Isaías 50-52
Reina Valera Revisada
Jehová ayuda a quienes confían en él
50 Así dice Jehová: ¿Qué es de la carta de repudio de vuestra madre, con la cual yo la repudié? ¿O quiénes son mis acreedores, a quienes yo os he vendido? He aquí que por vuestras maldades fuisteis vendidos, y por vuestras rebeldías fue repudiada vuestra madre.
2 ¿Por qué, cuando vine, no hallé a nadie, y cuando llamé, nadie respondió? ¿Acaso se ha acortado mi mano para no redimir? ¿No hay en mí poder para librar? He aquí que con mi reprensión hago secar el mar; convierto los ríos en desierto; sus peces se vuelven fétidos por falta de agua, y mueren de sed.
3 Visto de oscuridad los cielos, y hago como cilicio su cubierta.
4 Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber cómo animar con palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios.
5 Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no me resistí, ni me volví atrás.
6 Di mis espaldas a los que me golpeaban, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos.
7 Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé; por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado.
8 Cerca está de mí el que me justifica; ¿quién contenderá conmigo? Presentémonos juntos. ¿Quién es el adversario de mi causa? Acérquese a mí.
9 He aquí que Jehová el Señor me ayudará; ¿quién hay que me condene? He aquí que todos ellos se desgastarán como ropa de vestir, serán comidos por la polilla.
10 ¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, que obedece a la voz de su siervo? Aunque ande en tinieblas y carezca de luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios.
11 He aquí, todos vosotros que encendéis fuego, y os rodeáis de teas; andad a la luz de vuestro fuego, y de las teas que encendisteis. De mi mano os vendrá esto; en dolor yaceréis.
Palabras de consuelo para Sión
51 Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis a Jehová. Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados.
2 Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque cuando no era más que uno solo, lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué.
3 Ciertamente consolará Jehová a Sión; consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto de Jehová; se hallarán en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto.
4 Estad atentos a mí, pueblo mío, y prestadme oído, nación mía; porque de mí saldrá la ley, y mi justicia para luz de los pueblos.
5 Inminente, cercana está mi justicia, ha salido mi salvación, y mis brazos juzgarán a los pueblos; a mí me esperarán los de las islas, y en mi brazo pondrán su esperanza.
6 Alzad a los cielos vuestros ojos, y mirad abajo a la tierra; porque los cielos se desvanecerán como humo, y la tierra se desgastará como ropa de vestir, y de la misma manera perecerán sus moradores; pero mi salvación será para siempre, mi justicia no será abolida.
7 Escuchadme, los que conocéis justicia, el pueblo en cuyo corazón está mi ley. No temáis afrenta de hombre, ni desmayéis por sus ultrajes.
8 Porque como a vestidura se los comerá la polilla, como a lana se los comerá el gusano; pero mi justicia permanecerá perpetuamente, y mi salvación por todas las generaciones.
9 Despiértate, despiértate, vístete de poder, oh brazo de Jehová; despiértate como en el tiempo antiguo, en las generaciones pasadas. ¿No eres tú el que quebrantó a Ráhab, y el que atravesó al dragón?
10 ¿No eres tú el que secó el mar, las aguas del gran abismo; el que transformó en camino las profundidades del mar para que pasaran los rescatados?
11 Ciertamente volverán los redimidos de Jehová; volverán a Sión cantando, y habrá gozo perpetuo sobre sus cabezas; rebosarán gozo y alegría, y el dolor y el gemido huirán.
12 Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que ha de morir, y del hijo de hombre, destinado a fenecer como heno?
13 Y ya te has olvidado de Jehová tu Hacedor, que extendió los cielos y echó los cimientos de la tierra; y todo el día temes continuamente del furor del opresor, cuando se dispone para destruir. Pero ¿en dónde está el furor del opresor?
14 El preso agobiado será libertado pronto; no morirá en la mazmorra, ni le faltará su pan.
15 Porque yo soy Jehová tu Dios, que agito el mar y hago bramar sus olas; su nombre es Jehová de los ejércitos.
16 Y en tu boca he puesto mis palabras, y con la sombra de mi mano te he cubierto, al extender los cielos y echar los cimientos de la tierra, y decir a Sión: Pueblo mío eres tú.
El despertar de Jerusalén
17 Despierta, despierta, levántate, oh Jerusalén, que bebiste de la mano de Jehová el cáliz de su ira; porque el cáliz del aturdimiento bebiste hasta las heces.
