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Pues miren, el día del Señor ya viene,
    el día terrible de su furia y de su ira feroz.
La tierra quedará desolada,
    y con ella los pecadores serán destruidos.

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Las langostas invaden como un ejército

¡Toquen las trompetas en Jerusalén[a]!
    ¡Den la alarma en mi monte santo!
Que todos tiemblen de miedo
    porque está cerca el día del Señor.

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Footnotes

  1. 2:1 En hebreo Sion, también en 2:15, 23.

Advertencia sobre el juicio que viene

18 Qué aflicción les espera a ustedes que dicen:
    «¡Si tan solo hoy fuera el día del Señor!».
No tienen la menor idea de lo que desean.
    Ese día no traerá luz, sino oscuridad.

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20 Así es, el día del Señor será oscuro y sin remedio,
    sin un rayo de alegría ni esperanza.

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14 »Ese terrible día del Señor está cerca.
    Viene de prisa,
un día de llanto amargo,
    un día cuando aun los hombres fuertes clamarán.
15 Será un día cuando el Señor derramará su ira,
    un día de terrible aflicción y angustia,
un día de ruina y desolación,
    un día de oscuridad y penumbra,
un día de nubes y de negrura,
16     un día de sonido de trompeta y gritos de batalla.
¡Caen las ciudades amuralladas
    y las más sólidas fortificaciones!

17 »Por haber pecado contra el Señor,
    los haré andar a tientas como el ciego.
Su sangre será vertida en el polvo
    y sus cuerpos quedarán pudriéndose sobre la tierra».

18 Ni su plata ni su oro los salvará
    en el día de la ira del Señor.
Pues toda la tierra será devorada
    por el fuego de su celo.
Él dará un final aterrador
    a toda la gente de la tierra.[a]

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Footnotes

  1. 1:18 O la gente que vive en la tierra.

No se dejen perturbar ni se alarmen tan fácilmente por los que dicen que el día del Señor ya ha comenzado. No les crean, ni siquiera si afirman haber tenido una visión espiritual, una revelación o haber recibido una carta supuestamente de nosotros.

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12 Mientras yo miraba, el Cordero rompió el sexto sello, y hubo un gran terremoto. El sol se volvió tan oscuro como tela negra, y la luna se volvió tan roja como la sangre. 13 Entonces las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra como los higos verdes que caen de un árbol cuando es sacudido por el fuerte viento. 14 El cielo fue enrollado como un pergamino, y todas las montañas y las islas fueron movidas de su lugar.

15 Entonces todo el mundo—los reyes de la tierra, los gobernantes, los generales, los ricos, los poderosos, todo esclavo y hombre libre—se escondió en las cuevas y entre las rocas de las montañas. 16 Y gritaban a las montañas y a las rocas: «Caigan sobre nosotros y escóndannos del rostro de aquel que se sienta en el trono, y de la ira del Cordero; 17 porque ha llegado el gran día de su ira, ¿y quién podrá sobrevivir?».

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