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Te voy a zarandear a las puertas de tus ciudades y te quitaré todo lo que tienes por valioso y arruinaré a mi propio pueblo porque se niegan a volverse a mí dejando sus conductas perversas. Entonces habrá innumerables viudas; a mediodía traeré muerte a los muchachos y dolor a sus madres. Haré que de repente caigan sobre ellos angustia y miedo. La madre de siete hijos flaqueará y se desmayará de dolor porque se los mataron a todos. Ella sentirá que todo se vuelve negro por el dolor que la embarga, a pesar de ser de pleno día. Allí está Jerusalén sentada como estéril, avergonzada, porque a los sobrevivientes los rematarán los enemigos, dice el Señor.

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Aunque los aventé con aventador hasta las puertas de la tierra, y dejé sin hijos a mi pueblo y lo desbaraté, no se volvieron de sus caminos. Sus viudas se me multiplicaron más que la arena del mar; traje contra ellos destruidor a mediodía sobre la madre y sobre los hijos; hice que de repente cayesen terrores sobre la ciudad. Languideció la que dio a luz siete; se llenó de dolor su alma, su sol se puso siendo aún de día; fue avergonzada y llena de confusión; y lo que de ella quede, lo entregaré a la espada delante de sus enemigos, dice Jehová.

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