Isaías 51-55
Dios Habla Hoy
Palabras de consuelo a Jerusalén
51 Óiganme todos los que quieren vivir con rectitud
y me buscan —dice el Señor.
Miren la roca de donde fueron cortados,
la cantera de donde fueron sacados;
2 miren a Abraham, su padre,
y a Sara, la que les dio la vida.
Cuando yo lo llamé, era uno solo,
pero lo bendije y le di muchos descendientes.
3 Yo seré bondadoso con Sión,
la ciudad que estaba toda en ruinas.
Convertiré las tierras secas del desierto en un jardín,
como el jardín que el Señor plantó en Edén.
Allí habrá felicidad y alegría,
cantos de alabanza y son de música.
4 «Pueblos, préstenme atención,
escúchenme, naciones:
yo publicaré mi enseñanza
y mis mandamientos alumbrarán a los pueblos.
5 Mi victoria está cercana,
mi acción salvadora está en camino;
con mi poder gobernaré a los pueblos.
Los países del mar esperarán en mí
y confiarán en mi poder.
6 »Levanten los ojos al cielo,
y miren abajo, a la tierra:
el cielo se desvanecerá como el humo,
la tierra se gastará como un vestido
y sus habitantes morirán como mosquitos.
Pero mi salvación será eterna,
mi victoria no tendrá fin.
7 »Escúchenme, ustedes que saben lo que es justo,
pueblo que toma en serio mi enseñanza.
No teman las injurias de los hombres,
no se dejen deprimir por sus insultos,
8 porque perecerán como un vestido apolillado,
como lana roída por gusanos.
Pero mi victoria será eterna,
mi salvación durará por siempre.»
9 Despierta, despierta, brazo del Señor,
ármate de fuerza;
despierta como lo hiciste en el pasado,
en tiempos muy lejanos.
Tú despedazaste a Rahab, el monstruo marino;
10 secaste el mar,
el agua del profundo abismo,
y convertiste el fondo del mar en camino
para que pasaran los libertados.
11 Así también regresarán los rescatados por el Señor,
y entrarán en Sión dando gritos de alegría;
sus rostros estarán siempre alegres;
encontrarán felicidad y dicha,
y el dolor y el llanto desaparecerán.
12 «Yo, yo mismo, te doy ánimo.
¿A quién tienes miedo? ¿A los hombres?
¿A los hombres mortales, que no son más que hierba?
13 ¿Vas a olvidarte del Señor, tu creador,
que extendió el cielo y afirmó la tierra?
¿Vas a temblar continuamente, a todas horas,
por la furia de los opresores,
que están listos para destruirte?
Pero, ¿dónde está esa furia?
14 El que sufría la opresión,
pronto quedará libre;
no morirá en el calabozo
ni le faltará su pan.
15 »Yo soy el Señor tu Dios,
mi nombre es Señor todopoderoso;
yo agité el mar
y rugieron las olas,
16 extendí el cielo
y afirmé la tierra.
Yo puse en tu boca mis palabras
y te protegí al amparo de mi mano.
Yo dije a Sión: “Tú eres mi pueblo.”»
17 Despierta, despierta,
Jerusalén, levántate.
Tú sufriste la ira del Señor
como quien bebe una copa,
y la bebe hasta el fondo,
hasta quedar borracho.
18 Entre todos los hijos que has tenido,
no hay ninguno que te guíe;
entre todos los hijos que criaste,
no hay ninguno que te lleve de la mano.
19 Estas dos desgracias vinieron sobre ti:
tu país fue destruido y saqueado,
y tu gente murió por el hambre y la guerra.
¿Quién tendrá lástima de ti?
¿Quién te consolará?
20 Como antílopes atrapados en la red,
tus hijos están sin fuerzas,
tendidos en la esquina de cualquier calle,
heridos por la ira del Señor,
por la corrección de tu Dios.
21 Por eso, ciudad desdichada, escucha esto,
tú que estás borracha, pero no de vino;
22 tu Señor y tu Dios,
el que defiende la causa de su pueblo, dice:
«Te voy a quitar de la mano
esa copa con que te has emborrachado;
ya no volverás a beber más la copa de mi ira.
23 Yo se la daré
a los que te atormentaron,
a los que te decían:
“Échate al suelo, que vamos a pasar sobre ti”;
y tú te tendiste en el suelo
para que te pisotearan como al polvo.»
Anuncio de liberación a Jerusalén
52 Despierta, Sión, despierta,
ármate de fuerza;
Jerusalén, ciudad santa,
vístete tu ropa más elegante,
porque los paganos, gente impura,
no volverán a entrar en ti.
2 Levántate, Jerusalén,
sacúdete el polvo,
siéntate en el trono.
