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¿Acaso confías en Egipto? Ese país y su rey son como una caña astillada que se romperá si te apoyas en ella, y te herirá. Y si me dices que confías en tu Dios, entonces por qué has quitado todos los altares y ordenaste que tu pueblo lo adore solamente en Jerusalén.

»Tú no tienes con qué atacarme. Es más, si ahora mismo me muestras a dos jinetes yo te doy los caballos.

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