  33. Jeremías 2:27 O, mal
  34. Jeremías 2:28 O, mal
  35. Jeremías 2:32 Lit., cinta
  36. Jeremías 2:33 O, con maldades
  37. Jeremías 2:36 O, eres tan frívola
  38. Jeremías 2:37 Lit., este
  39. Jeremías 3:1 Lit., Diciendo
  40. Jeremías 3:1 Lit., compañeros
  41. Jeremías 3:4 Lit., guía
  42. Jeremías 3:5 Lit., Lo guardará
  43. Jeremías 3:5 Lit., y has podido
  44. Jeremías 3:6 O, era ramera
  45. Jeremías 3:8 Así en un ms. y en versiones antiguas; en el T.M., vi
  46. Jeremías 3:12 Lit., no haré que mi rostro caiga sobre vosotros
  47. Jeremías 3:13 Lit., caminos
  48. Jeremías 3:19 Lit., los
  49. Jeremías 3:20 O, compañero
  50. Jeremías 4:7 Lit., su
  51. Jeremías 4:10 Heb., YHWH, generalmente traducido Señor
  52. Jeremías 4:10 O, y la espada toca hasta el alma
  53. Jeremías 4:12 Lit., estas cosas
  54. Jeremías 4:12 Lit., para mí
  55. Jeremías 4:12 Lit., yo también
  56. Jeremías 4:18 Lit., hecho
  57. Jeremías 4:19 Lit., Entrañas mías
  58. Jeremías 4:19 Lit., Entrañas mías
  59. Jeremías 4:19 Lit., las paredes de mi corazón
  60. Jeremías 4:19 O, yo, mi alma, oí
  61. Jeremías 4:23 O, era caos y vacuidad
  62. Jeremías 4:24 Lit., se movían ligeramente
  63. Jeremías 4:26 O, el Carmelo
  64. Jeremías 4:28 Lit., no me pesará
  65. Jeremías 4:30 Lit., adornes con
  66. Jeremías 4:31 Lit., una voz
  67. Jeremías 4:31 Lit., una voz
  68. Jeremías 4:31 Lit., palmas
  69. Jeremías 4:31 Lit., mi alma desfallece

Llamamiento y misión de Jeremías

Palabras de Jeremías hijo de Hilcías, que era uno de los sacerdotes de Anatot, en territorio de Benjamín. Jeremías recibió palabra del Señor en el año decimotercero del reinado de Josías(A) hijo de Amón, rey de Judá. También la recibió en los días de Joacín(B) hijo de Josías, rey de Judá, y hasta finales del undécimo año de Sedequías(C) hijo de Josías, rey de Judá; es decir, hasta el mes quinto de la cautividad de Jerusalén.

La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

«Antes de que yo te formara en el vientre, te conocí. Antes de que nacieras, te santifiqué y te presenté ante las naciones como mi profeta.»

Yo dije:

«¡Ay, Señor! ¡Ay, Señor! ¡Date cuenta de que no sé hablar! ¡No soy más que un muchachito!»

Pero el Señor me dijo:

«No digas que sólo eres un muchachito, porque harás todo lo que yo te mande hacer, y dirás todo lo que te ordene que digas. No temas delante de nadie, porque yo estoy contigo y te pondré a salvo.»

—Palabra del Señor.

Y el Señor extendió su mano, me tocó la boca y me dijo:

«Yo, el Señor, he puesto mis palabras en tu boca. 10 Date cuenta de que este día te he puesto sobre naciones y reinos, para que arranques y destruyas, para que arruines y derribes, para que construyas y plantes.»

11 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

«¿Qué ves tú, Jeremías?»

Yo dije:

«Veo una vara de almendro.»[a]

12 El Señor me dijo:

«Has visto bien. Me estoy apresurando[b] a poner mi palabra por obra.»

13 Por segunda vez la palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

«¿Qué es lo que ves?»

Y yo dije:

«Veo una olla que hierve; y está orientada hacia el norte.»

