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Lo levantan y lo llevan a hombros;
si lo dejan en el suelo, allí queda
incapaz de moverse de su sitio;
le piden ayuda y no responde,
a nadie libera de su angustia.
Recuerden esto y avergüéncense,
ténganlo en cuenta, rebeldes;
recuerden el pasado lejano.
Yo soy Dios, no hay otro;
yo soy Dios, nadie como yo.

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