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Los desesperados fugitivos toman sólo aquellos bienes que pueden llevar en la mano y huyen a través del arroyo de los Sauces. De un extremo al otro, toda Moab es tierra de llanto. La corriente cercana a Dibón se volverá roja de sangre, ¡pero aún no he terminado con Dibón! Presa de leones serán los sobrevivientes: los que huyan y los que se queden.

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