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Por eso se llevaron,
    más allá del arroyo de los Sauces,
    las muchas riquezas que amasaron.
Su grito desesperado
    va recorriendo la frontera de Moab.
Llega su gemido hasta Eglayin,
    y aun llega hasta Ber Elín.
Llenas están de sangre las aguas de Dimón,
    y aún más plagas le añadiré:
enviaré un león contra los moabitas fugitivos
    y contra los que permanezcan en la tierra.

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