La gloria de Sión

60 «¡Levántate y resplandece que tu luz ha llegado!
    ¡La gloria del Señor brilla sobre ti!
Mira, las tinieblas cubren la tierra
    y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos.
Pero la aurora del Señor brillará sobre ti;
    ¡sobre ti se manifestará su gloria!
Las naciones serán guiadas por tu luz,
    y los reyes, por tu amanecer esplendoroso.

»Alza los ojos, mira a tu alrededor:
    todos se reúnen y acuden a ti.
Tus hijos llegan desde lejos;
    a tus hijas las traen en brazos.
Verás esto y te pondrás radiante de alegría;
    vibrará tu corazón y se henchirá de gozo;
porque te traerán los tesoros del mar,
    y te llegarán las riquezas de las naciones.
Te llenarás con caravanas de camellos,
    con dromedarios de Madián y de Efá.
Vendrán todos los de Sabá,
    cargando oro e incienso
    y proclamando las alabanzas del Señor.
En ti se reunirán todos los rebaños de Cedar,
    te servirán los carneros de Nebayot;
subirán como ofrendas agradables sobre mi altar,
    y yo embelleceré mi Templo glorioso.

»¿Quiénes son los que pasan como nubes
    y como palomas rumbo a su palomar?
En mí esperarán las costas lejanas,
    a la cabeza vendrán los barcos de Tarsis
trayendo de lejos a tus hijos
    y, con ellos, su plata y su oro,
para la honra del Señor tu Dios,
    el Santo de Israel,
    porque él te ha llenado de gloria.

10 »Los extranjeros reconstruirán tus muros,
    y sus reyes te servirán.
Aunque en mi furor te castigué,
    por mi bondad tendré compasión de ti.
11 Tus puertas estarán siempre abiertas;
    ni de día ni de noche se cerrarán.
Te traerán las riquezas de las naciones;
    ante ti desfilarán sus reyes.
12 La nación o el reino que no te sirva perecerá;
    quedarán arruinados por completo.

13 »Te llegará la gloria del Líbano,
    con los cipreses, junto a los pinos y los abetos,
para embellecer el lugar de mi santuario.
    Glorificaré el lugar donde reposan mis pies.
14 Ante ti vendrán a inclinarse los hijos de tus opresores;
    todos los que te desprecian se postrarán a tus pies,
y te llamarán “Ciudad del Señor”,
    “Sión del Santo de Israel”.

15 »Aunque fuiste abandonada y aborrecida,
    y nadie transitaba por tus calles,
haré de ti el orgullo eterno
    y la alegría de todas las generaciones.
16 Te alimentarás con la leche de las naciones,
    con la riqueza de los reyes serás amamantada.
Sabrás entonces que yo, el Señor, soy tu Salvador;
    que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu Redentor.
17 En vez de bronce te traeré oro;
    en lugar de hierro, plata.
En vez de madera te traeré bronce,
    y en lugar de piedras, hierro.
Haré que la paz te gobierne
    y que la justicia te rija.
18 Ya no se sabrá de violencia en tu tierra
    ni de ruina y destrucción en tus fronteras,
sino que llamarás a tus muros “Salvación”,
    y a tus puertas, “Alabanza”.
19 Ya no será el sol tu luz durante el día
    ni con su resplandor te alumbrará la luna,
porque el Señor será tu luz eterna;
    tu Dios será tu gloria.
20 Tu sol no volverá a ponerse
    ni menguará tu luna;
será el Señor tu luz eterna
    y llegarán a su fin tus días de duelo.
21 Entonces todo tu pueblo será justo
    y poseerá la tierra para siempre.
Serán el renuevo plantado por mí mismo,
    la obra maestra que me glorificará.
22 El más débil se multiplicará por miles,
    y el menor llegará a ser una nación poderosa.
Yo soy el Señor;
    cuando llegue el momento, actuaré sin demora».

El año del favor del Señor

61 El Espíritu del Señor y Dios está sobre mí,
    por cuanto me ha ungido
    para anunciar buenas noticias a los pobres.
Me ha enviado a sanar los corazones heridos,
    a proclamar libertad a los cautivos
    y la liberación de los prisioneros,
a pregonar el año del favor del Señor
    y el día de la venganza de nuestro Dios,
a consolar a todos los que están de duelo
    y a confortar a los dolientes de Sión.
Me ha enviado a darles una corona
    en vez de cenizas,
aceite de alegría
    en vez de luto,
traje de alabanza
    en vez de espíritu de desaliento.
Serán llamados robles de justicia,
    plantío del Señor,
    para mostrar su gloria.

Reconstruirán las ruinas antiguas
    y restaurarán los escombros de antaño;
repararán las ciudades en ruinas
    y los escombros de muchas generaciones.
Gente extraña pastoreará los rebaños de ustedes,
    sus campos y viñedos serán labrados por un pueblo extranjero.
Pero a ustedes los llamarán «sacerdotes del Señor»;
    les dirán «ministros de nuestro Dios».
Se alimentarán de las riquezas de las naciones,
    y se jactarán de los tesoros de ellas.

