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Hasta la cigüeña en el cielo
conoce el tiempo establecido;
la tórtola, la golondrina y la grulla
están atentas al tiempo del regreso.
Pero mi pueblo no conoce
el orden fijado por el Señor.
¿Cómo dicen “Somos sabios,
tenemos la ley del Señor”,
si resulta que la ha corrompido
la pluma corrupta de los expertos?
Los sabios están avergonzados,
asustados, y quedan atrapados.
Si han rechazado la palabra del Señor,
¿de qué puede servirles su sabiduría?

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