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Las islas vieron, y tuvieron temor, los términos de la tierra se espantaron: congregáronse, y vinieron.

Cada cual ayudó á su cercano, y á su hermano dijo: Esfuérzate.

El carpintero animó al platero, y el que alisa con martillo al que batía en el yunque, diciendo: Buena está la soldadura, y afirmólo con clavos, porque no se moviese.

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