Angustia y auxilio

33 ¡Ay de ti, destructor, que no has sido destruido!
    ¡Ay de ti, traidor, que no has sido traicionado!
Cuando dejes de destruir,
    te destruirán;
cuando dejes de traicionar,
    te traicionarán.

Señor, ¡ten compasión de nosotros;
    pues en ti esperamos!
Sé nuestra fortaleza[a] cada mañana,
    nuestra salvación en tiempo de angustia.
Al estruendo de tu voz, huyen los pueblos;
    cuando te levantas, se dispersan las naciones.
Su botín se recoge como si fuera devorado por orugas;
    sobre él se lanza el enemigo como una bandada de langostas.

Exaltado es el Señor porque mora en las alturas,
    y llena a Sión de justicia y rectitud.
Él será la seguridad de tus tiempos,
    te dará en abundancia salvación, sabiduría y conocimiento;
    el temor del Señor será tu tesoro.

¡Miren cómo gritan sus valientes en las calles!
    ¡Amargamente lloran los mensajeros de paz!
Los caminos están desolados,
    nadie transita por los senderos.
El convenio se ha quebrantado,
    se desprecia a los testigos,[b]
    ¡a nadie se respeta!
La tierra está de luto y languidece;
    el Líbano se avergüenza y se marchita;
Sarón es como un desierto;
    Basán y el Carmelo pierden su follaje.

10 «Ahora me levantaré», dice el Señor.
    «Ahora seré exaltado,
    ahora seré ensalzado.
11 Ustedes conciben cizaña
    y dan a luz paja;
    ¡pero mi soplo será un fuego que los consumirá!
12 Los pueblos serán calcinados,
    como espinos cortados arderán en el fuego».

13 Ustedes que están lejos, oigan lo que he hecho;
    y ustedes que están cerca, reconozcan mi poder.
14 Los pecadores están aterrados en Sión;
    el temblor atrapa a los impíos:
«¿Quién de nosotros puede habitar en el fuego consumidor?
    ¿Quién de nosotros puede habitar en la hoguera eterna?».
15 Solo el que camina con justicia
    y habla con rectitud,
el que rechaza la ganancia de la extorsión
    y se sacude las manos para no aceptar soborno,
el que no presta oído a las conjuras de asesinato
    y cierra los ojos para no contemplar el mal.
16 Ese morará en las alturas;
    tendrá como refugio una fortaleza de rocas,
se le proveerá de pan
    y no le faltará el agua.

17 Tus ojos verán al rey en su esplendor
    y contemplarán una tierra que se extiende hasta muy lejos.
18 Dentro de ti meditarás acerca del terror y dirás:
    «¿Dónde está el que lleva la cuenta?
¿Dónde el recaudador de impuestos?
    ¿Dónde el que lleva el registro de las torres?».
19 No verás más a ese pueblo insolente,
    a ese pueblo de idioma confuso,
    de lengua extraña e incomprensible.

20 Mira a Sión, la ciudad de nuestras fiestas;
    tus ojos verán a Jerusalén,
    morada apacible, campamento bien plantado;
sus estacas jamás se arrancarán
    ni se romperá ninguna de sus sogas.
21 Allí el Señor nos mostrará su poder.
    Será como un lugar de anchos ríos y canales.
Ningún barco de remos surcará sus aguas
    ni barcos poderosos navegarán por ellas.
22 Porque el Señor es nuestro juez;
    el Señor es nuestro legislador;
el Señor es nuestro rey:
    ¡Él nos salvará!

23 Tus cuerdas se han aflojado:
    No sostienen el mástil con firmeza
    ni se despliegan las velas.
Abundante botín habrá de repartirse
    y aun los cojos se dedicarán al saqueo.
24 Ningún habitante dirá: «Estoy enfermo»;
    y se perdonará la iniquidad del pueblo que allí habita.

Juicio contra las naciones

34 Naciones, ¡acérquense a escuchar!
    Pueblos, ¡presten atención!
¡Que lo oiga la tierra y todo lo que hay en ella;
    el mundo y todo lo que él produce!
El Señor está enojado con todas las naciones,
    airado con todos sus ejércitos.
Él los ha destruido por completo,
    los ha entregado a la matanza.
Serán arrojados sus muertos,
    hedor despedirán sus cadáveres,
    su sangre corre por las montañas.
Se desintegrará todo el ejército del cielo
    y se enrollará el cielo como un pergamino.
Todo su ejército perderá su esplendor,
    como lo pierde la hoja marchita de la vid
    o los higos secos de la higuera.

Mi espada se ha embriagado en el cielo;
    miren cómo desciende en juicio sobre Edom,
    pueblo que he condenado a la destrucción total.
La espada del Señor está bañada en sangre,
    en la sangre de corderos y machos cabríos;
cubierta está de grasa,
    de la grasa de los riñones de carneros.
Porque el Señor celebra un sacrificio en Bosra
    y una gran matanza en tierra de Edom.
Y con ellos caerán los toros salvajes,
    los terneros y los novillos.
Su tierra quedará empapada en sangre
    y su polvo se llenará de grasa.

