Jeremías 46
La Palabra (Hispanoamérica)
III.— ORÁCULOS CONTRA LAS NACIONES (46—51)
46 Palabras del Señor sobre las naciones, que recibió el profeta Jeremías:
Oráculo contra Egipto
2 Referente a Egipto. Contra el ejército del faraón Necó, rey de Egipto, cuando estaba junto al río Éufrates, en Carquemis, y fue derrotado por Nabucodonosor, rey de Babilonia, el año cuarto de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá:
3 ¡Apresten escudos y adargas,
láncense a la batalla!
4 ¡Enganchen los caballos,
monten los corceles!
¡Preparados con los cascos,
bruñan las lanzas,
pónganse las corazas!
5 ¿Qué es lo que veo?
Están aterrados,
dan marcha atrás;
sus soldados derrotados
se han dado a la fuga,
no vuelven la cara,
los rodea el pavor
—oráculo del Señor—.
6 ¡Que no escape el ágil,
que no se libre el valiente!
Por el norte, junto al Éufrates,
tropezaron y cayeron.
7 ¿Quién es ese que crece como el Nilo,
que agita sus aguas como los ríos,
8 que dice: “Creceré e inundaré la tierra,
acabaré con ciudades y habitantes”?
9 ¡Adelante, caballos!
¡Láncense, carros!
¡Al ataque, soldados!
¡Los de Etiopía y Libia con escudos,
los lidios empuñando el arco!
10 Pero es el día de Dios, Señor del universo,
día de venganza, contra sus enemigos.
La espada devora hasta hartarse,
hasta quedar ahíta de su sangre;
pues celebra un banquete Dios, Señor del universo,
en tierras del norte, junto al Éufrates.
11 Sube a Galaad por bálsamo,
doncella, capital de Egipto:
es inútil que amontones remedios,
pues tu herida no tiene cura.
12 Las naciones conocieron tu deshonra,
pues tus gritos llenaron la tierra;
tropezaron soldado con soldado,
juntos cayeron los dos.
13 Palabra que recibió el profeta Jeremías de parte del Señor, cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, se dirigió a destruir el país de Egipto:
14 Cuéntenlo en Egipto,
anúncienlo en Migdol,
anúncienlo en Tafne y en Menfis;
digan: ¡En formación, prepárate,
que la espada devora por doquier!
15 ¿Por qué yace postrado el buey Apis?
No está en pie porque el Señor lo embistió
16 repetidas veces: se tambaleó y cayó.
Se decían unos a otros:
“Vamos, volvamos donde los nuestros,
vayamos a nuestra tierra nativa,
huyamos de la espada mortífera”.
17 Pusieron de mote al faraón
“Estrépito que llega a destiempo”.
18 ¡Por mi vida —oráculo del Rey
que se llama Señor del universo—
que así tiene todo que suceder,
tan real como el Tabor entre los montes,
como el Carmelo cerca del mar!
19 Prepárense el ajuar del deportado,
habitantes de la capital de Egipto,
pues Menfis quedará desolada,
incendiada, sin ningún habitante.
20 Egipto es una hermosa novilla,
un tábano la ataca desde el norte;
21 los mercenarios que tiene
son como novillos cebados,
pero también ellos le dan la espalda:
huyen a una sin detenerse,
pues les llega el día del desastre,
el tiempo de pedirles cuentas.
22 Silba Egipto como serpiente que huye,
pues lo atacan los ejércitos:
vienen contra él con hachas,
igual que si fueran leñadores,
23 y talan su selva
—oráculo del Señor—.
Son, en efecto, innumerables,
más que una plaga de langosta
y nadie puede contarlos;
24 se amustia la capital de Egipto,
en manos de un pueblo del norte.
25 Dice el Señor del universo, Dios de Israel: Voy a pedir cuentas al dios Amón de Tebas, a Egipto, a sus dioses, al faraón y a los que confían en él. 26 Los entregaré en manos de los que quieren destruirlos: de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y de sus oficiales. Pero, pasado esto, será habitada como en los tiempos antiguos —oráculo del Señor—.
Palabras de consuelo a los deportados
27 Tú no temas, siervo mío, Jacob;
no tengas miedo, Israel;
te traeré sano y salvo de lejos,
a tus hijos, del país del cautiverio.
Jacob volverá y descansará seguro,
sin nadie que lo hostigue.
28 Tú no temas, siervo mío, Jacob
—oráculo del Señor—,
que yo estoy contigo.
Exterminaré a todas las naciones
por cuyas tierras te dispersé;
no voy a acabar contigo,
pero en justicia debo castigarte,
no puedo dejarte impune.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España