14 El Señor me dijo:

«Desde el norte va a desatarse el mal sobre todos los habitantes de esta tierra. 15 Yo, el Señor, te digo que estoy convocando a todas las familias de los reinos del norte. Y ellos vendrán, y cada uno plantará su campamento a la entrada de las puertas de Jerusalén, y alrededor de todas sus murallas, y contra todas las ciudades de Judá. 16 Dictaré mi sentencia contra todos los que me dejaron y quemaron incienso a dioses extraños, por causa de toda su maldad, y porque adoraron a la obra de sus manos. 17 Pero tú, prepárate; disponte ya a decirles todo lo que yo te mande. No temas delante de ellos, pues de lo contrario, delante de ellos te quebrantaré. 18 Date cuenta de que hoy te he puesto contra toda esta tierra como una ciudad fortificada; te he puesto como columna de hierro contra los reyes de Judá; como un muro de bronce, contra sus príncipes y sacerdotes y contra el pueblo de la tierra. 19 Ellos pelearán contra ti, pero no te vencerán, porque yo, el Señor, te aseguro que estoy contigo y te pondré a salvo.»

El Señor y la apostasía de Israel

La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:

«Ve y proclama a oídos de Jerusalén lo siguiente: “Así dice el Señor: ‘Me acuerdo de ti y de tu fidelidad, cuando eras joven; de tu amor de novia, cuando me seguías por el desierto, en terrenos no sembrados.’”»

Israel estaba consagrada al Señor. Era como los primeros frutos de su cosecha. Todos los que la devoraban tenían que cargar con su culpa; el mal les sobrevenía.

—Palabra del Señor.

Tú, casa de Jacob, y ustedes todas, familias de la casa de Israel: ¡escuchen la palabra del Señor! Así dice el Señor:

«¿Qué de malo hallaron en mí los padres de ustedes, que se alejaron de mí y se fueron en pos de la vanidad, con lo que se hicieron vanos? Jamás dijeron: “¿Dónde está el Señor, que nos sacó de la tierra de Egipto y nos condujo por el desierto, por tierra desierta y despoblada, por tierra seca y terriblemente sombría, por tierra que nadie transitó ni jamás habitó?”

»Yo los introduje en una tierra de abundancia, para que disfrutaran de su fruto y sus bondades; pero ustedes entraron y contaminaron mi tierra; ¡convirtieron mi heredad en algo repugnante! Jamás dijeron los sacerdotes: “¿Dónde está el Señor?”, ni tampoco los que detentaban la ley me conocieron; los guías del pueblo se rebelaron contra mí; ¡los profetas hablaron en nombre de Baal, y se fueron en pos de dioses inútiles!

»Por eso, voy a entablar un juicio contra ustedes, contra sus hijos y contra sus nietos.

—Palabra del Señor.

10 »Pasen ahora a las costas de Quitín, y fíjense; envíen observadores a Cedar, y pónganse a pensar seriamente; vean si se ha incurrido en algo semejante a esto. 11 Ninguna de esas naciones ha cambiado a sus dioses. ¡Y eso que no son dioses! Pero mi pueblo ha cambiado a su Dios glorioso por lo que no les sirve para nada. 12 Ustedes los cielos, ¡espántense al ver esto! ¡Horrorícense! ¡Llénense de angustia!

—Palabra del Señor.

13 »Son dos los males en que ha incurrido mi pueblo: Me han dejado a mí, que soy fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, ¡tan agrietadas que no retienen el agua!

14 »¿Acaso eres siervo, Israel? ¿O esclavo? ¿Por qué, entonces, te tratan como a botín de guerra? 15 Los cachorros de león rugen contra ti; gruñen con fuerza y devastan tu tierra; ¡queman tus ciudades y las dejan sin habitantes! 16 ¡Hasta la gente de Menfis y de Tafnes te ha roto la coronilla! 17 Y esto te sucedió por haber dejado al Señor tu Dios, cuando él te conducía por el camino. 18 Dime, pues, ¿qué esperas hallar en el camino de Egipto, que sacias tu sed en el Nilo? ¿Qué esperas hallar en el camino de Asiria, que sacias tu sed en el Éufrates? 19 Tu maldad te castigará, y tus rebeldías te condenarán. ¡Date cuenta! Ve cuán malo y amargo ha sido el que hayas dejado al Señor tu Dios, y el no tener temor de mí.

—Palabra del Señor, el Dios de los ejércitos.

20 »Tú, desde hace mucho tiempo rompiste el yugo y te quitaste las ataduras. Tú dijiste: “No quiero servir.” Tú, en la cima de cualquier monte elevado, o a la sombra de cualquier árbol frondoso, te entregaste como una cualquiera. 21 Yo te planté de una vid escogida, de simiente de pura cepa. ¿Cómo es que me resultaste un sarmiento de vid extraña? 22 Aunque te laves con lejía, y te enjabones demasiado, no se borra de mi vista la mancha de tu pecado.