Porque el Señor celebra un día de venganza,
    un año de retribución para defender la causa de Sión.
Los arroyos de Edom se volverán ríos de brea,
    su polvo se convertirá en azufre
    y en ardiente brea se volverá su tierra.
10 Ni de día ni de noche se extinguirá
    y su humo subirá por siempre.
Quedará desolada por todas las generaciones;
    nunca más transitará nadie por ella.
11 Se adueñarán de ella el búho del desierto y la lechuza;
    anidarán allí la lechuza y el cuervo.
Dios extenderá sobre Edom
    el cordel del caos
    y la plomada de la destrucción.
12 Sus nobles no tendrán allí
    nada que pueda llamarse reino;
    todos sus príncipes desaparecerán.
13 Los espinos invadirán sus palacios;
    las ortigas y las zarzas, sus fortalezas.
Se volverá guarida de chacales
    y nido de avestruces.
14 Las fieras del desierto se juntarán con las hienas
    y las cabras monteses se llamarán unas a otras;
allí también reposarán las aves nocturnas
    y encontrarán un lugar de descanso.
15 Allí el búho anidará y pondrá sus huevos;
    bajo sus alas incubará y cuidará a sus crías.
También allí se reunirán los halcones,
    cada cual con su pareja.

16 Consulten el libro del Señor y lean:

Ninguno de estos animales faltará;
    cada cual tendrá su pareja.
El Señor mismo ha dado la orden
    y su Espíritu los ha de reunir.
17 Él les ha asignado sus lugares;
    su mano les señaló su territorio.
Ellos los poseerán para siempre
    y morarán allí por todas las generaciones.

La alegría de los redimidos

35 Se alegrarán el desierto y el sequedal;
    se regocijará la estepa
    y florecerá como la rosa.
Florecerá y se regocijará:
    ¡gritará de alegría!
Se le dará la gloria del Líbano
    y el esplendor del Carmelo y de Sarón.
Ellos verán la gloria del Señor,
    la majestad de nuestro Dios.

Fortalezcan las manos débiles,
    afirmen las rodillas temblorosas;
digan a los de corazón temeroso:
    «Sean fuertes, no tengan miedo.
Su Dios vendrá,
    vendrá con venganza;
con retribución divina
    vendrá a salvarlos».

Se abrirán entonces los ojos de los ciegos
    y se destaparán los oídos de los sordos;
saltará el cojo como un ciervo,
    y gritará de alegría la lengua del mudo.
Porque brotarán aguas en el desierto
    y torrentes en el sequedal.
La arena ardiente se convertirá en estanque,
    la tierra sedienta en manantiales burbujeantes.
Las guaridas donde se tendían los chacales
    serán morada de juncos y papiros.

Habrá allí una calzada
    que será llamada Camino de Santidad.
No viajarán por ella los impuros
    ni transitarán por ella los necios;
    será solo para los que siguen en ese camino.
No habrá allí ningún león,
    ni bestia feroz que por él pase;
    ¡allí no se les encontrará!
¡Por allí pasarán solamente los redimidos!
10     Volverán los rescatados del Señor
y entrarán en Sión con cantos de júbilo;
    su corona será el gozo eterno.
Se llenarán de regocijo y alegría,
    y se apartarán de ellos el dolor y los quejidos.

Senaquerib amenaza a Jerusalén(A)

36 En el año catorce del reinado de Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, atacó y tomó todas las ciudades fortificadas de Judá. Desde Laquis el rey de Asiria envió a su comandante en jefe,[c] al frente de un gran ejército, para hablar con el rey Ezequías en Jerusalén. Cuando el comandante se detuvo en el acueducto del estanque superior, en el camino que lleva al Campo del Lavandero, salió a recibirlo Eliaquín, hijo de Jilquías, que era el administrador del palacio, junto con el cronista Sebna y el secretario Joa, hijo de Asaf.

El comandante en jefe les dijo:

—Díganle a Ezequías que así dice el gran rey, el rey de Asiria:

»“¿En qué se basa tu confianza? Tú dices[d] que tienes estrategia y fuerza militar, pero estas no son más que palabras sin fundamento. ¿En quién confías que te rebelas contra mí? Mira, tú confías en Egipto, ¡ese bastón de caña astillada, que traspasa la mano y hiere al que se apoya en él! Porque eso es el faraón, el rey de Egipto, para todos los que en él confían. Y si tú me dices: ‘Nosotros confiamos en el Señor nuestro Dios’, ¿no se trata acaso, Ezequías, del Dios cuyos altares y santuarios tú mismo quitaste, diciéndoles a Judá y a Jerusalén: ‘Deben adorar solamente ante este altar’?”.

»Ahora bien, Ezequías, haz este trato con mi señor, el rey de Asiria: Yo te doy dos mil caballos si tú consigues otros tantos jinetes para montarlos. ¿Cómo podrás resistir el ataque de uno solo de los funcionarios más insignificantes de mi señor, si confías en obtener de Egipto carros de combate y jinetes? 10 ¿Acaso he venido a atacar y a destruir esta tierra sin el apoyo del Señor? ¡Si fue él mismo quien me ordenó: “Marcha contra este país y destrúyelo”!».

11 Eliaquín, Sebna y Joa dijeron al comandante en jefe:

—Por favor, hábleles usted a sus siervos en arameo, ya que lo entendemos. No nos hable en hebreo, pues el pueblo que está sobre el muro nos escucha.