Sión, joven prisionera,
quítate ya el yugo del cuello.
3 El Señor dice:
«Ni un centavo recibí
cuando ustedes fueron llevados como esclavos;
pues ni un centavo daré
ahora que yo los rescate.
4 Al principio mi pueblo fue a Egipto
y vivió allí como extranjero;
después Asiria lo oprimió sin motivo.
5 Y ahora, ¿qué es lo que veo?
Sin motivo se han llevado mi pueblo a Babilonia.
Quienes lo dominan, gritan orgullosos
y me ofenden sin cesar.
6 Pero vendrá el día en que mi pueblo reconozca
y sepa que yo, que le he hablado, soy el Señor.»
7 ¡Qué hermoso es ver llegar por las colinas
al que trae buenas noticias,
al que trae noticias de paz,
al que anuncia la liberación
y dice a Sión: «Tu Dios es rey»!
8 ¡Escucha! Tus centinelas levantan la voz
y a una dan gritos de triunfo,
porque ven con sus propios ojos
cómo vuelve el Señor a Sión.
9 ¡Estallen en gritos de triunfo,
ruinas de Jerusalén,
porque el Señor ha tenido compasión de su pueblo,
ha liberado a Jerusalén!
10 El Señor ha mostrado su poder
a la vista de todas las naciones.
Por toda la tierra se sabrá
que nuestro Dios nos ha salvado.
11 ¡Salgan, salgan ya de Babilonia,
no toquen nada impuro,
salgan ya de Babilonia!
¡Consérvense limpios
los que transportan los utensilios del Señor!
12 Pero no tendrán que salir a toda prisa,
no tendrán que salir huyendo,
porque el Señor, el Dios de Israel,
los protegerá por todos lados.
Sufrimientos y triunfo del siervo del Señor
13 Mi siervo tendrá éxito,
será levantado y puesto muy alto.
14 Así como muchos se asombraron de él,
al ver su semblante, tan desfigurado
que había perdido toda apariencia humana,
15 así también muchas naciones se quedarán admiradas;
los reyes, al verlo, no podrán decir palabra,
porque verán y entenderán
algo que nunca habían oído.
53 ¿Quién va a creer lo que hemos oído?
¿A quién ha revelado el Señor su poder?
2 El Señor quiso que su siervo
creciera como planta tierna
que hunde sus raíces en la tierra seca.
No tenía belleza ni esplendor,
su aspecto no tenía nada atrayente;
3 los hombres lo despreciaban y lo rechazaban.
Era un hombre lleno de dolor,
acostumbrado al sufrimiento.
Como a alguien que no merece ser visto,
lo despreciamos, no lo tuvimos en cuenta.
4 Y sin embargo él estaba cargado con nuestros sufrimientos,
estaba soportando nuestros propios dolores.
Nosotros pensamos que Dios lo había herido,
que lo había castigado y humillado.
5 Pero fue traspasado a causa de nuestra rebeldía,
fue atormentado a causa de nuestras maldades;
el castigo que sufrió nos trajo la paz,
por sus heridas alcanzamos la salud.
6 Todos nosotros nos perdimos como ovejas,
siguiendo cada uno su propio camino,
pero el Señor cargó sobre él la maldad de todos nosotros.
7 Fue maltratado, pero se sometió humildemente,
y ni siquiera abrió la boca;
lo llevaron como cordero al matadero,
y él se quedó callado, sin abrir la boca,
como una oveja cuando la trasquilan.
8 Se lo llevaron injustamente,
y no hubo quien lo defendiera;
nadie se preocupó de su destino.
Lo arrancaron de esta tierra,
le dieron muerte por los pecados de mi pueblo.
9 Lo enterraron al lado de hombres malvados,
lo sepultaron con gente perversa,
aunque nunca cometió ningún crimen
ni hubo engaño en su boca.
10 El Señor quiso oprimirlo con el sufrimiento.
Y puesto que él se entregó en sacrificio por el pecado,
tendrá larga vida
y llegará a ver a sus descendientes;
por medio de él tendrán éxito los planes del Señor.
11 Después de tanta aflicción verá la luz,
y quedará satisfecho al saberlo;
el justo siervo del Señor liberará a muchos,
pues cargará con la maldad de ellos.
12 Por eso Dios le dará un lugar entre los grandes,
y con los poderosos participará del triunfo,
porque se entregó a la muerte
y fue contado entre los malvados,
cuando en realidad cargó con los pecados de muchos
e intercedió por los pecadores.
Amor eterno de Dios
54 Da gritos de alegría, mujer estéril y sin hijos;
estalla en cantos de gozo,
tú que nunca has dado a luz,
porque el Señor dice:
«La mujer abandonada tendrá más hijos
que la mujer que tiene esposo.»
