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El profeta se dirige a Dios

12 Señor, si me pongo a discutir contigo,
tú siempre tienes la razón;
y sin embargo quisiera preguntarte
el porqué de algunas cosas.
¿Por qué les va bien a los malvados?
¿Por qué viven tranquilos los traidores?
Tú los plantas,
y ellos echan raíces, y crecen y dan fruto.
De labios para afuera, te tienen cerca,
pero en su interior están lejos de ti.
Tú, en cambio, Señor, me conoces;
tú me ves y sabes
cuáles son mis sentimientos hacia ti.
¡Llévate a esa gente como ovejas al matadero;
márcalos para el día de la matanza!
¿Hasta cuándo va a estar seca la tierra
y marchita la hierba de los campos?
Los animales y las aves se están muriendo
por la maldad de los habitantes del país,
que piensan que no ves lo que ellos hacen.

Respuesta de Dios

«Si tanto te cansas corriendo contra gente de a pie,
¿cómo podrás competir con gente de a caballo?
En terreno seguro te sientes tranquilo,
¿pero qué harás en la espesura del Jordán?
Aun tus hermanos, los de tu propia familia,
te han traicionado,
y a gritos te insultan a tus espaldas.
No confíes en ellos,
ni aunque te hablen con buenas palabras.

Tristeza del Señor por la suerte de su pueblo

»He abandonado a mi pueblo,
he rechazado a la que fue mi posesión.
He puesto en manos de sus enemigos
a la nación que yo tanto amaba.
Este pueblo, que fue mi posesión,
es ahora para mí como un león en la selva;
ruge contra mí, por eso lo aborrezco.
Mi pueblo es como un ave de bello plumaje,
a la que otras aves atacan.
¡Vengan, todos los animales salvajes;
júntense a darse su banquete!
10 Muchos jefes enemigos han destruido mi viñedo,
han pisoteado mi campo.
Han convertido en desolado desierto
el terreno que yo más quiero.
11 Lo dejaron desierto y desolado,
y yo lo veo lamentarse.
Todo el país está desierto,
pero a nadie le preocupa.
12 Por todas las lomas del desierto
vinieron hombres violentos,
porque yo, el Señor, tengo una espada
que destruirá el país de extremo a extremo,
y no habrá paz para ninguno.
13 Sembraron trigo y cosecharon espinos;
todos sus trabajos fueron vanos.
La cosecha fue un fracaso
por causa de mi ardiente ira.»

Promesas del Señor a los pueblos vecinos de Israel

14 Así dice el Señor acerca de los pueblos malvados, vecinos de Israel, que han destruido la tierra que él dio como herencia a su pueblo Israel: «Yo los arrancaré de sus tierras, y sacaré a Judá de en medio de ellos. 15 Pero después de arrancarlos volveré a tener compasión de ellos, y los haré regresar a su propia tierra y a su propio país. 16 Ciertamente ellos enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, pero ahora podrán establecerse en medio de mi pueblo, si de veras aceptan la religión de mi pueblo y juran por mi nombre diciendo: “Por la vida del Señor.” 17 Pero a la nación que no me obedezca, la arrancaré de raíz y la destruiré. Yo, el Señor, lo afirmo.»

Acción simbólica sobre la infidelidad de Israel

13 El Señor me dijo: «Ve y cómprate un cinturón de lino y póntelo en la cintura, pero no lo mojes con agua.» Yo compré el cinturón, como el Señor me lo había ordenado, y me lo puse en la cintura. Entonces me habló de nuevo el Señor y me dijo: «Toma el cinturón que compraste y que tienes puesto, vete al río Éufrates y escóndelo allí, en la grieta de una roca.» Fui entonces al río Éufrates y lo escondí, como el Señor me lo había ordenado.

Al cabo de mucho tiempo, el Señor me dijo: «Ve al río Éufrates y trae el cinturón que te ordené que escondieras allá.» Fui al río Éufrates, busqué en la tierra y saqué el cinturón del sitio en que lo había escondido, pero ya estaba podrido y no servía para nada.