12 Pero el comandante en jefe respondió:

—¿Acaso mi señor me envió a decirles estas cosas solo a ti y a tu señor, y no a los que están sentados en el muro? ¡Si tanto ellos como ustedes tendrán que comerse su excremento y beberse su orina!

13 Dicho esto, el comandante en jefe se puso de pie y a voz en cuello gritó en hebreo:

—¡Oigan las palabras del gran rey, el rey de Asiria! 14 Así dice el rey: “No se dejen engañar por Ezequías. ¡Él no puede librarlos! 15 No dejen que Ezequías los persuada a confiar en el Señor, diciendo: ‘Sin duda el Señor nos librará; ¡esta ciudad no caerá en manos del rey de Asiria!’ ”.

16 »No hagan caso a Ezequías. Así dice el rey de Asiria: “Hagan las paces conmigo y ríndanse. De esta manera cada uno podrá comer de su vid y de su higuera y beber agua de su propio pozo, 17 hasta que yo venga y los lleve a un país como el de ustedes, país de grano y de mosto, de pan y de viñedos”.

18 »No se dejen seducir por Ezequías cuando dice: “El Señor nos librará”. ¿Acaso alguno de los dioses de las naciones pudo librar a su país de las manos del rey de Asiria? 19 ¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arfad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvayin? ¿Acaso libraron a Samaria de mis manos? 20 ¿Cuál de todos los dioses de estos países ha podido salvar de mis manos a su país? ¿Cómo entonces podrá el Señor librar de mis manos a Jerusalén?».

21 Pero el pueblo permaneció en silencio y no respondió ni una sola palabra, porque el rey había ordenado: «No respondan».

22 Entonces Eliaquín, hijo de Jilquías, administrador del palacio, el cronista Sebna y el secretario Joa, hijo de Asaf, con las vestiduras rasgadas en señal de duelo, fueron a ver a Ezequías y le contaron lo que había dicho el comandante en jefe.

Footnotes

  1. 33:2 nuestra fortaleza (Siríaca, Targum y Vulgata); la fortaleza de ellos (TM).
  2. 33:8 los testigos (Qumrán); las ciudades (TM).
  3. 36:2 comandante en jefe. Alt. copero mayor.
  4. 36:5 Tú dices (mss. hebreos y Qumrán; véase 2R 18:20); Yo digo (TM).

Esperanza en el Señor

33 ¡Ay de ti que destruyes(A),
y no has sido destruido;
y de aquel que es pérfido(B), cuando otros no actuaron con perfidia contra él!
Cuando termines de destruir, serás destruido(C);
cuando acabes de actuar con perfidia, con perfidia actuarán contra ti(D).
Oh Señor, ten piedad de nosotros(E); en ti hemos esperado(F).
Sé nuestra[a] fortaleza[b](G) cada mañana,
también nuestra salvación en tiempo de angustia(H).
Al estruendo del tumulto los pueblos huyen(I);
al levantarte tú las naciones se dispersan(J);
se recoge el[c] botín como recoge la oruga,
se lanzan sobre él como se lanzan las langostas.
Exaltado es el Señor(K), pues mora en lo alto;
ha llenado a Sión de derecho y de justicia(L).
Él será la seguridad[d](M) de tus tiempos,
abundancia de salvación(N), sabiduría y conocimiento(O);
el temor del Señor(P) es tu[e] tesoro.
He aquí, sus valientes claman en las calles[f],
los mensajeros(Q) de paz lloran amargamente.
Las calzadas están desiertas, el transeúnte ya no pasa[g](R);
ha quebrantado el pacto(S), ha despreciado las ciudades[h],
no tiene en estima al hombre.
De duelo está la tierra y languidece(T),
el Líbano(U) está avergonzado y se marchita;
Sarón(V) es como una llanura desierta,
y pierden[i] su follaje Basán y el Carmelo.
10 Ahora me levantaré —dice el Señor(W)
ahora seré exaltado, ahora seré ensalzado.
11 Concebisteis paja[j], daréis a luz rastrojo(X);
mi[k] aliento como fuego os consumirá(Y).
12 Y los pueblos serán calcinados,
como espinos cortados que son quemados en el fuego(Z).

13 Oíd, los que estáis lejos, lo que he hecho;
y los que estáis cerca, reconoced mi poder(AA).
14 Aterrados están los pecadores(AB) en Sión,
el temblor(AC) se ha apoderado de los impíos.
¿Quién de nosotros habitará con el fuego consumidor(AD)?
¿Quién de nosotros habitará con las llamas eternas(AE)?
15 Él que anda en justicia y habla con sinceridad(AF),
el que rehúsa la ganancia injusta[l],
y se sacude las manos[m] para que no retengan soborno;
el que se tapa los oídos para no oír de derramamiento de sangre,
y cierra los ojos para no ver el mal(AG);
16 ese morará en las alturas,
en la peña inexpugnable[n] estará su refugio[o](AH);
se le dará su pan,
y tendrá segura su agua(AI).

