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“¿Para qué ayunamos si no nos miras,
nos mortificamos y no te das cuenta?”.
Porque el día de ayuno buscan su interés
y son implacables con sus sirvientes.
Ayunan, sí, pero entre pleitos y disputas,
repartiendo puñetazos sin piedad.
No ayunen como hacen ahora,
si quieren que se oiga en el cielo su voz.
¿Creen que es este el ayuno que deseo
cuando uno decide mortificarse:
que mueva su cabeza como un junco,
que se acueste sobre saco y ceniza?
¿A esto llaman ayuno,
día agradable al Señor?

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