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Las mujeres de Jerusalén

Escúchenme, mujeres que viven en la ociosidad, escúchenme y les diré su recompensa: 10 Dentro de poco, algo más de un año, tendrán súbita preocupación, ustedes que están despreocupadas. Porque se perderá la cosecha de frutas y no se realizará la siega. 11 Tiemblen, mujeres de vida cómoda, renuncien a la despreocupación. Quítense su linda ropa, pónganse saco penitencial por su dolor. 12 Golpéense los pechos de pena por las ricas haciendas que pronto se les irán de las manos, y por las fértiles viñas de antaño. 13 Porque sus tierras se llenarán de espinos y zarzas, desaparecerán sus alegres casas y felices ciudades. 14 Deshabitados quedarán los palacios y las mansiones, y vacías las ciudades populosas. Montaraces manadas de burros y cabras pastarán en los montes donde estaban las torres de vigía. 15 Hasta que al fin desde el cielo se derrame el Espíritu sobre nosotros. Entonces volverán a producirse enormes cosechas, 16 entonces la justicia regirá en todo el país 17 y, fruto de la justicia, la paz. La quietud y la confianza reinarán para siempre. 18 Mi pueblo vivirá en seguridad y tranquilidad en su tierra. 19 Pero los asirios serán destruidos y arrasadas sus ciudades.

20 Y Dios bendecirá grandemente a su pueblo. En dondequiera que siembren se producirán abundantes cosechas, y sus rebaños y manadas pastarán en verdes prados.

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