17 Tus ojos contemplarán al Rey(AJ) en su hermosura,
verán una tierra muy lejana(AK).
18 Tu corazón meditará en el terror(AL), y dirá:
¿Dónde está el que cuenta?
¿Dónde está el que pesa?
¿Dónde está(AM) el que cuenta las torres?
19 No verás más al pueblo feroz,
pueblo de habla incomprensible, que nadie entiende[p],
de lengua tartamuda, que nadie comprende[q](AN).
20 Contempla a Sión(AO), ciudad de nuestras fiestas señaladas;
tus ojos verán a Jerusalén, morada de quietud(AP),
tienda que no será plegada,
cuyas estacas no serán arrancadas nunca,
ni rotas ninguna de sus cuerdas(AQ).
21 Porque allí, el Majestuoso, el Señor, será para nosotros
lugar de ríos(AR) y de anchos canales,
por donde no andará embarcación de remos,
ni nave potente por él pasará.
22 Porque el Señor es nuestro juez(AS),
el Señor es nuestro legislador(AT),
el Señor es nuestro rey(AU);
Él nos salvará(AV).
23 Se han aflojado tus cuerdas;
no pueden sostener firme el mástil
ni entesar la vela.
Entonces será repartida la presa de un abundante botín(AW);
los cojos se llevarán los despojos(AX).
24 Ningún habitante dirá: Estoy enfermo(AY);
al pueblo que allí[r] habita, le será perdonada su iniquidad(AZ).

Juicio contra las naciones

34 Acercaos, naciones, para oír, y escuchad, pueblos(BA);
oiga la tierra(BB) y cuanto hay en ella, el mundo y todo lo que de él brota.
Porque el enojo(BC) del Señor es contra todas las naciones,
y su furor contra todos sus ejércitos;
las ha destruido por completo[s](BD),
las ha entregado a la matanza(BE).
Sus muertos serán arrojados(BF),
y de sus cadáveres subirá el hedor(BG),
y las montañas serán empapadas[t] con su sangre(BH).
Todo el ejército de los cielos se consumirá[u](BI),
y los cielos se enrollarán como un pergamino(BJ);
también todos sus ejércitos se marchitarán
como se marchita la hoja de la vid,
o como se marchita la de la higuera.
Porque mi espada está embriagada en el cielo(BK),
he aquí, descenderá para hacer juicio sobre Edom(BL)
y sobre el pueblo que yo he dedicado a la destrucción[v](BM).
La espada del Señor está llena de sangre,
está llena[w] de sebo, de la sangre de corderos y de machos cabríos,
de sebo de los riñones de carneros;
porque el Señor tiene un sacrificio en Bosra(BN),
y una gran matanza en la tierra de Edom(BO).
Con ellos caerán[x] búfalos(BP)
y novillos juntamente con toros(BQ);
así su tierra se embriagará de sangre(BR),
y su polvo será engrasado[y] de sebo.
Porque es día de venganza del Señor(BS),
año de retribución para la causa[z] de Sión.
Sus[aa] torrentes se convertirán en brea,
su polvo en azufre(BT),
y su tierra será brea ardiente.
10 No se apagará ni de noche ni de día(BU),
su humo subirá para siempre(BV);
de generación en generación permanecerá desolada(BW),
nunca jamás pasará nadie por ella(BX).
11 Mas el pelícano[ab](BY) y el erizo la poseerán,
el búho y el cuervo habitarán en ella;
Dios extenderá sobre ella el cordel de desolación[ac]
y la plomada[ad] del vacío(BZ).
12 Sus nobles (y allí no hay ninguno(CA)
a quien puedan proclamar rey)
y todos sus príncipes serán nada(CB).
13 Espinos crecerán en sus palacios[ae](CC),
ortigas y cardos en sus ciudades fortificadas[af];
será también guarida de chacales(CD)
y morada[ag] de crías de avestruz.
14 Las fieras del desierto se encontrarán con las hienas[ah],
el macho cabrío[ai](CE) llamará a los de su especie;
sí, el monstruo nocturno[aj] se establecerá allí,
y encontrará para sí lugar de reposo.
15 Allí la serpiente anidará y pondrá sus huevos,
los incubará y juntará su cría bajo su sombra;
también allí se juntarán los halcones[ak](CF),
cada uno con su compañera.

16 Buscad en el libro del Señor(CG), y leed:
Ninguno de ellos faltará,
ninguno carecerá de su compañera.
Porque su[al] boca(CH) lo ha mandado,
y su Espíritu los ha reunido.
17 Él les ha echado suertes(CI),
y su mano les ha repartido la tierra[am] con el cordel(CJ).
La poseerán para siempre;
de generación en generación(CK) morarán en ella.

