Jeremías 37-38
Reina Valera Actualizada
Anuncio de la caída de Jerusalén
37 El rey Sedequías hijo de Josías, al cual Nabucodonosor, rey de Babilonia, había puesto como rey en la tierra de Judá, empezó a reinar en lugar de Joaquína hijo de Joacim. 2 Pero ni él ni sus servidores ni el pueblo de la tierra obedecieron las palabras que el SEÑOR había dicho por medio del profeta Jeremías.
3 El rey Sedequías envió a Jucal hijo de Selemías y al sacerdote Sofonías hijo de Maasías, para que dijeran al profeta Jeremías: “Por favor, ora por nosotros al SEÑOR, nuestro Dios”.
4 Jeremías entraba y salía en medio del pueblo, porque todavía no lo habían puesto en la cárcel. 5 El ejército del faraón había salido de Egipto y cuando la noticia acerca de ellos llegó a oídos de los caldeos que tenían sitiada a Jerusalén, estos se fueron de Jerusalén.
6 Entonces vino la palabra del SEÑOR al profeta Jeremías, diciendo: 7 “Así ha dicho el SEÑOR Dios de Israel que digan al rey de Judá que los envió para que me consultaran: He aquí que el ejército del faraón que salió en su auxilio va a regresar a su tierra, a Egipto. 8 Entonces los caldeos volverán a combatir contra esta ciudad; la tomarán y la incendiarán. 9 Así ha dicho el SEÑOR: No se engañen a ustedes mismos, diciendo: ‘Los caldeos se han ido definitivamente de nosotros’. Porque no se irán. 10 Pues aun cuando derrotaran a todo el ejército de los caldeos que combaten contra ustedes, y quedaran de ellos solo algunos hombres heridos, cada uno en su tienda, se levantarían y prenderían fuego a esta ciudad”.
Jeremías en la cárcel de Jonatán
11 Aconteció que cuando el ejército de los caldeos se fue de Jerusalén a causa del ejército del faraón, 12 Jeremías salía de Jerusalén para ir a la tierra de Benjamín con el fin de recibir allí su parte en medio del pueblo. 13 Y cuando llegó a la puerta de Benjamín, estaba allí un jefe de guardia que se llamaba Irías hijo de Selemías, hijo de Ananías, el cual tomó preso al profeta Jeremías. Y le dijo:
—¡Tú vas a pasarte a los caldeos!
14 Pero Jeremías dijo:
—¡Falso! No voy a pasarme a los caldeos.
Irías no le hizo caso, sino que prendió a Jeremías y lo llevó a los magistrados. 15 Los magistrados se enfurecieron contra Jeremías y lo azotaron. Luego lo pusieron en la prisión en casa del escriba Jonatán, porque habían convertido aquella casa en cárcel. 16 Entró, pues, Jeremías en el calabozo, en las celdas, y allí permaneció por muchos días.
Sedequías consulta a Jeremías
17 Entonces el rey Sedequías envió a sacarlo de allí, y lo consultó secretamente en su casa, diciendo:
—¿Hay palabra de parte del SEÑOR?
Jeremías dijo:
—Sí, la hay —y añadió—: Serás entregado en mano del rey de Babilonia.
18 Dijo también Jeremías al rey Sedequías:
—¿En qué he pecado contra ti, contra tus servidores y contra este pueblo, para que me pongan en la cárcel? 19 ¿Dónde están sus profetas que les profetizaban diciendo: “No vendrá el rey de Babilonia contra ustedes ni contra esta tierra”? 20 Ahora pues, escucha, mi señor el rey. Llegue mi súplica a tu presencia; no me hagas volver a la casa del escriba Jonatán, no sea que allí me muera.
21 Entonces el rey Sedequías dio órdenes para que custodiaran a Jeremías en el patio de la guardia, haciendo que se le diera cada día una torta de pan de la calle de los Panaderos, hasta que todo el pan de la ciudad se agotara. Así quedó Jeremías en el patio de la guardia.
Jeremías es metido en una cisterna
38 Sefatías hijo de Matán, Gedalías hijo de Pasjur, Jucal hijo de Selemías y Pasjur hijo de Malquías oyeron las palabras que Jeremías hablaba a todo el pueblo, diciendo:
2 —Así ha dicho el SEÑOR: “El que se quede en esta ciudad morirá por la espada, por el hambre o por la peste. Pero el que se rinda a los caldeos vivirá; su vida le será por botín, y vivirá. 3 Así ha dicho el SEÑOR: Ciertamente esta ciudad será entregada en mano del ejército del rey de Babilonia, y la tomará”.
4 Entonces los magistrados dijeron al rey:
—¡Que muera este hombre! Pues de esta manera, al hablarles tales palabras, desmoraliza a los hombres de guerra que han quedado en esta ciudad, y a todo el pueblo. Porque este hombre no busca el bien de este pueblo, sino su mal.
