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Job responde a Elifaz

Job le respondió, y dijo:

«¡Cómo quisiera que pusieran en la misma balanza
mi tormento por un lado y mi queja por el otro!
¡Verían que pesan más que la arena del mar!
¡Por eso he hablado sin ton ni son!
El Dios poderoso me ha clavado sus flechas,
y puedo sentir su veneno penetrar en mi espíritu;
¡los terrores de Dios me tienen asediado!
¿Rebuzna el asno montés si no le falta hierba?
¿Muge el buey si no le falta pastura?
¿Habrá quien coma sin sal la comida desabrida?
¿A quién le gusta la clara del huevo?
¡Pues las cosas que antes no soportaba
son las que ahora me alimentan!

»¡Cómo quisiera que Dios me escuchara,
y que me concediera lo que más anhelo!
¡Cómo quisiera que Dios me quitara la vida,
que descargara su mano y me hiciera morir!
10 Para mí, sería un gran consuelo
morir de inmediato sin importar el dolor,
pues no he renegado de su santa voluntad.
11 ¿Quién me refuerza y me mantiene de pie?
He perdido la paciencia, pues desconozco mi fin.
12 ¿Soy acaso tan duro como la roca?
¿Acaso es mi piel resistente como el bronce?
13 Estoy tan débil, que no me puedo mover,
y nadie viene para brindarme auxilio.
14 Al amigo que sufre se le consuela,
aunque se haya olvidado del Todopoderoso.
15 ¡Pero mis impetuosos amigos me han fallado!
¡Son como las corrientes que se salen de su cauce!
16 Son como el agua turbia y congelada,
que se queda cubierta por la nieve
17 pero que con el sol se derrite
y con el calor se evapora.
18 Sin agua, las caravanas pierden el rumbo
y acaban por perderse en el desierto.
19 Las caravanas de Temán y de Sabá
buscaban agua y esperaban encontrarla,
20 Pero al llegar allí se quedaron pasmados;
se vio frustrada su esperanza de vivir.
21 ¡Y así me han dejado ustedes a mí!
¡Al ver mi sufrimiento, se han llenado de miedo!
22 ¿Acaso les pedí que trajeran sus bienes,
y que me sacaran de mi doloroso apuro?
23 ¿Les pedí que me libraran de mi enemigo,
o que me rescataran del poder de los violentos?

24 »¡Ilústrenme, y guardaré silencio!
Quiero comprender cuál es mi error.
25 Cuando es justa la censura, es bienvenida;
pero ustedes me acusan sin razón.
26 Ustedes censuran todo lo que digo,
¡pero son palabras que se lleva el viento!
27 ¡Ustedes son capaces de vender a un huérfano,
y de cavar un hoyo para enterrar a un amigo!

28 »Escúchenme, si quieren atenderme;
piensen bien si soy capaz de mentirles.
29 Vuelvan a juzgarme, pero sin saña;
reconsideren mi causa y vean si es justa.
30 ¿Acaso he hablado con malas intenciones?
¿Acaso no distingo entre el bien y el mal?

»Nuestra vida en este mundo es de duro trabajo;
nuestros días son como los de un jornalero.
Somos como los esclavos: sólo queremos descansar;
parecemos asalariados: sólo queremos que nos paguen.
Pero en mi caso, ¿qué me ha tocado?
¡Meses de sufrimiento y noches de miseria!
Me acuesto y me pregunto si volveré a levantarme;
se me hacen largas las noches, esperando el nuevo día.
Mi cuerpo es una costra infestada de gusanos;
la poca piel que me queda huele mal y supura.
Pasan mis días más veloces que una lanzadera,
y ya he perdido toda esperanza.

»Dios mío, recuerda que mi vida es como un suspiro,
y que mis ojos no volverán a ver el bien.
Los que hoy me ven, no volverán a verme,
pues cuando tú me mires, dejaré de existir.
Como nubes que se van desvaneciendo
son los que mueren: del sepulcro jamás volverán.
10 Jamás vuelven a su casa;
en su lugar de origen son olvidados.