Futuro glorioso de Sión

35 El desierto y el yermo(CL) se alegrarán,
y se regocijará el Arabá[an] y florecerá(CM)
como el azafrán[ao];
florecerá(CN) copiosamente
y se regocijará en gran manera y gritará de júbilo(CO).
La gloria del Líbano(CP) le será dada,
la majestad del Carmelo(CQ) y de Sarón.
Ellos verán la gloria del Señor,
la majestad de nuestro Dios(CR).
Fortaleced las manos débiles
y afianzad las rodillas vacilantes(CS).
Decid a los de corazón tímido(CT):
Esforzaos, no temáis.
He aquí, vuestro Dios viene con venganza(CU);
la retribución[ap](CV) vendrá de Dios mismo,
mas Él os salvará(CW).
Entonces se abrirán los ojos de los ciegos(CX),
y los oídos de los sordos se destaparán(CY).
El cojo entonces saltará como un ciervo(CZ),
y la lengua del mudo gritará(DA) de júbilo,
porque aguas brotarán en el desierto
y arroyos en el Arabá[aq](DB).
La tierra abrasada[ar] se convertirá en laguna,
y el secadal en manantiales de aguas(DC);
en la guarida de chacales(DD), su lugar de descanso,
la hierba se convertirá en cañas y juncos.
Allí habrá una calzada, un camino(DE),
y será llamado Camino de Santidad(DF);
el inmundo no transitará por él(DG),
sino que será para el que ande en ese camino;
los necios no vagarán por él(DH).
Allí no habrá león(DI),
ni subirá por él bestia feroz(DJ);
estos no se hallarán[as] allí,
sino que por él andarán los redimidos(DK).
10 Volverán los rescatados del Señor,
entrarán en Sión(DL) con gritos de júbilo,
con alegría eterna sobre sus cabezas.
Gozo y alegría alcanzarán,
y huirán la tristeza y el gemido(DM).

Invasión de Senaquerib

36 (DN)Y aconteció que en el año catorce del rey Ezequías, subió Senaquerib, rey de Asiria, contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó. Y el rey de Asiria envió desde Laquis a Jerusalén, al Rabsaces[at] con un gran[au] ejército, contra el rey Ezequías. Y se colocó junto al acueducto del estanque superior que está en la calzada del campo del Batanero[av](DO). Entonces Eliaquim, hijo de Hilcías(DP), mayordomo de[aw] la casa real, el escriba Sebna(DQ) y el cronista Joa, hijo de Asaf, salieron a él.

Y el Rabsaces les dijo: Decid ahora a Ezequías: «Así dice el gran rey, el rey de Asiria: “¿Qué confianza es esta que tú tienes[ax]? Yo digo[ay]: ‘Tu consejo y poderío para la guerra solo son palabras vacías[az]’. Ahora pues, ¿en quién confías que te has rebelado contra mí(DR)? He aquí, tú confías en el báculo de esta caña quebrada, es decir, en Egipto, en el cual, si un hombre se apoya, penetrará en su mano[ba] y la traspasará. Así es Faraón, rey de Egipto, para todos los que confían en él(DS). Pero si me decís: ‘Nosotros confiamos en el Señor nuestro Dios’, ¿no es Él aquel cuyos lugares altos y cuyos altares Ezequías ha quitado(DT) y ha dicho a Judá y a Jerusalén: ‘Adoraréis delante de este altar’? Ahora pues, te ruego que llegues a un acuerdo[bb] con mi señor el rey de Asiria, y yo te daré dos mil caballos, si por tu parte puedes poner jinetes sobre ellos. ¿Cómo, pues, puedes rechazar a[bc] un oficial[bd] de los menores de los siervos de mi señor, y confiar[be] en Egipto para tener carros y hombres de a caballo(DU)? 10 ¿He subido ahora sin el consentimiento del Señor contra esta tierra para destruirla? El Señor me dijo(DV): ‘Sube contra esta tierra y destrúyela’”».

11 Entonces Eliaquim, Sebna y Joa dijeron al Rabsaces: Te rogamos que hables a tus siervos en arameo(DW) porque nosotros lo entendemos[bf], y no nos hables en la lengua de Judá[bg](DX) a oídos del pueblo que está sobre la muralla. 12 Pero el Rabsaces dijo: ¿Acaso me ha enviado mi señor para hablar estas palabras solo a tu señor y a ti, y no a los hombres que están sentados en la muralla, condenados a comer sus propios excrementos y a beber su propia orina con vosotros?

13 El Rabsaces se puso en pie, gritó a gran voz en la lengua de Judá(DY), y dijo: Escuchad las palabras del gran rey, el rey de Asiria. 14 Así dice el rey: «Que no os engañe(DZ) Ezequías, porque él no os podrá librar; 15 ni que Ezequías os haga confiar en el Señor, diciendo: “Ciertamente el Señor nos librará, y esta ciudad no será entregada en manos del rey de Asiria(EA)”. 16 No escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asiria: “Haced la paz conmigo[bh] y salid a mí, y coma cada uno de su vid y cada uno de su higuera(EB), y beba cada cual de las aguas de su cisterna(EC), 17 hasta que yo venga y os lleve a una tierra como vuestra tierra, tierra de grano y de mosto, tierra de pan y de viñas”. 18 Cuidado, no sea que Ezequías os engañe, diciendo: “El Señor nos librará(ED)”. ¿Acaso alguno de los dioses de las naciones ha librado su tierra de la mano del rey de Asiria? 19 ¿Dónde están los dioses de Hamat y de Arfad(EE)? ¿Dónde están los dioses de Sefarvaim(EF)? ¿Cuándo han librado ellos a Samaria(EG) de mi mano? 20 ¿Quiénes de entre todos los dioses de estas tierras han librado su tierra de mi mano(EH), para que el Señor(EI) libre a Jerusalén de mi mano?».

21 Pero ellos se quedaron callados y no le respondieron palabra alguna(EJ); porque el rey había dado un mandato, diciendo: No le respondáis. 22 Entonces Eliaquim, hijo de Hilcías(EK), mayordomo de la casa real, el escriba Sebna(EL) y el cronista Joa, hijo de Asaf, fueron a Ezequías con sus vestidos rasgados, y le relataron las palabras del Rabsaces.