18 De todos los hijos que dio a luz, no hay quien la guíe; ni quien la tome de la mano, de todos los hijos que crió.
19 Estas dos cosas te han acontecido. ¿Quién se dolerá de ti?: asolamiento y quebrantamiento, hambre y espada. ¿Quién te consolará?
20 Tus hijos se desmayaron, están tendidos en las encrucijadas de todos los caminos, como antílope en la red, llenos de la indignación de Jehová, de la reprensión de tu Dios.
21 Oye, pues, ahora esto, afligida, ebria, mas no de vino:
22 Así dice Jehová tu Señor, y tu Dios, el cual aboga por su pueblo: He aquí, he quitado de tu mano el cáliz del aturdimiento, las heces del cáliz de mi ira; nunca más lo beberás.
23 Yo lo pondré en mano de tus angustiadores, que dijeron a tu alma: Inclínate, y pasaremos por encima de ti. Y tú pusiste tu espalda como suelo, y como camino, para que pasaran.
Dios librará del cautiverio a Sión
52 Despierta, despierta, vístete de poder, oh Sión; vístete tus ropas de gala, oh Jerusalén, ciudad santa; porque nunca más vendrá a ti el incircunciso ni el inmundo.
2 Sacúdete el polvo; levántate y siéntate, Jerusalén; suelta las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sión.
3 Porque así dice Jehová: De balde fuisteis vendidos; por tanto, sin dinero seréis rescatados.
4 Porque así dijo el Señor, Jehová: Mi pueblo descendió a Egipto en otro tiempo, para morar allí, y después el asirio lo oprimió sin razón.
5 Y ahora ¿qué hago aquí, dice Jehová, viendo que mi pueblo ha sido llevado sin motivo? Y los que en él se enseñorean, se jactan con escarnio, dice Jehová, y continuamente es blasfemado mi nombre todo el día.
6 Por tanto, mi pueblo conocerá mi nombre, y comprenderá asimismo en aquel día, que yo mismo que hablé, he aquí que estoy presente.
7 ¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae buenas nuevas, del que publica salvación, del que dice a Sión: Tu Dios reina!
8 ¡Escucha! Tus atalayas alzan la voz, juntamente dan voces de júbilo; porque ojo a ojo verán que Jehová retorna a Sión.
9 Prorrumpid a una en gritos de júbilo, y cantad, soledades de Jerusalén; porque Jehová ha consolado a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén.
10 Jehová desnudó su santo brazo ante los ojos de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios.
11 Apartaos, apartaos, salid de ahí, no toquéis cosa inmunda; salid de en medio de ella; purificaos los que lleváis los utensilios de Jehová.
12 Porque no saldréis a la desbandada, ni iréis huyendo; porque Jehová irá delante de vosotros, y el Dios de Israel será vuestra retaguardia.
Sufrimientos del Siervo de Jehová
13 He aquí que mi siervo será prosperado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto.
14 Así como se asombraron de ti muchos (de tal manera fue desfigurado su aspecto que no parecía hombre, y su figura no era como la de los hijos de los hombres),
15 así sorprenderá él a muchas naciones; los reyes cerrarán ante él la boca, porque verán lo que nunca les fue contado, y comprenderán lo que jamás habían oído.
1 Tesalonicenses 5
Reina Valera Revisada
5 Pero acerca de los tiempos y de las sazones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba.
2 Porque vosotros mismos sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá del mismo modo que un ladrón en la noche.
3 Cuando estén diciendo: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán de ningún modo.
4 Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como un ladrón.
5 Porque todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.
6 Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.
7 Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan.
8 Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y amor, y con la esperanza de salvación como yelmo.
9 Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo,
10 quien murió por nosotros para que, ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él.
11 Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis.
Pablo exhorta a los creyentes
12 Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan;
13 y que los tengáis en mucha estima con amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros.
14 También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos.
15 Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos.
16 Estad siempre gozosos.
17 Orad sin cesar.
18 Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
19 No apaguéis el Espíritu.
20 No menospreciéis las profecías.
21 Examinadlo todo; retened lo bueno.
22 Absteneos de toda especie de mal.
23 Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
24 Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.
Saludos y bendición final
25 Hermanos, orad por nosotros.
26 Saludad a todos los hermanos con beso santo.
27 Os conjuro por el Señor, que esta carta se lea a todos los santos hermanos.
28 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros. Amén.
Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.
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