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Toda la tierra descansa tranquila
    y prorrumpe en gritos de alegría.
Hasta los pinos y cedros del Líbano
    se burlan de ti y te dicen:
«Desde que yaces tendido,
    nadie viene a derribarnos».
Allá en lo profundo, por tu causa,
    el sepulcro se estremece
    al salir a tu encuentro;
por tu causa despierta a los muertos,
    a los que fueron jefes de la tierra.
Hace que los reyes de todas las naciones
    se levanten de sus tronos.

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