Footnotes

  1. Isaías 33:2 Así en algunas versiones antiguas; en el T.M., su (de ellos)
  2. Isaías 33:2 Lit., brazo
  3. Isaías 33:4 Lit., vuestro
  4. Isaías 33:6 O, fidelidad
  5. Isaías 33:6 Lit., su
  6. Isaías 33:7 Lit., afueras
  7. Isaías 33:8 Lit., el que pasa por la senda ha cesado
  8. Isaías 33:8 Los M.M.M. dicen: los testimonios
  9. Isaías 33:9 Lit., sacudiendo
  10. Isaías 33:11 Lit., hierba seca
  11. Isaías 33:11 Así en dos versiones antiguas; en el T.M., vuestro
  12. Isaías 33:15 Lit., de explotadores
  13. Isaías 33:15 Lit., palmas
  14. Isaías 33:16 Lit., las fortalezas de peñas
  15. Isaías 33:16 O, baluarte
  16. Isaías 33:19 Lit., de profundidad de labios, sin oír
  17. Isaías 33:19 Lit., no hay entendimiento
  18. Isaías 33:24 Lit., en ella
  19. Isaías 34:2 O, ha dedicado al anatema
  20. Isaías 34:3 Lit., se disolverán
  21. Isaías 34:4 Lit., se pudrirán
  22. Isaías 34:5 Lit., el pueblo de mi anatema
  23. Isaías 34:6 Lit., engordada
  24. Isaías 34:7 Lit., descenderán
  25. Isaías 34:7 Lit., engordado
  26. Isaías 34:8 O, controversia
  27. Isaías 34:9 I.e., de Edom
  28. Isaías 34:11 O, búho
  29. Isaías 34:11 O, sin forma
  30. Isaías 34:11 Lit., las piedras
  31. Isaías 34:13 O, ciudadelas
  32. Isaías 34:13 O, fortalezas
  33. Isaías 34:13 Lit., recinto
  34. Isaías 34:14 O, animales aulladores
  35. Isaías 34:14 O, el demonio
  36. Isaías 34:14 Heb., Liliz
  37. Isaías 34:15 O, milanos
  38. Isaías 34:16 Así en los M.M.M.; en el T.M., mi
  39. Isaías 34:17 Lit., a ella
  40. Isaías 35:1 O, desierto
  41. Isaías 35:1 O, croco
  42. Isaías 35:4 Lit., recompensa
  43. Isaías 35:6 O, desierto
  44. Isaías 35:7 O, El espejismo
  45. Isaías 35:9 Lit., no se hallará
  46. Isaías 36:2 I.e., copero mayor
  47. Isaías 36:2 Lit., pesado
  48. Isaías 36:2 O, Lavandero
  49. Isaías 36:3 O, que estaba sobre
  50. Isaías 36:4 Lit., en que confías
  51. Isaías 36:5 Los M.M.M., otros mss. y 2 Rey. 18:20 dicen: Tú dices
  52. Isaías 36:5 Lit., palabra de los labios
  53. Isaías 36:6 Lit., palma
  54. Isaías 36:8 Lit., intercambies promesas
  55. Isaías 36:9 Lit., volver el rostro de
  56. Isaías 36:9 O, gobernador
  57. Isaías 36:9 Lit., confiar para ti mismo
  58. Isaías 36:11 Lit., oímos
  59. Isaías 36:11 Lit., judío; i.e., hebreo; y así en el vers. 13
  60. Isaías 36:16 Lit., Haced conmigo una bendición

El Señor traerá salvación

33 ¡Ay de ti, que saqueas, aunque nunca fuiste saqueado! ¡Ay de ti, que eres desleal, aunque nunca nadie fue desleal contigo! Cuando acabes de saquear, el saqueado serás tú; cuando acabes de ser desleal, tú serás víctima de la deslealtad.

Señor, ten misericordia de nosotros,
pues nosotros esperamos en ti.
Tú, que de mañana eres brazo de otros,
¡sálvanos también en momentos de angustia!

Al escuchar el estruendo, los pueblos huyen; al levantarte tú, las naciones se esparcen. Sus despojos serán recogidos como cuando se recogen orugas; sobre ellos se correrá y se saltará, como corren y saltan las langostas. Pero tú, Señor, que habitas en las alturas y que has saturado a Sión con la justicia y el derecho, serás exaltado. En tus tiempos reinarán la sabiduría y la ciencia, y mucha salvación; el temor a ti, Señor, será el tesoro de tu pueblo.

Afuera de la ciudad los embajadores darán voces, y los mensajeros de paz llorarán amargamente. Las calzadas están deshechas; ya no hay caminantes; el pacto ha quedado anulado. El enemigo aborreció las ciudades y menospreció a sus habitantes. La tierra se enfermó y enlutó; el Líbano quedó marchito y en vergüenza; Sarón se ha vuelto un desierto, y Basán y el Carmelo han sido sacudidos.

10 Pero el Señor dice:

«Ahora mismo voy a levantarme; ahora mismo voy a ser exaltado; ¡ahora mismo voy a ser engrandecido! 11 Puesto que ustedes han concebido hojarascas, sólo producirán rastrojo; su propio aliento será un fuego que los consumirá. 12 Los pueblos parecerán cal quemada, y como espinos arrancados serán echados al fuego. 13 Ustedes, los que están lejos, escuchen lo que he hecho; y ustedes, los que están cerca, reconozcan mi poder.»

