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Entonces dije: «¡Todo se ha acabado para mí! Estoy condenado, porque soy un pecador. Tengo labios impuros, y vivo en medio de un pueblo de labios impuros; sin embargo, he visto al Rey, el Señor de los Ejércitos Celestiales».

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Entonces grité: «¡Ay de mí, que estoy perdido! Soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios impuros y mis ojos han visto al Rey, al Señor de los Ejércitos».

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Entonces dije:

¡Ay de mí! Porque perdido estoy(A),
pues soy hombre de labios inmundos(B)
y en medio de un pueblo de labios inmundos habito(C),
porque han visto mis ojos al Rey, el Señor de los ejércitos(D).

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