Entonces el Señor se dirigió a mí una vez más, y me dijo: «De esta misma manera destruiré el orgullo de Judá y Jerusalén. 10 Este pueblo malvado se niega a obedecer mis órdenes y sigue tercamente las inclinaciones de su corazón. Se ha ido tras otros dioses, para servirlos y adorarlos. Es como ese cinturón, que no sirve para nada. 11 Así como uno se aprieta el cinturón alrededor de la cintura, así tuve a todo el pueblo de Israel y a todo el pueblo de Judá muy unidos a mí, para que fueran mi pueblo y dieran a conocer mi nombre, y fueran mi honor y mi gloria. Pero no me obedecieron. Yo, el Señor, lo afirmo.

Otra acción simbólica sobre el futuro castigo

12 »Diles también: “El Señor, el Dios de Israel, dice: Cualquier vasija puede llenarse de vino.” Los israelitas te van a contestar: “¿Acaso no sabemos de sobra que cualquier vasija puede llenarse de vino?” 13 Y tú les responderás: “El Señor dice: Voy a emborrachar a todos los que viven en este país; a los reyes que se sientan en el trono de David, a los sacerdotes, a los profetas y a todos los que viven en Jerusalén. 14 Luego los romperé como vasijas, unos contra otros, padres e hijos por igual. No les tendré compasión; los destruiré sin misericordia y sin piedad. Yo, el Señor, lo afirmo.”»

Advertencia a Israel

15 ¡Israelitas, el Señor ha hablado!
No sean orgullosos, escúchenlo con atención.
16 Honren al Señor su Dios,
antes que él haga llegar la oscuridad
y tropiecen ustedes en los montes tenebrosos;
antes que él convierta en tinieblas,
en pesada sombra,
la luz que ustedes esperaban.
17 Si ustedes no hacen caso,
lloraré en secreto a causa de su orgullo;
de mis ojos correrán las lágrimas,
porque se llevan preso el rebaño del Señor.

Mensaje de parte de Dios para el rey

18 «Di al rey y a la reina madre:
“Bajen del trono, siéntense en el suelo,
pues de su cabeza ha caído
la corona que los adornaba.”
19 Las ciudades del Négueb están sitiadas;
nadie puede pasar.
Todos los de Judá fueron llevados al destierro,
a un destierro total.
20 Alcen la vista y miren
cómo viene del norte el enemigo.
¿Dónde está el rebaño que yo te había confiado,
ese rebaño que era tu orgullo?

Anuncio del destierro de Israel

21 »¿Y qué vas a decir, Jerusalén,
cuando tengas que ser gobernada
por gente que tú misma instruiste?
Te vendrán dolores
como a mujer de parto.
22 Y si preguntas por qué te pasa esto,
debes saber que es por tus graves pecados;
¡por eso te han desnudado
y han abusado de ti!
23 ¿Puede un negro cambiar de color?
¿Puede un leopardo quitarse sus manchas?
Pues tampoco ustedes, acostumbrados al mal,
pueden hacer lo bueno.
24 Por eso voy a dispersarlos a ustedes
como a paja que arrastra el viento del desierto.
25 Ése es tu destino, Israel,
eso has merecido que yo te haga.
Yo, el Señor, lo afirmo.
Pues te olvidaste de mí
y pusiste tu confianza en falsos ídolos.
26 Yo también te voy a desnudar del todo
y a exponerte a la vergüenza.
27 He visto tu pasión, tus adulterios,
tu vergonzosa conducta de prostituta,
tus repugnantes acciones
en las colinas y en los campos.
¡Ay de ti, Jerusalén!,
¿cuánto tiempo seguirás estando impura?»

La gran sequía

14 Por causa de la sequía, el Señor se dirigió a Jeremías, y le dijo:

«Judá llora de tristeza,
sus ciudades están afligidas,
la gente está tendida por el suelo.
Jerusalén lanza gritos de dolor.
Los ricos mandan a sus criados por agua;
éstos van a las cisternas, pero no la encuentran,
y vuelven con sus cántaros vacíos;
defraudados y llenos de vergüenza,
se cubren la cabeza.
Los campesinos se sienten defraudados
y se cubren la cabeza,
porque falta la lluvia
y la tierra está reseca.
Aun las ciervas, en el campo,
abandonan sus crías recién nacidas,
porque no hay hierba que comer.
Los asnos salvajes,
parados en las lomas desiertas,
toman aire como los chacales;
y la vista se les nubla
porque no hay pasto que comer.»

