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10 Pues los líderes de mi pueblo,
    los guardianes del Señor, sus pastores,
    son ciegos e ignorantes.
Son como perros guardianes silenciosos
    que no advierten cuando viene el peligro.
Les encanta estar echados, durmiendo y soñando.
11     Como perros glotones, nunca quedan satisfechos.
Son pastores ignorantes;
    cada uno va por su propio camino
    y busca ganancias personales.
12 «Vengan—dicen ellos—, consigamos vino y hagamos una fiesta.
    Emborrachémonos todos.
¡Mañana lo haremos de nuevo,
    y tendremos una fiesta aún más grande!».

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10 Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes; todos ellos perros mudos, no pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir. 11 Y esos perros comilones son insaciables; y los pastores mismos no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado. 12 Venid, dicen, tomemos vino, embriaguémonos de sidra; y será el día de mañana como este, o mucho más excelente.

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