11 »Por eso no puedo quedarme callado.
Es tanta mi angustia y mi amargura
que tengo que dar voz a mi queja.
12 ¡Yo no soy el mar, ni un monstruo marino,
para que tengas que ponerme una mordaza!
13 Cuando pienso hallar consuelo en mi lecho,
y que acostado atenuaré mis quejas,
14 tú vienes y me asustas en mis sueños;
¡me llenas de terror con visiones!
15 ¡Preferiría que me estrangularas,
que me quitaras la vida!
16 ¡Aborrezco esta vida! ¡No quiero seguir viviendo!
¡Déjame ya! ¡No vale la pena seguir viviendo!
17 ¿Qué es el ser humano, que lo engrandeces,
y lo tienes tan cerca de tu corazón?(A)
18 ¿Por qué lo visitas todos los días,
y a todas horas lo pones a prueba?
19 ¿Cuándo vas a dejar de vigilarme?
¿Cuándo vas a dejarme siquiera tragar saliva?
20 Si he pecado, ¿qué daño puedo hacerte?
¡Deja ya de vigilar a los seres humanos!
¿Por qué te ensañas tanto conmigo?
¿Por qué me ves como una carga?
21 ¡Quítame esta rebeldía, y perdona mi maldad!
Así podré volver a ser polvo,
y si mañana me buscas, ya no existiré.»

Segundo discurso de Job: respuesta a Elifaz

Entonces Job habló de nuevo:

«Si se pudiera pesar mi sufrimiento
    y poner mis problemas en la balanza,
pesarían más que toda la arena del mar.
    Por eso hablé impulsivamente.
Pues el Todopoderoso me ha derribado con sus flechas;
    y el veneno de ellas infecta mi espíritu.
    Los terrores de Dios están alineados contra mí.
¿Acaso no tengo derecho a quejarme?
    ¿No rebuznan los burros salvajes cuando no encuentran hierba
    y mugen los bueyes cuando no tienen qué comer?
¿No se queja la gente cuando a la comida le falta sal?
    ¿Hay alguien que desee comer la insípida clara del huevo[a]?
Cuando la miro, mi apetito desaparece;
    ¡solo pensar en comerla me da asco!

»¡Ah, que se otorgara mi petición!
    ¡Que Dios me concediera mi deseo!
Quisiera que él me aplastara,
    quisiera que extendiera su mano y me matara.
10 Al menos puedo consolarme con esto:
    a pesar del dolor,
    no he negado las palabras del Santo;
11 pero no tengo fuerzas para seguir,
    no tengo nada por lo cual vivir.
12 ¿Tengo yo la fuerza de una roca?
    ¿Está mi cuerpo hecho de bronce?
13 No, estoy desamparado por completo,
    sin ninguna oportunidad de salir adelante.

14 »Uno debería ser compasivo con un amigo abatido,
    pero tú me acusas sin ningún temor del Todopoderoso.[b]
15 Hermanos míos, han demostrado ser tan poco confiables como un arroyo de temporada
    que desborda su cauce en la primavera,
16     cuando crece por el hielo y por la nieve derretida;
17 pero en la estación cálida, el agua desaparece
    y el arroyo se desvanece en el calor.
18 Las caravanas se desvían de su ruta para refrescarse,
    pero no hay nada para beber y por eso mueren.
19 Las caravanas de Temán van en busca de esta agua;
    los viajeros de Saba esperan encontrarla.
20 Confían que esté pero se decepcionan;
    cuando llegan, sus esperanzas se desvanecen.
21 Tampoco ustedes han sido de ayuda;
    han visto mi calamidad y les da miedo.
22 Pero ¿por qué? ¿Alguna vez les he pedido que me regalen algo?
    ¿Les he suplicado que me den algo suyo?
23 ¿Les he pedido que me rescaten de mis enemigos
    o que me salven de personas despiadadas?
24 Enséñenme, y me quedaré callado;
    muéstrenme en qué me equivoqué.
25 Las palabras sinceras pueden causar dolor,
    pero ¿de qué sirven sus críticas?
26 ¿Creen que sus palabras son convincentes
    cuando ignoran mi grito de desesperación?
27 Ustedes hasta serían capaces de enviar a un huérfano a la esclavitud[c]
    o de vender a un amigo.
28 ¡Mírenme!
    ¿Les mentiría en su propia cara?
29 Dejen de suponer que soy culpable,
    porque no he hecho nada malo.
30 ¿Piensan que estoy mintiendo?
    ¿Acaso no conozco la diferencia entre el bien y el mal?
»¿No es toda la vida humana una lucha?
    Nuestra vida es como la de un jornalero,
como la de un trabajador que anhela estar bajo la sombra,
    como la de un sirviente que espera cobrar su sueldo.
A mí también me ha tocado vivir meses en vano,
    largas y pesadas noches de miseria.
Tumbado en la cama, pienso: “¿Cuándo llegará la mañana?”;
    pero la noche se alarga y doy vueltas hasta el amanecer.
Mi cuerpo está cubierto de gusanos y de costras;
    se me abre la piel y supura pus.