El profeta invoca al Señor en nombre del pueblo

¡Señor, aunque nuestros pecados nos acusan,
actúa por el honor de tu nombre!
Muchas veces te hemos sido infieles,
hemos pecado contra ti.
Esperanza de Israel,
salvador nuestro en tiempos difíciles,
¿por qué te portas como un extraño en el país,
como un viajero que sólo se queda a pasar la noche?
¿Por qué estás como un hombre aturdido,
como un guerrero que no puede ayudar?
Pero, Señor, tú estás en medio de nosotros,
todos saben que somos tu pueblo;
¡no nos abandones!

10 El Señor dice esto acerca del pueblo de Israel: «A este pueblo le encanta andar siempre de un lado para otro. Por eso no lo miro con agrado. Ahora voy a acordarme de sus pecados y a pedirle cuenta de ellos.»

11 El Señor me dijo: «No me ruegues por el bienestar de este pueblo. 12 Por mucho que ayune, no escucharé sus súplicas; por muchos holocaustos y ofrendas de cereales que me traiga, no lo miraré con agrado. Voy a destruirlo con guerra, hambre y peste.»

13 Y yo le contesté: «Pero, Señor; los profetas le están diciendo al pueblo que no va a haber guerra ni hambre, y que tú le vas a conceder una paz duradera en este lugar.»

14 Entonces el Señor me respondió: «Si eso dicen en mi nombre los profetas, es que están mintiendo. Yo no los he enviado, ni les he dado ninguna orden, y ni siquiera les he hablado. Son revelaciones falsas, visiones engañosas, inventos de su propia fantasía. Esto es lo que les anuncian esos profetas. 15 Pues yo, el Señor, digo de esos profetas que pretenden hablar en mi nombre sin que yo los haya enviado, y que dicen que no va a haber guerra ni hambre en este país: esos profetas morirán por la guerra y el hambre. 16 Y el pueblo al que ellos se dirigen, morirá también por la guerra y el hambre, con sus mujeres, sus hijos y sus hijas. Los cadáveres serán arrojados a las calles de Jerusalén, y no habrá quien los entierre. Así les haré pagar su maldad. 17 Di al pueblo lo siguiente:

“Que broten lágrimas de mis ojos
día y noche, sin cesar,
por la terrible desgracia de mi pueblo,
por la gravedad de su herida.
18 Salgo al campo, y veo los cadáveres
de los muertos en batalla;
entro en la ciudad, y veo gente
que se está muriendo de hambre,
Aun los profetas y los sacerdotes
se van a un país desconocido.”»

El profeta se dirige al Señor

19 Señor, ¿has rechazado del todo a Judá?
¿Te has cansado de la ciudad de Sión?
¿Por qué nos heriste irremediablemente?
Esperábamos prosperidad,
pero nada bueno nos ha llegado.
Esperábamos salud,
pero sólo hay espanto.
20 Reconocemos, Señor, nuestra maldad
y la culpa de nuestros antepasados;
hemos pecado contra ti.
21 ¡Por el honor de tu nombre, no nos rechaces;
no trates con desprecio a la ciudad
donde está tu glorioso trono!
¡Recuerda la alianza que hiciste con nosotros,
no faltes a ella!
22 ¿Hay acaso entre los ídolos paganos
alguno que pueda hacer llover?
¿Acaso el cielo envía los aguaceros por sí mismo?
¡No, Señor y Dios nuestro!
Tú eres quien los envía,
tú eres quien hace todas estas cosas;
¡por eso esperamos en ti!

Queja de Jeremías y respuesta de Dios

12 Justo eres tú, oh Jehová, para que yo dispute contigo; sin embargo, alegaré mi causa ante ti. ¿Por qué es prosperado el camino de los impíos, y tienen bien todos los que se portan deslealmente? Los plantaste, y echaron raíces; crecieron y dieron fruto; cercano estás tú en sus bocas, pero lejos de sus corazones. Pero tú, oh Jehová, me conoces; me viste, y probaste mi corazón para contigo; arrebátalos como a ovejas para el degolladero, y señálalos para el día de la matanza. ¿Hasta cuándo estará desierta la tierra, y marchita la hierba de todo el campo? Por la maldad de los que en ella moran, faltaron los ganados y las aves; porque dijeron: No verá Dios nuestro fin.

Si corriste con los de a pie, y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos? Y si en la tierra de paz no estabas seguro, ¿cómo harás en la espesura del Jordán? Porque aun tus hermanos y la casa de tu padre, aun ellos se levantaron contra ti, aun ellos dieron grito en pos de ti. No los creas cuando bien te hablen.