En vez de su vergüenza,
    mi pueblo recibirá doble porción;
en vez de deshonra,
    se regocijará en su herencia;
y así en su tierra recibirá doble herencia
    y su alegría será eterna.

«Yo, el Señor, amo la justicia,
    pero odio el robo y la iniquidad.
En mi fidelidad los recompensaré
    y haré con ellos un pacto eterno.
Sus descendientes serán conocidos entre las naciones,
    y sus vástagos, entre los pueblos.
Quienes los vean reconocerán
    que ellos son descendencia bendecida del Señor».

10 Me deleito mucho en el Señor;
    me regocijo en mi Dios.
Porque él me vistió con ropas de salvación
    y me cubrió con el manto de la justicia.
Soy semejante a un novio que luce su diadema
    o una novia adornada con sus joyas.
11 Porque, así como la tierra hace que broten los retoños
    y el huerto hace que germinen las semillas,
así el Señor y Dios hará que broten
    la justicia y la alabanza ante todas las naciones.

El nuevo nombre de Sión

62 Por amor a Sión no guardaré silencio,
    por amor a Jerusalén no desmayaré,
hasta que su justicia resplandezca como la aurora
    y como antorcha encendida su salvación.
Las naciones verán tu justicia
    y todos los reyes, tu gloria;
recibirás un nombre nuevo,
    que el Señor mismo te dará.
Serás en la mano del Señor como una corona esplendorosa,
    como una diadema real en la palma de tu Dios.
Ya no te llamarán «Abandonada»
    ni a tu tierra la llamarán «Devastada»;
sino que serás llamada «Mi deleite»,[a]
    tu tierra se llamará «Mi esposa»;[b]
porque el Señor se deleitará en ti
    y tu tierra tendrá esposo.
Como un joven que se casa con una joven,
    así el que te edifica se casará contigo;
como un novio que se regocija por su novia,
    así tu Dios se regocijará por ti.

Jerusalén, sobre tus muros he puesto centinelas
    que nunca callarán ni de día ni de noche.
Ustedes, los que invocan al Señor,
    no se den descanso;
ni tampoco lo dejen descansar, hasta que establezca a Jerusalén
    y la convierta en la alabanza de la tierra.

Por su mano derecha, por su brazo poderoso,
    ha jurado el Señor:
«Nunca más daré a tus enemigos
    tu grano como alimento,
ni se beberá gente extranjera
    el vino nuevo por el que trabajaste.
Alabando al Señor comerán el grano
    quienes lo hayan cosechado;
en los atrios de mi santuario beberán el vino
    quienes hayan trabajado en la vendimia».

10 ¡Pasen, pasen por las puertas!
    ¡Preparen el camino para el pueblo!
¡Construyan, construyan la carretera!
    ¡Quítenle todas las piedras!
    ¡Desplieguen sobre los pueblos la bandera!

11 He aquí lo que el Señor ha proclamado
    hasta los confines de la tierra:
«Digan a la hija de Sión:
    “¡Ahí viene tu Salvador!
Trae su premio consigo;
    su recompensa lo acompaña”».
12 Serán llamados «Pueblo santo»,
    «Redimidos del Señor»;
y tú serás llamada «Ciudad anhelada»,
    «Ciudad no abandonada».

Footnotes

  1. 62:4 Lit. Hefzibá, que significa mi deleite es en ella.
  2. 62:4 Lit. Beulá, que significa casada.

El Verbo se hizo hombre

En el principio ya existía el Verbo,
    y el Verbo estaba con Dios,
    y el Verbo era Dios.
Él estaba con Dios en el principio.
Por medio de él todas las cosas fueron creadas;
    sin él, nada de lo creado llegó a existir.
En él estaba la vida
    y la vida era la luz de la humanidad.
Esta luz resplandece en la oscuridad
    y la oscuridad no ha podido apagarla.[a]

Vino un hombre llamado Juan. Dios lo envió como testigo para dar testimonio de la luz, a fin de que por medio de él todos creyeran. Juan no era la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz. Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo.[b]

10 El que era la luz ya estaba en el mundo y el mundo fue creado por medio de él, pero el mundo no lo reconoció. 11 Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron. 12 Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hechos hijos de Dios. 13 Estos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios.

14 Y el Verbo se hizo hombre y habitó[c] entre nosotros. Y contemplamos su gloria, la gloria que corresponde al Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.

15 Juan dio testimonio de él y a voz en cuello proclamó: «Este es aquel de quien yo decía: “El que viene después de mí es superior a mí, porque existía antes que yo”». 16 De su plenitud todos recibimos gracia sobre gracia, 17 pues la Ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. 18 A Dios nadie lo ha visto nunca; el Hijo único, que es Dios[d] y que vive en unión íntima con el Padre, nos lo ha dado a conocer.