—Palabra de Dios el Señor.

23 »¿Cómo te atreves a decir: “No soy inmunda. Nunca me fui en pos de los baales”? ¡Mira cómo te has conducido en el valle! ¡Reconoce lo que has hecho, dromedaria fácil que te apartas del camino; 24 asna montés habituada al desierto. Cuando buscas al macho, olfateas el viento, ¡y nadie puede controlar tu lujuria! Cuando buscas al macho, ¡a éste no le cuesta ningún trabajo encontrarte! 25 Pues ten cuidado. No andes descalza. No dejes que la sed te reseque la garganta. Pero tú respondes: “No hay caso; ¡ya no tengo remedio! He tenido amoríos con extraños, y tras ellos me iré.”

26 »Pero la casa de Israel tendrá que avergonzarse, y con ellos sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas, como se avergüenza el ladrón cuando es descubierto. 27 Porque a un pedazo de madera le dicen: “Tú eres mi padre”, y a una piedra: “Tú me has engendrado”. Porque me han dado la espalda, y no la cara. Pero cuando están en problemas, me dicen: “¡Levántate, y sálvanos!” 28 Dime, Judá: ¿dónde están esos dioses que te fabricaste? ¡Tienes tantos dioses como ciudades! ¡Pues que se levanten ellos, a ver si cuando estés en problemas te pueden salvar!

29 »¿Por qué entablan pleito conmigo? ¡Si todos ustedes han pecado contra mí!

—Palabra del Señor.

30 »En vano he azotado a los hijos de ustedes, pues no han asimilado el castigo. Y la espada de ustedes, como si fuera un león feroz, se devoró a los profetas. 31 Ustedes, pueblo de Israel, ¡presten atención a mi palabra! ¿Acaso yo he sido para ustedes un desierto, o un país de oscuridad? ¿Por qué dicen ustedes: “Somos libres. Nunca más volveremos a ti”? 32 ¿Acaso la doncella se olvida de sus galas? ¿Acaso la novia se olvida de su vestido de bodas? Sin embargo, ¡mi pueblo se ha olvidado de mí infinidad de veces!

33 »¿Por qué te adornas cuando sales en busca de amoríos? ¡Hasta a las rameras les has enseñado tus malas artes! 34 ¡Hasta en tu ropa puede verse la sangre de gente pobre e inocente! Y aunque nunca los viste cometer ningún delito, con todo declaras 35 que eres inocente, y que mi ira se ha apartado de ti. Pues precisamente por declarar que no has pecado, voy a llevarte a juicio. 36 ¿A qué vienen tantos cambios, tanta frivolidad? ¡Tanta vergüenza te hará pasar Egipto, como te la hizo pasar Asiria! 37 También de Egipto saldrás con las manos sobre la cabeza, porque el Señor ha rechazado a aquellos en los que confiabas. Con ellos no tendrás ningún éxito.

»Dicen que si alguien despide a su mujer, y ésta se va y cohabita con otro hombre, su esposo ya no vuelve a vivir con ella, pues la tierra quedaría totalmente mancillada. Sin embargo, tú has cohabitado con muchos hombres, ¡y vuelves a mí!

—Palabra del Señor.

»Levanta los ojos, y mira a las alturas. ¿En dónde no te has prostituido? Te sentabas a esperarlos junto a los caminos, como un beduino en el desierto, y con tus prostituciones y con tu maldad contaminaste la tierra. Por eso se han retrasado las lluvias, y no han llegado las lluvias tardías. Tienes la facha de una ramera; ¡no sabes lo que es tener vergüenza! ¡Y todavía me llamas “Padre mío, amor de mi juventud”! ¡Todavía me dices “¿Vas a estar enojado todo el tiempo? ¿Siempre vas a guardarme rencor?” Y mientras estás hablando, ¡cometes cuantas maldades puedes!»

Llamado al arrepentimiento

En los días del rey Josías el Señor me dijo:(D)

«¿Has visto lo que ha hecho la rebelde Israel? ¡Va y se prostituye en lo alto de cualquier monte, o a la sombra de cualquier árbol frondoso! Yo pensaba que, después de todo eso, se volvería a mí; pero no fue así. Esto lo vio su hermana, la rebelde Judá; vio que yo había despedido y repudiado a Israel por su infidelidad y sus prostituciones. Pero tampoco ella tuvo temor, sino que con la misma rebeldía de su hermana, fue y se prostituyó. Como Israel tomó a la ligera sus prostituciones, y adulteró con ídolos de piedra y de madera, la tierra quedó contaminada. 10 Pero ni así se volvió a mí de todo corazón su hermana, la rebelde Judá. Sólo fingió volverse a mí.»

