Isaías 57
Reina-Valera 1995
Condenación de la idolatría de Israel
57 Perece el justo, pero no hay quien piense en ello.
Los piadosos mueren,
pero no hay quien comprenda
que por la maldad es quitado el justo;
2 pero él entrará en la paz.
Descansarán en sus lechos
todos los que andan delante de Dios.
3 «¡En cuanto a vosotros, llegaos acá,
hijos de la hechicera,
generación del adúltero y la fornicaria!
4 ¿De quién os habéis burlado?
¿Contra quién ensanchasteis la boca
y sacasteis la lengua?
¿No sois vosotros hijos rebeldes,
generación mentirosa,
5 que ardéis en lujuria entre encinas,
debajo de cualquier árbol frondoso,
y sacrificáis los hijos en los valles,
debajo de los peñascos?
6 »En las piedras lisas del valle está tu parte;
ellas, ellas son tu suerte;
a ellas derramaste libación
y ofreciste presente.
¿No habré de castigar estas cosas?
7 Sobre un monte alto y empinado
pusiste tu cama;
allí también subiste a hacer sacrificios.
8 Tras la puerta y el umbral
pusiste tu recuerdo.
Ante otro, y no ante mí, te desnudaste;
subiste y tendiste tu amplia cama,
e hiciste alianza con ellos.
Amabas su cama dondequiera que la veías.
9 »Fuiste al rey con ungüento,
multiplicaste tus perfumes,
enviaste tus embajadores lejos
y descendiste hasta la profundidad del seol.
10 En la multitud de tus caminos te cansaste,
pero no dijiste: “No hay remedio”,
sino que hallaste nuevo vigor en tu mano,
y por tanto no te desalentaste.
11 ¿De quién te asustaste y temiste,
que has faltado a la fe, y no te has acordado de mí
ni te vino al pensamiento?
¿No he guardado silencio desde tiempos antiguos,
y nunca me has temido?
12 Yo publicaré tu justicia y tus obras,
que no te aprovecharán.
13 ¡Que te libren tus ídolos cuando clames!,
pero a todos ellos se los llevará el viento,
un soplo los arrebatará;
mas el que en mí confía tendrá la tierra por heredad
y poseerá mi santo monte.
14 Y dirá: “¡Allanad, allanad; barred el camino,
quitad los tropiezos del camino de mi pueblo!”»
15 Porque así dijo el Alto y Sublime,
el que habita la eternidad
y cuyo nombre es el Santo:
«Yo habito en la altura y la santidad,
pero habito también con el quebrantado y humilde de espíritu,
para reavivar el espíritu de los humildes
y para vivificar el corazón de los quebrantados.
16 Porque no contenderé para siempre,
ni por siempre estaré enojado,
pues decaerían ante mí
el espíritu y las almas que yo he creado.
17 Por la iniquidad de su codicia me enojé
y lo herí,
escondí mi rostro y me indigné;
pero él, rebelde, siguió por el camino de su corazón.
18 He visto sus caminos, pero lo sanaré
y lo pastorearé;
le daré consuelo a él y a sus enlutados.
19 Produciré fruto de labios:
Paz, paz para el que está lejos y para el que está cerca»,
dice Jehová. «Yo lo sanaré.»
20 Pero los impíos son como el mar en tempestad,
que no puede estarse quieto
y sus aguas arrojan cieno y lodo.
21 «¡No hay paz para los impíos!»,
ha dicho mi Dios.
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