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Cualquiera agarrará a uno
    de su propia familia y le dirá:
«Por lo menos tienes con qué vestirte,
    sé nuestro jefe y gobierna estas ruinas».
Pero el otro le responderá:
    «Yo no tengo manera de solucionar esta situación,
en mi casa no hay alimento ni vestido.
    No acepto que me pongan de gobernante del pueblo».
La ciudad de Jerusalén tropezó,
    Judá cayó y se hirió,
porque lo que dicen y hacen está en contra del SEÑOR.
    Se rebelan contra la gloria de Dios

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