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Y se llenó su país de ídolos,
adoraban la obra de sus manos,
la que modelaron sus dedos.
El mortal quedó rebajado,
el ser humano quedó humillado,
¡pero no lo perdones!
10 Métete en la roca,
ocúltate en el polvo,
que llega el Señor terrible,
henchido de majestad.

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