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    aunque te llamas a ti misma la ciudad santa
y dices que confías en el Dios de Israel,
    cuyo nombre es el Señor de los Ejércitos Celestiales.
Hace mucho tiempo te dije lo que iba a suceder.
    Entonces, de repente entré en acción
    y todas mis predicciones se hicieron realidad.
Pues yo sé lo terca y obstinada que eres;
    tu cuello es tan inflexible como el hierro
    y tu cabeza es tan dura como el bronce.

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