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y tocándome con ella la boca, me dijo:

«Mira, esta brasa ha tocado tus labios.
Tu maldad te ha sido quitada,
tus culpas te han sido perdonadas.»

Entonces oí la voz del Señor, que decía:

«¿A quién voy a enviar?
¿Quién será nuestro mensajero?»

Yo respondí:

«Aquí estoy yo, envíame a mí.»

Y él me dijo:

«Anda y dile a este pueblo lo siguiente:
“Por más que escuchen, no entenderán;
por más que miren, no comprenderán.”

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