2 Agranda tu tienda de campaña,
extiende sin miedo el toldo bajo el cual vives;
alarga las cuerdas, clava bien las estacas,
3 porque te vas a extender a derecha e izquierda;
tus descendientes conquistarán muchas naciones
y poblarán las ciudades ahora desiertas.
4 No tengas miedo, no quedarás en ridículo;
no te insultarán ni tendrás de qué avergonzarte.
Olvidarás la vergüenza de tu juventud
y no te acordarás más de la deshonra de tu viudez,
5 porque tu creador te tomará por esposa.
Su nombre es Señor todopoderoso;
tu redentor es el Dios Santo de Israel,
el Dios de toda la tierra.
6 Eras como una esposa joven
abandonada y afligida,
pero tu Dios te ha vuelto a llamar y te dice:
7 «Por un corto instante te abandoné,
pero con bondad inmensa te volveré a unir conmigo.
8 En un arranque de enojo, por un momento, me oculté de ti,
pero con amor eterno te tuve compasión.»
Lo dice el Señor, tu redentor.
9 «Así como juré a Noé, cuando el diluvio,
no volver a inundar la tierra,
así juro ahora
no volver a enojarme contigo
ni volver a amenazarte.
10 Aunque las montañas cambien de lugar
y los cerros se vengan abajo,
mi amor por ti no cambiará
ni se vendrá abajo mi alianza de paz.»
Lo dice el Señor, que se compadece de ti.
La nueva Jerusalén
11 «¡Desdichada ciudad, azotada por la tempestad,
sin nadie que te consuele!
Yo pondré tus piedras sobre azabache
y tus cimientos sobre zafiro;
12 de rubíes haré tus torres
y de berilo tus puertas,
y de piedras preciosas todas tus murallas.
13 Yo instruiré a todos tus hijos;
todos ellos tendrán gran bienestar.
14 La justicia te hará fuerte,
quedarás libre de opresión y miedo,
y el terror no volverá a inquietarte.
15 Si alguien te ataca, no será por causa mía,
pero tú vencerás al que te ataque.
16 »Mira, yo he creado al herrero
que aviva el fuego en las brasas
y hace armas para diversos usos;
yo también he creado al hombre destructor
para que cause ruina;
17 pero nadie ha hecho el arma
que pueda destruirte.
Dejarás callado a todo el que te acuse.
Esto es lo que yo doy a los que me sirven: la victoria.»
El Señor es quien lo afirma.
Ofrecimiento generoso del Señor
55 «Todos los que tengan sed, vengan a beber agua;
los que no tengan dinero, vengan,
consigan trigo de balde y coman;
consigan vino y leche sin pagar nada.
2 ¿Por qué dar dinero a cambio de lo que no es pan?
¿Por qué dar su salario por algo que no deja satisfecho?
Óiganme bien y comerán buenos alimentos,
comerán cosas deliciosas.
3 Vengan a mí y pongan atención,
escúchenme y vivirán.
Yo haré con ustedes una alianza eterna,
cumpliendo así las promesas que por amor hice a David.
4 Yo lo puse a él como testigo para las naciones,
como jefe e instructor de los pueblos.
5 Tú llamarás a pueblos desconocidos;
pueblos que no te conocían irán corriendo a ti,
porque yo, tu Señor, el Dios Santo de Israel,
te he honrado.
6 »Busquen al Señor mientras puedan encontrarlo,
llámenlo mientras está cerca.
7 Que el malvado deje su camino,
que el perverso deje sus ideas;
vuélvanse al Señor, y él tendrá compasión de ustedes;
vuélvanse a nuestro Dios, que es generoso para perdonar.
8-9 Porque mis ideas no son como las de ustedes,
y mi manera de actuar no es como la suya.
Así como el cielo está por encima de la tierra,
así también mis ideas y mi manera de actuar
están por encima de las de ustedes.»
El Señor lo afirma.
10 «Así como la lluvia y la nieve bajan del cielo,
y no vuelven allá, sino que empapan la tierra,
la fecundan y la hacen germinar,
y producen la semilla para sembrar
y el pan para comer,
11 así también la palabra que sale de mis labios
no vuelve a mí sin producir efecto,
sino que hace lo que yo quiero
y cumple la orden que le doy.
12 »Ustedes saldrán de allí con alegría,
volverán a su país con paz.
Al verlos, los montes y las colinas
estallarán en cantos de alegría
y todos los árboles del campo aplaudirán.
13 En vez de zarzas crecerán pinos,
en vez de ortigas crecerán arrayanes;
esto hará glorioso el nombre del Señor;
será una señal eterna, indestructible.»
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