5 El rey Sedequías dijo:
—He allí, él está en las manos de ustedes. Porque nada puede el rey contra ustedes.
6 Entonces tomaron a Jeremías y lo hicieron echar en la cisterna de Malquías hijo del rey, que estaba en el patio de la guardia. Y bajaron a Jeremías con sogas. En la cisterna no había agua, sino lodo; y Jeremías se hundió en el lodo.
Jeremías es rescatado de la cisterna
7 Ebedmelec el etíope, un funcionario que estaba en la casa del rey, se enteró de que habían metido a Jeremías en la cisterna. Y estando el rey sentado en la puerta de Benjamín, 8 Ebedmelec salió de la casa del rey y habló al rey diciendo:
9 —Oh mi señor el rey, estos hombres han actuado mal en todo lo que han hecho con el profeta Jeremías, a quien metieron en la cisterna. Allí morirá de hambre, pues no hay más pan en la ciudad.
10 Entonces el rey mandó al mismo Ebedmelec el etíope, diciendo:
—Toma contigo treinta[a] hombres de aquí y saca al profeta Jeremías de la cisterna antes que muera.
11 Entonces Ebedmelec tomó consigo a los hombres y entró en la casa del rey, al lugar que estaba debajo del depósito del tesoro, y tomó de allí trapos raídos y trapos rasgados, y los bajó con sogas a Jeremías en la cisterna. 12 Y Ebedmelec el etíope dijo a Jeremías:
—Pon estos trapos raídos y rasgados en tus axilas, bajo tus brazos, debajo de las sogas.
Así lo hizo Jeremías. 13 De esta manera sacaron a Jeremías con sogas, y lo subieron de la cisterna. Y Jeremías permaneció en el patio de la guardia.
El rey consulta de nuevo a Jeremías
14 Después el rey Sedequías mandó traer a su presencia al profeta Jeremías, a la tercera entrada que había en la casa del SEÑOR. Y el rey dijo a Jeremías:
—Yo te voy a preguntar una cosa. No me encubras nada.
15 Jeremías dijo a Sedequías:
—Si te lo revelo, ¿no me harás morir? Y si te doy consejo, no me escucharás.
16 Y el rey Sedequías juró en secreto a Jeremías diciendo:
—Vive el SEÑOR que ha hecho nuestras almas, que no te haré morir, ni te entregaré en mano de esos hombres que buscan tu vida.
17 Entonces Jeremías dijo a Sedequías:
—Así ha dicho el SEÑOR Dios de los Ejércitos, Dios de Israel: “Si de hecho te rindes a los oficiales del rey de Babilonia, vivirá tu alma, y esta ciudad no será incendiada. Así vivirás, tú y tu casa. 18 Pero si no te rindes a los oficiales del rey de Babilonia, esta ciudad será entregada en mano de los caldeos y la incendiarán, y tú no escaparás de sus manos”.
19 El rey Sedequías dijo a Jeremías:
—Yo tengo miedo de los judíos que se han pasado a los caldeos, de que me entreguen en sus manos y se ensañen contra mí.
20 Jeremías le dijo:
—No te entregarán. Escucha, por favor, la palabra del SEÑOR que yo te hablo, y te irá bien; y tu alma vivirá. 21 Pero si rehúsas rendirte, esta es la palabra que me ha revelado el SEÑOR: 22 “He aquí que todas las mujeres que han quedado en la casa del rey de Judá serán entregadas a los oficiales del rey de Babilonia. Y ellas mismas dirán: ‘Te incitaron y prevalecieron contra ti tus hombres más íntimos. Tus pies se hundieron en el lodo, y ellos se volvieron atrás’. 23 A todas tus mujeres y a tus hijos entregarán a los caldeos. Tú no escaparás de sus manos, sino que por mano del rey de Babilonia serás apresado, y esta ciudad será incendiada.
24 Entonces Sedequías dijo a Jeremías:
—Nadie sepa de estas palabras, y no morirás. 25 Si los magistrados se enteran de que yo he hablado contigo y vienen a ti y te dicen: “Decláranos, por favor, qué hablaste con el rey, y dinos qué te dijo el rey. No nos lo encubras, y no te mataremos”, 26 les dirás: “He presentado al rey mi súplica para que no me haga volver a la casa de Jonatán, a morir allí”.
27 Vinieron, pues, a Jeremías todos los magistrados y lo interrogaron. Él les respondió conforme a todo lo que le había mandado el rey. Con esto dejaron de ocuparse de él, porque el asunto no había sido oído. 28 Y Jeremías permaneció en el patio de la guardia hasta el día en que fue tomada Jerusalén. Allí estaba él cuando Jerusalén fue tomada.
Footnotes
- Jeremías 38:10 Lit., Señor YHWH.
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