Juan el Bautista niega ser el Cristo

19 Este es el testimonio de Juan cuando los judíos de Jerusalén enviaron sacerdotes y levitas a preguntarle quién era. 20 No se negó a declararlo, sino que confesó con franqueza:

—Yo no soy el Cristo.

21 —¿Quién eres entonces? —le preguntaron—. ¿Acaso eres Elías?

—No lo soy.

—¿Eres el profeta?

—No lo soy.

22 —Entonces, ¿quién eres? Tenemos que llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?

23 Juan respondió con las palabras del profeta Isaías:

—“Yo soy la voz de uno que grita en el desierto: ‘Enderecen el camino para el Señor’ ”.[e]

24 Los que habían sido enviados eran de los fariseos. 25 Ellos preguntaron:

—Pues, si no eres el Cristo ni Elías ni el profeta, ¿por qué bautizas?

26 Juan respondió:

—Yo bautizo con[f] agua, pero entre ustedes hay alguien a quien no conocen 27 y que viene después de mí, al cual yo no soy digno ni siquiera de desatarle la correa de las sandalias.

28 Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del río Jordán, donde Juan estaba bautizando.

Jesús, el Cordero de Dios

29 Al día siguiente, Juan vio a Jesús que se acercaba a él y dijo: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! 30 De este hablaba yo cuando dije: “Después de mí viene un hombre que es superior a mí, porque existía antes que yo”. 31 Yo ni siquiera lo conocía, pero para que él se revelara al pueblo de Israel, vine bautizando con agua».

32 Juan declaró: «Vi al Espíritu descender del cielo como una paloma y permanecer sobre él. 33 Yo mismo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas que el Espíritu desciende y permanece es el que bautiza con el Espíritu Santo”. 34 Yo lo he visto y por eso testifico que este es el Hijo de Dios».

Los primeros discípulos de Jesús(A)

35 Al día siguiente, Juan estaba de nuevo allí con dos de sus discípulos. 36 Al ver a Jesús que pasaba por ahí, dijo:

—¡Aquí tienen al Cordero de Dios!

37 Cuando los dos discípulos lo oyeron decir esto, siguieron a Jesús. 38 Jesús se volvió y al ver que lo seguían, les preguntó:

—¿Qué buscan?

—Rabí, ¿dónde te hospedas? (Rabí significa “Maestro”.)

39 —Vengan a ver —contestó Jesús.

Ellos fueron, pues, y vieron dónde se hospedaba. Ese mismo día se quedaron con él. Eran como las cuatro de la tarde.

40 Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que, al oír a Juan, había seguido a Jesús. 41 Andrés encontró primero a su hermano Simón y le dijo:

—Hemos encontrado al Mesías —es decir, el Cristo.

42 Luego lo llevó a Jesús, quien lo miró y dijo:

—Tú eres Simón, hijo de Juan. Serás llamado Cefas —es decir, Pedro.[g]

Jesús llama a Felipe y a Natanael

43 Al día siguiente, Jesús decidió salir hacia Galilea. Se encontró con Felipe y lo llamó:

«Sígueme».

44 Felipe era del pueblo de Betsaida, lo mismo que Andrés y Pedro. 45 Felipe buscó a Natanael y le dijo:

—Hemos encontrado a Jesús de Nazaret, el hijo de José, aquel de quien escribió Moisés en la Ley y de quien escribieron los profetas.

46 —¡De Nazaret! —respondió Natanael—. ¿Acaso de allí puede salir algo bueno?

—Ven a ver —contestó Felipe.

47 Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, comentó:

—Aquí tienen a un verdadero israelita en quien no hay falsedad.

48 —¿De dónde me conoces? —preguntó Natanael.

Jesús respondió:

—Antes de que Felipe te llamara, cuando aún estabas bajo la higuera, ya te había visto.

49 —Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel! —declaró Natanael.

50 Jesús le dijo:

—¿Lo crees porque te dije que te vi cuando estabas debajo de la higuera? ¡Vas a ver aún cosas más grandes que estas!

51 Y añadió con firmeza:

—Les aseguro que ustedes verán abrirse el cielo, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.

Footnotes

  1. 1:5 apagarla. Alt. comprenderla.
  2. 1:9 Esa … mundo. Alt. Esa era la luz verdadera que alumbra a todo ser humano que viene al mundo.
  3. 1:14 habitó. Lit. puso su tienda.
  4. 1:18 el Hijo único, que es Dios. Lit. Dios único. Var. el Hijo unigénito.
  5. 1:23 Is 40:3.
  6. 1:26 con. Alt. en; también en vv. 31 y 33.
  7. 1:42 Tanto Cefas (arameo) como Pedro (griego) significan piedra.

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