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Jerusalén, sobre tus muros he puesto centinelas
    que nunca callarán, ni de día ni de noche.
Vosotros, los que invocáis al Señor,
    no os deis descanso;
ni tampoco lo dejéis descansar,
    hasta que establezca a Jerusalén
    y la convierta en la alabanza de la tierra.

Por su mano derecha, por su brazo poderoso,
    ha jurado el Señor:
«Nunca más daré a tus enemigos
    tu grano como alimento,
ni se beberá gente extranjera
    el vino nuevo por el que trabajaste.
Alabando al Señor comerán el grano
    quienes lo hayan cosechado;
en los atrios de mi santuario beberán el vino
    quienes hayan trabajado en la vendimia».

10 ¡Pasad, pasad por las puertas!
    Preparad el camino para el pueblo.
¡Construid la carretera!
    ¡Quitadle todas las piedras!
    ¡Desplegad sobre los pueblos la bandera!

11 He aquí lo que el Señor ha proclamado
    hasta los confines de la tierra:
«Decid a la hija de Sión:
    “¡Ahí viene tu Salvador!
Trae su premio consigo;
    su recompensa lo acompaña”».
12 Serán llamados «Pueblo santo»,
    «Redimidos del Señor»;
y tú serás llamada «Ciudad anhelada»,
    «Ciudad nunca abandonada».

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