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29 ¡Ay de Ariel, Ariel,
la ciudad donde acampó David!
Que pasen unos cuantos años
con sus series de fiestas,
y yo pondré a Ariel en apuros,
y habrá llanto y gemidos.
La ciudad será para mí realmente como Ariel.
Enviaré mi ejército para que te rodee,
pondré un cerco de fortalezas en tu derredor
y levantaré trincheras para atacarte.
Quedarás humillada, tendida en el suelo;
tu voz parecerá la de un fantasma;
tus palabras sonarán como un susurro.
5-6 Pero de repente, en un instante,
el Señor todopoderoso castigará a tus enemigos
con truenos, terremotos, gran estruendo,
tormenta, tempestad e incendios destructores.
Tus innumerables enemigos quedarán hechos polvo fino,
tus muchos perseguidores serán arrastrados como paja.
Todos esos pueblos incontables
que hacen la guerra a Ariel,
todos los que lo combaten
y atacan sus fortificaciones,
los mismos que lo oprimen,
serán como un sueño o una visión nocturna.
Será como cuando un hambriento sueña
y cree que está comiendo,
pero luego se despierta con el estómago vacío;
o como cuando un sediento sueña
y cree que está bebiendo,
pero luego se despierta con sed
y con la garganta reseca.
Así sucederá con todos esos innumerables pueblos
que atacan el monte Sión.

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