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53 ¿Quién realmente creyó lo que oímos?
    ¿Quién vio en ello el gran poder del SEÑOR?
Creció delante de Dios como un retoño,
    como una raíz en tierra seca.
No había en él hermosura o majestad
    como para que nos fijáramos en él.
No había en él nada atrayente
    como para que nos gustara.
La gente lo despreció y hasta sus amigos lo abandonaron;
    era un hombre lleno de dolores y conocedor del sufrimiento.
Y como alguien a quien otros evitan,
    lo despreciamos y no pensamos que fuera alguien importante.

Verdaderamente él soportó todos nuestros sufrimientos
    y cargó con nuestros dolores.
Aunque nosotros pensamos que Dios lo había castigado,
    golpeado y afligido,
en realidad él fue traspasado debido a nuestra rebeldía.
    Fue magullado por las maldades que nosotros hicimos.
El castigo que él recibió hizo posible nuestro bienestar.
    Sus heridas nos hicieron sanar a nosotros.

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53 ¡Nadie cree lo que hemos proclamado! ¡Nadie ha sido testigo del poder de Dios! Era como tierno retoño que brota de una raíz en tierra seca. No había nada de belleza en él. No tenía atractivo como para desearlo. Todos lo despreciaron y lo rechazaron. Fue un hombre marcado por el dolor y habituado al más amargo sufrimiento. Todos evitábamos mirarlo, lo ignorábamos y lo considerábamos como harapo pisoteado en el camino.

Y sin embargo, el sufrimiento que él padeció es el que a nosotros nos correspondía, nuestras penas eran las que lo agobiaron. Y nosotros pensábamos que sus tribulaciones eran castigo de Dios por sus propios pecados, ¡pero él fue herido y maltratado por los pecados nuestros! ¡Se le castigó para que nosotros tuviéramos paz, lo azotaron y nosotros fuimos sanados por su sufrimiento!

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53 ¿Quién va a creer lo que hemos oído?
¿A quién ha revelado el Señor su poder?
El Señor quiso que su siervo
creciera como planta tierna
que hunde sus raíces en la tierra seca.
No tenía belleza ni esplendor,
su aspecto no tenía nada atrayente;
los hombres lo despreciaban y lo rechazaban.
Era un hombre lleno de dolor,
acostumbrado al sufrimiento.
Como a alguien que no merece ser visto,
lo despreciamos, no lo tuvimos en cuenta.
Y sin embargo él estaba cargado con nuestros sufrimientos,
estaba soportando nuestros propios dolores.
Nosotros pensamos que Dios lo había herido,
que lo había castigado y humillado.
Pero fue traspasado a causa de nuestra rebeldía,
fue atormentado a causa de nuestras maldades;
el castigo que sufrió nos trajo la paz,
por sus heridas alcanzamos la salud.

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53 ¿Quién ha creído a nuestro mensaje?
¿A quién se ha revelado el brazo del Señor(A)?
Creció delante de Él como renuevo tierno[a](B),
como raíz de tierra seca;
no tiene aspecto hermoso ni majestad
para que le miremos,
ni apariencia para que le deseemos(C).
Fue despreciado y desechado de los hombres(D),
varón de dolores y experimentado en aflicción[b](E);
y como uno de quien los hombres esconden el rostro,
fue despreciado(F), y no le estimamos(G).

Ciertamente Él llevó nuestras enfermedades[c](H),
y cargó con nuestros dolores;
con todo, nosotros le tuvimos por azotado,
por herido de Dios(I) y afligido.
Mas Él fue herido[d] por nuestras transgresiones(J),
molido por nuestras iniquidades(K).
El castigo, por nuestra paz[e](L), cayó sobre Él,
y por sus heridas[f] hemos sido sanados(M).

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Footnotes

  1. Isaías 53:2 Lit., mamón
  2. Isaías 53:3 O, enfermedad
  3. Isaías 53:4 O, aflicciones
  4. Isaías 53:5 O, traspasado
  5. Isaías 53:5 O, bienestar
  6. Isaías 53:5 O, llagas

53 Isaías dijo:

«¡Nadie ha creído a nuestro mensaje!
¡Nadie ha visto el poder de Dios!
El fiel servidor creció
como raíz tierna en tierra seca.
No había en él belleza
ni majestad alguna;
su aspecto no era atractivo ni deseable.
Todos lo despreciaban y rechazaban.
Fue un hombre que sufrió el dolor
y experimentó mucho sufrimiento.
Todos evitábamos mirarlo;
lo despreciamos y no lo tuvimos en cuenta.

»A pesar de todo esto,
él cargó con nuestras enfermedades
y soportó nuestros dolores.
Nosotros pensamos
que Dios lo había herido y humillado.
Pero él fue herido
por nuestras rebeliones,
fue golpeado por nuestras maldades;
él sufrió en nuestro lugar,
y gracias a sus heridas
recibimos la paz y fuimos sanados.

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