He dejado mi casa, desamparé mi heredad, he entregado lo que amaba mi alma en mano de sus enemigos. Mi heredad fue para mí como león en la selva; contra mí dio su rugido; por tanto, la aborrecí. ¿Es mi heredad para mí como ave de rapiña de muchos colores? ¿No están contra ella aves de rapiña en derredor? Venid, reuníos, vosotras todas las fieras del campo, venid a devorarla. 10 Muchos pastores han destruido mi viña, hollaron mi heredad, convirtieron en desierto y soledad mi heredad preciosa. 11 Fue puesta en asolamiento, y lloró sobre mí desolada; fue asolada toda la tierra, porque no hubo hombre que reflexionase. 12 Sobre todas las alturas del desierto vinieron destruidores; porque la espada de Jehová devorará desde un extremo de la tierra hasta el otro; no habrá paz para ninguna carne. 13 Sembraron trigo, y segaron espinos; tuvieron la heredad, mas no aprovecharon nada; se avergonzarán de sus frutos, a causa de la ardiente ira de Jehová.

14 Así dijo Jehová contra todos mis malos vecinos, que tocan la heredad que hice poseer a mi pueblo Israel: He aquí que yo los arrancaré de su tierra, y arrancaré de en medio de ellos a la casa de Judá. 15 Y después que los haya arrancado, volveré y tendré misericordia de ellos, y los haré volver cada uno a su heredad y cada cual a su tierra. 16 Y si cuidadosamente aprendieren los caminos de mi pueblo, para jurar en mi nombre, diciendo: Vive Jehová, así como enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, ellos serán prosperados en medio de mi pueblo. 17 Mas si no oyeren, arrancaré esa nación, sacándola de raíz y destruyéndola, dice Jehová.

La señal del cinto podrido

13 Así me dijo Jehová: Ve y cómprate un cinto de lino, y cíñelo sobre tus lomos, y no lo metas en agua. Y compré el cinto conforme a la palabra de Jehová, y lo puse sobre mis lomos. Vino a mí por segunda vez palabra de Jehová, diciendo: Toma el cinto que compraste, que está sobre tus lomos, y levántate y vete al Éufrates, y escóndelo allá en la hendidura de una peña. Fui, pues, y lo escondí junto al Éufrates, como Jehová me mandó. Y sucedió que después de muchos días me dijo Jehová: Levántate y vete al Éufrates, y toma de allí el cinto que te mandé esconder allá. Entonces fui al Éufrates, y cavé, y tomé el cinto del lugar donde lo había escondido; y he aquí que el cinto se había podrido; para ninguna cosa era bueno.

Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Así ha dicho Jehová: Así haré podrir la soberbia de Judá, y la mucha soberbia de Jerusalén. 10 Este pueblo malo, que no quiere oír mis palabras, que anda en las imaginaciones de su corazón, y que va en pos de dioses ajenos para servirles, y para postrarse ante ellos, vendrá a ser como este cinto, que para ninguna cosa es bueno. 11 Porque como el cinto se junta a los lomos del hombre, así hice juntar a mí toda la casa de Israel y toda la casa de Judá, dice Jehová, para que me fuesen por pueblo y por fama, por alabanza y por honra; pero no escucharon.

La señal de las tinajas llenas

12 Les dirás, pues, esta palabra: Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Toda tinaja se llenará de vino. Y ellos te dirán: ¿No sabemos que toda tinaja se llenará de vino? 13 Entonces les dirás: Así ha dicho Jehová: He aquí que yo lleno de embriaguez a todos los moradores de esta tierra, y a los reyes de la estirpe de David que se sientan sobre su trono, a los sacerdotes y profetas, y a todos los moradores de Jerusalén; 14 y los quebrantaré el uno contra el otro, los padres con los hijos igualmente, dice Jehová; no perdonaré, ni tendré piedad ni misericordia, para no destruirlos.

Judá será llevada en cautiverio

15 Escuchad y oíd; no os envanezcáis, pues Jehová ha hablado. 16 Dad gloria a Jehová Dios vuestro, antes que haga venir tinieblas, y antes que vuestros pies tropiecen en montes de oscuridad, y esperéis luz, y os la vuelva en sombra de muerte y tinieblas. 17 Mas si no oyereis esto, en secreto llorará mi alma a causa de vuestra soberbia; y llorando amargamente se desharán mis ojos en lágrimas, porque el rebaño de Jehová fue hecho cautivo.

