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Lo cargan sobre los hombros y lo llevan; lo colocan en su lugar. Allí permanece y no se mueve de su sitio. Aunque alguien lo invoque, no responde ni lo libra de la tribulación.

“Acuérdense de esto y tengan valor; vuelvan en sí, oh transgresores. Acuérdense de las cosas del pasado que son desde la antigüedad, porque yo soy Dios, y no hay otro. Yo soy Dios, y no hay nadie semejante a mí.

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