—Palabra del Señor.

11 El Señor me dijo:

«La rebeldía de Israel es un acto de justicia, si la comparo con la infidelidad de Judá. 12 Ve ahora al norte, y proclama allí estas palabras: “Israel, no seas rebelde y vuélvete a mí. No voy a descargar mi enojo sobre ti, ni te voy a guardar rencor, porque yo soy misericordioso.

Palabra del Señor.

13 ”Reconoce que has pecado contra el Señor tu Dios; reconoce que a la sombra de cualquier árbol frondoso te has prostituido con gente extraña, y que no has querido obedecerme.

—Palabra del Señor.

14 ”Vuélvanse a mí, hijos rebeldes. Yo soy su Señor. De cada ciudad tomaré a uno de ustedes, y de cada familia tomaré a dos, y los introduciré en Sión.

—Palabra del Señor.

15 ”Yo les daré gobernantes que los cuiden y alimenten de manera sabia e inteligente; gobernantes que hagan mi voluntad. 16 Y cuando ustedes se hayan multiplicado y reproducido en la tierra, no volverá a decirse: ‘Arca del pacto del Señor’. No volverán a evocarla; ¡no volverán a acordarse de ella, ni la echarán de menos! ¡Tampoco volverá a hacerse otra!

—Palabra del Señor.

17 ”Cuando llegue ese día, Jerusalén será llamada ‘Trono del Señor’. Todas las naciones vendrán a ella en el nombre del Señor, y no volverán a seguir los dictados de su malvado corazón. 18 Cuando llegue ese día, los de la casa de Judá irán a la casa de Israel, y de la tierra del norte vendrán juntos a la tierra que di a sus padres por herencia.

19 ”Yo me preguntaba: ‘¿Cómo podré contarlos como hijos míos, y darles esta tierra deseable, la heredad más rica de las naciones?’ Entonces pensé: ‘Ustedes me llamarán Padre mío, y nunca se apartarán de mí.’ 20 Pero ustedes, casa de Israel, pecaron contra mí ¡como la esposa infiel que abandona a su compañero!”»

—Palabra del Señor.

21 Se oye un clamor en las alturas. Son el llanto y los ruegos de los hijos de Israel, porque han torcido su camino y se han olvidado del Señor su Dios.

22 «¡Vuélvanse a mí, hijos rebeldes! ¡Yo sanaré sus rebeliones!»

«Aquí estamos, y a ti venimos, porque tú eres el Señor, nuestro Dios. 23 Las colinas y el bullicio de los montes no son más que vanidad. La salvación de Israel radica en ti, Señor y Dios nuestro. 24 Desde que éramos jóvenes, el oprobio ha consumido la obra de nuestros padres: lo mismo sus ovejas que sus vacas; lo mismo sus hijos que sus hijas. 25 En ese oprobio nos hallamos. La vergüenza nos envuelve, porque desde nuestra juventud y hasta este día, nosotros y nuestros padres hemos pecado contra ti, Señor y Dios nuestro. ¡No hemos querido obedecer tu voz!»

«¡Ah Israel, vuélvete a mí! ¡Cómo quisiera que te volvieras a mí! ¡Cómo quisiera que quitaras de mi vista tus actos repugnantes, y no anduvieras de acá para allá!

—Palabra del Señor.

»Si con la verdad, la justicia y el derecho juraras: “¡Vive el Señor!”, entonces las naciones serán plenamente bendecidas por él, y en él se gloriarán. Porque así dice el Señor a todos los de Judá y de Jerusalén: “Aren ustedes sus campos,(E) y no siembren entre los espinos. Hombres de Judá, y habitantes de Jerusalén: ¡Circuncídense en honor del Señor! ¡Quiten de su corazón lo que en él hay de pagano! De lo contrario, y por causa de sus malvadas acciones, mi ira se encenderá como un fuego, y arderá y nadie podrá apagarla.”

Judá ante la amenaza de una invasión

»Anuncien esto en Judá; proclámenlo en Jerusalén. Toquen trompeta en la tierra; júntense y pregónenlo. Digan: “Reunámonos y entremos en las ciudades fortificadas.” Icen la bandera en Sión, y huyan sin detenerse, porque yo estoy trayendo del norte una calamidad, ¡una gran destrucción! Ya ha salido el león de la espesura; ya está en marcha el destructor de naciones; ya ha salido de su cueva para dejar tu tierra en ruinas. Tus ciudades quedarán desoladas y sin habitantes.»

