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Yo, el Señor, soy su guardián;
    todo el tiempo riego mi viña.
Día y noche cuido de ella
    para que nadie le haga daño.
No estoy enojado.
    Si tuviera zarzas y espinos,
pelearía contra ella
    y la quemaría totalmente,
a menos que ella acudiera a mi refugio
    e hiciera las paces conmigo,
    sí, que hiciera las paces conmigo».

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