Job clama a Dios

»Mis días pasan más rápido que la lanzadera de un telar
    y terminan sin esperanza.
Oh Dios, recuerda que mi vida es apenas un suspiro,
    y nunca más volveré a ser feliz.
Ahora me ves, pero no será por mucho tiempo;
    me buscarás, pero ya me habré ido.
Así como las nubes se disipan y se desvanecen,
    los que mueren[d] ya no volverán.
10 Se han ido de su hogar para siempre
    y jamás volverán a verlos.

11 »No puedo evitar hablar;
    debo expresar mi angustia.
    Mi alma llena de amargura debe quejarse.
12 ¿Soy yo un monstruo marino o un dragón
    para que me pongas bajo custodia?
13 Pienso: “Mi cama me dará consuelo,
    y el sueño aliviará mi sufrimiento”;
14 pero entonces me destrozas con sueños
    y me aterras con visiones.
15 Preferiría ser estrangulado;
    mejor morir que sufrir así.
16 Odio mi vida y no quiero seguir viviendo.
    Oh, déjame en paz durante los pocos días que me quedan.

17 »¿Qué son los seres humanos para que nos des tanta importancia,
    para que pienses tanto en nosotros?
18 Pues nos examinas cada mañana
    y nos pruebas a cada momento.
19 ¿Por qué no me dejas en paz?,
    ¡al menos el tiempo suficiente para poder tragar!
20 Si he pecado, ¿qué te he hecho,
    oh vigilante de toda la humanidad?
¿Por qué me haces tu blanco?
    ¿Acaso te soy una carga?[e]
21 ¿Por qué mejor no perdonas mi pecado
    y me quitas la culpa?
Pues pronto me acostaré en el polvo y allí moriré.
    Cuando me busques, me habré ido».

Footnotes

  1. 6:6 O desee tomar el insípido jugo de la planta malva?
  2. 6:14 O abatido, / o él podría perder su temor del Todopoderoso.
  3. 6:27 En hebreo hasta echarían suertes sobre un huérfano.
  4. 7:9 En hebreo que descienden al Seol.
  5. 7:20 Así aparece en la versión griega; en hebreo dice blanco y que sea una carga para mí mismo?

Primera respuesta de Job

Job le respondió a Elifaz de la siguiente manera:

«¡Me gustaría que todas mis desgracias
pudieran pesarse en una balanza!
¡Son tantas, que pesarían
más que toda la arena del mar!
¡No debiera sorprenderles
oírme hablar así!
El Dios todopoderoso me ha herido,
y eso me llena de miedo;
¡ya siento correr por mi cuerpo
el veneno de sus flechas!

»Con pasto en el pesebre,
no hay burro que rebuzne
ni buey que brame.
Con sal, toda comida es buena;
¡hasta la clara de huevo es sabrosa!
Pero lo que estoy sufriendo,
¡sabe peor que comida sin sal!

»¡Cómo quisiera que Dios
me diera lo que le pido:
que de una vez me aplaste,
y me deje hecho polvo!

10 »¡Jamás he desobedecido a Dios!
Éste es el consuelo que me queda
en medio de mi dolor.

11-12 »Yo no estoy hecho de piedra,
ni estoy hecho de bronce.
Ya no me quedan fuerzas
para seguir viviendo,
ni espero nada de esta vida.
13 No tengo a nadie que me ayude,
ni puedo valerme por mí mismo.
14 Si en verdad fueran mis amigos,
no me abandonarían,
aunque yo no obedeciera a Dios.
15-16 Pero ustedes, mis amigos,
cambian tanto como los ríos:
unas veces están secos,
y otras veces se desbordan.
Cuando la nieve se derrite,
corren turbios y revueltos,
17 pero en tiempos de calor y sequías
se quedan secos y dejan de correr.