14 Los pecadores se asustaron en Sión; el miedo se apoderó de los hipócritas. ¿Quién de nosotros podría convivir con el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros podría vivir entre las llamas inextinguibles? 15 Sólo el que se conduce con justicia y habla con rectitud, el que aborrece las ganancias mal habidas, el que se niega a recibir sobornos, el que se tapa los oídos para no escuchar propuestas criminales; el que cierra los ojos para no atestiguar la maldad. 16 Quien es así, habitará en las alturas; las resistentes rocas serán su refugio, y nunca le faltará el pan ni el agua.

17 Tus ojos verán al Rey en su hermosura, y contemplarán la tierra distante. 18 En tu corazón te imaginarás el espanto, y dirás: «¿Qué pasó con el escriba? ¿Y qué fue del que pesaba el tributo? ¿Y dónde quedó el que censaba las grandes torres?» 19 Ya no verás a ese pueblo arrogante, de lenguaje difícil y entrecortado, que te era tan difícil comprender. 20 ¡Mira a Sión, ciudad de nuestras fiestas solemnes! Con tus ojos verás a Jerusalén, casa tranquila, tienda que nunca será desarmada, cuyas estacas jamás serán arrancadas, y cuyas cuerdas jamás serán rotas. 21 Allí el Señor será para nosotros una fortaleza, un lugar de ríos y de anchos arroyos, por los que no pasará ninguna galera de remos, ni tampoco navegarán grandes naves. 22 El Señor es nuestro juez. El Señor es nuestro legislador. ¡El Señor es nuestro Rey, y él mismo nos salvará! 23 Aunque tus cuerdas están flojas, y tu mástil no está firme ni tensada tu vela, te repartirás el botín de muchos despojos, y hasta los cojos se arrebatarán el botín. 24 Nadie que habite la ciudad dirá que está enfermo, porque a sus habitantes les será perdonada su maldad.

La ira del Señor contra las naciones

34 Acérquense, naciones, y júntense para oír; ustedes, pueblos, presten atención. Que escuche la tierra y todo lo que hay en ella; el mundo y todo lo que produce. El Señor está enojado contra todas las naciones; se ha indignado contra todas ellas; por eso va a destruirlas y a entregarlas al matadero. Los que mueran en ellas quedarán abandonados, y sus cadáveres despedirán mal olor; la sangre de ellos hará que los montes se derritan. Se vendrá abajo todo el ejército de los cielos, como cuando se caen las hojas de las parras y de las higueras, y los cielos mismos se enrollarán como un pergamino.(A)

Mi espada se embriagará en los cielos, y mi sentencia caerá sobre Edom,(B) sobre el pueblo que he decidido exterminar. La espada del Señor está llena de sangre; está empapada de la grasa y de la sangre de los corderos y de los machos cabríos, y de la grasa de los riñones de carneros. En Bosra se ofrecen sacrificios en honor del Señor; ¡en Edom hay una gran matanza! Entre los animales sacrificados hay búfalos, toros y becerros; ¡el país se empapa de sangre, y el suelo queda saturado de grasa!

Ciertamente ha llegado el día de la venganza del Señor; ¡ha llegado el año de darles su merecido a los que pelean contra Sión! Sus arroyos se convertirán en brea; su polvo en azufre, y su tierra en brea encendida. 10 No se apagará de noche ni de día, ni su humo dejará de subir;(C) por siempre será asolada, y nadie volverá jamás a pasar por ella. 11 Los pelícanos y los erizos se adueñarán de ella, y la habitarán las lechuza y los cuervos; la medirán con cordeles de destrucción, y con plomadas de asolamiento. 12 Sus príncipes serán llamados príncipes sin reino, y a nada serán reducidos todos sus hombres importantes.

13 En sus palacios crecerán espinos, y en sus fortalezas habrá ortigas y cardos; ¡se volverán cuevas de chacales y patios para los pollos de los avestruces. 14 Las fieras del desierto se encontrarán con las hienas, y las cabras salvajes llamarán a sus compañeros; también las lechuzas habitarán en ese lugar, y allí podrán descansar.

15 Allí los búhos anidarán y pondrán sus huevos; sacarán a sus pollos y los juntarán debajo de sus alas; allí también se juntarán los buitres, cada uno con su compañera. 16 Investiguen en el libro del Señor, y lean si alguno de ellos faltó. Pero no faltó ninguno de ellos ni su compañera, porque así lo ordenó su boca y los reunió su espíritu mismo. 17 El Señor les echó suertes, y con su propia mano les repartió la tierra, que será su herencia para toda la vida, y allí vivirán de generación en generación.

Futuro glorioso de Sión

35 El desierto y la soledad se alegrarán; el yermo se regocijará y florecerá como la rosa; florecerá en abundancia, y también se alegrará y cantará con júbilo, pues le serán dadas la belleza del Líbano y la hermosura del Carmelo y de Sarón. ¡Estos montes verán la gloria del Señor, ¡la hermosura de nuestro Dios! Fortalezcan las manos cansadas y afirmen las rodillas endebles.(D) Digan a los de corazón amedrentado: «Esfuércense y no teman. ¡Miren! Aquí viene su Dios, para castigar a sus enemigos como merecen. Dios mismo viene, y él los salvará.»