18 Di al rey y a la reina: Humillaos, sentaos en tierra; porque la corona de vuestra gloria ha caído de vuestras cabezas. 19 Las ciudades del Neguev fueron cerradas, y no hubo quien las abriese; toda Judá fue transportada, llevada en cautiverio fue toda ella. 20 Alzad vuestros ojos, y ved a los que vienen del norte. ¿Dónde está el rebaño que te fue dado, tu hermosa grey? 21 ¿Qué dirás cuando él ponga como cabeza sobre ti a aquellos a quienes tú enseñaste a ser tus amigos? ¿No te darán dolores como de mujer que está de parto? 22 Si dijeres en tu corazón: ¿Por qué me ha sobrevenido esto? Por la enormidad de tu maldad fueron descubiertas tus faldas, fueron desnudados tus calcañares. 23 ¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal? 24 Por tanto, yo los esparciré al viento del desierto, como tamo que pasa. 25 Esta es tu suerte, la porción que yo he medido para ti, dice Jehová, porque te olvidaste de mí y confiaste en la mentira. 26 Yo, pues, descubriré también tus faldas delante de tu rostro, y se manifestará tu ignominia, 27 tus adulterios, tus relinchos, la maldad de tu fornicación sobre los collados; en el campo vi tus abominaciones. ¡Ay de ti, Jerusalén! ¿No serás al fin limpia? ¿Cuánto tardarás tú en purificarte?

Mensaje con motivo de la sequía

14 Palabra de Jehová que vino a Jeremías, con motivo de la sequía. Se enlutó Judá, y sus puertas se despoblaron; se sentaron tristes en tierra, y subió el clamor de Jerusalén. Los nobles enviaron sus criados al agua; vinieron a las lagunas, y no hallaron agua; volvieron con sus vasijas vacías; se avergonzaron, se confundieron, y cubrieron sus cabezas. Porque se resquebrajó la tierra por no haber llovido en el país, están confusos los labradores, cubrieron sus cabezas. Aun las ciervas en los campos parían y dejaban la cría, porque no había hierba. Y los asnos monteses se ponían en las alturas, aspiraban el viento como chacales; sus ojos se ofuscaron porque no había hierba.

Aunque nuestras iniquidades testifican contra nosotros, oh Jehová, actúa por amor de tu nombre; porque nuestras rebeliones se han multiplicado, contra ti hemos pecado. Oh esperanza de Israel, Guardador suyo en el tiempo de la aflicción, ¿por qué te has hecho como forastero en la tierra, y como caminante que se retira para pasar la noche? ¿Por qué eres como hombre atónito, y como valiente que no puede librar? Sin embargo, tú estás entre nosotros, oh Jehová, y sobre nosotros es invocado tu nombre; no nos desampares.

10 Así ha dicho Jehová acerca de este pueblo: Se deleitaron en vagar, y no dieron reposo a sus pies; por tanto, Jehová no se agrada de ellos; se acordará ahora de su maldad, y castigará sus pecados.

11 Me dijo Jehová: No ruegues por este pueblo para bien. 12 Cuando ayunen, yo no oiré su clamor, y cuando ofrezcan holocausto y ofrenda no lo aceptaré, sino que los consumiré con espada, con hambre y con pestilencia.

13 Y yo dije: ¡Ah! ¡Ah, Señor Jehová! He aquí que los profetas les dicen: No veréis espada, ni habrá hambre entre vosotros, sino que en este lugar os daré paz verdadera. 14 Me dijo entonces Jehová: Falsamente profetizan los profetas en mi nombre; no los envié, ni les mandé, ni les hablé; visión mentirosa, adivinación, vanidad y engaño de su corazón os profetizan. 15 Por tanto, así ha dicho Jehová sobre los profetas que profetizan en mi nombre, los cuales yo no envié, y que dicen: Ni espada ni hambre habrá en esta tierra; con espada y con hambre serán consumidos esos profetas. 16 Y el pueblo a quien profetizan será echado en las calles de Jerusalén por hambre y por espada, y no habrá quien los entierre a ellos, a sus mujeres, a sus hijos y a sus hijas; y sobre ellos derramaré su maldad.

