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Las costas han visto y temen. Los confines de la tierra tiemblan; se congregan y acuden. Cada cual ayuda a su compañero y dice a su hermano: “¡Esfuérzate!”. El escultor anima al platero, y el que alisa con martillo dice al que golpea en el yunque, con respecto a la soldadura: “¡Está bien!”. Luego lo afirma con clavos para que no se tambalee.

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