18-21 »Ustedes se han portado conmigo
como lo hacen los comerciantes
de las ciudades de Temá y Sabá.
Salen con sus caravanas,
y al cruzar el desierto,
se apartan del camino
esperando encontrar los ríos.
Al no hallarlos,
se quedan confundidos y frustrados;
pierden entonces la confianza y mueren.
Lo mismo hicieron ustedes:
vieron algo espantoso y se asustaron.

22 »Yo no les pedí que vinieran,
ni tampoco les pedí dinero
23 para que me salvaran
de mis malvados enemigos.
24 Demuéstrenme en qué he fallado,
y me callaré la boca.
25 Si tuvieran razón, no me ofendería;
¡pero ustedes me acusan
y no tienen pruebas!
26 No me juzguen por mis palabras,
hablo así pues estoy desesperado,
y las palabras se las lleva el viento.
27 ¡Ustedes son capaces de todo,
hasta de vender a un huérfano
y abandonar a un amigo!

28 »Mírenme a los ojos,
y díganme si soy un mentiroso.
29 No sean injustos conmigo
y dejen de juzgarme;
reconozcan que soy inocente.
30 No les he mentido.
¿Acaso creen que no sé distinguir
entre la verdad y la mentira?
1-3 »He pasado noches miserables,
he pasado meses enteros
esperando en vano
que terminen mis sufrimientos.
Mi vida ha sido como la de un soldado
que ansioso espera el fin de la guerra;
como la de un peón,
que ansioso espera su paga;
como un esclavo fatigado,
que ansioso espera que caiga la noche.
Cuando me acuesto,
la noche me parece interminable;
doy vueltas en la cama
sin poder pegar los ojos,
y me pregunto cuándo amanecerá.
Tengo todo el cuerpo
lleno de gusanos y de costras;
¡por todos lados me sale pus!

»La vida se me escapa
con la velocidad del rayo.
¡Ya he perdido toda esperanza!
Acuérdate, Dios mío,
que mi vida es como un suspiro
y que no volveré a saber
lo que es la felicidad.
Hoy me ves, pero mañana ya no;
me buscarás, pero ya no estaré aquí.
9-10 Los que bajan a la tumba
ya no vuelven a subir;
nunca más regresan a su casa.
Son como las nubes:
¡desaparecen y se pierden para siempre!

11 »En cuanto a mí,
estoy tan angustiado
y tan lleno de amargura
que no puedo quedarme callado.
12 ¿Por qué me vigilas tanto,
si no soy el monstruo del mar?
13 A veces pienso que durmiendo
hallaré consuelo y alivio a mi queja,
14 pero aun estando acostado
me haces tener pesadillas
y me llenas de terror.
15-16 Ya no quiero seguir viviendo.
¡Preferiría morir ahorcado
que seguir viviendo en este mundo!
Mi vida ha perdido valor;
¡ya déjame en paz!

17-18 »Tú nos das mucha importancia;
todos los días nos examinas.
Yo me pregunto por qué
a todas horas nos pones a prueba.
19-20 Tú, que a todos nos vigilas,
¿por qué sólo a mí me castigas?
¡Ya no me vigiles tanto!
¡Déjame al menos tragar saliva!
¿En qué te afecta que yo peque?
¿Acaso te soy una molestia?
21 ¿Por qué no me perdonas
y te olvidas de mi maldad?
Me queda muy poco de vida;
cuando me busques,
ya estaré muerto».

Job reprocha la actitud de sus amigos

Respondió entonces Job, y dijo:

¡Oh, que pesasen justamente mi queja y mi tormento,

Y se alzasen igualmente en balanza!

Porque pesarían ahora más que la arena del mar;

Por eso mis palabras han sido precipitadas.

Porque las saetas del Todopoderoso están en mí,

Cuyo veneno bebe mi espíritu;

Y terrores de Dios me combaten.

¿Acaso gime el asno montés junto a la hierba?

¿Muge el buey junto a su pasto?

¿Se comerá lo desabrido sin sal?

¿Habrá gusto en la clara del huevo?

Las cosas que mi alma no quería tocar,

Son ahora mi alimento.

¡Quién me diera que viniese mi petición,

Y que me otorgase Dios lo que anhelo,

Y que agradara a Dios quebrantarme;

Que soltara su mano, y acabara conmigo!

