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Jerusalén, sobre tus muros he puesto centinelas
    que nunca callarán, ni de día ni de noche.
Vosotros, los que invocáis al Señor,
    no os deis descanso;
ni tampoco lo dejéis descansar,
    hasta que establezca a Jerusalén
    y la convierta en la alabanza de la tierra.

Por su mano derecha, por su brazo poderoso,
    ha jurado el Señor:
«Nunca más daré a tus enemigos
    tu grano como alimento,
ni se beberá gente extranjera
    el vino nuevo por el que trabajaste.

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