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Echanselo sobre los hombros, llévanlo, y asiéntanlo en su lugar; allí se está, y no se mueve de su sitio. Danle voces, y tampoco responde, ni libra de la tribulación.

Acordaos de esto, y tened vergüenza, tornad en vosotros, prevaricadores.

Acordaos de las cosas pasadas desde el siglo; porque yo soy Dios, y no hay más Dios, y nada hay á mí semejante;

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