10 Sería aún mi consuelo,

Si me asaltase con dolor sin dar más tregua,

Que yo no he escondido las palabras del Santo.

11 ¿Cuál es mi fuerza para esperar aún?

¿Y cuál mi fin para que tenga aún paciencia?

12 ¿Es mi fuerza la de las piedras,

O es mi carne de bronce?

13 ¿No es así que ni aun a mí mismo me puedo valer,

Y que todo auxilio me ha faltado?

14 El atribulado es consolado por su compañero;

Aun aquel que abandona el temor del Omnipotente.

15 Pero mis hermanos me traicionaron como un torrente;

Pasan como corrientes impetuosas

16 Que están escondidas por la helada,

Y encubiertas por la nieve;

17 Que al tiempo del calor son deshechas,

Y al calentarse, desaparecen de su lugar;

18 Se apartan de la senda de su rumbo,

Van menguando, y se pierden.

19 Miraron los caminantes de Temán,

Los caminantes de Sabá esperaron en ellas;

20 Pero fueron avergonzados por su esperanza;

Porque vinieron hasta ellas, y se hallaron confusos.

21 Ahora ciertamente como ellas sois vosotros;

Pues habéis visto el tormento, y teméis.

22 ¿Os he dicho yo: Traedme,

Y pagad por mí de vuestra hacienda;

23 Libradme de la mano del opresor,

Y redimidme del poder de los violentos?

24 Enseñadme, y yo callaré;

Hacedme entender en qué he errado.

25 ¡Cuán eficaces son las palabras rectas!

Pero ¿qué reprende la censura vuestra?

26 ¿Pensáis censurar palabras,

Y los discursos de un desesperado, que son como el viento?

27 También os arrojáis sobre el huérfano,

Y caváis un hoyo para vuestro amigo.

28 Ahora, pues, si queréis, miradme,

Y ved si digo mentira delante de vosotros.

29 Volved ahora, y no haya iniquidad;

Volved aún a considerar mi justicia en esto.

30 ¿Hay iniquidad en mi lengua?

¿Acaso no puede mi paladar discernir las cosas inicuas?

Job argumenta contra Dios

¿No es acaso brega la vida del hombre sobre la tierra,

Y sus días como los días del jornalero?

Como el siervo suspira por la sombra,

Y como el jornalero espera el reposo de su trabajo,

Así he recibido meses de calamidad,

Y noches de trabajo me dieron por cuenta.

Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré?

Mas la noche es larga, y estoy lleno de inquietudes hasta el alba.

Mi carne está vestida de gusanos, y de costras de polvo;

Mi piel hendida y abominable.

Y mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor,

Y fenecieron sin esperanza.

Acuérdate que mi vida es un soplo,

Y que mis ojos no volverán a ver el bien.

Los ojos de los que me ven, no me verán más;

Fijarás en mí tus ojos, y dejaré de ser.

Como la nube se desvanece y se va,

Así el que desciende al Seol no subirá;

10 No volverá más a su casa,

Ni su lugar le conocerá más.

11 Por tanto, no refrenaré mi boca;

Hablaré en la angustia de mi espíritu,

Y me quejaré con la amargura de mi alma.

12 ¿Soy yo el mar, o un monstruo marino,

Para que me pongas guarda?

13 Cuando digo: Me consolará mi lecho,

Mi cama atenuará mis quejas;

14 Entonces me asustas con sueños,

Y me aterras con visiones.

15 Y así mi alma tuvo por mejor la estrangulación,

Y quiso la muerte más que mis huesos.

16 Abomino de mi vida; no he de vivir para siempre;

Déjame, pues, porque mis días son vanidad.

17 ¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas,

Y para que pongas sobre él tu corazón,(A)

18 Y lo visites todas las mañanas,

Y todos los momentos lo pruebes?

19 ¿Hasta cuándo no apartarás de mí tu mirada,

Y no me soltarás siquiera hasta que trague mi saliva?

20 Si he pecado, ¿qué puedo hacerte a ti, oh Guarda de los hombres?

¿Por qué me pones por blanco tuyo,

Hasta convertirme en una carga para mí mismo?

21 ¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad?

Porque ahora dormiré en el polvo,

Y si me buscares de mañana, ya no existiré.