17 Les dirás, pues, esta palabra: Derramen mis ojos lágrimas noche y día, y no cesen; porque de gran quebrantamiento es quebrantada la virgen hija de mi pueblo, de plaga muy dolorosa. 18 Si salgo al campo, he aquí muertos a espada; y si entro en la ciudad, he aquí enfermos de hambre; porque tanto el profeta como el sacerdote anduvieron vagando en la tierra, y no entendieron.

19 ¿Has desechado enteramente a Judá? ¿Ha aborrecido tu alma a Sion? ¿Por qué nos hiciste herir sin que haya remedio? Esperamos paz, y no hubo bien; tiempo de curación, y he aquí turbación. 20 Reconocemos, oh Jehová, nuestra impiedad, la iniquidad de nuestros padres; porque contra ti hemos pecado. 21 Por amor de tu nombre no nos deseches, ni deshonres tu glorioso trono; acuérdate, no invalides tu pacto con nosotros. 22 ¿Hay entre los ídolos de las naciones quien haga llover? ¿y darán los cielos lluvias? ¿No eres tú, Jehová, nuestro Dios? En ti, pues, esperamos, pues tú hiciste todas estas cosas.

Saludo

Pablo, apóstol de Cristo Jesús, enviado por voluntad de Dios de acuerdo con la promesa de vida que se obtiene por medio de Cristo Jesús, saluda al querido hijo Timoteo. Que Dios Padre y Cristo Jesús nuestro Señor derramen su gracia, su misericordia y su paz sobre ti.

Acción de gracias

Al recordarte siempre en mis oraciones de día y de noche, doy gracias a Dios, a quien sirvo con una conciencia limpia, como sirvieron también mis antepasados. Me acuerdo siempre de tus lágrimas, y quisiera verte para llenarme de alegría. Porque me acuerdo de la fe sincera que tienes. Primero la tuvieron tu abuela Loida y tu madre Eunice, y estoy seguro de que también tú la tienes.

No avergonzarse del evangelio

Por eso te recomiendo que avives el fuego del don que Dios te dio cuando te impuse las manos. Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino un espíritu de poder, de amor y de buen juicio. No te avergüences, pues, de dar testimonio a favor de nuestro Señor; ni tampoco te avergüences de mí, preso por causa suya. Antes bien, con las fuerzas que Dios te da, acepta tu parte en los sufrimientos que vienen por causa del evangelio. Dios nos salvó y nos ha llamado a formar un pueblo santo, no por lo que nosotros hayamos hecho, sino porque ése fue su propósito y por la bondad que ha tenido con nosotros desde la eternidad, por Cristo Jesús. 10 Esa bondad se ha mostrado gloriosamente ahora en Cristo Jesús nuestro Salvador, que destruyó el poder de la muerte y que, por el evangelio, sacó a la luz la vida inmortal.

11 Dios me ha encargado de anunciar este mensaje, y me ha enviado como apóstol y maestro. 12 Precisamente por eso sufro todas estas cosas. Pero no me avergüenzo de ello, porque yo sé en quién he puesto mi confianza; y estoy seguro de que él tiene poder para guardar hasta aquel día lo que me ha encomendado.

13 Sigue el modelo de la sana enseñanza que de mí has recibido, y vive en la fe y el amor que tenemos gracias a Cristo Jesús. 14 Con la ayuda del Espíritu Santo que vive en nosotros, cuida de la buena doctrina que se te ha encomendado.

15 Como ya sabes, todos los de la provincia de Asia me abandonaron; entre ellos, Figelo y Hermógenes. 16 Que el Señor tenga misericordia de la familia de Onesíforo, porque él muchas veces me trajo alivio y no se avergonzó de que yo estuviera preso. 17 Al contrario, apenas llegó a Roma se puso a buscarme sin descanso, hasta que me encontró. 18 Que el Señor le permita encontrar su misericordia en aquel día. Tú ya sabes muy bien cuánto nos ayudó en Éfeso.

Salutación

Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús, a Timoteo,(A) amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de Jesucristo nuestro Señor.

Testificando de Cristo

Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre(B) Eunice, y estoy seguro que en ti también. Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, 10 pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, 11 del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles.(C) 12 Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. 13 Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. 14 Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros.

15 Ya sabes esto, que me abandonaron todos los que están en Asia, de los cuales son Figelo y Hermógenes. 16 Tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas, 17 sino que cuando estuvo en Roma, me buscó solícitamente y me halló. 18 Concédale el Señor que halle misericordia cerca del Señor en aquel día. Y cuánto nos ayudó en Éfeso, tú lo sabes mejor.