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Porque el día en que todos ustedes
rechacen los ídolos de oro y de plata
que han hecho con sus manos culpables,
Asiria caerá a filo de espada,
pero no por un poder humano.
La guerra hará huir a su gente,
y a sus jóvenes guerreros los harán esclavos;
a causa del miedo, su rey saldrá corriendo
y sus capitanes desertarán de su bandera.
Esto lo afirma el Señor,
que en Jerusalén tiene una hoguera
para castigar a sus enemigos.

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