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Por eso te glorifica un pueblo poderoso;
    te teme la ciudad de las naciones crueles.
Porque tú has sido,
    en su angustia,
un baluarte para el desvalido,
    un refugio para el necesitado,
un resguardo contra la tormenta,
    una sombra contra el calor.
En cambio, el aliento de los crueles
    es como una tormenta contra un muro,
    como el calor en el desierto.
Tú aplacas el tumulto de los extranjeros,
    como se aplaca el calor bajo la sombra de una nube,
    y ahogas la canción de los tiranos.

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