Add parallel Print Page Options

Lo levantan y lo cargan en hombros,
    lo ponen en su lugar y lo dejan allí.
    El ídolo no se mueve de donde lo pusieron.
Si uno le grita, él no responde;
    no salvará a nadie de sus angustias.

»Recuerden esto y permanezcan firmes.
    Ténganlo presente, pecadores.
Acuérdense de los hechos del pasado,
    que sucedieron hace mucho tiempo.
Porque yo soy Dios y no existe ningún otro.
    Soy Dios y no hay nadie como yo.

Read full chapter