Por lo tanto, vístanse de cilicio; lloren y hagan lamentos, porque la ira del Señor no se ha apartado de nosotros.

Cuando llegue ese día, desfallecerá el corazón del rey y el corazón de los príncipes; los sacerdotes se quedarán atónitos, y los profetas no podrán creerlo.

—Palabra del Señor.

10 Yo exclamé:

«¡Ay, Señor y Dios! ¡Grandemente has engañado a este pueblo y a Jerusalén! Tú le prometiste que viviría en paz, ¡y ahora pende la espada sobre su cuello!»

11 Cuando llegue el momento, se le dirá a este pueblo, y también a Jerusalén: «Desde las altas dunas del desierto sopla un viento calcinante sobre la hija de mi pueblo. No viene a aventar el trigo ni a limpiarlo. 12 Pero de mi parte vendrá un viento más intenso que éste, porque yo mismo voy a dictar sentencia contra ellos.»

13 ¡Mírenlo! ¡Se levanta como nube! ¡Su carro parece un torbellino! ¡Sus caballos son más ligeros que las águilas! ¡Ay de nosotros, nos van a hacer pedazos! 14 Limpia tu corazón de la maldad, Jerusalén, y saldrás bien librada. ¿Hasta cuándo vas a dar cabida en ti pensamientos tan malvados? 15 Desde Dan, una voz da las malas noticias; desde Efraín se da a conocer el desastre. 16 Díganselo a las naciones, y háganselo saber a Jerusalén: «Han llegado soldados de un país lejano, y ya lanzan alaridos contra las ciudades de Judá. 17 Se han apostado a su alrededor, como si vigilaran un campo. Y es que ella se rebeló contra mí.»

—Palabra del Señor.

18 Esto te ha pasado por tu manera de ser y de actuar. Esto es por causa de tu maldad. Por eso la amargura te calará hasta el corazón.

19 ¡Cómo me duelen las entrañas! ¡Cómo me duele el corazón! ¡Siento que el corazón se me sale! ¡Ay, alma mía, no puedes guardar silencio, pues has oído los toques de trompeta y los alaridos de guerra! 20 Ya se habla de un desastre tras otro. Todo el país está siendo devastado. ¡Ora destruyen mis carpas, ora destruyen mis campamentos! 21 ¿Hasta cuándo tendré que ver agitarse las banderas, y oír los toques de trompeta?

22 «Y es que mi pueblo es necio, y no me conoce; son gente que no piensa ni entiende; son sabios para hacer el mal, pero no saben hacer el bien.»

23 Me fijé en la tierra, y la vi desordenada y vacía. Me fijé en los cielos, y no había en ellos luz. 24 Me fijé en los montes, y los vi temblar, y todas las colinas se estremecían. 25 Me fijé, y no había un solo ser humano, y todas las aves del cielo habían desaparecido. 26 Me fijé, y los ricos viñedos eran ahora un desierto, y todas sus ciudades habían quedado en ruinas. ¡Y esto lo hizo el Señor! ¡Esto lo hizo el ardor de su ira! 27 Porque así dijo el Señor:

«Toda la tierra será asolada; pero no la destruiré por completo. 28 Por esto la tierra se cubrirá de luto, y los altos cielos se envolverán en tinieblas. Ya lo he dicho, y no me va a pesar hacerlo; ya lo he decidido, y no voy a desistir.»

29 Ante el estruendo de la caballería y de los flecheros huyó toda la ciudad. Corrieron a las espesuras de los bosques, y treparon por los peñascos. Todas las ciudades quedaron abandonadas; no quedó en ellas un solo habitante. 30 Y tú, ciudad en ruinas, ¿qué vas a hacer ahora? De nada va a servirte que te vistas de púrpura y te atavíes con oro, o que te pintes los ojos. Tus amantes te van a rechazar, e intentarán matarte. 31 Ya escucho el clamor de una que está en labor de parto. Es como la voz angustiosa de una primeriza. Es la voz de la hija de Sión, que llora y extiende las manos. Y dice: «¡Ay de mí! ¡Mi ánimo decae por causa de los que quieren matarme!»

Footnotes

  1. Jeremías 1:11 Heb. shaked.
  2. Jeremías 1:12 Heb. shoked.