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Se regocijó con ellos Ezequías y les mostró la casa de su tesoro: la plata y el oro, las especias, los ungüentos preciosos, toda su casa de armas y todo lo que se hallaba en sus tesoros. No hubo cosa en su casa y en todos sus dominios que Ezequías no les mostrara. Entonces el profeta Isaías vino al rey Ezequías y le dijo:

—¿Qué dicen estos hombres y de dónde han venido a ti?

Ezequías respondió:

—De tierra muy lejana han venido a mí, de Babilonia.

Dijo entonces:

—¿Qué han visto en tu casa?

Y dijo Ezequías:

—Todo lo que hay en mi casa han visto; ninguna cosa hay en mis tesoros que no les haya mostrado.

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