Entonces se abrirán los ojos de los ciegos, lo mismo que los oídos de los sordos. Entonces los cojos saltarán como ciervos, y la lengua del mudo cantará;(E) porque en el desierto serán cavados pozos de agua, y en la soledad correrán torrentes. El páramo se convertirá en estanque, el sequedal en manantiales de agua, y en la guarida de los chacales crecerán cañas y juncos.

Allí habrá un camino empedrado, que será llamado «Camino de Santidad». No pasará por allí nada impuro, porque Dios mismo estará con ellos. Si alguien pasa por este camino, no se extraviará, por más torpe que sea. En ese camino no habrá leones, ni pasará por él ninguna fiera, para que los redimidos puedan transitarlo. 10 Y los redimidos del Señor volverán. Vendrán a Sión entre gritos de infinita alegría. Cada uno de ellos tendrá gozo y alegría, y desparecerán el llanto y la tristeza.

La invasión de Senaquerib(F)

36 En el año catorce del reinado de Ezequías, el rey Senaquerib, de Asiria, atacó y conquistó todas las ciudades fortificadas de Judá. Desde Laquis, el rey de Asiria envió a su primer oficial al frente de un gran ejército, para que atacara a Jerusalén y al rey Ezequías; y el primer oficial acampó junto al acueducto del estanque superior, camino al Campo del Lavador. Entonces fue a verlo el mayordomo Eliaquín hijo de Hilcías, junto con el escriba Sebna y el canciller Yoaj hijo de Asaf. El primer oficial de Senaquerib les dijo:

«Digan a Ezequías que el gran rey de Asiria manda a decirle: “¿En qué te apoyas, que te sientes tan confiado? Tú hablas de contar con una coalición y con poder para hacerme la guerra, pero yo digo que esas no son más que palabras huecas. Dime ahora: ¿en quién confías, que te rebelas contra mí? Por lo visto, confías en ese bastón de caña quebradiza que es Egipto, ¡bastón que le atravesará y perforará la mano a quien se apoye en él! ¡Eso es el faraón, el rey de Egipto, para todos los que en él confíen! Pero si me dices que ustedes confían en el Señor su Dios, ¿acaso no se trata de ese Dios cuyos lugares altos y altares tú, Ezequías, mandaste quitar, y luego dijiste a Judá y a Jerusalén: ‘Adoren ante este altar’?” Yo te sugiero que hagas ahora este trato con mi señor, el rey de Asiria: Yo te daré dos mil caballos, si tú puedes hallar otros tantos jinetes para que cabalguen sobre ellos. ¿Cómo vas a hacerle frente a un simple capitán, al menor de los siervos de mi señor, aun cuando estés confiado en Egipto y en sus carros y su caballería? 10 Si yo he venido a destruir esta tierra es porque antes el Señor me dijo: “¡Ve a esa tierra y destrúyela!”»

11 Entonces Eliaquín, Sebna y Yoaj le dijeron al primer oficial:

«Por favor, habla a estos siervos tuyos en arameo, que nosotros lo entendemos. No nos hables en la lengua de Judá, porque te oye toda la gente que está sobre la muralla.»

12 Pero el primer oficial dijo:

«¿Y acaso me envió mi señor a decirles esto sólo a ti y a tu señor? ¡No! ¡Me envió también a la gente que está sobre la muralla, y que junto con ustedes pronto van a comerse su propio estiércol y a beberse su propia orina!»

13 Enseguida el primer oficial se puso en pie, y a voz en cuello gritó en la lengua de Judá:

«¡Escuchen las palabras del gran rey, el rey de Asiria! 14 Así dice el rey: “Que no los engañe Ezequías, porque no va a poder salvarlos. 15 Que no les haga Ezequías confiar en el Señor, al decir: ‘El Señor nos librará; esta ciudad no caerá en manos del rey de Asiria.’ 16 No le hagan caso a Ezequías. El rey de Asiria les dice: ‘Hagan la paz conmigo. Entréguense a mí, y cada uno de ustedes podrá comer de su viña y de su higuera, y beberá también de las aguas de su pozo, 17 hasta que yo venga y los lleve a una tierra como la de ustedes, una tierra en la que abunda el trigo y el vino, el pan y las viñas. 18 Tengan cuidado. Que no los engañe Ezequías con eso de que el Señor los salvará. ¿Acaso los dioses de las otras naciones pudieron salvar a sus países de la mano del rey de Asiria? 19 ¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arfad? ¿Dónde está el dios de Sefarvayin? ¿Acaso pudieron salvar a Samaria de mi mano? 20 ¿Qué dios entre los dioses de esos países pudo librar de mi mano a su país, como para que el Señor libre de mi mano a Jerusalén?’”»

21 Pero ellos se quedaron callados, y no le respondieron una sola palabra, porque el rey les había ordenado que no le respondieran. 22 Luego el mayordomo Eliaquín hijo de Hilcías, el escriba Sebna y el canciller Yoaj hijo de Asaf se presentaron ante Ezequías, y allí se rasgaron los vestidos y le contaron lo que había dicho el primer oficial.